Gus mornins, 27/11/12

“Cerré el libro y sentí una extraña mezcla de nostalgia y esperanza y me pregunté si un recuerdo es algo que tienes o algo que has perdido”

(Otra mujer, Woody Allen, 1988)

Guuud mornins, cinéfilos:

Los lunes, sí, son esos días que vienen cargados de esa extraña mezcla de nostalgia y esperanza. Nostalgia por el fin de semana que recién voló, y esperanza por la semana que ahora entra. Esta nos va a llevar directos hasta el mes de diciembre. Despedimos noviembre y damos la bienvenida al último mes del año con esa mezcla de nostalgia por lo que hemos vivido y de esperanza en lo que ha de venir. Y justo el primer día del mes, el viernes, llegará también a los 82 nuestro querido y admirado Woody Allen. Y como 82 años tampoco se cumplen todos los días, me voy a permitir sugerir a los colaboradores guseros que le dediquemos toda esta semana al gafapasta neoyorkino.

Lo mejor es que Woody llega a los 82 en plena forma. Mirad, si por algo tengo ganas yo de que este año llegue el día 22 este año no es para que me toque la lotería ni para que se abran oficialmente las fiestas de Navidad. Este año, el 22 ya nos ha tocado la lotería por adelantado y se han anticipado los Reyes Magos porque ese día se estrena en España Wonder Wheel, la última peli del director de la cual hablaremos largo y tendido en su momento. Y ojo porque el tipo ya tiene entre manos la siguiente con un título provisional tan prometedor como A Rainny day in New York, un proyecto con… ¿Selena Gómez?. Bueno, también en su día nos sonó raro la elección de casting de Scarlett Johanson u Owen Wilson y no resultaron mal del todo. Quién sabe si esta vez la cosa también funciona.  

Con casi 50 años de trayectoria cinematográfica a las espaldas y a razón de película por año os podéis imaginar que en la filmografía alleniana hay de todo. Películas buenas, malas, regulares, mayores, menores, dramas, comedias… Todo el mundo más o menos tiene sus favoritas y sabe enumerar cuáles son sus verdaderas obras maestras, esas que le llevarán a la inmortalidad, aunque ya sabéis que el no quiere alcanzarla con sus obras, simplemente le basta con no morirse. El que más o menos conoce esos títulos. A mí me gustaría no obstante detenerme en esos títulos más olvidados de la filmografía de Woody y por eso os pediría que nos centrásemos esta semana en esas películas más arrinconadas del drector, esos títulos que quizá de un modo injusto y en cualquier caso arbitrario se califican de menores. Si no es mucho pedir, claro.

Yo hoy por ejemplo os hablaré de Otra mujer, que Woody rueda en 1988, la decimoséptima de su carrera, justo antes de esa obra maestra que es Delitos y faltas. Genna Rowlands es Marion, una mujer madura profesora de filosofía en una Universidad, que alquila un pequeño estudio para poder escribir en él su último libro sin que nadie la moleste. Resulta que el estudio está pegado a la consulta de un psiquiatra, y Marion puede escuchar a través de la rejilla de la ventilación las conversaciones que el médico mantiene con alguno de sus pacientes. En especial, le llama la atención las conversaciones de una mujer, otra mujer (Mia Farrow), con problemas en su matrimonio. Paralelamente, la relación de Marion con el hombre con el que va a casarse también empieza a tambalearse.

Dicen que Woody Allen intenta hacer de este argumento una comedia, pero lo que finalmente le sale es un drama de tomo y lomo. En cualquier caso, ya sabéis como es Woody, su particular teoría de los géneros, el hecho de que toda comedia pueda convertirse en drama y viceversa con un simple chasquido de dedos (vid Melinda y Melinda). Y así, años más tarde, el argumento de la señora que oye las conversaciones de su vecino el psiquiatra a través del tabique que separa sus apartamentos será utilizado como un gag cómico en Todos dicen I love you.

Puede que estemos en la época del Allen más introspectivo. Acaba de despachar un dramón que es puro Bergman (September) y de facturar la que probablemente sea la película más nostálgica de su carrera (Días de radio). Ya habrá tiempo para la comedia en los noventa. Ahora lo que toca es otro drama sobre el paso del tiempo, la pérdida de las ilusiones y el peso de los recuerdos. Rodeado de la maravillosa Geena Rowlands, no por nada musa de John Cassavettes y esposa de éste en la vida real, y del operador de fotografía Sven Nykvist, no por nada habitual de las películas de Herr Ingmar, el resultado es sencilla y austeramente espectacular.

 Y Bach, Satie, Cole Porter o Gustav Malher no pueden faltar en esa sonata de otoño, crepuscular y lánguida de Mr Allen.

Perdonad que me haya salido un gus tan melancólico, poco propicio quizá para un lunes. Tal vez mañana toque reinos con (que no de) Bardés.

EL MOSAICO DE HOY