COMENTARIOS VERANIEGOS XI


No quedan muchos días para comentar estas peculiaridades estacionales, y casi tampoco temas, pero aun podemos intentar arrojar algo de luz a esas cosas que parecen distintas a lo que en otro momento nos parece habitual. Hoy, los programas veraniegos.

 

Cuando hablo de programas veraniegos no me refiero al folleto con la programación de las abundantes fiestas locales que jalonan (siempre quise escribir esta palabra) la geografía hispana y que a nada que le echásemos un vistazo en profundidad seguro que merecerían un monográfico comentario. A lo que me refiero es a la televisión, incluso a la radio, que alteran su parrilla para introducir cambios que entienden más apropiados a las fechas que nos ocupan.

 

Hay que decir que la televisión en verano es el electrodoméstico que sirve para dormirnos, no para adormecer nuestras consciencias como  el resto del año, sino para que nos entre un sopor difícil de controlar. Da igual cual sea la hora en la que nos sentemos (o tumbemos) frente a ella y el número de canales al que tenemos acceso, cualquiera que sea nuestra elección comenzaremos a sentir una pesadez en los parpados y una somnolencia que dominara nuestros músculos y nos hará disfrutar de programas más oníricos que el cerebro nos emitirá en directo. Diréis no sin razón que el motivo intrínseco no es lo que estamos viendo en la pantalla ( lo de pequeña pantalla a la vista de lo televisores que tienen algunos es una definición de difícil encaje con la realidad) sino la temperatura que fuerza a nuestro cuerpo a relajarse para no consumir energías.  Pero aunque estéis en lo cierto hay que reconocer que la programación televisiva contribuye no poco a que permanezcamos en un relajado sonambulismo.

 


Los programas veraniegos son aquellos que se realizan y se emiten únicamente durante esta época del año y que sirven para que los urbanitas comprobemos que siguen existiendo los cazurros. No es que desconociéramos esta realidad o que por el hecho de habitar en ciudades creamos que somos un eslabón superior de civilización y/o inteligencia, sino que nos acercan a la manera de documental sociológico a rasgos característicos de una población que sólo creíamos que existía en los chistes. Algunos además tienen tintes de repaso geográfico y así aprendemos que existen localidades llamadas Gerindote o Guarroman, cuyos habitantes compiten en una yincana para demostrar que son más garrulos que los del pueblo rival. Efectivamente no se proponen pruebas de alto nivel intelectual o para que conozcamos cual de los municipios españoles cuenta con un mayor número de eruditos entre sus habitantes pues podría resultar humillante para el pueblo derrotado que quedase patente su mayor grado de incultura. Así que directamente asumimos que todos son unos iletrados y jugamos a descubrir quién es más bruto o está más capacitado para caer de bruces  en una piscina hinchable saltando troncos rodantes mientras sujeta un pez de plástico, ejercicio este que contribuye a que nos sintamos más europeos y miembros de la civilización occidental.

 


Otros programas nos muestran nuestras playas, las localidades donde se veranea y los lugares de ocio que allí se frecuentan además, claro está, de las gentes que las disfrutan. Este tipo de espacios también contribuyen a difundir el sentimiento de pertenencia a esa realidad histórica llamada España, así como a reconocer todos los rasgos comunes que nos unen a nuestros compatriotas…Por el culo. El repaso a la fauna que frecuenta nuestras playas nos muestra un grupo de personas que sea cual sea el lugar de la geografía escogido en todos ellos estará: El guiri borracho, el guiri ligón, las adolescentes simplonas, los macarrillas y por supuesto y sin falta, el más característico de todos: la familia hortera. Este elemento común en todas las playas mostradas y aun en las que no han sido cubiertas por los intrépidos reporteros de este tipo de programas merece una especial mención y cuidado análisis. Contiene como elemento diferenciador que no usan sombrillas sino que instalan una especie de chalet portátil que ocupa una buena parte de la superficie disfrutable, llevan mesas y sillas y aunque la mayoría de sus componentes andan cerca de la obesidad mórbida despliegan, para que todos observemos su capacidad hacendosa y previsora, todos los “ligeros” alimentos que han  tenido a bien preparar para engañar al estomago y pasar el día sin que les acose el hambre, a saber : un taper del tamaño de un barreño de la colada con pisto manchego, una tortilla española de tres pisos y 16 huevos, filetes empanados para alimentar a todos los marines que desembarcaron en Normandía el día D, 4 melones, 3 quesos, 145 barras de pan, 8 kilos de fiambre diverso y una empanada gallega del tamaño de una mesa de ping-pong. Obviamente para acompañar tan frugales alimentos cuentan con bebida variada : Cervezas, vino (con casera, claro, que este tipo de gente no degusta sino que deglute) y refrescos en cantidad tal que no cabría en 3  frigoríficos de las cocinas de las películas americanas, que son más grandes en sí mismas que cualquiera de los pisos donde habitamos los españoles normales. No obstante y por si acaso se han quedado con algo de apetito no es extraño ver que los orondos niños que forman parte de este tipo de grupos deban completar su estricta dieta con bollería industrial en cantidad ídem; bolsas gigantes de patatas fritas para picar entre horas y helados variados para refrescarse tras la ingesta. Cabe decir que Andrés Iniesta ha pasado por graves apuros económicos porque un día paseando por la playa se le ocurrió hacer una gracia y decir “Kalisse para todos” y en oyéndolo estos chavales se dieron por invitados y acabaron con la producción anual de la marca. También hay que decir que estos críos no suelen bañarse y permanecen junto con su familia casi todo el tiempo, pero no hay que ver en ello un encomiable espíritu de arraigo familiar ni de unidad fraternal,  la razón de que se pasen todo el día bajo el gran toldo en compañía de sus mayores obedece a la tradicional costumbre maternal de convertir un sano consejo en una imperativa máxima de obligado cumplimiento : No bañarse hasta las dos horas después de haber comido para evitar un corte de digestión. Siguiendo esta orden hay chavales que no se han bañado hasta varios años después de su mayoría de edad.

Así aparece este grupo feliz en este tipo de programas, mostrándonos su modus disfrutandi adornado con abundantes risas y refinados comentarios tipo: “También hemos traído conejo pero no en los taper”, “Pues el mío esta algo salado porque me acabo de bañar”….lo que contribuye cuando lo visionamos en la tele que entendamos algo mejor a Angela Merkel.      

 

Y aun hay otra variedad de este tipo de programas aunque algo más episódica y es cuando te invitan a la fiesta de cumpleaños de una localidad, generalmente levantina, con el título de “Murcia, qué grande eres” o “Cullera es la pera”. Este tipo de programas tiene una doble función, una de ellas es promocionar la ciudad o región para que a todos los televidentes nos entren unas ansias enormes de visitar tan mágico lugar, la otra es la de sacar de las listas del paro siquiera por un momento a un grupo de artistas cuyos grandes éxitos se remontan al tiempo de esas gramolas que hoy en día han caído en un triste desuso. Esas son las razones aparentes pero hay otra quizá menos evidente y tal vez secundaria y es que con la excusa promocional las autoridades locales inflen imperceptiblemente las facturas de tan magno evento y puedan obtener algún ingreso extra que tanta falta les hace al municipio y aun más a sus paupérrimos bolsillos.

Este tipo de programas destinados a todos los públicos mayores de 60 años suelen estar amenizados por apuestos presentadores frescos, divertidos y repletos de naturalidad y atractivas presentadoras que lucirán su palmito con sucesivos vestidos de fábula con los que dejaran ver muchos de sus innumerables encantos. El guión de las presentaciones será originalísimo y tan divertido y ocurrente como una gala de los premios Goya. Entre los artistas abundarán además de los mencionados e imperecederos (siguen vivos aunque sus coetáneos ya no) interpretes, algunos humoristas que mostraran la imparable evolución de la calidad del humor español y así nombres como Manolito Royo o Barragán se sumarán a los Morancos o Felix el Gato para que comprendamos por donde van las nuevas tendencias en esta materia. No sería malo que nuestros jóvenes, tan poco dispuestos a novedades, atendieran debidamente a este tipo de productos televisivos que si no lo hacen lo mismo cuando vayan a la verbena de las fiestas del pueblo no les suenan la mayoría de las canciones.

 

Este repaso de los programas veraniegos se podría ampliar a toda la parrilla televisiva, reposiciones y acontecimientos deportivos incluidos, pero quizá merezca la pena dedicarle a alguno de ellos alguno de estos sesudos ( se sudan) comentarios.     

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