Gus mornins, 14/05/18


“Lo mejor del Alzheimer es que cada vez que ves Cantando bajo la lluvia es siempre la primera vez” (Antonio Santos Mercero al recoger en 2010 el Goya de Honor que la Academia del Cine entregó ese año a su padre).

Guuud mornins, cinéfilos.

Aprovechando que estamos en pleno puente sanisisdril y que nos toca a los chicos de provincias levantar estos dos días el pabellón del gus, dejaré para mañana el habitual capítulo de “El cine en cien películas” para rendir hoy un rendido y necesario homenaje a Antonio Mercero. Como ya sabéis el querido director guipzcoano nos dejó el pasado sábado a los 82 años tras casi una década luchando contra el Alzheimer. Su última película ¿Y tú quién eres? versaba sobre el tema y fue rodada en 2006, justo el año en el que le fue diagnosticada la enfermedad y cuatro años después recibía el Goya de Honor en su propia casa de manos de sus dos hijos. La Academia en aquella ocasión destacó su trayectoria le definió como” un autor de un cine con un sello personal, cómico y a la vez tierno, con una obra que se ha convertido en el patrimonio sentimental de muchos españoles". Alguien que terminó por olvidarnos a todos, pero que el resto no podremos olvidar mientras podamos.
Había nacido en Lasarte en 1936. Comenzó haciendo cortometrajes, el primero de ellos llevaba por título La oveja negra, y el segundo, Lección de arte fue premiado en el Festival de San Sebastián. Debuta en el largo en 1963 con Se necesita chico, y a partir de ahí cerca de un docena de película entre las que podemos destacar La guerra de papá (1977), La próxima estación (1982), Espérame en el cielo (1988) o La hora de los valientes (1998).

Claro que en donde verdaderamente Mercero ha dejado huella es en el mundo de la televisión, medio en el que el director fue un auténtico mago – sólo ha sobrevivido una semana a otro auténtico mago de las 625 líneas, José María Íñigo. Crónicas de un pueblo fue la primera gran serie de nuestra televisión, 18 episodios que pudieron verse a lo largo de tres temporadas, de 1971 a 1974, y que marcaron toda una época. Ahí estaba Mercero codirigiendo junto a Julio Coll y a Antonio Giménez Rico, y colaborando en los guiones. Si Crónicas de un pueblo marcó época, qué no decir de La cabina, un mediometraje que se exhibió en la pequeña pantalla y que llevó a la hoy marchita RTVE a su cota más alta. La producción conquistó el Emy del año al mejor programa de ficción y supuso un gran impacto. Con guión del propio Mercero y de José Luis Garci, se trataba de una metáfora magistral sobre la dictadura, aunque los censores no detectaron la terrible crítica al sistema que se encerraba, nunca mejor dicho, en ella. José Luis López Vázquez, que ya había trabajado a las órdenes del director en Ese señor de negro, encarnaba de manera soberbia a ese pobre hombre que se quedaba aislado en una cabina telefónica sin poder salir durante horas de angustia y desesperación.

En los ochenta llegó Verano azul, la serie que marco la infancia de muchos, de hecho la sigue marcando porque no hay verano que no sea repuesta por alguna cadena.  Sin duda, Chanquete, todo un mito, es el personaje que más veces ha muerto en la historia de la ficción universal. El punto de partida de la serie era también sencillo; varias familias se trasladan a Nerja, en el litoral malagueño a pasar unos días de verano, y los hijos de las mismas traban amistad. Ahí estaban Javi, Bea, Desi, Quique, y por supuesto Tito y el Piraña. Allí conocen a Pancho, un chaval del pueblo de su edad, y también a Julia, otra veraneante algo más mayor que necesita la inspiración de la luz mediterránea para sus cuadros, y a Chanquete, un singular pescador que vive en un barco varado en la playa, que se convertirán en una especie de tutores. Todos ellos comparten aventuras, emociones y descubrimientos a lo largo de unas semanas inolvidables. Fueron 19 episodios escritos en moldes de oro en la historia de la televisión, pero sobre todo en nuestra historia y en nuestra vida. Mercero se aproximaba con mucha ternura a temas delicados como la adolescencia, el camino a la madurez, los conflictos entre padres e hijos. Y hasta había un hueco como se recordará para la especulación inmobiliaria, cuando todavía ni se sabía que era eso (“Del barco de Chanquete, no nos moverá”). De los jóvenes intérpretes que aparecían en la serie sólo Juanjo Artero ha seguido en el oficio; por cierto que el elenco de actores adultos era también espectacular, desde Manolo Tejada a Helga Liné pasando por María Garralón o Carlos Larrañaga y Concha Cuetos que volverían a formar pareja en el siguiente gran éxito televisivo de Mercero. Antes Mercero dirigió durante dos temporadas Turno de oficio, la serie en la que se dio a conocer Juan Echanove.

Sin embargo, en los noventa llegó Farmacia de guardia, quizá (con permiso de Médico de familia o Aida) la “sitcom” más exitosa de nuestra televisión. Era relativamente fácil conquistar una audiencia millonaria con series como Curro Jiménez o las propias Crónicas de un pueblo o Verano Azul, cuando sólo existían las dos cadenas generalistas. Con la llegada de las privadas y las autonómicas, la cosa se complicó más. No obstante, la serie logró reunir a once millones y medio de espectadores que se sentaron delante del televisor la noche en la que se emitió su último capítulo. Mercero actualizó el género del sainete costumbrista utilizando como único escenario una vieja botica en la cual se sucedían las aventuras de los personajes. El eje eran las relaciones entre Lourdes, la farmacéutica, y su ex, un maduro Don Juan al que, sin embargo, le seguía uniendo una amistad. La serie se emitió en Antena 3 y se mantuvo, valga la redundancia, en antena cinco años (1991-1996) con un total de 169 episodios. A lo largo de ellos, hubo hueco para abordar también todo tipo de cuestiones sociales. En la serie aparecían actores que se hicieron muy entrañables para el público, como los citados Garralón, Garrañaga o Cuetos, o Cesáero Estévanez, interpretando al simpar Romerales. Y también cameos muy especiales, como el de una niña portadora del virus del SIDA que apareció en un capítulo para visibilizar su situación.

Y yo me pregunto, cómo es posible olvidar a alguien tan inolvidable. 




EL MOSAICO DE HOY


Comentarios

César Bardés ha dicho que…
Antonio Mercero es parte de nuestra memoria sentimental. Con eso, creo, ya está dicho todo. Él hizo que los veranos fueran más entrañables, que la noche de los miércoles fuera todo un ungüento para los avatares de la rutina, que de pequeño, la vi en su estreno, lo recuerdo, con siete añitos, tuviera pesadillas con "La cabina", una historia que no entendía muy bien pero que me aterrorizó tanto que no pude ir a la cama. (Aquella noche mis padres salieron para ir al cine y nos dejaron a mi hermano y a mí al cuidado de uno de mis primos en casa). Luego ya crecí, la reví en un reestreno televisivo en el que se repusieron algunas de las cosas que Mercero había hecho para televisión, como aquella también que se llamó "La Gioconda está triste" o "Los pájaros", con un inolvidable Narciso Ibáñez Menta hablando a los alados y terminando trágicamente. El caso es que reví "La cabina" y aún hoy sigue con el honor de ser la única producción televisiva española que ha ganado un Emmy. Ahí es nada.
En cualquier caso, ya llevábamos algunos años echándole de menos y ahora, posiblemente, ya lo habrá recordado todo.
Nombras a Cesáreo Estebánez y poca gente sabe que es tartamudo. Lo curioso es que, cuando rueda, no lo es. Cuando acercas y le preguntas cómo es posible, él te contesta:
- N...n...nos ha jjodío...porque enn la...la...la vi..vida no sé qué es lo...lo...lo...que tengo que...que...dededecir.
Seguro que Mercero hubiera incluido este chiste en alguna de sus genialidades.
Abrazos nostálgicos.
INDI ha dicho que…
uno de los grandes se nos ha ído. Es curioso lo de Verano Azul, nos enganchó a todos y os puedo asegurar que a los chavales de hoy también les encanta. Mis hijos la están viendo a 1 capítulo cada semana y van por el quinto. Les encanta, aunque también es verdad que se echan unas buenas risas con los trajes de baño de la época o con frases que ya han quedado un poco antiguas. Pero disfrutan de la serie.

Grande Mercero, me lo imagino disfrutando con Chanquete en el barco, allá donde estén
Anónimo ha dicho que…
He leído tu gus con un nudo en la garganta y una emoción muy especial. Se ha ido un grande del cine y la tv. Un hombre con una sensibilidad muy especial y, en boca de los que le conocieron, un buen hombre. Yo siento un cariño muy especial por La guerra de papá, me parece una gran peli. Por supuesto sus series para tv quedarán para siempre en nuestra memoria ocupando, al menos en mi caso, un rinconcito lleno de ternura. Me alegra que hayas nombrado también a Iñigo, otro grande de la tv que nos ha acompañado en nuestras vidas.

Un beso para los dos allá dónde estén.

low
CARPET_WALLY ha dicho que…
Pues como estoy leyendo los guses en orden inverso a como se han publicado, debo decir que podría haber algo de Ray en Mercero. Porque el gran Antonio retrataba a la gente normal a la que le pasaban cosas normales (en las circunstancias de cada uno) y que en ese reflejo de la normalidad es donde veíamos con perspectiva un mundo amplio, la vida en sentido estricto.

Así se apreciaba en "Crónicas de un pueblo" la serie de mi infancia, yo disfrutaba con Braulio el cartero (como mi padre), con el alcalde, el maestro, el farmaceútico y sus cuitas normales de un pueblo de la época (algo bondadoso en la visión) pero eran las fuerzas vivas las que nos relataban lo cotidiano.
Lo mismo ocurre con "Verano azul", las vacaciones de unos niños, algunos ya adolescentes, y sus aventuras, sus torpes enamoramientos, sus gracietas infantiles, sus conflictos,...Lo normal y de nuevo, la vida...hasta las últimas consecuencias, hasta la muerte de alguien querido.
Y ¿Que era "La cabina"? El tipo normal que no puede salir de un entorno cerrado, todo lo que pasaba era normal, era posible (y terrible) menos ese angustioso final. Aun recuerdo con terror cuando la grúa que transporta su cabina se cruza con otra grúa en cuya cabina está Agustín González, ambos se miran se preguntan por señas, no entienden nada, pero ya se dan cuenta de que aquello va a acabar mal, como lo intuyen, ya si, los propios espectadores que hasta entonces tomaban casi toda la trama como un bromazo algo pesado y reían las angustias del gran Jose Luis.

También podrían parecer normales las andanzas de aquellos chavales ingresados en la "Planta 4ª", chicos normales con sentimientos normales, pura vida...aunque fuera anormal.

Un grande, muy grande Mercero y el gus

Abrazos directísimos, pro homenajear también a Iñigo.

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