COMENTARIOS VERANIEGOS X


 
 
En esta serie de repaso a los temas que tienen características especiales en esta época del año, hoy nos vamos a detener en uno que pretende ser muy sano. El deporte.

 

Los deportes en verano constituyen una variedad propia, tanto desde el punto de vista del espectador como del que los practica. No sólo porque haya alguno que por sus propia características sea eminentemente estacional, que la natación en mares abiertos se complica mucho durante el tiempo de grandes tormentas y vientos de 2.000 nudos (aunque no sepamos bien la equivalencia de esa unidad de medida seguro que influye negativamente en el braceo), sino porque incluso los que pueden ser practicados en cualquier época del año alteran su desarrollo habitual y reúnen características distintas en la época estival.

 

El rey de los deportes veraniegos es, sin duda alguna, las palas de playa. El número de practicantes de este deporte, que extrañamente aun no ha sido considerado olímpico, es superior a cualquier otro. En las palas de playa participan habitualmente dos jugadores y  es un deporte complejo que consiste en agacharte continuamente a recoger la pelota que con poca destreza te ha mandado tu oponente. En principio es un deporte sin ánimo competitivo,  pues no se trata de que el contrario no pueda devolverte la pelota como sucede con el resto de juegos de raqueta, sino precisamente que lo haga correctamente para tu devolvérsela de nuevo en buenas condiciones y así permanecer golpeando la bola indefinidamente como si fuéramos el marco de la pantalla de un ordenador con el antiguo salvapantallas del logo de Windows.  Por tanto nos encontramos ante un deporte asociativo en el que no se debe vencer a nadie. ¿Cuál es la gracia entonces?. Algunos se proponen retos como intentar batir el record de golpeos correctos y cuentan cada golpe para ver si pueden superar los 3 ó 4 que lograron en la mejor de las ocasiones. Otros pareciera que encontrasen su principal interés en practicarlo en las peores circunstancias posibles, con 50 personas tumbadas a sus pies, entre dos sombrillas a una distancia de 5 cm cada una de ellas, evitando pisar los 7 castillos de arena que todo un ejército de niños con pala y cubo está construyendo con tesón y con ayuda de sus papás, etc. Los jugadores de este deporte son todos amateurs, aunque alguno presuma de ser un profesional, nunca nadie le pagó por dedicarse a tan peculiar juego y eso se demuestra cuando ya te ha hecho agachar 6 veces seguidas porque no es capaz de mandarte una bola en condiciones de ser jugada. Porque aunque no tenga unas reglas fijas que puedan determinarlo el que ha fallado siempre es el otro, no importa que le hayas enviado un golpeo tan alto y fuerte que difícilmente lograría atrapar Spiderman con una de sus telarañas, la frase inmediata siempre será : “Salta hombre, que no te mueves”. Las palas de playa es un deporte de riesgo…para los demás y sobre todo para los que practican otro deporte muy habitual en estas fechas. El paseíto por la orilla.
 

 

El paseíto por la orilla es practica obligada del 95% por ciento de los que acuden a las playas, sólo los bebés y algún anciano o imposibilitado de grado superlativo se libran de tan popular ejercicio. Consiste básicamente en recorrerse toda o parte de la playa que has visitado caminando por la orilla del mar. Hay dos modalidades dependiendo de la zona en la que se practique: La yincana o  pista americana, muy habitual en la zona del Levante Mediterráneo; y la Peugeot 205 o contigo al fin del mundo que se  practica en playas inmensas que nunca se acaban. La primera de ellas supone esquivar continuamente un millón de obstáculos que el más cruel de los diseñadores de peligrosos laberintos jamás hubiera podido imaginar : toallas, niños corriendo, castillos y otras construcciones de arena (atención especial a la versión pozo sin fondo de algún precoz arquitecto que a poco que vayas despistado cuelas el pie y acabas con triple fractura de fémur), sombrillas (en algunos casos voladoras ya que la torpeza de algún gañan ha logrado que no quedase suficientemente bien fijada y una mínima brisa la tumba y la esparce sin destino fijo hasta que se clava en la espalda de algún afortunado/a), los jugadores de palas que hemos comentado, algún malabarista del balón que atento a la pelota no percibe tu presencia con suficiente antelación, y muchos otros inconvenientes entre los que conviene destacar las personas que toman el sol, fundamentalmente en la versión “aquí estoy yo”, que es cuando se plantan de pie mirando a la nada durante un tiempo indeterminado como si fueran un quietista de los que hacen de estatua en las plazas y calles concurridas, que parecisen Moisés esperando que se abran las aguas del Mar Muerto.
 
 

 La práctica de la segunda modalidad, la Peugeot 205, requiere menos pericia y no precisa de tan buenos reflejos porque la abundancia de espacio te ayuda a prever los peligros señalados anteriormente y que también pueden producirse en este caso. Lo que hay que tener en cuenta es esta modalidad y que es una omisión habitual en practicantes no avezados es que hay que volver. En muchos casos se pone uno a caminar con buen ánimo y cuando decide emprender el regreso se da cuenta de que tiene que pernoctar en el camino porque está a una distancia sideral del lugar de partida. Ha ocurrido en alguna ocasión que el que emprendió el paseo no fue reconocido por sus hijos a su regreso. También es habitual  que cuando se le pregunta al paseante donde ha estado todo ese tiempo relate como Jesús Calleja la magnífica aventura que supone llegar hasta aquellas rocas que apenas se vislumbran con unos primaticos, todo ello lo dice como si fuera algo al alcance de cualquier mortal y sonriendo para acto seguido caer yerto o desvencijado por el esfuerzo.

Aunque no hay datos sobre el origen de este deporte se sabe que antiguamente lo practicaban las mujeres en grupo para poner en común con sus amigas o familiares femeninas los abundantes defectos de los maridos que dormitaban bajo la sombrilla o aprovechaban la ocasión para ponerse ciegos a gambas y cerveza en ausencia de sus señoras. No obstante se conoce que los hombres se sumaron a este ejercicio, al menos en España, con la llegada de la práctica del topless a nuestras playas. Este elemento externo modificó de forma fundamental las costumbres habituales porque a partir de ese momento se empezó a practicar en pareja, el hombre caminaba fingiendo que no miraba lo que miraba y la mujer lo hacía simulando que no vigilaba a quien vigilaba. Aunque hoy en día este secundario atractivo ha perdido algo de vigencia, la costumbre ha popularizado este deporte y en algunos casos hasta las que hacen topless se suman al ejercicio y los varones pueden  disfrutar de  las agradables vistas sin moverse y por eso simulan tomar el sol en la versión “aquí estoy yo”.
 
ANTES
 


AHORA
 

 

Y conviene antes de finalizar que mencionemos una variedad también veraniega lejanamente emparentada con el paseíto por la orilla. La caminata matutina. Este deporte se puede realizar sea cual sea el lugar escogido para nuestras vacaciones excepto si tenemos mucha pasta y con toda nuestra chulería elegimos pasar unos días en un velero. Se puede practicar cerca del mar, en la montaña  o en el pueblo o incluso si “decidimos” quedarnos en casa sin ir a ningún sitio. La caminata matutina se suele realizar en vacaciones porque se trata de hacerlo nada más levantarse, y cuando tenemos que trabajar nada más levantarnos estamos demasiado ocupados maldiciendo nuestra suerte y echando pestes. Los días que se practica este deporte suelen ser…uno, el primero. Nos proponemos hacerlo cada día, pero por la mañana acostados y reponiéndonos de las agotadoras proezas del día anterior, aunque fueran todas un muestrario de inactividad, el buen sentido nos aconseja no malgastar las fuerzas que de seguro vamos a necesitar durante el nuevo día. Hay que señalar que hay dos tipos de deportistas de esta modalidad, el que habitualmente realiza deporte durante el año y el que no se mueve del sofá ni aunque se prenda fuego la casa. A menudo se juntan ambos para realizar la actividad en común y entonces se aprecian mucho las diferencias y los distintos estilos, fundamentalmente en la velocidad. Los habituados al deporte se toman la caminata matutina como si quisieran batir todos los records de Usain Bolt, andan muy deprisa porque se sienten necesitados de sentir el esfuerzo, por ello desprecian y minusvaloran al otro tipo de practicante, el que baja a darse la caminata como el abuelo que saca al nieto con el triciclo al parque, muy relajado. Decididamente si se realiza en común y los dos que lo hacen pertenecen cada uno a un estilo distinto lo normal es que no repitan y por eso sólo se practique el primer día, salvo que no les importe escucharse mutuamente reproches tipo: “venga que  vas pisando huevos y así no hacemos nada” o “pero dónde vas con esas prisas que si seguimos yendo en esa dirección a este paso nos cambia el huso horario y llegamos una hora antes”.

 

Lo importante es que, hagamos el deporte que hagamos, en verano se suda,  pero esto no es condición del ejercicio realizado sino del calor, fundamentalmente el meteorológico que todo hay que aclararlo. Mañana más que he acabado sudando.     

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