COMENTARIOS VERANIEGOS VII
Pues
efectivamente hay muchos temas que aún quedan por tratar en este repaso a los
asuntos que suceden en verano, uno de ellos es el de hoy, que aunque pueda
darse en otros momentos del año reúne las suficientes características especiales
como para que le dediquemos un pequeño repaso. Se trata de : La excursión.
Fijaos en que
señalo el singular, la excursión, y no hago referencia a las excursiones, los
viajecitos más o menos cortos que puedes hacer desde tu lugar de descanso con
el propósito de conocer de manera más amplia la zona en la que te encuentras.
La excursión que comento es la que surge de manera poco programada y con cierta
dosis de improvisación un día cualquiera del verano, puede suceder que estés incluso
trabajando y que un sábado o fiesta de guardar aparezca de forma súbita.
Efectivamente
esta excursión nos asalta cuando menos nos la esperamos, que estamos toda la
semana dejándonos los ojos frente al ordenador de la oficina y llegado el viernes
por la tarde cuando te dispones a haraganear dos días y medio hasta el lunes
siguiente, una voz que comienza como un susurro altera la paz (esa voz puede
ser cualquiera, incluso interior, lo único que la caracteriza es que tiene el
suficiente ascendente sobre ti como para que no puedas mandarla a sodomizarse
aunque sea metafóricamente) : “Ay, que
rollo, podíamos hacer algo este fin de semana, ¿Por qué no nos vamos a algún
sitio de excursión?”. Si aun no te entrado miedo, malo, porque eso ya no hay
quien lo pare. De nada vale intentar posponerlo sine die, la voz ya sabe como
las gastas y no aceptará el regate. Sólo tienes una salida, que es asumir lo
inevitable e intentar crear las dudas en “la voz”. “¿Y dónde vamos a ir con….?”
( los puntos suspensivos se rellenan con diversas posibilidades adversas que
imposibilitarían el desplazamiento: el calor que hace, la lluvia que se prevé
para mañana, lo caro que está todo y no tenemos un duro, …). Como si fuera
Trivago, la voz despliega un abanico de posibilidades que cubre todos los
frentes y supera con mucho los posibles inconvenientes que pudieras imaginar.
Así que cual Julio Cesar admites que Alea Jacta Est y que no tienes salida, sólo queda una opción,
evitar que se prolongue y por tanto impones una única condición, que sea una
excursión de un día, que si tenemos que hacer noche nos sale carísimo y que es
mejor descansar en casa, etc.
Bien, una vez en
situación, nos encontramos con la decisión en la que intentamos obtener un
pequeño triunfo, conseguir que sean escuchadas nuestras plegarias y que sea
rápido y sin dolor. Se pueden dar dos posibilidades, la excursión cultural o la
escapada campestre. Ambas tienen sus pros y sus contras, pero amigos, tened por
cierto que en “la excursión” del verano triunfarán las contras.
La excursión
cultural. Si finalmente esa fue la elección que se decide (aunque parezca que
decides), optáis por ir a una ciudad o pueblo para conocer mejor sus
monumentos, sus lugares pintorescos, museos, o directamente la gastronomía local.
Pero como hemos señalado “las contras” son muchas y se dan todas juntas. Para empezar
toca madrugar. Vale que no es como a diario, pero lo suficiente como para que
toque las narices que suene el despertador. Porque por mucho que tu partida
esté prevista para una hora determinada unas fuerzas ocultas logran que te
retrases no menos de 60 minutos. Ese mal comienzo es un augurio de males peores
y no tardas en comprobar que media ciudad ha escuchado una voz similar y te
encuentras a todos en la carretera dispuestos a pasar el día de descanso en el
mismo lugar que tu. Sí, porque cuando llegas al sitio elegido,
incomprensiblemente una multitud de “llamados” ya están allí, evidentemente
ellos también salieron con retraso, pero pusieron el despertador una hora
antes. La iglesia, catedral, palacete o castillo tiene más gente que en los tiempos
medievales y todo lo de evocador que pudiera tener el lugar se pierde en el
marasmo, con especial mención de los niños que correteando y gritando por
doquier evitan que el lugar te embriague de la forma que debería. El tema de la
gastronomía también se convierte en una mala elección porque los restaurantes y
mesones que prometían ansiados manjares están abarrotados y tienes que esperar
como si no existiese el tiempo para conseguir una mesa. Ahora bien, con el
local desbordado los camareros han logrado sentarte y eso parece que te cubre
con la capa de invisibilidad de Harry Potter y ya nadie te hace caso. Tras un
rato de paciente espera logras que te traigan la carta y pides la bebida, tras
un largo rato de impaciente espera te toman nota del condumio y te traen la
bebida, tras un largo rato de desesperante impaciencia te traen….¿lo que les
había pedido otro?...ya no hay tiempo de más lamentaciones, aceptas tu suerte
por no armar follón (por eso y porque no hay cojones de levantarte e ir a otro
sitio a comer y volver a esperar hasta que te sienten y …). Ingieres lo servido
con un apetito desmedido tras la larga espera y sea por la mala leche o por que
los alimentos no correspondían a la época del año adecuada, que meterte un
cochinillo en pleno agosto con la canícula tiende a convertirte en
irresponsable, el caso es que te sienta como un tiro y recuerdas que no cogiste
Almax y que te estás poniendo muy malito. Como un paseo para bajar el atracón
no es muy sano a las 4 de la tarde con 40 grados a la sombra, resuelves que lo
mejor es iniciar el camino de vuelta y como tú la mitad de la población mundial
y parte de la de China. Finalmente prueba superada, de regreso al hogar te
diriges a evacuar la indigestión, eso sí ten en cuenta lo comentado ayer y cógete “Guerra y Paz” porque con el tamaño
del periódico vas a terminar releyendo 5
veces el anuncio de Cursos de Inglés de CEAC.
La escapada campestre.
La decisión ha llevado a que el destino sea una “cómoda” ruta a pie por un
maravillo paraje natural, de frondosa vegetación, cursos de refrescante agua y algún
recóndito y semidesconocido paraíso donde disfrutarás del merecido descanso
tras la no muy larga caminata. ¿Y cómo habéis pensado en tan idílico lugar?.
Buscando en Internet rutas camperas, claro. Te imprimes el mapita y las
detalladas descripciones de la ruta y te vas a dormir tan a gusto para pasar el
día siguiente de fábula. Ya. La situación inicial es la misma que con la
excursión cultural, madrugón, retraso sobre la hora prevista de salida ( aquí
incluso tienes que preparar bocatas y algo de beber), atasco en la carretera y …si,
efectivamente, todo el país ha tenido tu misma idea, ha mirado la misma página
web y el sitio les ha parecido lo suficientemente prometedor. Pero te admites
tonto porque te consuela el mal de muchos, ya que desde el inicio te das cuenta
de que había algo más que de publicidad engañosa en la pagina que te describía
todo aquello. Donde supuestamente abundaba la vegetación se extiende un extenso
secarral, las sonoras y frescas corrientes son un cauce seco salteado con
charcas de agua estancada donde renacuajos y mosquitos disfrutan de su
maloliente ecosistema. Y la descripción del camino que llevas en la mano está
llena de referencias imprescindibles que un duende travieso se ha encargado de
desordenar, por que donde dice : “…al llegar a una bifurcación tomas el camino
de la derecha y tras unos minutos llegas a un puente de madera, lo cruzas y a
un kilometro llegaras a una valla, siempre a la derecha sigues el cauce del rio
hasta encontrarte con las ruinas de un viejo molino, e este punto cruzaremos el
rio de nuevo aprovechando el estrechamiento del curso del agua…”, se convierte
en media hora andando bajo un sol de justicia en la que no has visto bifurcación
alguna ni de lejos. No obstante y sin riesgo de error llegas al puente y sigues
caminando con la esperanza de que la valla esté próxima y te encuentras una
bifurcación que comienza a sembrar tus dudas, empecinado en que algo de razón
debe llevar el papel que tienes en la mano, tomas el desvío de la derecha, la
caminata se alarga de manera interminable y tus dudas se convierten en
terribles sospechas cuando compruebas que la valla no aparece por ningún lado y
que las tropemil personas que iniciaron
la misma andadura han desaparecido y has conseguido la soledad prometida a
cambio de estar perdido en medio de la nada. Ahí es cuando pierdes un rasgo característico
de tu masculinidad y en cuanto encuentras a un ser vivo le preguntas el camino,
algo que no sucedería jamás en cualquier otra circunstancia. Es habitual que
con quien te encuentres esté tanto o más perdido que tu lo que no es óbice para
que te explique con detalle la ruta que debes seguir, aunque lo que te responda
sea : “ Hay que llegar a una bifurcación y coger el camino de la derecha”. “Ya,
eso ya lo hemos hecho hace un buen rato” . “Ah, entonces van bien, dentro de
poco verán un puente de madera y luego una valla y…”. Correcto, está más
perdido que tu y su papel en la mano está más arrugado aun que el tuyo. Pero inasequible
al desaliento y cuando comienzas a temer, no sin razón, que calculaste mal la bebida
necesaria y que morirás de sed sin ninguna duda, logras dar con el maldito
viejo molino y te dispones a salvar el cauce del rio por el ¿estrechamiento?. ¿Qué
clase de maldad divina hace que aunque haya una pertinaz sequia y que, aunque todo
el arroyo que has logrado vislumbrar sea más escaso en liquido que el pis de antes
de acostarte, el estrechamiento
prometido aparezca como la desembocadura del Tajo?. Pero hay que cruzar por ahí
que si no te vas a perder. Otra vez. Así que echando mano del espíritu del Coronel
Tapioca decides que las piedras que sobresalen son un inmejorable punto donde
esquivar la crecida y llegar a la otra orilla. Y como en las hamburguesas
flotantes de “Humor amarillo” pero en lento, vas apoyando el pie en cada una de
las resbaladizas rocas eligiendo con sumo cuidado en cual poner el pie para el
paso siguiente hasta que obviamente resbalas y terminas vadeando aquello como
los ñus el rio Mara, acojonado por si aparece un cocodrilo. ¿Decides que ya has
tenido bastante? No, todo aquel sufrimiento merecerá la pena para llegar al
edén escondido y poder comerte el bocadillo en tan maravilloso paraje. Y lo
consigues. Tu y otros 200.000. Que aquello es tan recóndito que crees adivinar
que hay hasta autobuses de japoneses. Y bonito debe ser muy bonito lo que pasa
es que no se ve entre tanta cabeza y la idea del sonido de las aguas, aves y el
rumor de las hojas mecidas por el viento desaparece en un guirigay en el que
llevan la voz cantante…¡¡¡los niños que correteaban por el castillo de aquella
ciudad a la que habías ido el otro día!!!. Ah, amigos que bonita excursión a la
que le queda lo mejor…¡¡¡Volver!!!, desandar el camino, sudar, volver a báñate involuntariamente,
perderte en el regreso...Qué maravilla. Al volver a casa y dispuesto a prender
fuego al papel de la ruta y a toda la pagina web si te dejan compruebas que hay
una nota en letra pequeña al final de las explicaciones: “No hagan esta ruta en
agosto, el cauce del rio está seco y suele estar demasiado concurrido”….SPM
(dicho así para ahorrarme letras).
En fin, me he
alargado demasiado, pero es que no he debido seguir correctamente las
instrucciones de la ruta.
Hasta mañana.
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