GUS MORNINS 19/1/21
“Detective Russo: ¿Cómo diablos sabías
que tenía un cuchillo?
Detective
Doyle: Nunca
confíes en un negro.
Detective
Russo: Podría
haber sido blanco.
Detective
Doyle: ¡Nunca
confíes en nadie!”
French Connection (1971), de
William Friedkin
Nuevo año y otro buen
puñado de películas cumplen los cincuenta. Así hoy hemos decidido rendir
homenaje a esta cinta policíaca que arrasó en la entrega de los Oscars de 1971
llevándose hasta cinco, significando el primero para el gran Gene Hackman, el
de mejor película y el de mejor dirección para William Friedkin.
Lo cierto es que French Connection cambió el cine de
policías. Se pasó a retratar una realidad sucia, muy poco atractiva, con largas
vigilancias, persecuciones impresionantes (la película contiene uno de los
montajes más fantásticos que se hayan visto nunca con el detective Popeye Doyle
persiguiendo en coche a un metro) y sutiles seguimientos. Además, los policías
no eran perfectos, cometían errores, trataban de hacer lo mejor y, en algunas
ocasiones, lo hacían aún peor. En cualquier caso, la película también destacaba
por unas interpretaciones muy intensas y muy precisas, no sólo por parte de
Hackman, sino también por Roy Scheider, nuestro Fernando Rey, incorporando a
uno de los malvados más finos del cine o Tony Lo Bianco como su enlace
americano.
Como siempre,
trataremos de explicar la película con unas cuantas anécdotas. La primera, es
personal. Yo vi esta película en el cine de verano de Cullera y mi recuerdo en
muy nítido. Habría que decir que la gran ventaja del cine de verano es que no
había control de edad en la entrada, así que, con gran valentía por parte de
mis padres, me llevaban a ver algunas de las películas que me había perdido y
que estaban rigurosamente prohibidas a los menores de dieciocho años. Una de
ellas fue esta. Aún recuerdo cómo todos los días bajábamos a la playa y mi
hermano, cinco años mayor, me enviaba a ver los carteles de lo que ponían en
los cines de verano (que, entonces, eran dos –con el tiempo llegaron a ser
cuatro y hoy no queda ninguno) que estaban expuestos en un muro algo apartado. Allá
fui y me encontré con un título muy atractivo. No me quedé con el French Connection, sino con el subtítulo
español: Contra el imperio de la droga.
Cuando llevé la noticia (yo no sabía si era buena o mala pero sonaba bien),
hubo verdadero jolgorio y mis padres no tardaron en organizar la asistencia a
la sesión de noche (que empezaba a las once) con unos amigos que también tenían
dos hijos y uno de ellos, además, iba a clase en Madrid con mi hermano. Salí
encantado de la película, con la escena de la persecución en el Metro entre
Hackman y Rey dándome vueltas en la cabeza y con los tiroteos. Bien es verdad
(debió ser en el verano del 73 cuando la vi, luego tenía siete años) que no
entendí demasiado bien el final, con Doyle adentrándose en la fábrica
abandonada y pegando tiros después de cargarse accidentalmente a un compañero,
pero, aún así, se me quedó la película bien pegada y siempre, siempre, he
pensado que es la mejor película que Friedkin haya hecho nunca. Para mí, mucho
mejor que El exorcista, que nunca me
llegó a aterrorizar del todo.
La escena inicial en la
que Doyle se disfraza de Papá Noel y Russo vigila a distancia está extraída de
una táctica real que utilizaban los auténticos detectives en los que se basa la
película, de nombre Eddie Egan y Sonny Grosso. La clave para realizar la
detención era cuando el que estaba disfrazado de Papá Noel cantaba Jingle Bells.
También es real la escena
del desmontaje del coche que sirve para pasar la droga e introducirla en Nueva
York, según testimonio de los dos policías, Egan y Grosso.
Hackman y Scheider,
patrullaron junto a Egan y Grosso durante un mes para copiar sus técnicas y
comportamientos.
Todos los extras
utilizados en la escena del bar donde, en realidad, Doyle se encuentra con un
confidente, están interpretados por auténticos oficiales de policía.
La película se rodó a
muy bajas temperaturas en la ciudad de Nueva York. Eso llevó a enormes
problemas con la maquinaria de rodaje, que se quedaba congelada.
Con el fin de copiar,
en la medida de lo posible, algunas técnicas que estaban muy de moda en Europa,
Friedkin realizó varios de sus travellings
con el director de fotografía rodando con la cámara subido a una silla de
ruedas.
El policía real Eddie
Egan fue juzgado por la omisión de pruebas en algunos de los casos en los que
intervino. Al juicio asistieron Friedkin, Hackman y Scheider como público.
Eddie Egan fue declarado culpable y su pensión fue retirada.
Hubo grandes dosis de
improvisaciones en los diálogos por parte de los intérpretes principales.
Los actores previstos
para interpretar a los dos protagonistas eran James Caan y Peter Boyle.
Es famoso el hecho de
que Fernando Rey fue contratado por error porque Friedkin quería a ese español
que salía en la película de Buñuel Belle
de Jour y el director de reparto creyó que se refería a Fernando Rey en
lugar de Francisco Rabal que es a quien el director realmente deseaba. Cuando
se dieron cuenta del error, Friedkin cambió de opinión y se quedó con Rey
porque el aspecto era mucho más creíble y dominaba el francés.
Friedkin quería que
Hackman en su papel, sacara su parte más iracunda. Enseguida se dio cuenta de
que el actor se enfadaba si él mostraba disgusto con las escenas que
interpretaba realmente bien. Friedkin terminaba la toma y movía la cabeza, o
hacía algún comentario en voz alta a algún colaborador. Fue enormemente
efectivo, Hackman se enfadaba muchísimo interiormente y sacaba una parte
realmente agresiva en su papel.
En la época del rodaje,
William Friedkin vivía con la hija de Howard Hawks. Cuando leyó el guión, quiso
la opinión del gran maestro. Éste le dio sólo un consejo: “Rueda una buena persecución. Haz una que sea mejor de la que haya
hecho nadie”.
La inspiración de la
película parte de la maravillosa La
ciudad desnuda, de Jules Dassin.
Para conseguir los
permisos necesarios para rodar la persecución, Friedkin se dirigió a la
Autoridad de Tránsito de Nueva York. El funcionario encargado de tramitar el
expediente dijo: “Para aprobar todo esto,
se van a necesitar cuarenta mil dólares y un billete para Jamaica”.
Efectivamente, al día siguiente, Friedkin se presentó con un cheque por valor
de cuarenta mil dólares y un billete para Jamaica para el empleado. La
persecución fue una de las más peligrosas de rodar y el empleado fue despedido
por conceder el permiso.
William Friedkin,
cuando acudía a la Ceremonia de los Oscars de aquel año, tuvo una avería en la
gasolinera, así que pidió permiso a la primera persona que había allí para usar
su coche. El individuo se negó en redondo porque iba a encontrarse con su mujer
para una cita muy especial. Friedkin insistió y el dueño del coche rehusó el
ofrecimiento de doscientos dólares en efectivo que le ofrecía el director y le
dijo que su única condición es que él mismo llamara a su mujer para explicar
por qué se iba a cancelar su cita. Cuando le devolvió el coche, Friedkin
llevaba el Oscar en la mano y le dijo al dueño que tenía reservada una mesa en
el mejor y más exclusivo restaurante de la ciudad con la cena pagada para que
tuviera esa cita muy especial con su mujer.
Curiosamente, una vez
se realizó la última toma de la película, Hackman estuvo seis meses sin recibir
ni una sola llamada para ningún trabajo.
Lo cierto es que es una
película con un ritmo endiablado, bien hecha, bien realizada, bien interpretada
y pionera en un tipo de cine policial que caló con intensidad en la década de
los setenta. Ya han pasado cincuenta años desde que se estrenó. Yo, aún corro
para ver lo que ponen en el muro de la playa.
Os dejó con el vídeo de
la persecución. El montaje es sencillamente único.
Y como mosaico, ahí os
dejo con los dos protagonistas. Como último apunte os diré que mi madre siempre
me ha dicho que el seguimiento en el metro, con el paraguas como elemento
indispensable para despistar a la policía, parece ser que le ocurrió en
realidad a mi abuelo, perseguido durante años por su pertenencia al Partido
Comunista.
Comentarios
Un peliculón "French Conectión", a mi me parece que la dirección de esta película es modélica, todo un prodigio de ritmo en las escenas de la persecución (como señalas el montaje es espectacular) y la obtención de lo mejor de los actores. Y eso hablando de Hackman es decir mucho porque es un actor de una brillantez superlativa.
La verdad es que no se como se les ocurrió el nombre de Rabal para dar vida a Alain Charnier. Francisco Rabal era una actor tremendo pero muy físico, mientras que el personaje al que da vida Fernando Rey es pura elegancia refinada (al modo francés). Quizá con Rabal el enfrentamiento de Popeye y Charnier hubiese quedado mucho más brutal, pero tal y como está construida la película yo creo que gana mucho con el enfrentamiento entre lo físico (Hackman) y lo sutil (Rey), entre lo estadounidense y lo europeo.
Yo creo que la vi bastante más tarde que esa edad que comentas (los 7 años), pero también se me quedó "pegada".
Abrazos mirando desde la ventanilla del vagón.