EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (VIII)


¿No te sientes a veces cansada de lo que haces? Sabes que no es lo que quieres y no te apetece seguir haciendo algo que no te gusta. Necesito dejarme llevar por el viento y por las estrellas o por un viejo arco iris.


IMITACIÓN A LA VIDA (Imitation of life) USA, 1959. Drama. Dir Douglas Sirk, con Lana Turner, John Gavin, Juanita Moore, Susan Khoner, Sandra Dee (124 min).

Antes de regresar definitivamente a Europa para dedicarse al teatro y a la enseñanza, Douglas Sirk rueda en 1959 en Hollywood la que será la última de las películas de su filmografía. Se trata por supuesto de un melodrama, género en el que el director se ha destacado a lo largo del decenio anterior como una autoridad, o más bien como LA autoridad. Sirk fue uno de esos muchos cineastas centroeuropeos que emigró desde el Viejo Continente hasta Estados Unidos durante los años treinta huyendo de las fauces del nazismo y del peligro de la inminente guerra. Su verdadero nombre era Claus Detlef Sierk y aunque pasó buena parte de su infancia en la Dinamarca natal de su padre, refutado periodista, había nacido en Hamburgo en 1897 durante la época del Imperio Alemán. En ese país comenzará su carrera artística llegando a rodar hasta siete largometrajes y varios cortos, contribuyendo de manera notable al desarrollo del sonoro en el cine germano. Pero la llegada al poder de Hitler le obliga a escapar a Estados Unidos en 1937, no sin dificultades pues antes de llegar a ese país debió ocultarse previamente en Franciay Holanda donde siguió haciendo películas entre 1938 y 1939.

Firmando ya como Douglas Sirk, el realizador arranca en 1943 su etapa norteamericana rodando para la Metro Hitler ´s Madman, un drama que narra el asesinato de un comandante de las SS a manos de los habitantes de un pueblo checo invadido por los nazis. Su primer gran éxito llega cinco años más tarde con El asesino poeta y con un George Sanders espectacular dentro de un thriller inolvidable. Después, en 1948 vendrá Pacto tenebroso con Claudete Colbert con la que repetirá posteriormente en Tempestad en la cumbre (1951). Tras esta primera etapa en la que predominan los films de intriga y suspense, y en el que también hay hueco para la comedia, el western o incluso el cine bélico, Sirk se centra por completo en el melodrama, el género con el que más se le suele identificar. En tan sólo un lustro, entre los años 1954 y 1959, el director alemán despacha lo mejor de su repertorio, un buen puñado de obras maestras, dándose la circunstancia de que casi todas ellas son remakes de viejos clásicos del cine americano de los años treinta.  Son especialmente conocidas sus versiones de films de John M. Stahl, otro emigrante europeo, ruso en este caso, que contribuyó a hacer grande la leyenda del Hollywood dorado. La carrera de Stahl en Estados Unidos se desarrolló entre 1924 y 1949 y en ella, además de las películas adaptadas por Sirk, destacan cintas como Las llaves del reino (1944) que supuso el primer papel en el cine (nominación al Oscar incluida) de Gregory Peck en el papel de un misionero desplazado a China en las vísperas del estallido de la II Guerra Mundial.
Además de la película que comentamos hoy, Sirk adapta de Stahl las películas Huracán (cuyo remake se tituló en España Interludio de amor) y Sublime obsesión que habían interpretado en 1935 Irene Dunne y Robert Taylor. La versión de Sirk de este último film se llamaba igual pero en su traducción castellana se quedó simplemente en Obsesión, fue rodada en 1954 y protagonizada por Rock Hudson y Jane Wyman que volverían a trabajar a las órdenes del director en otros trabajos posteriores. La pareja repetiría en Sólo el cielo lo sabe (1955), y ya sin la compañía de la futura Angela Channing, Hudson intervendría en títulos como Escrito sobre el viento (1956) o Ángeles sin brillo al año siguiente. Previamente, Sirk había vuelto a reunir, diez años después de Perdición, a la pareja formada por Fred McMurray y Barbra Stanwyck en la imprescindible Siempre hay un mañana que a su vez es otro remake, en esta ocasión de un film del director Edward Sloman que data de 1934.

Tras filmar en 1958 la versión del clásico de Erich María Remarque Tiempo de amar, tiempo de morir, Douglas Sirk decide poner fin a su periplo norteamericano con una película que a la postre supondrá su testamento cinematográfico y se convertirá en una de las cumbres del género. Sirk se convertirá también en un modelo a seguir por parte de las nuevas generaciones y ejercerá una notable influencia en un buen número de directores, algunos tan supuestamente en las antípodas de su obra como el alemán Rainer Werner Fassbinder o el español Pedro Almodóvar que llegan a este cine elegante y estilizado desde unos orígenes claramente underground y alternativos. Otro de los herederos directos de Sirk puede considerarse el  californiano Todd Haynes cuya obra Lejos del cielo (2002) es un remedo de varios films de Sirk (por cierto que Haynes fue nominado al Oscar por el guión de esta película en la misma edición en la que Almodóvar se llevó la estatuilla por Hable con ella).

Imitación a la vida ofrece una visión amarga y desencantada de la sociedad norteamericana de finales de los cincuenta, en especial de una clase media instalada en la falsa comodidad que le proporcionan las nuevas formas del capitalismo más liberal. En este contexto, surgen los primeros movimientos de lucha por los derechos raciales, pero aún así es justo reconocer que nos encontramos ante una sociedad tremendamente conservadora y puritana. También en este contexto, el melodrama se va a centrar en elementos más psicológicos para analizar los cambios en esta sociedad.  Sam Mendes plasmará muy bien ese vacío en el que vive la clase media de la época en la magistral Revolutionary road (2008), pero no hace falta irse tan lejos para observar este fenómeno en películas como Un extraño en mi vida (1960) de Richard Quinne.

En el film que comentamos, Douglas Sirk se aleja un poco del esquema clásico del melodrama, esquivando el tradicional triángulo amoroso para centrarse en la historia y en la relación de sus dos protagonistas femeninas. Lorna Meredith es una joven viuda con una hija pequeña a su cargo, actriz de profesión, a la que al principio de la película encontramos en el paro pero que más adelante- el film abarca aproximadamente diez años en la vida de los personajes- logrará convertirse en una gran estrella del teatro. Un día, por casualidad, en una playa atestada de gente, conoce a Annie, también madre de una niña, que acabará alojándose en su casa y trabajando como su asistenta. Annie es de raza negra, la pequeña es mulata, y al verlas juntas Lorna – y con ella el espectador- cree por puro prejuicio que la primera es la cuidadora de la segunda. Lo cierto es que ambas son madre e hija, y tampoco se aclara muy bien dónde está el padre. Sirk derriba de una tacada un triple tabú al presentar a una mujer negra que quizá es madre soltera o en todo caso tiene que sacar adelante a su hija sin la presencia paterna, introduciendo además la imagen de las relaciones mixtas que el cine ha abordado con cuentagotas en films como Adivina quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967) o más recientemente Loving (Jeff Nichols, 2016).

La película sigue a estas dos mujeres a lo largo de estos diez años, y encuentra un punto de inflexión cuando superada la consiguiente elipsis nos traslada a la etapa adolescente de las hijas de las protagonistas. El conflicto estalla cuando Sarah Jane, la hija de Anne, reniega de la raza de su madre. Sirk también muestra la hipocresía de la sociedad estadounidense en la relación que se establece entre Lorna y Steve, un fotógrafo a quien en la misma playa que a Anne y a quien llegará a rechazar en más de una ocasión en aras de su ascenso profesional.

Lana Turner realizó una de las interpretaciones de su vida dando vida a Lorna, una mujer ambiciosa pero anclada en las convenciones de su tiempo. Turner fue mejor actriz de lo que la historia le reconoce, con papeles icónicos como los de El cartero siempre llama dos veces (Tay Garnett, 1946), Los tres mosqueteros (George Sidney, 1948) o Cautivos del mal (Vincente Minelli, 1952), con el que logró la única nominación al Oscar de su carrera. No obstante, la Tuner ha pasado a la posteridad más por asuntos extracinematográficos que por méritos propiamente artísticos; en 1958 estuvo envuelta en el asesinato de uno de sus amantes, el gangster Johnny Stompanato, y durante años se pensó que ella había sido la verdadera homicida cuando en realidad había sido su hija Cheryl Lanne que era menor cuando se produjo el crimen cometido en defensa propia debido al maltrato del que ambas mujeres eran objeto. Años más tarde, Woody Allen se inspiraría en este turbio caso para escribir el guión de Septiembre (1987). En cualquier caso, la carrera de la actriz entró en declive tras este triste episodio; la película de Sirk puede considerarse su último gran éxito.

Digna también de todos los elogios es la interpretación de Juanita Moore en el que es el único gran papel de su carrera dando vida a la dulce y abnegada Anne. Por su trabajo obtuvo una merecidísima nominación al Oscar como secundaria del año, siendo una de sus rivales por el premio la actriz que encarna a su hija en el film, Susan Kohner, que previamente se había hecho con el Globo de Oro. La encargada de encarnar a la hija de Lana Turner en la película es Sandra Dee, ícono por excelencia de la castidad y la  virginidad en el cine norteamericano de los cincuenta ( junto a, por supuesto, Doris Day). Si recordáis en Grease (Randal Kleiser, 1978), Stockard Chaning se mofaba de ese arquetipo cuando cantaba aquello de “Loock at me, I´m Sandra Dee“. El papel masculino más relevante de la obra está reservado para John Gavin, un galán muy en la línea del Rock Hudson que tanto admiraba Sirk, y al que, pese a ser más limitado que éste, pudimos ver participando en algunas de las películas más importantes de la época como Espartaco (Stalnley Kubrick) y Psicosis (Alfred Hitchcock), ambas de 1960.

Douglas Sirk introduce alguna significativa variación en su nueva versión con respecto al material original filmado por John M Stahl en 1934. Allí, la protagonista, a la que interpretaba Claudette Colbert, lograba triunfar como cocinera aprovechándose de las recetas de su sirvienta negra que naturalmente no tenía compensación alguna a cambio. Sirk y sus guionistas intentaron suavizar la situación, ya que, tras el estallido de sucesos como los del caso Montgomery, había incidíos de que la cosa podía cambiar en América con respecto a la cuestión racial. En cualquier caso, siempre se ha sostenido que el cine de Stahl siempre fue más barroco que el de su discípulo que optaba siempre por la naturalidad y tenía presente siempre al público al que iban dirigidas sus películas. Gracias a su maestría, historias que estaban rozando constantemente la línea del folletín y lo lacrimógeno nunca conseguían traspasarla. Y sin embargo, a quién no se le pone un nudo en la garganta contemplando la escena que cierra el film, con ese majestuoso cortejo fúnebre, y esa hija aferrada a un féretro suplicando perdón. Y con la impresionante voz de Mahalia Jackson con la que os dejo hasta el lunes que viene. Entretanto, vivid la vida… y rechazad imitaciones.


TROUBLE OF THE WORLD
Mahalia Jackson

Soon I will be done
With the troubles of the world
Troubles of the world
Troubles of the world
Soon I will be done
Troubles of the world
I'm going home to live with God

No more weepin' and wailin'
No more weepin' and wailin'
No more weepin' and wailin'
I'm going home to live my Lord

Soon I will be done
With the troubles of the world
Troubles of the world
Troubles of the world
Soon I will be done
Troubles of the world
I'm going home to live with my Lord

I want to see my mother
I want to see my mother
I want to see my mother
I'm going home to live with God

Soon I will be done
With the troubles of the world
Troubles of the world
Troubles of the world
Soon I will be done
Troubles of the world
I'm going home to live with God

LOS PROBLEMAS DEL MUNDO
Mahalia Jackson

Pronto voy a abandonar 
 los problemas del mundo 
los problemas del mundo 
los problemas del mundo 
los problemas del mundo 
Pronto voy a abandonar 
 los problemas del mundo 
Me voy a casa a vivir con Dios 

No llores ni te lamentes más' 
No llores ni te lamentes más' 
No llores ni te lamentes más' 
Me voy a casa a vivir con mi Señor 

Pronto voy a abandonar 
 los problemas del mundo 
los problemas del mundo 
los problemas del mundo 
los problemas del mundo 
Pronto voy a abandonar 
 los problemas del mundo 
Me voy a casa a vivir con Dios 

Quiero ver a mi madre 
Quiero ver a mi madre 
Quiero ver a mi madre 
Me voy a casa a vivir con Dios 




Comentarios

CARPET_WALLY ha dicho que…
Menudo pedazo de guses que nos está regalando Dex con esta selección de pelis de lunes...No sólo nos cuenta cosas que podemos conocer o no, no sólo nos habla de directores, no sólo nos disecciona las películas elegidas...es que además las relaciona, nos lleva hacia adelante y hacia detrás en el tiempo...¿de que influencias proviene, que influencias tuvo después?... Es un regalo su antología.

Y de la peli de hoy puedo decir que la primera vez que la vi, no la vi...la oí. Mis papás eran muy de hacer caso a aquello de los rombos, sobre todo cuando yo rea niño, y obviamente la de Douglas Sirk era una película extremadamente peligrosa, según los censores de entonces, para los pequeños o no tan pequeños. Dos rombos le calzaron a "Imitación a la vida" y por tanto con mis nueve o diez añitos tuve que acostarme nada más iniciarse (siempre esperaba con ilusión que la película de la noche fuera tolerada para todos los públicos o tuviera como máximo un rombo que a veces hacían la vista gorda).

Como mi casa era humilde, el centro del hogar era el salón, literalmente. Del salón salían todas las puertas de la casa excepto la del baño al que se accedía tras un cortísimo pasillo. Y claro en el salón estaba la tele. Por eso, aunque me fuera a dormir yo podía seguir escuchando la película. La gran mayoría de las veces no tardaba en dormirme pese a mis esfuerzos por seguir la emisión de oído, alguna vez sin embargo lograba mantenerme despierto y "disfrutar" de lo que me estaba vedado a la vista. Esto ocurrió con esta película.

Peliculón. Aunque vista después de aquella primera vez el film gane muchísimo (la elegancia de Sirk se dejaba ver también en la iluminación, el vestuario, la decoración, la fotografía), la propia historia es tan potente y sus diálogos son tan acertados que se pueden escuchar casi como un melodrama radiofónico perfectamente. Cuando me levanté al día siguiente y mientras desayunaba antes de ir al cole, yo estaba alucinado con lo que había escuchado y le pedí a mi madre que me contara algunas escenas que yo había imaginado desde la cama...Ella apenas podía creer que yo hubiera aguantado hasta el final sólo de oído, pero me contó el vestuario de la Turner, el pequeño apartamento inicial y luego la gran mansión, la pelea por las muñecas entre las niñas...la llegada de la hija de Annie al carro con el feretro...En fin, fue una película escuchada, imaginada, antes que vista...y es una película que me es imposible recordar sin pensar en mi infancia y en mi madre.

Gracias Dex...lunes así hacen que la semana sea más santa que la anterior incluso.

Abrazos multicolor.
César Bardés ha dicho que…
Gustándome mucho "Imitación a la vida" sigo diciendo y defendiendo que la mejor de Douglas Sirk es "Tiempo de amar, tiempo de morir". Así y todo, pues desde luego, "Imitación a la vida" (traducción bastante regular pues debería ser "Imitación de la vida") es un melodrama de muchísima altura, muy Sirk, muy especial en todo lo que cuenta porque tiene una gran valentía para el año 1959 en el que fue rodado. John Gavin en aquella época se había casado con Constance Towers y era el recambio ideal para Rock Hudson que no estaba disponible para la película y era el que Sirk quería pero ya había trabajado con él en "Tiempo de amar, tiempo de morir" y, también como recambio de Rock Hudson, hizo un trabajo más que meritorio...es más, posiblemente, es su mejor interpretación. Lana Turner, espectacular, muy alejada de esa imagen de estrella inestable, llena de amantes allá por dónde pisaba y un marcado carácter difícil. Por cierto, ya que os gusta tanto el comentario tocahuevos, yo no voy a ser menos. Lana Turner obtuvo solo una nominación al Oscar, sí, pero no fue por esta película, fue por "Vidas borrascosas", perdiendo ante la ya homenajeada Joanne Woodward por "Las tres caras de Eva".
Abrazos pascuales.
Anónimo ha dicho que…
Sí que estamos melifluos hoy.

Gran aporación a este repaso por el cine en 100 películas. He de decir que esta es una de las películas que, no importa cuantas veces la hayamos visto que, si tienes ocasión de vera, no puedes negarte y dices va...un poquito más hasta que la ves entera.

Gracias maño.

Besos vitales.

Albanta

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