GUS MORNINS, 13/04/20


 “– Escucha. Dame un beso.
– ¿Ahora?
– Sí, ¿por qué no? Luego iremos a casa, ¿no? Y como es lógico habrá cierta tensión porque es la primera vez y yo no sabré cómo seguir. Así que ahora nos besamos, acabamos con eso y luego nos vamos a cenar. ¿De acuerdo? Digeriremos mejor la comida.
– De Acuerdo.”

(Annie Hall, Woody Allen, 1977)

Guuud mornis, cinéfilos.

Comenzamos una nueva semana de confinamiento, y como servicio esencial el gus sigue imperturbable al pie del cañón. Espero que en vuestros aplausos de las ocho incluyais algún abucheo por confundir a Beaty con Nicholson o a Jane Darwell con Linda Durnell.

En fin, la vida sigue y hoy se celebra en todo el planeta el Día Mundial del Beso, así que vamos a celebrarlo, si no besándonos que no estamos para muchas tonterías y además la distancia es lo que tiene, sí recordando alguno de los ósculos mayúsculos de la historia del cine. Ha sido el Séptimo Arte sin duda el que mejor nos ha enseñado a besar, aunque la teoría está muy bien y quizá luego en la práctica nos hemos llevado algún chasco. No en vano por eso se habla de besos de película. Una de las primeras piezas se tituló precisamente El beso. Aprovechando el plano y que la cámara no hacía por entonces demasiadas virguerías se plasmó para la posteridad este beso que ilustra hoy nuestro mosaico.

En un breve y apresurado repaso por la historia del beso cinematográfico, nos detenemos en los treinta en los que la censura no permitía ir más allá. Se buscaban llamativos eufemismos como el de las Murallas de Jericó que aparecían en Sucedió una noche, y tras las cuales había de todo además de besos. No obstante, los primeros que se atrevieron a desafiar a la censura abiertamente, a la censura y a lo que hiciera falta, fueron el capitán Butler y su amada Scarlett con esos besos de tornillo que escandalizaban al más pintado.


En los cuarenta, uno de los besos más recordados es el que se daban Perla Chávez y Lewton McAles en Duelo al sol, pero para no poner más de los nervios a nuestro C.B. correremos un tupido velo. Rick e Ilsa se dan unos cuantos arrumacos en ese París que siempre les quedará, pero si tenemos que hablar de otro beso histórico de esa década es el que protagonizó también Ingrid Bergman en Encadenados. Hitchcock desafió a los censores manteniendo a la Bergman y al coprotagonista de la peli Gary Grant piel con piel durante más de los tres segundos de rigor que se permitían en la época. Y así entre cariño, hoy tenemos pollo para comer y vale, quién pone la mesa, la pareja  se pasaba más de dos minutos besuqueándose.



Otra de las escenas que levantó ampollas ya en los cincuenta fue esta que protagonizaron Burt Lancaster y Deborah Kerr en De aquí a la eternidad. Un beso eterno y de película en una playa de noche con adulterio incluido. Los sesenta trajeron a los Beatles, la píldora del día después y la minifalda, pero también hubo tiempo para el romanticismo que podía aparecer en cualquier esquina, en un callejón de basuras buscando un gato bajo la lluvia. Ah, y a finales de la década tuvimos el primer beso interracial, o sea entre dos razas literalmente hablando.


A pesar de que la década empezó con aquello tan cursi que salía en Love Story de amar es no tener que decir nunca lo siento, los setenta no fueron unos años demasiado románticos. El mantra hippy era haz el amor y no la guerra, pero no se decía nada de besos. Marlon Brando y Maria Schneider quedaban en un apartamento vacío de París para fornicar pero nada de besuqueos ni de tonterías. Así las cosas, el beso que marcó aquella época en el cine fue un beso de Judas.



En los ochenta, los yuppies relevaron a los hippies y estaban más preocupados en amasar fortuna que en besarse. Eso sí, Richard Gere, todo un caballero convertido en oficial  entraba triunfal en la fábrica donde trabajaba su Debra a la que un beso de amor despertaba de la mediocridad. Y a final del decenio llegaba una película mágica con todo un cargamento de besos que nos recordaba que los besos de película son parte de nuestra vida.






Los noventa fueron si más romanticones. Hasta dos tipos duros como Clint Eastwood y Martin Scorsese demostraron que a fin de cuentas tenían su corazoncito se pusieron tontorrones con Los puentes de Madison y La edad de la inocencia respectivamente. McCauly dejó de estar solo en casa y encontró a su chica, un beso de amor de una bella convirtió a su bestia en príncipe, Leo se sentía el rey del mundo besando a su Rose a bordo del Titanic. El amor estaba en todas partes como cantaban The Strokes en Cuatro bodas y un funeral, incluso más allá de la muerte.


Pero en estas llegó el nuevo milenio. Los hay que quieren llamar la atención como Peter Parker besando a su Mary desde una posición que ni siquiera contempla el Kamasutra. Hay besos tórridos bajo la lluvia como los de El diario de Noa o Macht Point con encargo a la cigüeña incluido.  Hay incluso besos fuera del armario. Pero reconozcámoslo, ya nadie se besa como antes.



Aunque siempre nos quedarán Ryan Gosling y Enma Stone en La la land.



En fin que hasta aquí nuestro pequeño repaso a los besos de película. Yo no se si, como dije al principio, está la cosa para mucha broma, pero os pediría que cuando podías cojáis del talle a vuestra pareja y le plantéis un beso de tornillo como está mandado para celebrar este día como se merece. Hacedlo, al menos, por los que actualmente no podemos hacerlo. Y como diría aquella, besos para todos por poner algo de cine.



Comentarios

César Bardés ha dicho que…
Besos, besos. El ser humano no es nada sin esos besos. El cine no es nada sin esos besos. El beso es la película en la pantalla de los labios, es el acento invisible sobre el verbo amar, es todo el sueño poniendo el alma en la orilla, es la noche que se hace de repente en los ojos mientras el día se pone en la boca.
Un gran gus y muy necesario en estos días que ya se están empezando a hacer muy cuesta arriba.
Abrazos y besos.
Anónimo ha dicho que…
Preciosa selección de besos de película. Yo añado el primer beso que se dan María y el Capitán Trapp en esa maravillosa y mítica pérgola de cristal.

Besos al aire para todos

low
carpet_wally@gmail.com ha dicho que…
Grandes besos, grandes momentos. Quizá están todos los que son y son todos los que están.

porque luego están algunos besos que son nuestros, no los de nuestra vida, muchos de ellos inolvidables, sino los besos de nuestro cine, aquellos que recordamos de forma especial. Low recordaba "Sonrisas y lágrimas", yo incluiría por mi parte el de Tony Curtis a Marilyn en "Con faldas y a lo loco" aunque sólo sea por aquella leyenda de que besar a la Monroe era como besar a Hitler. Tampoco está nada mal el beso lenguetazo de Catwoman-Pfeiffer a Batman (por hablar de superheroes).

Y si le empiezo a rondar al coco fijo que encuentro más.

Besos y abrazos...cuestión de cariño, sin duda.

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