GUS MORNINS, 15/05/20
Apocalyse now no es una película
sobre Vietnam. ES Vietnam
(Francis
Ford Coppola)
Guuud
mornins, cinéfilos,
Sí,
ya sabemos que la frase del encabezado de hoy la soltó el tito Francis Ford
durante la presentación de su película del 79 en el Palais de Cannes. Se
refería, sabemos también, a la sangre, sudor y lágrimas derramadas durante el
caótico rodaje de la cinta del que también hemos dado cuenta aquí unas cuantas
veces. De todo ello, le recompensaría en parte la Palma de Oro conquistada en
Cannes, y que en todo caso tuvo que compartir con El tambor de hojalata,
la modélica adaptación que de la novela de Günter Grass hizo ese mismo año
Volker Schlöndorf.
Sea
como sea, el teniente Bill Kilgore y su flota de helicópteros al son de las
Valkirias no fueron los únicos en desembarcar en las playas de la Costa Azul
durante los 70; también lo hicieron los muchachos del neo-hollywood con su
nueva forma no solo de ver sino también de distribuir las películas. Y ya
dijimos que Cannes era esa especie de rastrillo mundial donde se vende y compra
todo, incluso las películas.
El
cine norteamericano fue el gran triunfador de Cannes en los setenta con cinco
Palmas. Si la década se cerró en una guerra del sudeste asiático, unos años
antes se había abierto en otra. MASH de Robert Altman se alzó con el
premio gordo en 1970, y su impacto social fue tal que acabó inspirando una
serie de televisión más famosa si cabe que la propia película. Durante un
tiempo, hace un porrón ya de años, Alain Alda, Morritos Calientes, y su equipo
médico desplazado a la guerra de Corea se encargaban de alegrarnos las siempre
aburridas tardes de los domingos.
Luego
llegó – ex aequo con la británica El equívoco- la victoria de El
espantapájaros que proponía un interesante duelo interpretativo entre Al Pacino
y Gene Hackman. Al año siguiente, el tito Francis Ford ganaba su primera Palma
también con Hackman gracias a La conversación, ese obsesivo y perverso
vuelo del moscardón. El papá de Mari Sofi se convertiría años después con su
aventura vietnamita en el primer director en atesorar dos triunfos en Cannes.
1976
fue el año de Martin Scorsese y Taxi Driver. Fue también una gran
edición para el cine español. Cría cuervos de Carlos Saura se hacía con
el premio del jurado y José Luis Gómez era proclamado mejor actor por Pascual
Duarte. No era el primer premio del jurado para Saura, pues ya había ganado
en 1974 con La prima Angélica; en cuanto al premio a mejor actor, a
Gómez le sucedió en el palmarés al año siguiente Fernando Rey por su trabajo en
Elisa, vida mía. Eran tiempos mejores, cuando los franceses nos querían o nos
tenían cierto aprecio. Ahora, con la excepción de Mesié Almodóvar, lo único
español que se debe ver en Cannes debe ser el jamón ibérico que se corta en
algunas recepciones. Y si me apuras, aún ni eso será.
El
cine italiano también fue protagonista en el Cannes de los 70. Dos producciones
de esa cinematografía con temática socio laboral, El caso Mattei y La clase
obrera va al paraíso, compartieron la Palma en 1972. Años más tarde se
imponía el retrato rural y la dura poesía de Padre padrone de los
Tavianni en un festival presidido por Roberto Rosellini. Y finalmente, la película semidocumental El
árbol de los zuecos.
Otras
ganadoras de la Palma en ese decenio fueron El mensajero, que no es
precisamente lo que más me gusta Joseph Losey, y la producción franco- argelina
Crónica de los años del fuego.
Actores,
pues ni Hakcman ni Pacino ni De Niro ni Duvall. Tampoco Dustin Hoffman a quien
no le llegó su merecido premio por Lenny porque se lo dieron a Vittorio Gasman
(Perfume de mujer). Además de Gassman, Gómez y Rey, otros ganadores de
la década fueron Mastroianni (El demonio de los celos), Nicholson (El
último deber), Voigt (El regreso) o Lemmon (El síndrome de China).
Entre las actrices premiadas Susanah York (Imágenes), Joanne Woodward (El
efecto de los rayos gamma sobre las margaritas), Valerie Perrine (la
compañera de Dustin en Lenny), Isabelle Huppert (Prostituta de día,
señorita de noche), Shelley Duvall (Tres mujeres), Dominque Sanda (La
herencia Ferramonti) o Sally Field (Norma Rae).
Y
entre las que se fueron con las manos vacías, pero al menos les queda el
consuelo de haberse convertido en clásicos del séptimo arte, pues ahí va un
listado impresionante: El soplo al corazón, Muerte en Venecia, Las aventuras
de Jeremiah Johnson El quimérico inquilino, El otro señor Klein, El amigo americano,
Una jornada particular, El expreso de medianoche, Lenny, Alicia ya no vive aquí...
Bien, pues el lunes seguiremos avanzando en el tiempo y dedicando nuestro gus a los locos ochenta.
Entretanto que no se me olvide desearos un feliz fin de semana y a los
madrileños un feliz San Isidro. Si, sí os estoy hablando a vosotros.
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