EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (XII)
Informe final de
la nave comercial Nostromo. Habla la tercera oficial. El resto de la
tripulación, Kane, Lambert, Parker, Brett, Ash y el capitán Dallas han muerto.
Carga y nave destruidas. Alcanzaré la frontera dentro de unas seis semanas. Con
un poco de suerte, la red me encontrará. Habla Ripley, última superviviente del
Nostromo. Corto y cierro.
ALIEN, EL OCTAVO PASAJERO (Alien) USA, 1979 Terror, Ciencia Ficción. Dir Ridley Scott, con Sigourney Weaver, John Hurt, Ian Holm. 116 min.
Pocos directores en el cine moderno pueden presumir de
contar en su historial con un debut tan espectacular y prometedor como el que
despachó en su día el británico Ridley Scott allá por finales de la década de
los setenta del siglo anterior. No una ni dos, sino tres obras maestras
consecutivas suponen su impresionante carta de presentación en el oficio. Nacido
en South Sields en 1935, Scott comienza a estudiar fotografía en la prestigiosa
Royal College Art, y nada más cumplir los 30 dirige su primer cortometraje, Boy and Bicycle que protagonizan su
padre y su hermano Tony, quien posteriormente también se dedicará a la
dirección cinematográfica. Junto a Tony funda en 1968 una productora de
televisión, y ya entonces ha empezado a trabajar en el mundo de la publicidad y
a colaborar con otros directores que también saltarán a la fama después como
Alan Parker o Hugh Hudson.
Es en 1977 cuando Ridley estrena en todo el mundo su primer
largometraje, Los duelistas, adaptación
de la obra de Joseph Conrad, que obtiene un gran reconocimiento entre los críticos
y se hace con el premio a la mejor opera prima en el Festival de Cannes. Se
trata un drama ambientado en el período de las Guerras Napoleónicas, un
episodio que ha sido en general bien tratado por el Séptimo Arte a través de
distintos géneros; la épica (Napoleón,
Abel Gance, 1927), el cine de aventuras (Master
and commander, Peter Weir, 2003), pero también el drama psicológico y
judicial (La fragata infernal, Peter
Ustinov, 1962) o incluso la comedia (La última
noche de Boris Grushenko, Woody Allen, 1975). Scott se inclina por un
tratamiento más complejo para seguir durante quince años las evoluciones de sus
dos personajes principales, un oficial del ejército de Napoleón condenado por
haber participado en un duelo, y el teniente encargado de su arresto. La
película resulta deslumbrante en cuanto a su ambientación histórica, y está
maravillosamente interpretada por Keith Carradine, miembro de uno de los clanes
más reconocidos de Hollywood, y por Harvey Keitel que ya entonces se había
destapado como el grandísimo actor que es gracias a los primeros trabajos de
Martin Scorsese.
Tras este primer éxito, Ridley Scott cambia de género y se
pasa a la ciencia ficción para entregarnos en los años siguientes dos nuevas
obras maestras, Alien, el octavo
pasajero y Blade Runner (vaaaaale, os acepto pulpo como animal de
compañía). De todos es ya conocida mi relación de amor-odio con esta última
película, considerada como una obra de culto entre buena parte de la comunidad
cinéfila. Si en Alien, Scott
combinaba la ciencia ficción con el
terror para dar origen a un clásico del género, en Blade Runner la fusiona con el cine negro clásico, y el resultado
es una distopía futurista que protagoniza una especie de moderno Sam
Spade. Y nada desde luego tengo que
reprochar al acabado formal del film que desde luego ha creado escuela y es en
sí una obra maestra, desde los decorados a la excelente banda sonora de
Vangelis (a pesar de que es demasiado oscura y que la mayoría de los avances
técnicos que profetizaba no se habrán cumplido en el inminente 2019 en el que
se desarrolla la acción). Otra cosa es
que a mí la trama personalmente me resulta aburrida, y el contenido filosófico
me carga un poquito. En fin, cuestión de gustos. Harrison Ford, especialista en
dar vida a personajes icónicos en el cine moderno (Han Solo, Indiana y hasta
Jack Ryan) se hizo con el papel en dura pugna con estrellas de la época como Al
Pacino, Jack Nicholson o Dustin Hoffman.
Con tan sólo tres títulos pues vemos que Ridley Scott ha
conseguido hacerse un hueco en la historia del cine. A mediados de los ochenta,
el inglés se halla en la cresta de la ola, cuando, incomprensiblemente decide
rendirse al cine más comercial y nos entrega películas como Legend (1985), La sombra del testigo (1987) o Black
Rain (1989). Estas tres obras se caracterizan por presentar un esmerado
cuidado estético, una constante ya en toda la obra del realizador, pero no dan
ni mucho menos lo que se espera de su autor tras su fulgurante debut. En
consecuencia, el prestigio de Scott comienza a resentirse. Parece que el
británico vuelve a ser quien fue cuando en 1991 estrena Thelma y Louise, que le supone un gran éxito de crítica y público,
y cuya base está en un soberbio guión de Callie Khouri, recompensado con justicia
con el Oscar del año en la categoría, y unas estupendas interpretaciones de
Geena Davis y Susan Sarandon. A continuación, se viene a España para rodar 1492, la conquista del paraíso, una
superproducción subvencionada en parte con nuestros impuestos, y con la que nuestro
Estado pretende sumarse por todo lo alto a los fastos del quinto centenario del
descubrimiento de América. El resultado es un fracaso internacional de
taquilla, pese a que la película no se deja de ver del todo mal, y que cuenta
entre sus logros con una nueva y exquisita colaboración de Vangelis.
Dos películas completan la filmografía de Scott en la década
de los noventa; la discreta Tormenta
blanca (1996) y la impresentable La
teniente O´Neill un año más tarde, tal vez la peor película del realizador.
Sin embargo llegan los dosmiles y con ellos Gladiator, sin duda su mayor éxito a nivel popular, vistosa y algo
sobrevalorada revitalización del viejo péplum que consigue cinco premios de la
Academia de Hollywood. Entre ellos, no se encuentra el Oscar a mejor director
que va a parar ese año a Steven Soderbergh por Traffic. La protagonizaba
Russell Crowe, actor australiano al que habíamos podido ver unos años antes en
la magistral L.A Confindential
(Curtis Hansom, 1997) y que se hizo contra todo pronóstico con el Oscar al
Mejor Actor por su composición del hispano Máximo. Como se puede ver en un
video de Youtube ni él mismo se lo cree cuando pronuncian su nombre como
ganador, y no en vano es que entre sus rivales de la noche están Tom Hanks por Naúfrago o Javier Bardém por Antes de que anochezca.
Basdado en hechos reales, Black Hawk derribado (2001) cuenta una accidentada operación de
rescate del ejército norteamericano durante su campaña en Somalia. La película
resulta impecable desde el punto de vista técnico – recibe dos Oscars al
montaje y al sonido que admiten pocos reproches- pero plantea alguna duda en lo
que respecta a su propuesta argumental, demasiado agresiva y sesgada. Ese mismo
año, Scott nos presenta en Hannibal la
continuación de las andanzas del sanguinario Dr. Lecter, protagonista de la
mítica El silencio de los corderos
(Johnatan Demme, 1991). La película no llega evidentemente a la altura de su
predecesora, pero se deja ver bastante bien, y propone una vuelta de tuerca muy
curiosa al personaje que encarna Anthony Hopkins. Su siguiente film es Los impostores, una comedia negra
protagonizada por Nicolas Cage y por Sam Rockwell que tiene su mejor arma en su
falta de pretensiones, y que a mí, sinceramente, me parece lo mejor que ha
hecho el bueno de Ridley en los últimos tiempos.
La carrera del director continúa en esta primera década del
siglo con la irregularidad por bandera y con Russell Crowe como actor fetiche
en títulos como Un buen año (2006), American Gangster (2007), Red de mentiras (2008) y Robin Hood (2010). España vuelve a ser
el escenario de dos de sus últimas superproducciones, El reino de los cielos (2005) y Exodus, dioses y monstruos (2014). Tras el fiasco de El consejero (2013), Ridley decide
centrarse en los últimos años en la ciencia ficción donde da una de cal y otra
de arena; la de cal con Marte
(2015), apreciable adaptación del best seller de Andy Weir que le vale una
nominación al Oscar, la de arena con Prometheus (2012) y Alien Covenant (2017), en las que intenta, sin ningún tipo de
fortuna, retomar el mito de Alien. La
última película dirigida hasta la fecha por Scott es Todo el dinero del mundo que se estrenó este mismo año envuelta en
la polémica tras el estallido del caso de Kevin Spacey, acusado de un presunto
escándalo sexual que parece haber acabado con su carrera. La productora impuso
al director sustituir a Spacey por otro actor, y volver a rodar de nuevo todas
las escenas en las que aparecía su personaje. El elegido fue Christopher
Plummer que además, quién sabe si con premeditación y alevosía, fue candidato
al Oscar como secundario del año.
Pero volvamos a los comienzos de la carrera de Ridley Scott
y a su Alien. En los setenta, la ciencia ficción es un género claramente en
alza. 2001. Odisea del espacio ha
sentado las bases a finales de la década anterior de lo que serían a partir de
entonces esté tipo de películas, no tanto en cuanto a contenido como a recursos
estéticos, técnicos y de la puesta en escena. En esos años, proliferan títulos
que hoy en día son considerados casi de culto como La fuga de Logan (1976) del recientemente fallecido Michael
Anderson o como la estupenda Naves
misteriosas (Douglas Trumbull, 1972). En la tele se ven series como Espacio 1999 con Martin Landau que
viene a recoger el testigo de la mítica Star
Trek, precursora de la célebre franquicia cinematográfica que iniciará en
1979 Robert Wise. Y mientras en la URSS, Andrei Tarkovski le da
a la sci-fi su propio toque autoral en films como Solaris (1972) o Stalker
(1979). No obstante, los hitos que más
contribuyen a que el género alcance la mayoría de edad en esta época son el
estreno de Encuentros en la tercera fase
(Steven Spielberg, 1977), y sobre todo el tremendo impacto mediático que causa
George Lucas al dar comienzo a la saga Star
Wars con el legendario Episodio IV:
Una nueva esperanza.
Sólo tras el éxito de esta última película, la Fox se decide
a poner en marcha el proyecto que los
guionistas Dan O´Bannon y Ronald Shusett le habían puesto encima de la mesa, y
que en principio iba a ser el origen de una película de bajo presupuesto. La
peli iba a llamarse en origen Star beast,
pero a los productores aquello les debía sonar demasiado a título de serie Z e
impusieron cambiarlo. O´Bannon y Shusett escribieron el guión tomando como base
una película que el primero había realizado en 1974 con el título de Dark Star y que protagonizaba un
extraterrestre que se colaba en una nave espacial y se zampaba uno a uno a
todos los miembros de su tripulación. Entre
los nombres que la Fox barajó para que se hiciesen cargo de la dirección de la
película se encontraban veteranos como Robert Aldrich o Jack Clayton, pero al
final se decantaron por el seminovato Scott que acababa de asombrar al mundo
entero con su opera prima Los duelistas.
Tras un rodaje que se extendió durante 14 semanas en los
estudios Shepperton de Londres y varios pases privados, la cinta se estrenó en
Estados Unidos el 25 de mayo de 1979, convirtiéndose en la sexta película más
taquillera del año. La crítica se dividió entre quienes la recibieron con
entusiasmo y quienes la consideraron una gran decepción. Entre estos últimos
estaba el prestigioso Roger Ebert, que con el tiempo cambiaría de opinión.
En el fondo, el argumento de la película es muy simple.
Durante su viaje de vuelta a la Tierra después de haber completado una misión
espacial, el cargador Nostromo es desviado de su ruta al detectar su ordenador
central unas misteriosas señales. Los miembros de la tripulación son
despertados de su sueño criogenizado por la máquina, llamada Madre, y comienzan
a investigar la procedencia de la llamada que finalmente resulta ser de
advertencia y no de socorro. Nostromo aterriza en un planeta desconocido y
fuera del sistema solar; allí descubren los restos fosilizados de lo que parece
ser una nave alienígena abandonada. Dentro encuentran una serie de pequeños
huevos, y de uno de ellos sale una extraña criatura que ataca a Kale, uno de
los tripulantes adhiriéndose a su caso. Poco después, ya en su nave, Kale
comienza a sentir convulsiones hasta que una larva emerge de su pecho de forma
violenta para matarlo en el acto. El bicho huye y se esconde en el interior de
la nave. Y empieza la pesadilla.
Argumento simple y tópico donde los haya, O ´Bannon y
Shusett recibieron con deportividad las numerosas demandas por plagio que
recibieron por su historia. “No hemos copiado a nadie y hemos copiado a todos”
se limitaban a decir. Y era verdad. No hay duda de que en el film hay huella de
clásicos del género de los años cincuenta, películas como El enigma de otro mundo (Christian Nyby, Howard Hawks, 1951) o Planeta prohibido (Fred M Wilson, 1956)
pero también de maestros de la literatura gótica como Lovecarft. El principal
mérito que tiene una película como esta es que al espectador no se le permite
ver al monstruo en su totalidad durante buena parte del metraje, por lo que la
sensación de terror se acentúa, un recurso que, por ejemplo, le había
funcionado también muy bien solo unos años antes a Steven Spielberg en Tiburón (1975). A esa sensación de
terror contribuye también la perfecta utilización de espacios, esos pasillos de
la Nostromo donde en cualquier esquina te puedes encontrar una sorpresa.
H. R. Giger, Ron Cobb y Chris Foss fueron los encargados de
crear al monstruo en sus diferentes fases, y Bolaji Badejo, un estudiante
nigeriano residente en EEUU que medía más de dos metros, era quien se metía en
la piel del bicho durante su edad “adulta”. Por cierto, por orden del propio
Scott, ningún miembro del equipo técnico mostró al bicho a los actores antes de
la filmación para que así su reacción al verle por primera vez fuese más
espontánea y natural. Ni siquiera se les
advirtió que alguno de ellos podría acabar perdido de sangre como así ocrruó.
H.R. Giger, Carlo Rambaldi, Brian Johnson, Nick Allder y
Denys Ayling se alzaron con el Oscar en la edición de aquel año por diseñar los
efectos visuales de la película cuya dirección artística también recibió una
nominación a la estatuilla. Entre los intérpretes que ya eran conocidos por el
público, Scott contó con los británicos Ian Holm, John Hurt y Veronica
Cartwright. Para dar vida a la suboficial Ripley, la protagonista del film se
pensó en Meryl Streep que rechazó el papel. La oportunidad la aprovechó una
entonces desconocida Sigourney Weaver que prácticamente debutaba en la gran
pantalla tras haber participado en diversas series televisivas (aunque aparecía
de manera fugaz en Annie Hall en una
escena junto a Woody Allen). Lo suyo fue llegar y besar el santo, pero no fue
en absoluto flor de un día. En la actualidad, a sus 68 años, Sigourney es una
de las actrices más respetadas de Hollywood, su físico le ha dado la
oportunidad de dar vida en la pantalla a mujeres de carácter fuerte, tanto en
comedia (no olvidemos su personaje en otra legendaria saga, la de Los cazafantasmas) como en drama. Ha
sido tres veces nominada al Oscar, pero de momento el premio se le resiste. La
primera candidatura la obtuvo repitiendo el personaje de Ripley en la secuela Aliens, el regreso (James Cameron,
1987); las otras dos tuvieron lugar en la misma edición. Weaver optó al Oscar a
Mejor Actriz Principal por su trabajo en Gorilas
en la niebla de Michael Apted, y al de Mejor Secundaria por su presencia en
Armas de mujer de Mike Nichols,
ambos films de 1988.. La actriz volvería a trabajar a las órdenes de Ridley
Scott en 1492, la conquista del paraíso
encarnado a la reina Isabel la Católica. Ah, y también recibió hace un par de
años el Premio Donostia, que si no lo digo se me enfadan por ahí
Alien no sólo
supuso el comienzo de la carrera en el cine de su protagonista, sino que, como
acabamos de ver, también fue el inicio de una saga que continuaría en la década
de los ochenta con Aliens, el regreso,
dirigida por el futuro responsable de Titanic
(1997) o Avatar (2009),. Con algo
menos de fortuna, David Fincher en 1992 y el francés Jean Pierre Jeunet en 1997
dirigieron la tercera y cuarta entrega de la serie respectivamente. La cinta
también ha dado origen a dos precuelas que ha dirigido el propio Scott
recientemente (Prometheus y Alien Covenant), así como a otros dos
“crossovers” (Aliens vs Predator y Aliens vs Predator. Requiem), sobre los
que conviene extender un tupido velo. Fuera de la franquicia, el influjo del
film se percibe en títulos como Sunshine
(Danny Boyle, 2007) o Life (Daniel
Espinosa, 2017) que prácticamente reproducen el mismo esquema argumental del
film de Scott.
Por cierto, el subtítulo añadido para la versión castellana
del film contiene una incorreción. En propiedad, el bicho no es el “octavo
pasajero” que viaja a bordo de la Nostromo, y sus supervivientes son dos y no
uno. Ripley acaricia el lomo de su gatito (Jonesy era ¿no?) mientras envía su
último mensaje a la Tierra. Ya se
especula con una quinta parte con ella a los mandos de la Nostromo. Y es que,
por más que en el espacio nadie pueda oír sus gritos, esta chica no
escarmienta. Seguiremos informando. Corto y cierro.
Comentarios
A lo que vamos, la peli de hoy. he de reconocer que yo estoy muy enfadado con Scott, lo estuve durante mucho tiempo porque tras sus tres obras iniciales de un nivel altísimo (ya sabéis que a mi "Blade Runner" me chifla) no dio pie con bola en las siguientes, aunque a mi "Legend" no me pareció tan mala, y sólo "Thelma y Louise" me parece de un nivel aceptable comparado son su obra inicial. Efectivamente hay alguna película que en otro director podría considerarse como notable: ""Hannibal", "Marte", "Black hawk derribado"...pero ante la comparación algunas me parecen inaceptables y "Gladiator, se ponga todo el mundo como se ponga, no es que no me guste, es que me parece una mala película que engaña con su envoltorio a quien se deja engañar.
Y "Alien", cierto es que aprovecha (o surge) del subidón que Star Wars le dio al género de ciencia-ficción, pero abre un nuevo campo, aprovecha las naves y el espacio para plantear una película de terror puro. El monstruo no deja de ser un slasher tipo Jason el de "Viernes 13" o Michael Myers el de "Halloween", algo que va matando uno a uno, a todos los reunidos en un sitio del que no pueden escapar. Lo que hace esta película diferente es precisamente su claustrofóbico clima, la criatura que no vemos, un escenario donde el mal puede ocultarse en cualquier recoveco y un ritmo de tensión creciente (empieza, muy muy despacito y acaba que tienes la lengua fuera).
Lo de las continuaciones...me gusta mucho la de Cameron, que deja de lado el terror para meternos un film de acción pura, una película bélica, con un ritmo frenético pero con algunos hallazgos muy buenos, por ejemplo ese comando espacial de élite que luego hemos visto en mil y una película más, empezando por "Depredador". La de Fincher parecía muy mala, pero tanto Jeunet como el propio Scott se han empeñado en que resulte, al menos, aceptable.
En cualquier caso es muy de agradecer que la hayas incluido en esta lista de imprescindibles, es una de las películas de mi vida y aun vista más de 10 veces no deja de sobrecogerme y parecerme genial.
Abrazos maullando
Después de la tocada de cataplines, pasamos a Ridley y a Alien. Bueno, es cierto, Ridley es una decepción después de sus tres primeras películas...pero es que yo diría de sus cuatro primeras películas porque "La sombra del testigo" me parece una película muy, muy apreciable, quizá un escalón por debajo de las demás pero muy por encima del resto de "thrillers" de la época y, por supuesto, muy por encima de "Black Rain".
El resto de la filmografía de Ridley se mueve en una prolífica carrera que va desde el bodrio más absoluto: "Robin Hood", por ejemplo, hasta películas que hacen recordar al director que llegó a apuntar. Ahí están, como bien habéis dicho, "Thelma y Louise", pero también yo incluiría ahí "Legend" (que me parece, dentro de lo que es, una buena película), "Los impostores" (su mejor película dentro de los últimos tiempos), "Marte" (quizá algo improbable en algunos pasajes pero, hay que reconocerlo, entretenida) y "Red de mentiras" (me pareció una buena película y revisada un par de veces, me lo parece más). Estoy de acuerdo en que "Gladiator", ni mucho menos, es tan buena como parece que quieren hacernos ver algunos, que "Hannibal" está bastante bien para lo que se esperaba (y si habéis leído la novela se puede comprobar que el trabajo de guión es espléndido porque la novela es sencillamente inadaptable, no por densidad, sino por en lo que desemboca), que "American Gangster" aunque algo tópica y típica, está bastante bien (en parte porque Denzel anda por ahí dando un par lección a Russ) y que "El reino de los cielos" y "Exodus" son sencillamente espantosas, al igual que lo son "Prometheus" y "Alien Covenant" (miedo me da la tercera parte). Y que, lo siento, "Black Hawk derribado" me da dolor de cabeza.
En cuanto a "Alien", es una película que yo pillé tarde (cuando se estrenó aún estaba aquella prohibición de mayores de 18 años y yo contaba con 13) y aproveché un reestreno en el desaparecido cine Valle-Inclán que estaba al lado de la Torre de Madrid para embarcar a unos cuantos amigos que tampoco la habían visto. Salimos todos acojonados, impresionados y agobiados (aún recuerdo cómo llené mis pulmones al salir del cine en plena calle Princesa). La película me pareció excepcional, no solo porque, como bien decís, recogía el testigo de "Star wars" sino porque el manejo del suspense y de la tensión por parte de Ridley era magistral (por cierto, debía de ser el año 82, aproximadamente, tenía 17 años y me quedé muy enganchado con Sigourney, no sé por qué) y la reviso cada cierto tiempo porque sigo notando cómo crispo los dedos en el sofá (la tengo por casa). De las secuelas me quedo también con "Aliens" a pesar del cambio de género, me pareció que estaba bien, muy trepidante, muy bien llevada. La 3, lo siento, no me gustó, no me gusta y me temo que seguirá sin gustarme. Y la 4, sencillamente, me parece un error encomendársela a Jeunet, que la convierte casi en un cuento espacial con aires grotescos.
Buen gus, buen gus...A ver...¿quién baja a la galería 2 para ver si esa cosa anda por ahí?...
Abrazos con hambre (por cierto, os veo varias veces hablar del gato y de cómo se llama...lo mismo estoy equivocado, no soy experto en nombres de gatos...pero ¿no se escribe Joncey?)
Buen repaso, maño.
Besos mirando de reojo
low
Coincido en lo que Gladiator no vale la pena, pero es que a Russel Crowe lo siento pero no lo trago.
Abrazos apresurados