COMENATRIOS VERANIEGOS I
Comenzamos
periplo de comentarios tal y como fue prometido, veremos si no fue un error el
compromiso.
Estos días de
verano nos damos cuenta de cuánto han cambiado las cosas respecto a épocas no
tan remotas, que no hace falta ir a los tiempos de Fernando VII o al jurásico
para ver variaciones tangibles en los usos y costumbres vacacionales. Cuanto
más cerca, más cuenta nos damos de que hoy los tiempos adelantan que es una
barbaridad y no sólo las ciencias como se decía en la zarzuela “La verbena de
La Paloma”.
Antaño, si uno
estaba en crisis, entiéndase económica, se encerraba con su familia en su casa
a cal y canto para que los vecinos no supieran que no tenían ni para irse de
vacaciones, un par de postales compradas a tiempo hacían la muestra de “prueba”
de un viaje sólo soñado. Los vigías atentos podrían pensar que viendo el coche
aparcado en la puerta de la casa la escapada era muy sospechosa, pero siempre
se podía decir que el viaje fue en tren o autocar y así dar por zanjada la
duda.
Ahora no hay
posibilidad de tal engaño, uno no puede decir que se ha ido de vacaciones sin
haberlo hecho. Las nuevas comunicaciones obligan a mostrar casi a diario tus
movimientos. No puedes pasar sin enviar, al menos por wasap, la foto que
demuestre tu salida. Así se suceden estos días los mensajes que te espetan a la
cara los días de ocio de los demás. La foto del monumento visitado, el paisaje
maravilloso, el paraje excepcional, las cumbres divisadas…y , cómo no, las
fotos cutres.
Estas fotos son las
mayoritarias. Algunas son muy curiosas, como por ejemplo, los selfies de pies
con playa al fondo, que es una costumbre que aun no comprendo. que lo de Ellen
de Generees en los Oscar con todo un plantel de famosos tiene cierto sentido e
interés, pero eso de hacerte una foto con el móvil tumbado al mostrando tus
pies sobre la arena o toalla y con las olitas de fondo sólo sirve para joder a
los demás. Que si tío, que yo estoy aquí pringado con mi ordenador y mi Word y
suena el aviso de mensaje y al abrirlo me encuentro tus pezuñas, ¿no había una tía
en topless cerca para que al menos me acuerde menos de tus muertos?…
Otra foto muy
enviada es la del atracón que te vas a meter, la paellita, el cordero asado,
las 15 raciones de langostinos. Mamones, yo a punto de recalentarme la pechuga
de pollo asado que sobró anteayer y me enseñan las exquisitas viandas. Anda y
os dé una indigestión. Afortunadamente y
por aquello de la justicia divina (aun en España y pese a Gallardón sigue
siendo universal) y por lo poco cuidadosos que son algunos chiringuitos, la
maldición que les echaste al ver el plataco de salchichas se cumple muchas
veces.
Y una variante de
la anterior es la del bebercio, tu ya casi dormitas por el calorazo y
piensas que al día siguiente tienes que volver a madrugar para ir al curro y te
encuentras con la imagen del coctel, cubata, botella de vinaco, copazo o lo que
sea que va a degustar aquel al que apreciabas hasta ese momento pero ahora
odias a muerte. Bien es verdad que esta última te genera unas aplastantes ganas
de corresponder y abrirte el ron añejo reservado a las grandes ocasiones y
apretarte un ron con coca cola para que vean que tu también disfrutas. Lo que
pasa es que te puede la presión, en este caso la depresión y consideras que una
cosa es la foto que te han mandado y otra es que les devuelvas tu cubata preparado
en el vaso grande de nocilla, con el ambientazo de fondo de “CSI Miami” en la
tele (episodio repetido además). Como
decía Alejandro Sanz “no es lo mismo”.
En fin, que ya no
puede uno ocultar sus miserias, porque se te pilla o porque se ha puesto de
moda mostrarlas y si tengo hongos en las uñas de los pies que lo vea todo el
mundo que para eso he logrado irme a la playa.
Mañana más. Espero.
Comentarios
Un beso para todos.
Albanta