Gus mornins, 25/06/2020
Soy un superviviente de los 60 que se quedó demasiado en la
fiesta
(Joel Schumacher)
Guuuus mornins, cinéfilos.
Sí, la fiesta se acabó definitivamente el lunes pasado, día
en el que nos dejaba este director tras no superar un cáncer que nos lo arrebataba
a la edad de ochenta años. Es difícil definir a un director con la trayectoria
un tanto extraña y errática de Joel Schumacher. Los obituarios coinciden en señalar
en estos días que fue un realizador que caminó sin demasiados prejuicios por la
delgada línea que separa lo sobrio y lo ridículo.
Schumacher nació en Nueva York, hijo de una inmigrante sueca
que profesaba la religión judía y de un baptista que falleció cuando el pequeño
tenía cuatro años. Lo que no sabía yo, fíjate, es que su primera vocación era
ser modisto, pero como su pasión verdadera el cine acabó como jefe de vestuario
en películas. Y ejerció como tal en films de Woody Allen como El dormilón
o Interiores.
Su debut como realizador se produce a comienzos de los
ochenta con La increíble mujer menguante, homenaje a las películas de
serie B de los cincuenta en donde ya vemos su lado más kitsch. Schumacher
obtiene el beneplácito de los espectadores y de los críticos con St Elmo,
punto de encuentro, uno de los títulos más representativos de la llamada
generación Brat Pack que nos cuenta las aventuras y desventuras de un grupo de
amigos que se conocen en la universidad de Georgetown. En su reparto
encontramos algunos jovenzanos de la época como Emilio Estévez, Demi Moore Rob
Lowe o Andrew McCarthy.
Joel se convierte en experto en películas que abordan el tema
del “coming of age” y que desarrollan argumentos juveniles. Ahí están, como
ejemplos, la vampírica Jóvenes ocultos, el thriller médico Línea
mortal o la lacrimógena Elegir un amor, estos dos últimos trabajos
protagonizados por Julia Roberts.
El Schumacher más convincente aparece en la adrenalítica Un
día de furia con un Michael Douglas de pelo pincho repartiendo a diestro y
siniestro y quedándose tan a gusto. Hace tiempo que no reviso la película, y no
sé si se habrá quedado algo anticuada, pero desde luego su mensaje más actual
no puede ser. El director adapta el best seller de John Grisham El cliente
con Tommy Lee Jones y Susan Sarandon; lo hace tan bien que el propio Grisham propone
a Joel para dirigir Tiempo de matar, otra obra suya. La película, un absorbente
trhiller judicial, nos sirve entre otras cosas para descubrir a un joven y prometedor
Matthew McConaughey.
En 1995, Schumacher recibe el encargo de sustituir a Tim
Burton como director de la serie de películas de Batman y se dispone a rodar lo
que en un principio va a ser una trilogía. Con el primer episodio, Batman
forever, no le va ni tan mal; la película es un éxito en taquilla aunque la
crítica la acoge así asá. Pero entonces llega Batman y Robin, y en fin. No
se sabe muy bien cuál era la intención del director, pero el caso es que ni echándole
la mejor voluntad y considerándola eso que se llama comedia involuntaria la cosa
funciona. Desde su imposible reparto, con Clooney, Swarzenneger o Thurman, a su
inclasificable argumento, se agotan los epítetos. Visto lo visto, la Warner
decide anular la tercera película del superhéroe.
Por cierto, que las salas de un centro comercial de la Heroica
e Inmortal tuvieron el dudoso honor de inagurar sus instalaciones con el
estreno de la película, e invitó al equipo del film para ejercer de padrinos. Joel,
George y el Chuache visitaron en carne mortal la ciudad. Nuestro mosaico de hoy
da fe.
La comedia Flawless (traducida de un modo absurdo aquí
como Nadie es perfecto) nos permite disfrutar de un inédito duelo
interpretativo entre dos monstruos como Robert De Niro y Seymour Hoffman, pero más
allá de un par de risas culpables no ofrece nada más. Con esta excepción y la
de una fallida versión del musical El fantasma de la ópera, Schumacher
se centra en la última etapa de su carrera en el thriller.
8 mm con Nicolas Cage recrea el fenómeno de las snuff movies
abordado ya en Tesis por Amenábar. Tigerland tiene el aliciente
de un atractivo reparto; uno de sus actores, Collin Farrell repite en Última
llamada con un argumento que ya Hitchcock barajó rodar en los sesenta. Cate
Blanchett y Jim Carrey fueron dos de los intérpretes que trabajaron últimamente
con Schumacher al ponerse al frente de los respectivos repartos de Veronica Guerin
y El número 23. Asimismo, el cineasta dirigió a Kevin Spacey y a Robin
Wright en algunos episodios de la serie House of cards.
Dicen que nunca se arrepintió de sus locuras y devaneos.
Tenía un humor retorcido y el suficiente sentido de la ironía para saber reírse
de sí mismo. En el gus nos gusta la gente así, y por eso, siempre resulta
triste despedir a uno de los nuestros. Descanse en paz, Mr Schumacher y gracias
por todo.
Comentarios
Abrazos de murciélago.