GUS MORNINS 10/4/18
“La
sabiduría pertenece a los viejos, pero el corazón de un niño es puro”
El guateque, de Blake Edwards
Hace poco hablábamos de
los cincuenta años de 2001: Una odisea en
el espacio pero es que también esta película cumple los cincuenta. ¿Quién
no la recuerda como una de las comedias más tronchantes de los años sesenta? Yo
la vi por primera vez, esta vez por recomendación de mi hermano, en aquel Sábado Cine que presentaba Manuel Martín
Ferrand. No sabía lo que me iba a encontrar. Aún hoy, después de verla un buen
puñado de veces me sigo riendo como un loco con la secuencia en la que Peter
Sellers no encuentra un sitio donde aliviar sus deseos urgentísimos de
miccionar. Es una de las películas favoritas de mi hijo (hace bien poco tuvo a
bien enseñársela a su propio primo que también se quedó encantado) y es una de
esas que deberíamos descubrir a las nuevas generaciones. Tal vez para
demostrarles que nosotros también sabíamos reír.
Planteada como un
homenaje de principio a fin al humor y a las formas de Jacques Tati, a quien
Peter Sellers adoraba profundamente (es fácil reconocer muchos puntos de
contacto entre el hindú Hrundi V. Bakshi y el francés Monsieur Hulot), es la
primera película que incorporó un sistema de video grabación a las cámaras
convencionales. Eso permitió que tanto el director como los actores pudieran
ver en el mismo momento cómo había quedado la secuencia que acababan de
realizar y no sólo eso, permitió que la película, en un raro caso de la
historia, se rodara secuencialmente, escena por escena.
El actor Steve Franken,
que interpretaba de forma memorable al camarero borracho, a punto estuvo de
morir asfixiado durante el rodaje de la famosa secuencia de la espuma
gigantesca. En realidad, fue un fallo de producción porque la espuma que se
utilizó fue la de que usaban los bomberos para apagar los fuegos y una de sus
características, evidentemente, es la de absorber el oxigeno alrededor de la
llama para impedir su propagación. La escena en cuestión es esa en la que el
camarero, ya absolutamente ebrio, está en un sillón de mimbre colgante con una
chica y se descuelga del techo y cae a la piscina. Si nos fijamos bien, podemos
ver a Franken saliendo muy apuradamente del agua e intentando alcanzar el
borde.
También resultó ser la
única película realizada en colaboración entre Blake Edwards y Peter Sellers
que no pertenecía a la serie de La
pantera rosa. Sin embargo, esto no significó nada. Se llevaron como el
perro y el gato y Blake Edwards se prometió no volver a trabajar con Sellers
durante unos cuantos años. Su siguiente colaboración ya fue El regreso de la pantera rosa, siete
años después.
En el momento de su
estreno no fue un gran éxito. No porque no llamara la atención, no porque fuera
una película mala. Sencillamente tuvo la mala suerte de estrenarse el mismo día
en que Martin Luther King fue asesinado. Su éxito en Europa arrastró después la
taquilla norteamericana. Costó alrededor de un millón y medio de dólares y consiguió
recaudar más de treinta millones en todo el mundo.
Peter Sellers siempre
dijo que Hrundi V. Bakshi, había sido su personaje favorito en el cine. Sólo se
podía comparar con el ladino Clare Quilty que había interpretado para Stanley
Kubrick en Lolita.
En aquella época, Peter
Sellers perseguía incansablemente a Sophia Loren de quien se había enamorado de
una forma un tanto infantil, recibiendo, a cambio, pertinaces calabazas.
Sellers siempre intentó triunfar con sus conquistas a través de su sentido del
humor, muy a menudo bastante infantil, por no decir, idiota.
Un caso muy particular
fue el de la francesa Claudine Longet, que aquí interpretó el principal papel
femenino e, incluso, cantó la maravillosa canción de Henry Mancini Nothing to loose. Se casó con Andy
Williams, famoso cantante, en un matrimonio que duró catorce años y en el que
tuvieron tres hijos. Una vez obtenido el divorcio, se emparejó con el campeón
olímpico de esquí Spider Sabich. En unas vacaciones en Aspen, ella le
descerrajó un tiro hiriéndole. Parece ser que el esquiador la estaba echando de
allí porque “ella y sus hijos estaban
volviendo del revés su vida”. Ella se escudó en que la pistola se disparó
por accidente cuando él intentaba enseñarle su funcionamiento. Las pruebas
dactilográficas demostraron que no fue así y ella fue condenada por negligencia
criminal, un delito menor. La pena fue de treinta días de cárcel y el pago de
un millón trescientos mil dólares a su víctima. Lo mejor de todo es que,
después de salir de la cárcel, se ligó a su abogado defensor y se fue con él de
vacaciones. Hoy en día, paradójicamente, vive en el mismo lugar en el que
disparó contra su novio esquiador: Aspen, en las montañas de Colorado.
Blake Edwards llegó a
declarar lo siguiente en contra de Peter Sellers: “Se convirtió en un monstruo. Se llegó a aburrir rodando y la
consecuencia es que se volvió insoportable, iracundo y muy poco profesional. No
le gustaba lo que hacía y comenzó a echar la culpa a todo el que le rodeaba sin
pararse a pensar que él mismo estaba cayendo en la mediocridad y en la locura”.
En contra de lo que la
gente piensa, el actor con el que hubiera trabajado en todas sus películas era
Jack Lemmon.
Fue el marido de Julie
Andrews. Y el romance nació de una forma muy curiosa. Le preguntaron a Blake
Edwards qué es lo que pensaba de ella. Edwards contestó: “Probablemente, sea la única mujer del mundo que debe de tener un ramo
de violetas entre sus piernas”. A Julie le encantó esa definición y le
envió a Blake Edwards…un ramo de violetas con una nota pidiéndole una cita.
El caso es que El guateque, además de ser una comedia
salvaje irremediablemente elegante y divertidísima, también fue una visión muy
lúcida sobre la gente del cine en Hollywood, aburrida, adinerada, ociosa e
inútil, que choca de frente con la visión del actor indio que interpreta de
forma magistral Peter Sellers, llena de sencillez, de humor y de pasión por la
vida. En el fondo, Blake Edwards, con su guión y su dirección, metía bien el
dedo en la llaga.
Como vídeo os dejo la
canción Nothing to loose, donde se
conjuga a la perfección la música de Henry Mancini, la angelical belleza
aparente de Claudine Longet y la maravillosa comicidad de Peter Sellers con
unos deseos inaguantables de aliviar sus necesidades imperiosas.
Y como mosaico, os dejo
las evoluciones danzarinas de los dos protagonistas. Quizá habría que echar
algo de pajarito ñum ñum a la jaula…
Comentarios
Yo también la he puesto a mis sobrinos que se parten de risa con el bueno de Bahksi. Hay gags antológicos y la verdad es que no puedes parar de reír porque es una situación tras otra desde la primera escena con el rodaje y el homenaje a ¿"Gunga Dhin"?. Peter Sellers debía ser un tipejo de aupa pero en esta película nos hizo ver que "la risa mueve al mundo". Y qué razón tenía. Maravilloso también el camarero borrachín al que homenajeó Raúl Arévalo en "La gran familia española" (creo que era lo mejor de la peli).
Por cierto que siempre que la vejiga aprieta y tengo la necesidad perentoria de buscar el excusado me acuerdo de esta película.
Namasté, Bardés. Gracias
Abrazos montado en elefante
Besos sonrientes
low
Luego la he visto muchas más veces y ya he entrado desde el principio con la risa asomando. Es que es muy, muy divertida y muy, muy graciosa, tan corta de palabras como llena de situaciones. Habláis de Tati como precursor y si me apuras yo diría que Mr. Bean es en parte sucesor.
Esto si que es cine, amigos.
Abrazos en el inodoro
Abrazos a carcajadas