EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (XVIII)
Oiga, mozo. Y en
lugar de meter el baúl en el camarote ¿por qué no intenta meter el camarote en
el baúl?
UNA NOCHE EN LA ÓPERA (A Night at the Opera). USA, 1935. Dir: Sam Wood, con Groucho Marx, Chico Marx, Harpo Marx "The Marx Brothers", Margaret Dummont, Kitty Carlisle, Allan Jones (94 min).
¡¡¡ Más madera ¡¡¡ ¡¡¡ Traed madera¡¡¡ ¡¡¡ Es la guerra ¡¡¡
El tren de “El cine en cien películas” no se para y se detiene esta semana en
la obra de estos locos maravillosos que con su estilo anárquico e irreverente
pusieron patas arriba el mundo del cine en general y el de la comedia en
particular, marcando un antes y un después en lo que es el noble arte de hacer
reír. Nadie puede dudar hoy en día de que los Hermanos Marx son un ícono no
sólo del Séptimo Arte, sino también de la cultura y el pensamiento del siglo
XX. Sí, porque la doctrina marxista que ha llegado a nosotros con más fuerza no
es la que promulgó el amigo Karl en El
capital, sino la que se encargaron de difundir Groucho, Chico y Harpo a
través de sus películas, sus libros o sus obras de teatro. Personalmente, se me
hace muy difícil imaginar un mundo sin la presencia de los Hermanos Marx y sin
la huella que dejaron en lo que ha venido después, aun siendo consciente de que
dentro de lo que ha venido después no todo es brillante. La verdad es que
pusieron el nivel muy alto.
Todo comienza a finales del siglo XIX cuando Minnie
Schoemberg, una humilde artista de variedades de Nueva York de origen judío,
conoce a Samuel Marx, un sastre también de ascendientes hebreos. Se casan en
1885, y de su matrimonio nace un primer vástago al que ponen de nombre Manfred,
que sin embargo muere a los siete meses víctima de una gripe. Después vienen
Leonard, Adolph, Julius Henry, Milton y Herbert, o lo que es lo mismo, Chico,
Harpo, Groucho, Gummno y Zeppo, pues estos serán respectivamente los nombres
artísticos que adoptarán cuando decidan probar suerte en el mundo del
espectáculo. Es su madre quien les introduce en dicho mundo, y es con ella con
quien empiezan sus primeras actuaciones. En un principio, el grupo es mucho más
musical que cómico, y cuando Gummo opte por abandonarles, se harán llamar The
Four Nigntingales. Al Shean, tío de los
muchachos y también metido en la farándula neoyorkina, les aconseja dar más
cancha al humor en sus shows e ir relegando poco a poco el apartado musical,
sugiriendo que cada uno de ellos defina y otorgue a sus personajes unas
peculiaridades propias.
Así, Chico aprenderá a imitar el acento italiano y adoptará
el rol de pícaro y de timador capaz de desquiciar al mismísimo diablo, ataviado
siempre con ropas sencillas y su característica gorrita. Groucho se pondrá un
bigote y unas cejas postizas y caminara a grandes zancadas y con la espalda
ligeramente encorvada. Será quien lleve el peso de los diálogos, y sus
divertidas e ingeniosas sentencias harán historia. Zeppo será el galán, y
Harpo, el más alocado, sin apenas diálogos hasta que tras una mala crítica
resuelve prescindir de ellos para siempre. Con su cara de niño travieso y su
eterna peluca rizada, Harpo se comunica con el mundo a través de una bocina,
viste una estrafalaria gabardina a cuadros y sus pasatiempos favoritos son
tocar el arpa- de ahí su nombre- y perseguir a las chicas. Chico y Harpo desarrollan una complicidad muy
especial entre ellos – son especialmente hilarantes los gags en los que el
segundo intenta contarle algo mediante gestos al primero, y éste trata de
adivinar lo que le está diciendo- mientras que Groucho va un poco por libre,
tratando de seducir siempre a la rica heredera de turno a la que también siempre
interpreta la gran Margaret Dummont, a quien Groucho llegará a definir más
tarde como la cuarta hermana Marx. Una mujer impresionante que tenía que soportar imperturbable y estoica los continuos desplantes de Groucho
Al público le cuesta cogerle el truco a los primeros
montajes de los Marx, pero la situación cambia en 1924 con la gira de I´ll says here que acaba recalando en
los escenarios de Broadway y convirtiéndose en su primer gran éxito. Ya entonces habían filmado una película muda
titulada Humor Risk (1921) que nunca llegó a estrenarse, y de la cual se
conservan sólo algunos fragmentos. El gran salto a Hollywood tiene lugar algo
más tarde cuando los Marx firman un contrato con los estudios Paramount
Pictures. Eso será en 1929, paradójicamente u un año triste para la familia que
ve cómo se esfuman gran parte de sus ahorros en bolsa tras el crack de Wall
Street, y además sufre la pérdida de Minnie, la gran matriarca. Estos dos
acontecimientos supondrán un mazazo importante para los Marx dejándoles
secuelas irreparables. Así, mientras el insomnio se hace compañero inseparable
y de por vida de Groucho, Chico comienza a tener problemas con la justicia e
incluso la mafia a causa de su adicción al juego.
El debut de los hermanos en el cine se produce con Los cuatro cocos (1929), adaptación de
una obra que ya habían interpretado sobre los escenarios. En el grupo todavía
estaba Zeppo que también intervendrá en el siguiente film, El conflicto de los Marx, que proviene también de un montaje
teatral anterior. El tercer largometraje, Plumas de caballo, es el primero cuyo
guión está escrito directamente para la gran pantalla, y llevó a los Marx a la
mismísima portada de la revista Time. Por aquel entonces, los Marx ya gozaban de
una tremenda popularidad en el país, y su fama había cruzado incluso el charco.
Los máximos exponentes de las vanguardias europeas, con los surrealistas por
supuesto a la cabeza, disfrutan de lo lindo con las películas del grupo, y
exaltan su espíritu ácrata y libertario. En 1937, Salvador Dalí viaja a Estados
Unidos, y pide conocer a los hermanos, y hacerle un retrato a Harpo. Durante
los descansos del rodaje de Un día en
las carreras, Dalí y Harpo comienzan a escribir el primer esbozo de un
guión con el título de Jirafas en
ensalada de lomos de caballo que nunca llegó a rodarse. Sin embargo, uno de los dibujos que el pintor
de Figueras incluyó en las páginas de este guión se exhibe desde 2009 en la
sede que la fundación Dali tiene en la localidad gerundense.
Los Marx se despiden de la Paramount con la primera de sus
obras maestras, Sopa de ganso (1933)
en la que son dirigidos por Leo McCarey que ya tenía experiencia en trabajar
con cómicos pues había dirigido anteriormente a Oliver y Hardy, y más tarde
trabajaría también con Harol Lloyd. Si bien en su estreno no fue bien acogida,
la película hoy es un clásico indiscutible que crítica y caricaturiza de forma
ácida las guerras y los regímenes totalitarios (los nazis ocupaban ya el poder
en Alemania y los tambores de otra guerra sonaban en el horizonte). Será también
la última película de Zeppo Marx que abandonará la formación tras este film
para convertirse en un empresario de éxito y fundar la Marman Produits,
dedicada al diseño de material armamentístico (al parecer las argollas a la que
iba anclada la bomba atómica en el Enola
Gay salieron de la factoría). En las películas de los Marx, Zeppo
interpretaba siempre al galán enamorado de la chica a la que el resto de los
hermanos ayudaban a conquistar. El personaje siguió apareciendo en las
siguientes películas del trío pero ya sin el rostro de Zeppo; en concreto, el
actor encargado de interpretarlo en Una noche en la ópera fue el actor y
cantante Allan Jones que también aparecería en Un día en las carreras.
Tras esta primera etapa, los Marx firman un nuevo contrato
con la Metro con la que rodarán sus seis siguientes títulos. Tanto Irvin Thalberg como Louis B. Mayer, los
dos grandes mandamases del estudio, se propusieron “domesticar” a sus nuevos
muchachos que han dejado muy pocos amigos en la Paramount debido a su carácter
y a sus peculiares métodos de trabajo, algo anárquicos y basados en la
improvisación continua que traían de cabeza a los directivos y técnicos de su
antiguo estudio. La Metro confió la tarea a Sam Wood, director que llevaba algo
menos de una década trabajando para los estudios a quienes en el futuro
proporcionaría clásicos como Adiós Mr
Chips (1939), El orgullo de los yanquis
(1942) o ¿Por quién doblan las campanas?
(1943), con Gary Cooper como protagonista en estas dos últimas. Wood, que
durante un par de semanas también se hizo cargo del rodaje de Lo que el viento se llevó, tiene el honor de ser junto a Edward
Buzzell el único realizador que dirigió al trío en más de una ocasión (volvería
a hacerlo en su siguiente film Un día en las carreras).
La colaboración con Sam Wood abre sin duda el periodo más fecundo de la filmografía del grupo que encadenó en los años posteriores sus
mayores éxitos. A la presente Una noche
en la ópera (1935), le sucedieron la citada Un día en las carreras (1937), El
hotel de los líos (1938), Una tarde
en el circo (1939), Los Hermanos
Marx en el Oeste (1940) y Tienda de
Locos (1941).
Sobre Una noche en
Casablanca (1946), primera película de los hermanos tras el ciclo en la
MGG, circula la famosa leyenda urbana de la demanda interpuesta por la Warner
por utilizar en el título la palabra “Casablanca” y la irónica carta que
Groucho devolvió a Jack Warner amenazándole a su vez con demandarle por incluir
en su razón corporativa el término “brothers” En realidad, la Warner nunca
llegó a querellarse contra los humoristas, pero la película iba a ser en
principio una parodia de la famosa película de Curtiz, y el estudio presionó
para que modificaran el argumento. Groucho también se despachaba a gusto en la
carta argumentando que no creía que los espectadores fueran a confundir a Harpo
con Ingrid Bergman. En cualquier caso, el film supuso el comienzo del declive
de los hermanos que rodarían su última película juntos en 1949. Amor en conserva fue el canto del cisne
del mito de los Marx, pero a su vez supuso el inicio de un nuevo mito pues por
primera vez pudo verse en una pantalla de cine a Marilyn Monroe . Aún habría una
última comedia con los tres hermanos en el reparto, aunque no figuraban en él
como grupo propiamente dicho. Nos referimos a Historia de la humanidad, que dirigió Irvin Allen en 1957
Como ya quedó dicho anteriormente, los Marx no solamente
brillaron en el teatro y en el cine sino también en la literatura y el mundo de
la radio. Entre 1935 y 1937 Groucho y Chico trabajaron para la radio en un
programa de sketchs que llevó por título Groucho
y Chico abogados cuyas emisiones no alcanzaron gran repercusión. Sin
embargo, una selección de aquellos sketchs fue reunida para formar parte de un
libro que hoy es uno de los grandes clásicos de la literatura humorística del
siglo XX. Otros libros en solitario de Groucho como Groucho y yo o Memorias de
un amante sarnoso han alcanzado también ese status, resumiendo a la
perfección lo mejor y más delirante de la doctrina marxista. Harpo, que pese a
su imagen en las películas, era un hombre con una enorme cultura y se codeaba con lo
mejor de la intelectualidad norteamericana publicó también su
autobiografía bajo el elocuente título de ¡Harpo
habla ¡
Ciertamente, los críticos no se ponen muy de acuerdo a la
hora de determinar cuál puede ser la mejor película de los Hermanos Marx. Los
hay que señalan sin dudar a Sopa de
ganso, argumentando, cargados de razón, que es su film más loco y
surrealista: claro que si en el film de McCarey aparece el espíritu genial de
los Marx en su máxima expresión, Una
noche en la opera contiene los que probablemente sean los dos gags más
antológicos de toda su carrera. El primero es claro la lectura del contrato de
Varoni que acuerdan Groucho y Chico en las bambalinas del teatro de Milán,
aquel de “la parte contratante de la primera parte será considerada la parte
contratante de la primera parte” (quién nos iba a decir a nosotros que cuando
M. dijo lo de “un plato es un plato y un vaso es un vaso” estaba ateniéndose a
dictados marxistas).
Y qué decir del segundo de los gags, exacto, ese en el que
justo estáis pensando ahora. Sí, porque lo de “el camarote de los hermanos
Marx” es una expresión que se ha incorporado hace tiempo a nuestra lengua
coloquial del día a día y la utilizamos siempre que queremos referirnos a una
multitud nutrida y variopinta concentrada en un espacio de dimensiones
reducidas. Este fue el original, podría decirse que con Groucho empezó todo;
aquí, además del propio Groucho, encontrábamos a tres polizones camuflados en
un baúl, otras tres señoritas que acudían a hacer la limpieza, un fontanero que
se presentaba para arreglar las cañerías, una manicura, el ayudante del
fontanero, una joven de aspecto tímido que preguntaba por su tía y buscaba un
teléfono, una señora para barrer el cuarto, y finalmente, tres camareros
portando en sus respectivas bandejas todo tipo de comida como para un
regimiento (y también dos huevos duros). Demonios, pero qué hago yo aquí destripando
un chiste y quitándole toda la gracia.
En Una noche en la ópera, Groucho Marx es Otis
B. Driftwood, un cazadotes que se hace pasar por mecenas artístico e intenta
seducir a la muy millonaria señora Claypool (Margaret Dummont) para que
financie el viaje a Nueva York de una compañía de ópera que está actuando en
Milán. La estrella de dicha compañía es el vanidoso Rodolfo Lasparri, enamorado
de Rosa, la “primma donna”, enamorado en vano pues el corazón de la muchacha
pertenece a Ricardo Varoni, un humilde corista del grupo. La víspera de la
partida hacia Nueva York, Driftwood visita el teatro y se encuentra a
Florentino (Chico Marx), un truhán que como siempre no se sabe cómo se ha
dejado caer por ahí y que se hace pasar por el agente ficticio de Varoni, cuya
carrera quiere promocionar. Entre ambos firman un contrato bastante surrealista
del que hemos hablado un poco más arriba. Florentino es colega de Tommasso
(Harpo Marx), que trabaja como ayudante de Lasparri, sufriendo sus iras y su
mal genio. Florentino y Tomasso urden un plan para llevar a Ricardo a Nueva
York, y zarpan los tres junto al resto de la compañía, escondidos en uno de los
baúles de Otis B Driftwood. El viaje transcurre sin demasiados sobresaltos, los
tres polizones se mezclan entre el gentío y bajan a la cubierta donde viajan
los pasajeros más pobres y descubren una gran fiesta en la que no falta ni la
comida ni la música. Es el momento perfecto para el interludio musical en el
que Chicoo y Harpo demuestran sus habilidades al piano y al arpa
respectivamente, algo que hacen de manera sistemática en todas sus películas.
Una vez en Nueva York, Florentino, Tomasso y Ricardo
suplantan la personalidad de tres famosos y barbudos aviadores que viajaban en
el mismo barco e iban a recibir un homenaje público en la Gran Manzana. Los
tres polizones se presentan con sus nuevas y faltas identidades en el homenaje,
pero son descubiertos por culpa de un incontinente ataque de sed de Tomasso.
Son entonces acogidos en su apartamento por Driftwood que recibe la visita de
la policía buscando a los fugados (otro gag desternillante). Todo para confluir
en un final glorioso y apoteósico en la ópera, o al menos en las tramoyas de la
opera.
Como se ve, y en realidad no se puede esperar otra cosa, la
trama no tiene ni tres ni revés. Por un lado tenemos la historia de amor entre
Ricardo y Rosa, bastante cursi y relamida, sin embargo la irrupción de los Marx
en la misma hace las veces de preciso contrapunto, y tiene el efecto letal de
una bomba de relojería. La farsa termina adueñándose de la función para, como
siempre ocurre en las películas del trío, censurar la vanidad de los poderosos,
la falacia del dinero, lo absurdo de las convenciones sociales, para, en
definitiva, situarse y tomar partido al lado de los más débiles y
desfavorecidos, los parias de la Tierra. Al final, resulta que Marx y Marx
tampoco eran tan diferentes.
Una noche en la ópera, un día en las carreras, una tarde en
el circo… cualquier excusa es buena para pasar una velada irrepetible al lado
de Groucho, Chico y Harpo. Yo, que tengo por norma no pertenecer a un club que
me admita como socio, hace tiempo que hice una excepción en el caso de estos
tres y me considero un acérrimo. Son maravillosos, sus gags, sus
muecas, sus chistes… todo lo que hay en ellos me recuerda a ellos… excepto
ellos. Los adoro. Estos son mis principios, si no os gustan… de veras que lo
siento muchísimo.
Comentarios
Nombras "Historia de la Humanidad", de Irwin Allen, una curiosísima película que tuve la oportunidad de ver en cierta ocasión y que pasa por ser algo así como aquella "La loca historia del mundo", de Mel Brooks, sólo que en mejor (sin llegar a ser maravillosa). Eso sí, la aparición de Groucho era fantástica porque era el tipo que camelaba a los indios para comprar la isla de Manhattan al módico precio de 25 dólares. Ya os podéis imaginar la escena. Es una película muy curiosa porque se van desgranando diferentes episodios de la historia de la Humanidad siempre protagonizados por estrellas de todos los tiempos. Ahí tendríamos a Harpo haciendo de Isaac Newton, por ejemplo, además de a Ronald Colman, Hedy Lamarr como Juana de Arco, Virginia Mayo de Cleopatra, Agnes Moorehead como la reina Isabel de Inglaterra, Vincent Price encarnando al Diablo, Peter Lorre como Nerón, César Romero, John Carradine, Dennis Hopper como un jovencísimo Napoleón, Edward Everett Horton como Sir Walter Raleigh, Reginald Gardiner como Shakespeare y un largo etcétera. Todo ello girando sobre los hechos del hombre como tal al que se le somete a juicio divino para su posible exterminación como especie.
Lo dicho, un gus desternillante.
Abrazos tan cerca, tan cerca, que nos damos la espalda.
Cuando niño yo era muy de risas con los slapsticks del cine mudo, Chaplin, Laurel y Hardy, etc...pero de pronto aparecieron estos tres (el cuarto no contaba mucho) y mi mundo de risas cambió, el humor absurdo no me hacía reír a carcajada pero me parecía infinitiamante más divertido. Una caida es graciosa pero le puede ocurrir a cualquiera, una ocurrencia absurda tremendamente graciosa sólo está al alcance de algunos privilegiados. Y los Marx lo eran. Yo siempre fui Gruchiano, Chico y Harpo me hacían mucha gracia, pero el bigote y el puro me fascinaban.
Que bueno amigo.
Abrazos con la barba falsa
Gran gus de lunes, felicidades.
Abrazos echando madera
Imprescindibles un un repaso como este. Quién no ha tenido puesto de salvapantallas la imagen del camarote de los Hermanos Marx?
Forman parte de la cultura del sigo XX, de la historia del cine y de la nuestra personal.
Gran Gus, gracias.
Besos con bocina (Moc moc)
Albanta
Grande tu gus, maño.
Besos desde el camarote
low