GUS MORNINS 19/6/18
“Cuando
mi marido John Cassavettes actuaba, podíamos hacer lo que nos viniera en gana.
Viajábamos mucho y era muy divertido. Pero cuando dirigía…de verdad…Creo que la
gente no está en sus cabales cuando prefiere dirigir antes que actuar. Al fin y
al cabo y para empezar, están escribiendo durante tres meses, ruedas, y luego
estás montando la película durante otros seis. Y John era el perfeccionista más
terrible que he conocido nunca. Como artista, no puedo más que amarle. Como
marido, no puedo más que odiarle”.
Gena Rowlands
Ochenta y ocho años
cumple hoy está grandísima dama del cine y del teatro. Una de las actrices con
mayor carácter de la historia del cine, con unos recursos interpretativos
deslumbrantes y la media naranja que estuvo casada con John Cassavettes la
mayor parte de sus vidas hasta que él falleció en 1989 después de treinta y
cinco años de matrimonio y tres hijos en común. Recientemente, Gena Rowlands
fue galardonada con un Oscar especial de la Academia por toda su carrera y,
desde luego, es una de las mejores actrices vivas.
El padre de Gena
Rowlands, Edwin, era banquero y, poco después, comenzó una prometedora carrera
política mientras su madre, Mary, era pintora artística de profesión, con
cierto éxito. En 1939, su padre se trasladó a Washington porque aceptó un alto
cargo político en la Secretaría de Agricultura y tres años después, otro nuevo
traslado a Milwaukee porque fue nombrado Jefe de la Oficina de Administración
de Precios del Departamento de Haciendo y allí es donde estaba la sede. Gena se
graduó con unas notas brillantes y se decidió a estudiar Arte Dramático en la
Universidad de Wisconsin, donde estuvo tres años sin graduarse
universitariamente, cosa que sí consiguió cuando se trasladó a Nueva York
cuando se matriculó en la American Academy of Dramatic Arts, una de las
instituciones más prestigiosas en el arte de la interpretación.
Con el título bajo el
brazo, Gena comenzó a actuar en diversas series de televisión en papeles muy
secundarios y es por allí donde conoce a John Cassavettes, un joven y apuesto
actor, aunque algo bajito de estatura (más bajito que ella, que llegaba al 1,70
mientras él no pasaba del 1,65) que sorprendía por su forma de actuar y que
hablaba continuamente de su ambición por dirigir. No en vano, él estudiaba en
la Escuela de Cine de Nueva York mientras se ganaba la vida también
interviniendo en papeles pequeños en muchas series de televisión.
El flechazo fue
fulminante. Se casaron, a pesar de que ninguno de los dos tenía el futuro
asegurado (aunque hay que reconocer que contaban con el respaldo de la familia
de ella) y trataron de triunfar cada uno con sus propios medios. Así, se puede
apreciar el incipiente trabajo de Gena en el cine con excelentes películas en
papeles secundarios como es el caso de Los
valientes andan solos, con Kirk Douglas de compañero; o Camino a la jungla, con Rock Hudson.
Luego vino su primera colaboración en serio con John Cassavettes, su marido,
que se estaba haciendo un nombre como director independiente y cabecilla de una
nueva forma de hacer cine que estaba obteniendo un gran prestigio después de
películas como Sombras (en la que
ella hizo un mero papel de extra) y Too
late blues. Cassavettes intentó el salto hacia un cine más comercial con Ángeles sin paraíso, con Burt Lancaster,
Judy Garland y Gena Rowlands en los principales papeles, con una estremecedora
historia sobre los niños minusválidos psíquicos. El problema fue que
Cassavettes se topó con el productor, Stanley Kramer, y difirieron en el
enfoque que cada uno quiso dar a la historia. Naturalmente, ganó Kramer y
Cassavettes, muy a regañadientes tuvo que plegarse, no sin colar alguna que
otra escena que delataba su punto de vista. En realidad, Cassavettes quería una
historia intimista, centrada en el abandono de unos padres que no quieren saber
nada de sus hijos minusválidos, que los dejan en cualquier centro de enseñanza
y no van ni a visitarlos. Kramer, por el contrario, quería un punto de vista
más a distancia, más a vista de pájaro, con la nula implicación de las
instituciones oficiales en esos ciudadanos que merecían algo más que una sola
mirada de compasión. Aún así, la película está llena de sensibilidad y aún hoy
permanece como el estudio más serio sobre la minusvalía psíquica infantil que
se haya hecho nunca.
En vista de que a John
Cassavettes, después de las peleas que tuvo con Kramer que llegaron a oírse en
Tumbuctú, no le iban a dar ninguna otra película bajo el amparo del cine más
comercial, ambos se dedicaron a actuar en cuantos proyectos les ofrecieron.
Principalmente, en televisión. John creó uno de esos personajes de leyenda que
era el Victor Frankie de Doce del
patíbulo, por el que obtuvo una nominación al secundario. Gena se introdujo
en el universo Sinatra con la más que aceptable Hampa dorada, donde interpretaba a una de las sospechosas del
misterio que tenía que resolver el detective Tony Rome. Así que, cuando
reunieron el dinero suficiente, John le ofreció el papel principal de Rostros (Faces) donde Gena, realmente, comienza a destaparse como una
actriz soberbia, capaz de aguantar larguísimos primeros planos y ser la
representación ideal de la mujer bajo la visión de John Cassavettes. Siguieron
otras dos colaboraciones con su marido, hasta que llegó uno de los papeles de
su vida.
Una
mujer bajo la influencia está considerada una de las
mejores actuaciones femeninas de la Historia del Cine. Gena interpretó a Mabel
Longhetti, un ama de casa que cruza el umbral de la locura al sentirse
ninguneada por un universo de convencionalismos y machismos descarados que
descentran su mirada que, por otra parte, está llena de lógica y de búsqueda
desesperada de cariño sincero. Gena consiguió con esta interpretación su
primera nominación al Oscar a la mejor actriz y pasa por ser una de las mejores
películas de John Cassavettes como director. Una auténtica joya que clama por
un feminismo auténtico, concediendo a la mujer la importancia que merece dentro
de una estructura familiar que, por definición, debería ser libre.
Ella es uno de los
puntos más fuerte de la floja Pánico en
el estadio, como una de las espectadoras que está a punto de divorciarse de
su pareja, David Janssen, y hablan sobre ello en medio de la final de la Super
Bowl mientras un francotirador se posiciona en el estadio con la intención de
matar a cuantos más mejor. Sin embargo, a continuación, su marido le ofrece de
nuevo un papel maravilloso: el de la estrella del teatro Myrtle Gordon en la
estupenda Opening night. Aquí, Gena
se transmuta de forma genial en una actriz que es testigo del atropello a una
fan y eso hace que se replantee hasta qué punto su vida ha sido útil encima de
las tablas hasta llegar a la misma crisis personal. Intenta refugiarse en
amigos y es baldío. En el alcohol y se convierte en algo odioso. Sin embargo,
la noche en que se presenta a trabajar, la noche del estreno, totalmente ebria,
consigue estar sublime. Myrtle llega al convencimiento de que las cosas
ocurren, de que la edad llega inevitablemente y de que el éxito siempre borra cualquier desgracia. Por este
papel, Gena recibió el Globo de Oro a la mejor actriz dramática de 1977 y el Oso de Oro a la mejor interpretación femenina del Festival de Berlín.
Apenas un par de años
después, John Cassavettes le ofrece otro papel maravilloso en Gloria en donde Gena interpreta a una
mujer que ha sido una de las chicas de la Mafia de Nueva York y, por culpa de
un niño, se rebela contra ellos que sólo quieren matarlo. Su retrato de mujer
de vida cómoda que conserva su coraje intacto para enfrentarse a unos crueles
asesinos le valió otra nominación para el Oscar y toda una demostración de
fuerza para el público de todo el mundo.
Otra de las películas
que hizo para su marido es Corrientes de
amor, quizá algo menos conseguida aunque de una sensibilidad extraordinaria
y también trabaja para Woody Allen en Otra
mujer, uno de los mejores dramas del director y que se alza como uno de los
puntos más fuertes de la película. Viaja hasta la comedia con Querido intruso, como la perpleja esposa
de Danny Aiello que asiste estupefacta a la intromisión continua de Richard
Dreyfuss en su casa y acaba por enamorarla.
Especialmente elegante
fue su intervención en el primero de los episodios de Noche en la Tierra, de Jim Jarmusch, en la que interpreta a una
agente que ofrece a una taxista, Wynona Ryder, la oportunidad de convertirse en
estrella de cine y se queda absolutamente perpleja cuando ella se niega
alegando que “quiere montar un taller y quizá su propia compañía de taxis”. Una
gozada de interpretación en apenas unos minutos.
Después del fallecimiento
de John Cassavettes, vinieron un buen puñado de papeles menores, en los que
siempre aportaba un toque de clase, de serenidad, de elegancia y en los que,
reconozcámoslo, cada vez que aparece aporta una cima. Así la podemos apreciar
en película como Algo de qué hablar,
al lado de Julia Roberts; o Jugando con
el corazón, historia de amores entrecruzados. Por supuesto, Gena aún
tendría una joya con la que deleitarnos.
En 2004, bajo la
dirección de su hijo Nick, Gena Rowlands interpretó a una mujer enferma de
Alzheimer en El diario de Noa, una
estupenda película sobre el amor verdadero, sobre la búsqueda de ese momento en
que la maldita enfermedad te da un momento de lucidez y te vuelves a enamorar
de aquel hombre que te arrebató el corazón como nadie y te hizo sentir viva
hasta el mismo momento en que se cernieron las tinieblas. Una estupenda
interpretación al lado de un maravilloso James Garner mientras Rachel McAdams y
Ryan Gosling se hacían cargo de los personajes en sus años jóvenes.
Gena sigue viva y con
buena salud. Es una mujer de empuje y sus éxitos en teatro también han sido
muchos y muy grandes. Entre otros consiguió un enorme éxito interpretando la
obra En mitad de la noche, de Paddy
Chayefsky, al lado de Edward G. Robinson y Martin Balsam. Y en 1993 estrenó la
conocida Cartas de amor, que aquí han
interpretado Miguel Rellán y Julia Gutiérrez Caba, al lado de Ben Gazzara.
Pedro Almodóvar le
dedicó su película Todo sobre mi madre,
a ella junto con Bette Davis y Romy Schneider.
John la llamaba cariñosamente
“mi chica de oro”.
Ella sintió el
gusanillo de la interpretación cuando vio en una filmoteca El ángel azul, con Marlene Dietrich. Desde entonces, llegó a ver la
película más de cuarenta veces y sintió una enorme admiración por ella.
Trabajó con Bette Davis
en una película para televisión. Al respecto dijo: “Cuando me ofrecieron el papel, no quería hacerlo. Pensé que todas las
ilusiones que tenía con respecto a ella podían romperse. Pero no pude
resistirme a la tentación. Ella no era ninguna gilipollas. Era una artista de
una independencia y de una genialidad incomparables y amé cada minuto que
trabajé con ella”.
Cuando recibió el Oscar
especial a toda su carrera dijo: “Nunca
pensé que pudiera llegar a tener uno como éste. Y ahora que lo tengo, mi sensación
es de que es horriblemente agradable”.
De su trabajo con el
equipo de El diario de Noa declaró: “Tanto Rachel McAdams como Ryan Gosling son
estupendos intérpretes. Me encantó trabajar con Jim Garner. Y todo el mundo me
advirtió de que iba a ser muy duro trabajar para mi hijo, Nick. Pero me sentí
tan querida durante todo el rodaje, que todo fue muy fácil”.
Os dejo con un bonito
clip con un buen montón de fotos privadas de la pareja acompañados por una
estupenda canción There you´ll be, de
Faith Hill.
Y como mosaico, los
dos, en un momento de esos que, sencillamente, sólo les pertenecía a ellos.
Comentarios
Abrazos bajo la influencia
He de reconocer que el video me ha dejado con el corazón en la garganta, qué envidia ver a estos dos a lo largo del tiempo siempre de la mano, siempre esbozando una serena sonrisas, parejas así nos hacen creer en el amor eterno.
Entre otras cosas, personalmente, este Gus me ha servido para descubrir la figura de Casavettes pues siempre pensaba en él como el protagonista de "La semilla del diablo" y me habéis mostrado todo un universo.
Genial y emocional Gus. Gracias.
Besos estremecidos.
Albanta
Precioso el vídeo.
low
Y eso que no es de la que más me gustan, pero hay que reconocer que le sobra talento para epatar en cada minuto de aparición en pantalla, aun ahora con papeles más de acompañamiento es una luz que brilla tan intensamente que suele cegar a los compañeros de reparto. Me comen las prisas, pero el gus es de los de publicar.
Abrazos con recuerdos.