GUS MORNINS 8/5/18

“Siempre parto de la idea inicial de que un título de crédito tiene que sugerir el corazón de la historia que presenta, expresar la historia de algún modo metafórico. Los títulos de crédito son un modo de preparar al público, así, cuando la película realmente empieza, los espectadores tienen un estado emocional favorable”.     Saul Bass
Ya que la semana pasada estábamos con los incipit literarios, esta semana vamos a tocar los incipit cinematográficos. Y además, por si fuera poco, continuamos un poco la labor del jefe con el tipo que también diseñó los títulos de crédito de Alien, con esa música misteriosa de Jerry Goldsmith mientras se iban formando las letras del título de la película. Sencillo, pero también podría decirse que genial.
Saul Bass cumpliría hoy noventa y ocho años. Ha sido el mejor diseñador de títulos de crédito de la historia del cine. Era un hombre discreto, al que no le gustaban demasiado los focos ni las entrevistas. Se consideraba un profesional del arte. Estudió en la Escuela de Arte de Nueva York y, después, en la de Brooklyn, donde conoció al diseñador gráfico húngaro Giorgy Kepes que le adiestró en los confines de la Bauhaus y del constructivismo ruso.
Trabajó durante varios años como diseñador publicitario en Nueva York y en 1946, con veintiséis años de edad, abrió su propio estudio de diseño en Los Ángeles donde siguió trabajando en publicidad, hasta que Otto Preminger le invitó a diseñar el cartel publicitario de su película Carmen Jones. Bass le presentó esto.


Preminger quedó tan impresionado que le rogó que se hiciera cargo también del diseño de los títulos de crédito. La fórmula fue sencilla. Bass simplemente filmó una hoguera sobre fondo negro donde se iban sobreimpresionando los créditos. Causó auténtica sensación. A partir de ese momento, todos querían trabajar con ese joven que parecía hacer una película sólo para presentar otra película.
Una constante en su carrera fue que diseñaba los carteles de las películas en las que también trabajaba como diseñador de títulos de crédito. Así vinieron poco a poco películas como La tentación vive arriba, de Billy Wilder.


O El hombre del brazo de oro, de Otto Preminger, la primera aproximación seria y realista que hizo Hollywood sobre la droga.


O Ataque, de Robert Aldrich, con unos títulos de crédito que se sobreimpresionaban sobre el casco de un soldado caído que iba rodando por una ladera.


O La vuelta al mundo en 80 días, donde realiza unos títulos de crédito en los que el protagonista es un reloj que corre y al que le pasan cosas muy breves parecidas a las que ocurren a Phineas Fogg y a su fiel criado Picaporte.


O Buenos días, tristeza, de Otto Preminger, basándose en la novela de Françoise Sagan.


O su primera colaboración con Alfred Hitchcock en los fascinantes e hipnóticos títulos de crédito de Vértigo con la inestimable colaboración de la banda sonora concéntrica de Bernard Herrmann.


O esa cámara puesta sobre el eje de la carreta que se mueve sin cesar para ilustrar el principio de Horizontes de grandeza, de William Wyler.


O ese edificio de las Naciones Unidas sugerido con unas líneas que se van trazando al ritmo de la música de Bernard Herrmann en Con la muerte en los talones, otra vez con Hitchcock.


O ese cuerpo que se va recomponiendo para proceder a su estudio en Anatomía de un asesinato, de Otto Preminger.


Mucho se habló sobre hasta qué punto llegó su colaboración en Psicosis porque además del cartel y de los títulos de crédito, parece ser que también diseñó la famosa secuencia de la ducha y de la muerte del detective Arbogast. Hitchcock lo negó siempre. Parece ser que lo cierto es que Bass dibujó el storyboard y Hitchcock lo tradujo en imágenes. El mérito, para ser justos, es de los dos.


De ahí, pasó a hacer los créditos y el cartel de La cuadrilla de los once, de Lewis Milestone. Atractivo a más no poder.


Éste es el cartel original que diseñó para Espartaco, de Stanley Kubrick. Luego se hicieron muchos otros diseñados por gente ajena, pero el auténtico de Saul Bass es éste. Hizo, quizá, los mejores títulos de crédito de su carrera. Y se encargó especialmente de diseñar la escuela de gladiadores, propiedad de Léntulo Batiato, encarnado por Peter Ustinov.

Volvió con Preminger para hacer cartel y créditos de Éxodo.

¿Quién no recuerda ese maravilloso cartel que hizo para la película de Robert Wise y Jerome Robbins West Side Story? Ahí también incluyó ese perfil de Nueva York cambiando de color según el ritmo de la música de Leonard Bernstein y esos títulos de crédito finales a base de pintadas, marcas de tiza y señales de tráfico rayadas. Una auténtica maravilla.


Ésta fue su visión de la política norteamericana de principios de los sesenta en la estupenda Tempestad sobre Washington, de Otto Preminger.

Hizo otra auténtica película de dibujos animados en los créditos de El mundo está loco, loco, loco, de Stanley Kramer. Estos eran los créditos de los que él se sentía más orgulloso.


De esta época también data la maravillosa presentación y cartel que hizo para La gata negra, de Edward Dmytrik. Los créditos consistían en el paseo que una gata negra se da por un callejón en cámara super-lenta, potenciando su andar sinuoso y avizor. Una auténtica gozada. Muchos dicen que los créditos son mejores que la película. 


Trató de reflejar las alturas y bajezas de la Iglesia Católica en los créditos de El cardenal, de Otto Preminger.


Colaboró decisivamente a crear esa atmósfera de la inutilidad de las guerras en Primera victoria, de Otto Preminger. Sus títulos de crédito finales consistían en filmar una tormenta en el mar, con enormes ojos de ola y lluvia cayendo sobre el agua. Una maravilla.


Elevó la sencillez a maestría con los títulos de crédito de El rapto de Bunny Lake, también de Preminger, donde se limitó a hacer recortes en un papel negro, detrás de los cuales aparecían los nombres del equipo. Otra maravilla.


Enorme su cartel para Plan diabólico, de John Frankenheimer, una oscura pesadilla que convence sobre aquello de que las segundas oportunidades no existen.


Vuelve a colaborar con Frankenheimer para realizar los créditos y el cartel de Grand Prix, a pesar de los años transcurridos que evidencian que la Fórmula 1 ha cambiado muchísimo, no deja de ser una estupenda película, quizá la mejor que se ha hecho sobre ese mundo.


Su única incursión detrás de las cámaras dirigiendo una película fue en la fantasía de ciencia-ficción y terror Sucesos en la cuarta fase, que sacó adelante con muchísimas dificultades. No deja de ser una serie B que plantea una interesante rebelión hormiguera, pero mantiene muy bien una atmósfera enrarecida y tiene muchas virtudes.


Su última colaboración con Preminger fue en El factor humano. No es, ni mucho menos, la mejor película de Preminger.


Sus últimos trabajos fueron tres colaboraciones seguidas con Martin Scorsese. La primera de ellas fue El cabo del miedo, con unas impresionantes imágenes de un ave temible sobrevolando las aguas de un lago.


La segunda fue en los fantásticos títulos de crédito de La edad de la inocencia, un capullo de rosa abriéndose lentamente, acompañado por una música excepcional de Elmer Bernstein.


La tercera y última de su carrera fue en Casino, al son de La pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach. Saul Bass falleció antes de completarlos y terminó el trabajo su hija, Elaine Bass. El cartel, muy poco conocido, que diseñó para la película fue éste.


Saul Bass consiguió dos Oscars de la Academia. Uno fue especial por su contribución al arte y al desarrollo de los títulos de crédito. El segundo fue en 1970 cuando realizó el cortometraje animado Why man creates? Consistía en una enorme torre que se iba dibujando piso a piso en el cual el hombre iba depositando todos los descubrimientos y logros en su paso por el mundo. Diez minutos para contar todo lo que nos había pasado hasta entonces.
Os dejo, en homenaje suyo, con la secuencia de los títulos de crédito de El mundo está loco, loco, loco. Según él, su mejor trabajo.


Y abusando de vuestra paciencia, os dejo definitivamente, con la secuencia de los títulos de crédito de Espartaco. Fijaos cómo, en la parte de los actores, va presentando a cada uno de los personajes que interpretan. El puño para Douglas, el águila para Olivier, la mano y la serpiente para Ustinov, la elocuencia de las manos del político para Laughton, el ánfora delicadísima para Simmons, las manos del poeta de Curtis…y después la imagen siempre tiene relación con el primero de los créditos que aparecen. Ahí tenéis la fotografía, el montaje, la fotografía adicional, el guión…todo con motivos romanos, para finalizar en cómo, literalmente, le parte la cara a Stanley Kubrick. Absolutamente geniales.



Y como mosaico, el genio en su estudio.


Comentarios

dexterzgz ha dicho que…
Me ha encantado el gus de hoy. Soy un gran apasionado tanto de la cartelería como sobre todo de los títulos de crédito. En la heroica e inmortal solo queda un cine de los de toda la vida -el Cervantes-, y en él se respeta más o menos la tradición del cartelón en la fachada. En los multicines y en las salas de los centros comerciales es prácticamente imposible. Os dejo con una imagen en peligro de extinción:

https://lh3.googleusercontent.com/p/AF1QipNW3OnM3PKpvPyaEBmx8i_pdlyAv2qm2X8rFRaE=w600-k

En cuanto a los títulos de crédito yo soy como Woody Allen que si llego cinco minutos tarde a una película mejor no entro. Me da mucha rabia perderme los títulos de crédito, incluso claro los de Woody con esas grafías blancas en Windsor sobre fondo negro y música de opera y jazz -lo de Barcelona nino nino nino nayno era p´haberle matao. Y por supuesto maravillosos todos los que has puesto y nos has hecho recordar. Desde luego Bass es la autoridad en este campo. Supongo que si no lo has nombrado aquí no serán de Bass, pero a mí me encantan los de "Matar a un ruiseñor" que también recuerdan ese estilo. Y por supuesto el maravilloso homenaje que le brinda Spielberg al abrir "Atrápame si puedes".

Abrazos para empezar
Anónimo ha dicho que…
Pues nada, que seguimos aprendiendo y aprendiendo o más bien aprehendiendo tesoro tras tesoro para no soltarlos.

Es ver el cine con otra mirada, más detenida, gracias a los dos.

Me pasa lo que al maño y a Allen que si veo que una película ha comenzado desisto y la dejo para mejor ocasión porque como dice el neoyorquino hay que ver las peliculas "de letras a letras".

Magnifico gus.

Genial también la continuación del repaso cinematográfico semanal, he de realizar una confesión inconfesable y es que no he visto nunca "de letras a letras" Blade Runner, es de las pelis que se te atraviesen y siempre ha empezado así que la dejo para una ocasión que, de momento, no ha llegado. Su estética oscura, distópica y futuroide me echa un poco "pa'trás" además siento una inexplicable animadversión por Sean Young...total que, me vais a perdonar, pero la tengo pendiente.

Besos escritos

Albanta
Anónimo ha dicho que…
Me encantan los carteles de cine desde siempre. Ya he comentado alguna vez que en casa tengo dos tesoros enmarcados, El secreto de sus ojos y Sonrisas y Lágrimas. Y aún me gustan más los carteles de cine clásico, los de antes. Algunos son obras de arte. Los títulos de crédito empecé a admirarlos relativamente tarde. De los que has nombrado siento especial cariño por los de Espartaco y los de West Side Story. Estos últimos siempre consiguen emocionarme, y mira que la he visto veces...

Me ha encantado tu gus y el merecidísimo homenaje a un grande del cine.

Besos

low
CARPET_WALLY ha dicho que…
Grande, grandisimo, Saul Bass y enorme, enormísimo tu gus recordatorio.

Me encanta cuando alguien te explica con tanto gusto, detalle y pasión cosas que puedes desconocer y detalles en los que puedes no haber caído. Esa forma de explicar los títulos de crédito de cada película es impagable.

Sobre otros títulos de crédito míticos, aparte de los del gran Saul, creo que merece recordarse y reconocerse los de "Seven", por supuesto los de las películas de James Bond, tan imprescindibles y memorables como las canciones o las chicas de la saga. También me resultan geniales los que utiliza Guy Ritchie en "Sherlock Holmes" y el de "Misión imposible, Protocolo fantasma" siguiendo una mecha encendida por todos y cada uno de los escenarios de la película hasta llegar al estallido final.

Yo he de reconocer que si soy de títulos de crédito iniciales pero bastante menos de los finales, normalmente mortalmente largos y monótonos (no me leo ni la mitad). A veces si tengo interés en algún miembro del reparto o en alguna canción, me aguanto, pero muchas veces es más fácil buscarlo directamente después en Internet. Me gustaba que para amenizar esos créditos finales incluyeran algo que realmente fuera interesante o divertido y no una sucesión de nombres, tomas falsas de alguna comedia, una historieta post-historia (especialidad de Pixar), créditos cpon chiste como los que incluyeron Monty Phyton en "Los caballeros de la mesa cuadrada" (le sonó la nariz al ciervo...era uno de los que aparecía entre todos los nombres técnicos) . Y me da mucha rabia lo de la tradición Marvel de la escena post -créditos que ya es casi imprescindible porque enlaza con algún otro film de la franquicia, pero que a menudo me parece casi un timo, de hecho en "Infinity War" me ahorré los 15 minutos de letras que tras las dos horas y cuarenta minutos me pareció que ya tenía bastante.

En cualquier caso, una gozada de gus.

Abrazos de apertura
INDI ha dicho que…
fantástico gus. Quizás de los mejores que nunha hayamos publicado.

También a mí me encantan los carteles de las películas. Recuerdo en nuestra juventud cómo todos los jueves al salir del colegio íbamos disparados en bici hasta el cine a ver el cartel de la película que pondrían ésa semana en el cine del pueblo, y además del cartel también colocaban varios fotogramas de las película.

Imaginaos, nosotros llegábamos al exterior del cine y nos encontrábamos con el cartel de King Kong, por ejemplo. Qué momento. O con Bruce Lee, nuestro ídolo de entonces. O con John Wayne.

Abrazos con la boca abierta

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