GUS MORNINS 23/6/20


“Vive como si fueras a morir mañana. Trabaja como si no necesitaras el dinero. Baila como si nadie estuviera mirando”                                                 Bob Fosse
Aunque ya nos hemos ocupado varias veces de él, vamos a homenajear a este actor, director y coreógrafo que hoy cumpliría 93 años. Su figura ha revolucionado el arte de la dirección de musicales y la coreografía, que ha llevado su sello único e intransferible, y se ha convertido en una personalidad de referencia en el mundo del espectáculo. Durante mucho tiempo y, para muchos, ha sido el más grande.
Nacido en Chicago, Bob Fosse es hijo de Cyril Fosse, un actor y cantante de origen noruego, y de Sarah, una mujer de procedencia irlandesa que se quedaba cuidando del pequeño Bob mientras Cyril se iba de gira con sus espectáculos.
La vocación de Fosse por el baile arranca de forma muy temprana, asombrando a sus propios padres. Sin estudios previos de danza, Fosse comenzó a fabricar coreografías y a los trece años, ya bailó en un escenario con una coreografía ideada por él dentro de un espectáculo de su padre. Con quince años, creó otra coreografía con el tema That old black magic, de Johnny Mercer que también se incluyó en un espectáculo ajeno. Ya a esa edad sorprendió con una osadía fuera de lo común. El número incluyó la participación de bailarinas con plumas de avestruz colocadas en lugares estratégicos, subiendo la temperatura del escenario de forma inhabitual. En 1948, con veintiún años, ya es bailarín teatral y George Sidney recluta al chico para bailar en varios números para Kiss me, Kate, versión con temas de Cole Porter de La fierecilla domada, de Shakespeare. Incluía un duelo de baile con solos de Tommy Rall, Bobby Van acompañados de Ann Miller, Anne Codey y Carol Hanley. Fosse demuestra tal aptitud en el baile que sugiere que se le deje coreografiar su propio solo con Hanley y Hermes Pan, el coreógrafo de la película, le da permiso. El resultado es una auténtica gozada que coloca a Fosse como el mejor de todos ellos dentro del tema From this moment on.
A partir de ahí, Fosse se encarga de las coreografías de Mi hermana Elena, de Richard Quine, realizando un dúo impresionante con Tommy Rall; Juego de pijamas en donde conoce a la que sería su esposa Gwen Verdon y Malditos yankees, de Stanley Donen. Paralelamente, sigue desarrollando una carrera en teatro que encadena un éxito tras otro hasta tal punto en el que, después del éxito de Sweet Charity, se encarga de su debut como director en su versión cinematográfica en Noches en la ciudad, con Shirley McLaine como protagonista. Con un concepto rupturista de la danza, Fosse realiza una película con unos números excepcionales, con especial mención para Big Spender. La película es la versión musical de Las noches de Cabiria y, quizá por la comparación, la película resulta un fracaso.
Sin embargo, Fosse no se rinde y se hace cargo de la versión cinematográfica de Cabaret tres años después. Aquí sí es donde Fosse obtiene un éxito resonante, consiguiendo ocho Oscars para la película, incluido el de mejor dirección y catapultando a Liza Minnelli al estrellato. Fosse, de repente, es requerido para todo y por todos y él mantuvo su independencia por encima de todo. Realizó el espectáculo a mayor gloria de la propia Minnelli en Liza with a Z, que ganó el premio al mejor show del año y a la mejor dirección, y se metió en la realización de una película que rompió con su trayectoria como fue Lenny, con Dustin Hoffman realizando un extraordinario papel. La biografía de Lenny Bruce, cómico estadounidense y máximo exponente del stand-in resulta desgarradora y tremenda, destacando ese plano final en el que se evidencia la destrucción del cómico con un fijo de ocho minutos retratando el que fue su último show.
Se encarga de dirigir en teatro Chicago a la vez que está inmerso en el montaje de Lenny y Fosse, que llevaba una vida muy poco pensada inmersa en el alcohol, las drogas y las mujeres, sufre un ataque al corazón. Durante la convalecencia, Fosse idea la que es su próxima película, una obra maestra titulada All that jazz (que, además, es el título del número con el que se abre Chicago). Fosse se transmuta en el coreógrafo y cineasta Joe Gideon, interpretado por Roy Scheider, y nos muestra sus diálogos con la Muerte y cómo intenta conquistarla. La película es sencillamente extraordinaria, tanto en su concepción coreográfica, como dramática y es galardonada con cuatro Oscars y la Palma de Oro en Cannes.
Su última película, lamentablemente, fue un fiasco. Rodada seis años después, Star 80, con Mariel Hemingway y Eric Roberts como protagonistas, trata de recrear los momentos vividos por la actriz y playmate Dorothy Stratten antes de que su novio la asesinara. Fosse trata de volver al estilo de Lenny pero la película carece de fuerza y de entidad (en parte por culpa de sus protagonistas, muy flojos). Para enredar la situación, Peter Bogdanovich, que tuvo un lío con la propia Dorothy Stratten, demandó a Fosse por el retrato que hacía de él en la película y Fosse fue obligado, por orden judicial, a introducir algunos cambios de última hora (curiosamente, después de liarse con Dorothy, Bogdanovich se casó con su hermana). Fue una despedida algo triste para un cineasta que luchó por romper todos los cánones establecidos, haciéndolo con imaginación y osadía.
Mientras tanto, Fosse seguía obteniendo éxitos teatrales. De hecho, dos años después de la película, estaba montando de nuevo en Broadway Sweet Charity. A la salida de un ensayo, se fue a pasear por Central Park con su mujer, Gwen Verdon, que, a pesar de todo, seguía casada con él, y fue víctima de un ataque al corazón fulminante en pleno parque. El espectáculo continuó (uno de sus proyectos pendientes fue la adaptación al cine de Chicago, que nunca llegó a realizar, aunque dejó un cuaderno con 177 notas que Rob Marshall, el director de la película, siguió punto por punto), pero ya no fue lo mismo sin el gran Bob Fosse.
Como vídeo, no sé cuál elegir. Quizá me quede con ese Fosse joven que coreografía su solo en Kiss me, Kate. Por cierto, prefería ser coreógrafo antes que bailarín porque, según sus propias palabras, “no era lo suficientemente bueno”. Fijaos en cómo supera a sus compañeros y, también, en esa estupenda bailarina que era Carol Haney que le acompaña en esta ocasión (y que, por supuesto, Fosse se ligó).


Como mosaico, ahí os lo dejo, dirigiendo a su alter ego, Roy Scheider, en All that jazz.




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