GUS MORNINS 3/10/17

“La guerra es algo muy cómodo. Se le puede echar la culpa de todo: de los muertos, de las ruinas, de los tipos como yo que se quedan vacíos por dentro y no vuelven ya a creer en nada. Ni siquiera en la novia buena que no espera y se casa con un hombre rico”.                                                 Alberto Closas en “Muerte de un ciclista”

Ya está bien de homenajear a los extranjeros. Es el momento de recordar a este maravilloso actor que nació en tal día como hoy hace exactamente 97 años. No voy a comentar nada de su vida privada. Solo destacar su labor profesional que comenzó con su exilio argentino (él era catalán de nacimiento) allá por los años cuarenta. Regresó a España para rodar Muerte de un ciclista, una de las mejores películas que se han hecho nunca en no sé dónde. En cualquier caso, a partir de ahí, decidió fijar su residencia aquí y enseguida se ganó una maravillosa reputación como actor de cine y de teatro. Fue el intérprete principal de esa fabulosa obra de teatro en su versión española que es Brigada 21 y en los escenarios no paró porque eso era lo que realmente le gustaba. Estuvo presente en los repartos de El abanico de Lady Windermere, de Oscar Wilde, en Cuatro historial de alquiler, de Barrilet y Gredy, autores con los que volvió a repetir con el montaje de Flor de cactus. Fue el picante vividor de Pato a la naranja y también fue el encargado de llevar adelante al Profesor Higgins en el primer montaje que se hizo en teatro de My fair lady, un montaje bastante polémico porque la obra iba bien después de un mes y medio de cartel hasta que Televisión Española, en una decisión bastante incomprensible, decidió emitir la película en plenas navidades en dos emisiones consecutivas (una en versión doblada y otra en versión original), lo que hizo que la obra se desplomase en su recaudación y tuviese que ser retirada del teatro apenas diez días después. El propio Closas se agarró un cabreo monumental, pero no sirvió de nada.

Su último gran éxito sobre las tablas fue con esa impresionante obra de Eugene O´Neill que se llama Larga jornada hacia la noche, al lado de Margarita Lozano, Carlos Hipólito y José Pedro Carrión, un montaje que se mantuvo casi dos años en el Teatro Español allá por finales de los ochenta.

En cuanto a cine, cómo no recordar la ya mencionada Muerte de un ciclista; o esa impresionante interpretación, al estilo de los más intensos actores de Hollywood, en una joya desconocida para el gran público como es Distrito quinto, una versión española del conflicto central que anuda a los personaje de Reservoir dogs, de Quentin Tarantino; fue uno de los ángulos agudos del triángulo que formó con Conchita Montes y Rafael Alonso en El baile, de Edgar Neville; cómo olvidarle en la piel del cabeza de familia de La gran familia, de Fernando Palacios, con sus correspondientes secuelas La familia y uno más y la ya más tardía debida a Pedro Masó La familia bien, gracias. Una de sus últimas películas fue como el banquero más intrigante de la época de Isabel II en la estupenda El maestro de esgrima, de Pedro Olea.

Para ver una muestra de su arte no he podido resistir acudir a esta encendida defensa de la uva de Almería en la película Operación Embajada, muestra de su enorme capacidad para la comedia al igual que lo era en el drama.

Y como mosaico ahí lo tenéis. Un hombre para la eternidad.