Gus mornins, 08/06/2020
“La
música del cine, con su poder de comunicación y de evocación de imágenes,
historias y situaciones, ha trascendido en muchas ocasiones a las películas
para las que fue creada. Las innumerables composiciones que han escrito
Morricone y Williams no solo han sido un telón de fondo para acentuar
atmósferas o definir personajes, sino que han traspasado la pantalla y han
sabido mezclar perfectamente los fondos de la historia de la música con el
sonido de su tiempo, sin olvidar su propia idiosincrasia”
(Jurado
premio Princesa de Asturias de las Artes 2020)
Guuuus
mornins, cinéfilos.
Esta
semana empezamos el gus con fanfarrias y tambores como no podía ser menos por
otra parte. Y dedicamos nuestro primer programa, cómo no, a John y a Ennio, los
flamantes Princesa de Asturias de las Artes. El primer jurado telemático de la
historia de estos premios así lo decidió este fin de semana para alegría de
todos quienes amamos el cine y más concretamente la música de películas. Cierto
es que Ennio y John, nonagenario el primero y a punto de serlo el segundo, son
los últimos supervivientes de un gremio insustituible desde que el cine es
cine. Paradójicamente, la llegada del sonoro inventó los silencios, pero la
música estuvo siempre ahí acompañando las imágenes.
Y
bien puede ser que esa condición de supervivientes les haya valido a John y a
Ennio el galardón por otra parte merecido. Pero sustituid en el párrafo con el
que hemos comenzado los apellidos Morricone y Williams por cualquiera que os
venga ahora mismo a la mente; cambiadlo por Steiner, Wasman, Rodzsa, Tiomkim,
Bersntein, Young, Hermann, Rota, Mancini, Jarre, Goldsmith, Barry…,
por el que queráis. Todos ellos suenan, nunca mejor dicho, a gloria en nuestros
oídos, todos hubiesen merecido un reconocimiento así, y por nuestra parte lo
tienen.
Siendo
muy distintos entre sí, los dos han revolucionado la música del cine,
permaneciendo cada uno fiel a su estilo. Y a sus propios directores. A Ennio se
le suele relacionar casi automáticamente con Leone, pero después vienen a
nuestra mente composiciones inolvidables como La misión, Érase una vez en
América o Los intocables de Elliot Ness. Williams, por su parte, siempre
será el compositor de Spielberg. La simbiosis entre el director y el músico es
perfecta, e incluso el tito tuvo que modificar una de sus escenas más famosas,
la persecución en bicicleta en ET, para adaptarla a la banda sonora.
Cierto
es también que a Ennio y a John les une una popularidad que trasciende al
propio cine. Seguro que muchos hemos recordado la nostálgica partitura de Cinema
paradiso, ahora que se anuncia un
pase de la película de Tornatore para festejar la reapertura de las salas tras
el duro confinamiento, o hemos evocado cabeza los compases del único film que
rodaron juntos Spielberg y Truffaut ahora que muchos entramos en la tercera
fase. Todos hemos silbado alguna vez la melodía de La muerte tenía un precio,
o en un momento de tensión hemos reproducido in crescendo los acordes iniciales
de Tiburón.
Se
podrá decir igualmente que Morricone y Williams son dos de los compositores que
más se copian a sí mismos. Y será verdad; John y Ennio han sido capaces de
crear un sonido propio, y eso solo pueden hacerlo los grande, ¿acaso no lo
hicieron Jarre, Barry o tantos otros en tiempos pasados?
En
fin, no es cuestión ahora de hacer una semblanza de los homenajeados, tiempo
habrá en estos meses que quedan hasta la aceptación de su premio. Hoy solo
queríamos saludar a dos de los nuestros, porque nos alegramos mucho de la
noticia, y francamente, noticias alegres no nos sobran hoy en día. Así que, que
suenen las fanfarrias, por favor.
Comentarios
"La música de cine es la gran música clásica impresionista del siglo XX y XXI". Ahí es nada. Cuando lo digo (que lo he dicho varias veces), la gente tuerce la cabeza cual perrillo viendo cosa rara y se queda como diciendo "la verdad es que tiene razón, pero que pedazo de pedante es el pavo". Bueno, pues eso, pasándome por el arco del triunfo lo que piense la gente, es lo que yo verdaderamente creo. Y dos de sus máximos exponentes son Ennio Morricone y John Williams. Gustándome mucho los dos, confieso que me gusta más el segundo, soy del segundo desde mucho antes de esta adoración de los últimos tiempos por las bandas sonoras. Y hay otros que también me gustan muchísimo. Justo detrás de ellos,por ejemplo, situaría a Jerry Goldsmith.
El caso es que, qué queréis que os diga, me produce un orgullo enorme que estos premios se acuerden de quien se están acordando (la demagogia que ha saltado con el premio a los sanitarios es de tal calibre que merecen un par de hostias los que se han hecho eco con ella, todo vale con tal de desprestigiar lo que a ellos no les gusta). Me produjo orgullo que se acordaran de Coppola, o de Scorsese, o de Allen, y ahora me produce orgullo que se acuerden de estos dos señores, que no sólo han puesto banda sonora a un montón de historias, sino también a la historia de nuestras vidas.
Abrazos con batuta.