GUS MORNINS, 25/05/20
Me
gustaría que esto no se acabara nunca, pero se acabará
(Michel
Piccoli)
Guuud
mornins, cinéfilos
Pues
ya estamos aquí de nuevo. Y como lo prometido es deuda, a quien tenemos que
dedicarle hoy el gus es al francés Michel Piccoli que, como ya sabéis, nos dejó
a mediados de la semana pasada a los noventa y cuatro años de edad. Si
recordáis también hablamos de él la semana pasada a propósito del festival de
Cannes que le concedió su premio de interpretación en Salto al vacío del
italiano Marco Belloccio. Ese fue su galardón más conocido de toda su carrera
junto a un Oso de Oro en Berlín por su labor en la película Strange affaire.
Sin embargo, fue nominado cuatro veces al César en su país y en todas ellas
perdió. No creo que le importase mucho, si hay un prototipo de la “antiestrella”
ese es Michael Piccoli. El actor nació en 1925 en Paris dentro de una familia
burguesa, pero muy pronto demostró su espíritu rebelde y llegó a rechazar sus
nobles orígenes. Debutó en el cine en los años cuarenta de la mano del
productor Louis Daquin, pero fue en el decenio siguiente cuando empezó a
despuntar en el mundo artístico.
En
París conoce a lo más granado de la intelectualidad progresista, gente como
Juliette Grecco, que más tarde se convertirá en su segunda esposa, Jean Paul
Sartre o Luis Buñuel con quien trabaja en numerosas ocasiones (Belle de
Jour, El discreto encanto de la burguesía…).
Durante esos años se hace simpatizante del Partido Socialista. Su primer film
con Buñuel, con quien trabajará en varias ocasiones, será La muerte en este
jardín, pero su despegue internacional se producirá gracias a Jean Luc
Godard que le incluye en el reparto de El desprecio junto a Brigitte
Bardot. Piccoli trabajará en producciones como ¿Arde París? o a las órdenes de
Hitchcock en Topaz.
Producto
también de ese carácter, el actor se mantiene fiel a una serie de directores
famosos por salirse un poco de lo convencional; citemos en este sentido, además
de a Buñuel, a Ferreri o más recientemente a Leos Carax o a Nani Moretti. Otro realizador importante en la carrera del
intérprete es Claude Sautet que le dirige en varias películas románticas con
Romy Schenider de pareja. Y por supuesto, Jacques Demy con el que trabaja en Las
señoritas de Rochefort, delicioso musical en el que comparte plano nada
menos que con el mismísimo Gene Kelly. Fuera de Francia, Piccoli trabaja
asiduamente en Italia, Portugal (con Manoel de Oliveira hace varios trabajos),
Suiza (protagoniza La diagonal del loco, premiada con el Oscar de película
extranjera), y España. Son conocidos sus trabajos con Berlanga en Tamaño
natural y Paris Tombuctú.
Y
si la lista de directores con los que ha trabajado marea (habría que citar
también a Louis Malle que le dirige en Atlantic City y Milou en Mayo),
qué decir de los actores o actrices que han estado junto a él en pantalla.
Pocos repartos más eficientes en el cine europeo como el que reunió Marco
Ferreri para su polémica La gran comilona.
De
porte aristocrático, atractivo y seductor, y con esa sonrisa irresistible capaz
de derretir a cualquiera, Piccoli se hizo un hueco entre los actores de mayor
personalidad en el cine europeo. Max Von Sydow hace unos meses y ahora él, cada
vez nos van quedando menos. Descanse en paz, maestro.
Comentarios
Muy franceses han quedado los últimos guses de Dex (que disfruto aunque no comente, lo mismo que los del Lobo) con los repasos a Cannes a través de los tiempos o con este recuerdo al bueno de Michel.
Sobre este sólo señalar que también estuvo a las ordenes de Renoir en "French Can-Can".
Sigo inmerso en un lio de trabajo descomunal...y entristecido por no participar más en este sitio capaz de salvar cualquier cuarentena.
Los abrazos me parecen poco ya...
Abrazos picolines.