GUS MORNINS 21/11/17
Mark:
¿Sabes lo que es
el matrimonio?
Joanna:
Hmmm, cuéntame y
verás si pensamos lo mismo.
Mark:
El matrimonio es
cuando la mujer le dice al hombre que se quite el pijama y es porque lo que
quiere es enviarlo a la lavandería
Dos
en la carretera, de Stanley Donen
Ante la ausencia de
efemérides destacables esta semana, me he decidido por rendir un pequeño
homenaje a esta película de la cual se cumplen cincuenta años de su estreno.
Cuánto nos hemos reído con Dos en la
carretera ¿verdad? Y es raro encontrarse con una comedia que nos haya hecho
pensar tanto. La maestría de Stanley Donen y del guionista Frederick Raphael nos
llevó por la trayectoria de un matrimonio a través de distintos viajes en el
tiempo por Francia, país de natas, quesos, chateaus, verdes prados, desengaños,
cansancios, aburrimientos, pasiones e, incluso, algún que otro viaje
compartido. Pasamos del entusiasmo casi juvenil a la decepción de la madurez y
lo vemos delante de nuestros ojos, con una simple película de apenas una hora y
cincuenta minutos. Nos enamoramos de él, nos apasionamos con ella, nos reímos,
nos entristecemos, disfrutamos y comprobamos que el cine, una vez más, nos
sirvió una magia que rara vez podemos volver a disfrutar hoy en día. A ello,
ayudó no poco, la pareja formada por Albert Finney y Audrey Hepburn. Y de lo
que sí estamos seguros es que, a pesar del tiempo transcurrido, de las
preocupaciones, de los hijos, de los trabajos agobiantes, de las miradas a
otros y a otras, de la vida en sí misma, es que esa pareja siempre se quiso y
que las distancias que llegaron a tener no fueron más que formas de llamar la
atención del otro para que volvieran a intentarlo una vez más, porque el amor,
mal que les pese a muchos y a otros que no creen en él, siempre merece la pena.
Entre las curiosidades
que podríamos citar de la película, está el hecho de que Henry Mancini realizó
la banda sonora de la película y siempre dijo que era la composición más
difícil que había hecho en su carrera y que, le salió tan bien, que la
consideró como la favorita de todas las suyas, por encima, incluso, de su
maravillosa La pantera rosa. También
es famosa la libertad con la que Stanley Donen dejó a la pareja protagonista, a
los que dejó improvisar a gusto especialmente en las escenas en las que tenían
que ir dentro del coche. La leyenda también cuenta que Audrey Hepburn realizó
su primer y único desnudo en esta película. Digo leyenda porque dicha secuencia
nunca se insertó en el montaje final y no se conservan imágenes de ella.
Albert Finney no fue la
primera elección de Donen para protagonizar la película. La primera de todas
ellas fue Paul Newman, que rechazó el papel porque dudó de que hubiera la
suficiente química entre él y Audrey Hepburn. La segunda fue Michael Caine, que
la rechazó por la coincidencia del rodaje con Funeral en Berlín, película en la que estaba obligado a trabajar
por el contrato que firmó con Harry Saltzman para participar en las tres
películas que realizó con el personaje de Harry Palmer. No así con Audrey
Hepburn que siempre fue la única opción para Donen. Audrey quedó encantada con
el guión, una vez le enviaron la versión definitiva porque hasta entonces había
puesto algunos reparos. Tanto es así que se entregó en cuerpo y alma en el
rodaje y rozó la nominación al Oscar por esta película. No la obtuvo porque ese
mismo año había rodado Sola en la
oscuridad y la Academia prefirió la nominación por esta última cuando, sin
estar mal, es una película notoriamente inferior. También hubo un romance entre
ella y Finney porque en esa época el matrimonio con Mel Ferrer hacía aguas. No
me extraña, por otra parte.
Por último, Stanley
Donen tuvo problemas en la secuencia en la que Albert Finney se enteraba de la
infidelidad del personaje de Audrey porque rompía radicalmente con el tono de
comedia que había mostrado hasta el momento. La Twentieth Century Fox quería
cortar de cuajo la escena pero Donen hizo valer su cláusula de productor
ejecutivo de la película y su derecho al montaje final.
El rodaje de la
película se prolongó durante cuatro meses justos, desde el primero de mayo de
1966 hasta el primero de septiembre del mismo año, estrenándose al año
siguiente. Costó cuatro millones de dólares y constituyó un éxito (aunque no
estremecedor) al recaudar quince millones y medio a lo largo y ancho del mundo.
Sin embargo, su mayor éxito ha sido que es una de esas películas que se ha
instalado en todos nuestros corazones, en nuestros corazones sonrientes y
tristes, en nuestros corazones alegres y decepcionados. Esta película no es
sólo una efeméride, también es parte de nuestras vidas.
Aquí os dejo un clip de
la película, recordando todos sus maravillosos momentos con el fondo
absolutamente genial de la banda sonora de Henry Mancini.
Y como mosaico ellos
dos. Al fin y al cabo, en este mosaico estamos todos, de una manera o de otra.
En esta ocasión, el mosaico somos nosotros.
Comentarios
Porque en este caso la tiene y mucho. Es cierto que Finney está muy bien, pero esa película es Audrey, es a través de ella como vemos pasar el tiempo y como el amor, pasa de montaña rusa a tobogán para ser finalmente un terreno llano con algunos baches. Es cierto que ella no quería hacer la película al principio porque decía que lo de los cambios de tiempo no iba a quedar bien, pero afortunadamente retocaron el guión y ella lo vio finalmente y según Stanley era fundamental porque habían escrito toda la historia pensando en ella como protagonista.
Es cierto que es una película que hace reír, pero es a veces tan amarga...como la vida, como el verdadero amor. La magia de esta película reside en decirnos tanto sobre nosotros, sobre la vida y sobre la verdad. Eso es lo que la hace tan diferente y tan hermosa es una película que transpira verdad.
Abrazos en coche
Coincido con Car, esta peli es la vida misma. Qué es el amor si no un viaje entre dos y, como todo viaje, pasa por diferentes etapas. Saber cruzar esas diferentes etapas es lo complicado. A mí me encantan tanto él como ella. Tiene diálogos maravillosos de esos que escuchas con una sonrisa de complicidad porque ahí también estás tú. Y la música...qué maravilla. Hay momentos en que esa música suena como un lamento.
Besos con sonrisa
low