EL GUS 2.0.

  “Mi casa. Teléfono” E.T. y yo en estos momentos.     Gusss morninsss cinéfilos nos dé God   Hola amigos un viernes más, en este caso desde la “neverra” que decían los alemanes en aquella maravilla que era “La gran evasión”. Pues sí, un positivo de mi chica, nos mantiene aislados del mundo exterior desde el sábado pasado (por eso la frase de ET se nos puede aplicar perfectamente, casi no tenemos otra cosa). Afortunadamente los síntomas no están siendo demasiado duros, pero aun así son muy pesados y continuos. Esperemos que se quede todo ahí y que en unos días ya podamos liberarnos. El resto de la casa ha dado negativo, lo que es un dato positivo en estos contradictorios tiempos de pandemia.   Y otra contradicción es que este aislamiento del mundo exterior nos ha llevado a un aislamiento también interior. Y no me refiero a que estemos aprovechando para encerrarnos en nosotros mismos en la búsqueda de un yo interior, sino que dentro de la casa estamos también un poco aisl

  “¿Qué pondría en mi epitafio? Aquí yace Paul Newman, que falleció porque sus ojos se volvieron marrones”                                             Paul Newman Pues sí, amigos, hoy toca rendir homenaje a este gran actor, probablemente uno de los mejores que hayamos visto nunca porque tal día como hoy cumpliría 96 años. Sin duda, ya hemos hablado de él varias veces, pero nunca son suficientes para homenajear tantos y tan buenísimos ratos como nos ha hecho pasar. Como ya se ha dicho todo de él y nos sabemos su filmografía de memoria, ya sabéis, intentaré deciros unas cuantas curiosidades sobre él. Lo mismo os descubro algo. El día que cumplió 75 años, dijo que había quemado su traje. Estaba harto de tanta formalidad y nunca más vestiría con él. El sonido que más le gustaba poner en casa era su viejo cassette de ocho pistas. Tuvo tres hijas con Joanne Woodward, de nombres Melissa, Nell y Claire. Con su primera esposa, Jackie Witte, tuvo un hijo y dos hijas. El desgraciado Sco

  “La luz viaja más rápido que el sonido. Por eso algunas personas parecen brillar hasta que abren la boca .”–Albert Einstein-   Gus mornins cinéfilos nos dé God   Una semana más intentando mantener vivo el gus, con más moral que el Alcoyano (no sé por qué me ha venido a la cabeza esta frase). Si la semana pasada hablábamos de la numantina defensa del Lobo por el cine en sala grande, lo de que esta llama no se apague es equiparable no ya a Numancia sino casi a El Álamo.   Porque aquí seguimos, no ya contra viento y marea que eso es cosa de marineros, sino contra Filomenas y pandemias, explicando cada semana lo que acontece en esos estrenos semanales que tantos placeres nos dan. Y no, no estoy hablando de lencerías recién compradas aunque sea on line, sino de las películas que   van a hacer vibrar a los “cientos” de espectadores que se acerquen a verlas.   No son muchas, es verdad, tampoco parecen ser geniales, pero ahí están. Es probable que hace un año las 3 que se est

  “ Detective Russo: ¿Cómo diablos sabías que tenía un cuchillo? Detective Doyle: Nunca confíes en un negro. Detective Russo: Podría haber sido blanco. Detective Doyle: ¡Nunca confíes en nadie!”                                                              French Connection (1971), de William Friedkin   Nuevo año y otro buen puñado de películas cumplen los cincuenta. Así hoy hemos decidido rendir homenaje a esta cinta policíaca que arrasó en la entrega de los Oscars de 1971 llevándose hasta cinco, significando el primero para el gran Gene Hackman, el de mejor película y el de mejor dirección para William Friedkin. Lo cierto es que French Connection cambió el cine de policías. Se pasó a retratar una realidad sucia, muy poco atractiva, con largas vigilancias, persecuciones impresionantes (la película contiene uno de los montajes más fantásticos que se hayan visto nunca con el detective Popeye Doyle persiguiendo en coche a un metro) y sutiles seguimientos. Además, los policí

  “Éramos pocos y parió la abuela”. Dicho popular     Gus mornins cinéfilos nos dé God     En mi casa se repetía con frecuencia el dicho del encabezamiento, que también se puede leer como “las desgracias nunca vienen solas” o “no quieres té, pues toma dos tazas”. Efectivamente, si ya se estrenaba poco y mal en estos tiempos de virus y confinamientos, llega nuestra amiga Filomena a sumarse al desastre y dejar aislados a la mitad de la población. En estas circunstancias acercarse a una sala de cine está solo al alcance de los grandes exploradores árticos y de algunos cinéfilos contumaces (nuestro amigo Lobo entre ellos) que resisten numantinamente cualquier adversidad con la intención de evitar que el séptimo arte, desaparezca tal y como lo hemos conocido y se convierta en otra cosa. Quizá no pierda   el arte, ni el séptimo, porque entiendo que la calidad obra no depende tanto del lugar donde se expone sino de la excelencia que contiene. Lo que si es cierto es que el formato

  “Sólo en muy raras ocasiones se permite una tontería y no suele ser precisamente a los más jóvenes”                                                          Ferenc Molnar Gus mornins y feliz Año Nuevo a todos. Comenzamos nuestra andadura veintiunina rodeados de nieve (yo aún no puedo salir a mi terraza. Es imposible hasta limpiarla y, sí, lo confieso, no tengo pala. Soy tan inútil como Almeida) y con un recuerdo hacia este dramaturgo húngaro que tuvo un enorme éxito en su tiempo y del cual se hicieron espléndidas adaptaciones al cine. El nombre real de Ferenc Molnar era Ferenc Neumann y nació tal día como hoy en 1878, es decir, conmemoramos su 144 cumpleaños. Ya sé que todavía no os suena mucho, pero esperad un poco y veréis. Nació en el seno de una familia judía de Budapest y su padre era médico. Con notas brillantes, ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Budapest y, para pagarse un complemento para los estudios, comenzó a escribir artículos para diferentes peri