COMENTARIOS VERANIEGOS V


Pues otro día más analizando con el rigor que nos caracteriza los comportamientos estivales que nos sitúan en una esfera diferente a la que estamos acostumbrados el resto del año. Hoy : Las quedadas.

 

No me refiero a ese arte tan español de “quedarte” con el ingenuo, de engañarle, de envolverle en una historia de poca credibilidad que la victima acepta con sorpresa hasta que deshaces toda su ilusión confesándole entre risas la mentira. Cosa que practicamos desde tiempos inmemoriales hasta con los más indefensos llegando al punto de convertirse en un icono de nuestra cultura como es el caso de la historieta del ratoncito Perez o los Reyes Magos. No es eso. Me refiero a las citas que en estos días prodigamos con amigos y/o familiares a propósito de las vacaciones.

 

Porque muchos pensaréis, con buena base, que quedar con personas cercanas es algo que practicamos todo el año y no constituye en esencia un comportamiento digno de comentario. Reconoceréis sin embargo que en estos tiempos de interconexión digital (wasap, sms, teléfono, chats, skype y otras aplicaciones e instrumentos) se producen con inusitada frecuencia la necesidad de establecer contacto directo y personal con casi toda la gente que mantienes en tu agenda sólo por el hecho de que te vas o se van de vacaciones a los más diversos destinos. Que habitualmente andas con ellos manteniendo conversaciones de poco calado y mucha risa (si logras que el interlocutor tenga un mínimo de humor)  pero que en estas fechas se reconvierten en un organizador de citas en tiempo record. Que todo empieza con un inocente: “Nosotros nos vamos el sábado que viene a …( póngase aquí el destino elegido)” . Y la inmediata respuesta es : “Pues tenemos que quedar antes de que os vayáis”.

 ¿Porqué?, ¿Cuál es la imperiosa necesidad de ver en directo antes de la partida a todo aquel con el que sigues manteniendo un mínimo roce?. Porque se da el caso de que a algunos de ellos no les ves en todo el año, pero basta con que anuncien o anuncies tu próxima salida para que estés obligado a comprobar o que comprueben que no son seres etéreos sino de carne y hueso. Puede ser que la razón obedezca a la negra previsión de que puede ocurrir alguna desgracia en el viaje y conviene tener un recuerdo casi póstumo. Pero como casi nadie reconocerá que ese sea el motivo, cabe entonces pensar mal y convencerte de que el verdadero interés reside en que te quieren ver con el blanco lechoso de la piel antes de que a la vuelta se encuentren con una inusitada belleza macerada por los rayos solares.

 


Así, nos encontramos con una acumulación de citas en las pocas fechas previas al merecido descanso, de forma que puedes tener que llegar (a mi me ha ocurrido este año) a quedar a cenar ¡¡un lunes!!, que eso ya no son maneras ni nada que se parezca. Además la conversación gira inevitablemente sobre el mismo tema y sus variaciones, el lugar al que te vas o se van, el destino que has elegido, o el que elegiste o eligieron ellos en años anteriores. Suele suceder que tengas la sensación de que la elección de tu viaje no ha sido tan acertada como pretendías si, por aquellas casualidades de la vida, tus amigos ya han realizado uno similar. Sus anécdotas y recuerdos te obligan a pensar que jamás te lo pasarás tan bien como te cuentan, si lo hacen en positivo, o bien que te ocurrirán todas las desgracias que ellos padecieron pero en versión multiplicada, si lo hacen en negativo. Porque así somos también los españoles, nos ponemos siempre en lo peor. “Uy, os vais a Cadiz, qué bonito aunque nosotros tuvimos un par de días con viento de Levante y no pudimos ni acercarnos a la playa”. Y piensas: Joder, fijo que nosotros que vamos solo una semana nos sacude los 7 días y los pasamos encerrados en el apartamento cutre. O por el contrario: “¿A Asturias?, que suerte, nosotros estuvimos hace tres años y un tiempo magnífico, unas vistas de los lagos de Covadonga espectaculares, no tuvimos niebla ni nada”. Mierda, fijo que cuando vayamos nosotros no se ve a dos pasos. O incluso : “¿Al Caribe?, mi experiencia fue terrible, cuando llegamos había un huracán y no pudieron ni llevarnos al hotel, nos metieron refugiados en un polideportivo con el resto de la población local y comiendo rancho hasta que pudieron sacarnos de allí y repatriarnos”. Y tu ineludiblemente piensas : Que suerte que tuvieron que llegaron, fijo que en nuestro caso desaparezco con el avión en el Triangulo de las Bermudas y encima me pierden las maletas.

 



Y eso es cuando quedamos antes de la partida. Hay otra quedada también habitual y que responde también a un dudoso sentido de la oportunidad. Es la que se produce cuando una vez anunciado el destino coincide en el tiempo con el de algún conocido que también ha elegido un sitio cercano para su descanso. Y hay que aclarar que la valoración de la cercanía difiere mucho en esta época del año y aun más en este caso señalado. Porque con unos amigos a los que ves de higos a brevas porque viven a tomar por culo (20 kilometros, media hora en coche en los madriles) es indispensable quedar por el hecho de que veraneamos ambos en la misma comunidad autónoma incluso siendo esta Andalucia: “Nosotros vamos a Nerja”, “Uy, que casualidad nosotros a Isla Canela, podemos vernos ¿quedamos en mitad de camino?”… En mitad del camino está Jerez de la Frontera y está a 200 Kilometros, ¿estamos tontos?. Que además, si la cita previa a la partida, que antes analizábamos, te deja con el cuerpo y la mente algo perjudicada, esta cita directamente te pone de una mala hostia que no hay quien te aguante, pero no sólo a ti, también a los que han quedado contigo, que se van a soplar uno de los días de descanso para meterse un par de horas de ida y otro par de vuelta con todo el calorín para verte un rato y comer en cualquier cutresitio…¿Qué?...pues claro, una paella. (Ver comentario III).

 

Y finalmente existe otra quedada en estos días veraniegos, la del regreso. Esta es casi de obligado cumplimiento, hay que hacer balance y confirmar los peores presentimientos, comprobar si los amigos  realmente han embellecido con el moreno de piel o han engordado y se les está pelando la nariz. Si la cita previa al viaje puede uno creerse que está plagada de buenas intenciones, en esta hay que reconocer que abunda la hipocresía. Todos te dicen que estás mejor y que vienes más guapo/a, lo dicen o con envidia si es cierto o  con malicia si, como es habitual, es falso. De la misma forma cuentan o contamos las vacaciones ensalzando algún buen rato que tampoco es que te hiciera la persona más feliz del mundo y obviando o endulzando en exceso los momentos malos. “Bueno, el mejor día fue cuando quedamos con unos amigos en Jerez de la Frontera y nos comimos una paella cojonuda”.

 

Y por supuesto queda el castigo del repaso de las fotos, de las propias ya mostradas en varias ocasiones y varias citas y de las de los contrarios que también llevan su cargamento para demostrar sus idílicas vacaciones. Y una vez más queda sin respuesta el misterio irresoluble ¿porqué todo el mundo hace mejores fotos que yo?.

 


Hasta el lunes. Volveré y quedamos.   

 

  

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