GUS MORNINS 5/5/20
“No
estoy seguro acerca de lo que es la fe. Si es algo que se basa “en lo que no se
ve”, entonces, quizás, yo soy un hombre sin fe. Por otro lado, había un poeta
que decía: “Hay vidas que viven más la fe dentro de la duda honesta que otras
con un credo inamovible”. Según esa definición, yo soy un hombre de fe
profunda, porque tengo muchas dudas honestas”. Tyrone Power
Vamos a homenajear a
este actor que hoy hubiera cumplido los ciento seis años. A menudo se ha dicho
que era un actor limitado aunque yo siempre he creído que tenía más recursos de
lo que podría parecer en un principio. A ello ayudó su encarnación de héroes
aventureros que no requerían más capacidad dramática que su excelente dominio
de la espada o su belleza casi apolínea. Tyrone Power dejó muestras más que
suficientes de que era algo más.
Tyrone nació en
Cincinnati, hijo de unos actores irlandeses que estaban especializados en el
teatro. Debido a su nacimiento, su madre, Helen, se retiró temporalmente de las
tablas, mientras que pudo disfrutar muy poco de su padre, que también se
llamaba Tyrone, porque debía multiplicarse para actuar en cuantos espectáculos
podía y mantener a su familia. Al año siguiente, nació su hermana Anne y, cinco
años después, más por ser una unión ficticia basada en la lejanía, su madre
solicitó el divorcio. No fue traumático. Tyrone padre siguió viendo y
preocupándose de sus hijos con el beneplácito de Helen.
De hecho, Tyrone Jr.,
sentía una gran admiración por su padre y éste le animó a dedicarse a la
interpretación. A una edad muy temprana, hizo porque entrara como meritorio en
diversas compañías teatrales. Tyrone lamentó mucho su fallecimiento cuando
contaba sólo diecisiete años.
Tyrone tenía una gran
ventaja que iba abriendo sus puertas en el teatro y, posteriormente, en el
cine. Además de tirar de amistades de su padre, el chico tenía un carácter
extraordinariamente cálido. Era amigable, amable, encantador. Consiguió un
papel secundario en el montaje de El
mercader de Venecia en Broadway y un ojeador de la Fox se fijó en el aplomo
de ese chico que se movía con soltura sobre un escenario. Se fue a Hollywood
donde hizo diferentes pruebas de cámara y descubrieron que le sentaba muy bien
la ropa de época y que sabía manejar la espada como un auténtico maestro.
Después de tres o
cuatro películas para que supiera colocarse en el perfil adecuado en papeles
más bien secundarios, se le encomendó el papel protagonista de Lloyds de Londres, de Henry King, en un
papel de época y romántico, conquistando a Madeleine Carroll hasta las cachas.
A partir de ahí, la importancia de Tyrone Power en los carteles fue cada vez
mayor. Ahí está su protagonismo en Chicago,
una película que se hizo para competir con San
Francisco, que había sido un gran éxito, y que, en esta ocasión en lugar de
Gable, Tracy y McDonald contó con Power, Don Ameche y Alice Faye para ahondar
en el cine de catástrofes con el gran incendio que asoló la ciudad de Chicago
en 1854. También interpretó al ingeniero Ferdinand de Lesseps para contar la
historia de la construcción del canal en Suez,
de Allan Dwan, con Loretta Young interpretando a la Condesa Eugenia de Montijo.
Otro de sus éxitos fue la encarnación de Jesse James en Tierra de audaces, de Henry King y que tuvo una secuela merced a
que Henry Fonda interpretó a su hermano, Frank James, y repitió en la obra de
Fritz Lang La venganza de Frank James
que narraba la venganza que perpetraba el hermano del forajido cuando éste fue
asesinado. De hecho, hay un ejercicio de metacine en una secuencia de Testigo de cargo cuando el personaje que
interpreta Power coincide en el cine con la señora con la que ha trabado
amistad y la película que están viendo es Tierra
de audaces y Power le dice a ella: “Ya
la he visto varias veces. Al final, el protagonista muere”.
El drama romántico fue
un terreno que dominó perfectamente como lo demuestra esa historia de amor que
es Vinieron las lluvias, de Clarence
Brown, interpretando a un hindú que se enamora perdidamente de Myrna Loy. Años
después, Richard Burton y Lana Turner realizaron un remake con el título de Las
lluvias de Ranchipur.
Pero la película que
lanzó a Tyrone Power al estrellato fulminante, la que de verdad le aupó al
número uno del cine de aventuras fue El
signo del zorro, de Rouben Mamoulian. El Diego de Vega que encarna Power es
el único y auténtico, mucho más allá de Banderas, Delon y otras luminarias. Su
apostura como ese soldado que estudia la carrera militar en España y que
renuncia a ella para vengar las vejaciones que sufre su familia a manos del
gobernador en su Méjico natal es inigualable. Y es en donde, por primera vez,
hace exhibición de su destreza con la espada. De hecho, la operación estaba muy
pensada porque la Warner tenía el monopolio del cine de aventuras con el
descubrimiento que habían realizado con Errol Flynn cinco años antes con El capitán Blood. La Fox necesitaba algo
así para ocupar su cuota de mercado y lo encontró con Tyrone Power. Aún existen
partidarios de uno y de otro.
El éxito de la película
fue tal que no se dudó en poner a Power en la cabecera de cartel de cualquier
película de aventuras que tuviesen en proyecto. Ahí están títulos como El hijo de la furia o El cisne negro, o las más desconocidas El capitán de Castilla o El príncipe de los zorros. Aún así,
Power no renunció a elegir otros títulos que demostrasen más sus aptitudes
dramáticas como pueden ser dos excelentes películas como son El callejón de las almas perdidas y El filo de la navaja, pero la Fox no
dejaba de ponerle en películas de corte aventurero, a ser posible, con una
espada en la mano y volvió a encasillarle en títulos como La rosa negra, La última
flecha o El capitán King. Sin
embargo, algo ocurrió en 1953 que hizo que se cambiase la consideración por
Tyrone Power. Ese algo se llamaba John Ford.
El gran director no
dudó en llamar a Power para interpretar al mítico instructor de West Point
Marty Maher en esa maravilla de película que es Cuna de héroes al lado de Maureen O´Hara. La interpretación de
Power es dura y entrañable, profunda y pensada, poniendo de relieve la
frustración que siente Maher al no ser destinado nunca al frente pero, en
cambio, encargado de instruir a un buen puñado de oficiales que sí tendrán que
hacerlo. Una grandísima película de Ford con un Power inédito.
A partir de ahí, los
papeles que eligió Power fueron más selectos. Como también poseía una cierta
habilidad en el piano, aceptó interpretar al pianista Eddy Duchin en La historia de Eddy Duchin porque
conoció al músico y le hacía ilusión. También le dio una tristísima profundidad
al Joey Barnes de Fiesta, el mutilado
héroe de guerra que pasa unos sanfermines al lado de Ava Gardner, Errol Flynn
(su viejo enemigo) y Eddie Albert. Y, por supuesto, no se puede olvidar la que
quizá sea la mejor interpretación de su carrera, el inocente Leonard Vole de Testigo de cargo, de Billy Wilder.
Desgraciadamente, Power
falleció muy joven, con 44 años de edad, víctima de un ataque al corazón
después de rodar una escena de espada en Salomón
y la reina de Saba, que se estaba realizando en las cercanías de Madrid.
Fue sustituido por Yul Brynner (una elección harto disparatada) que tuvo que
rodar de nuevo todas las escenas que ya había hecho Tyrone. El director King
Vidor no tenía ninguna duda: “Con Tyrone
hubiera sido una excelente película. Con Brynner no fue más que otra película”.
En 1939, durante el
rodaje de Suez, Tyrone conoció a la
actriz francesa Annabella, con la que se casó en un matrimonio que duró nueve
años. En 1949 conoció a Linda Christian, una actriz mejicana que llegó a hacer
de Jane Parker en las películas de Tarzán, y se casó con ella en un matrimonio
que duró siete años a pesar de tener dos hijas con ellas, Romina y Taryn. La
razón fue que comenzó a ser notoria la bisexualidad de Tyrone Power y su
relación con César Romero fue el detonante para la separación.
En 1958, se casó con
Deborah Minardos, con quien tuvo su único hijo varón, Tyrone, al que no llegó a
conocer porque nació después de su fallecimiento.
Habría que decir que
también se habló mucho de la relación que tuvo Tyrone con Charles Laughton
durante el rodaje de Testigo de cargo.
Tanto es así que ambos planearon un viaje por Europa después del trabajo junto
a Billy Wilder que, al principio, ajeno a las circunstancias, aceptó. Poco
después, Billy dejó que se fueran solo porque “sentía que yo sobraba ahí”. Power y Laughton vivieron un tórrido
romance en un balneario francés. Al cabo de tres semanas, ambos se reintegraron
a sus respectivos hogares. Laughton volvió con su mujer, Elsa Lanchester y
Tyrone se casó con Deborah Minardos.
También fueron famosos
sus escarceos heterosexuales extramatrimoniales. Se sabe que tuvo sus líos con
Lana Turner y con Anita Ekberg.
Como anécdotas os diré
que guardaba una copia del guión de todas las películas en las que intervino.
Ocupaban un lugar destacado en su biblioteca.
La losa de su sepultura
está grabada con las máscaras de la tragedia y de la comedia y con la última
frase del Hamlet. “Buenas noches, dulce príncipe…”
En un principio, no
tenía ninguna gana de intervenir en Testigo
de cargo. Tenía un buen puñado de ofertas teatrales y le apetecía mucho más
que irse a Europa a rodar con Wilder. Sin embargo, Billy insistió. Le quería a
toda costa para el papel de Leonard Vole. Y le hizo sentir que, sin él, no
haría la película. Eso y una gratificación de 300.000 dólares más un porcentaje
en los beneficios le convirtió en el actor mejor pagado de la película.
Su último trabajo
completo, curiosamente, fue un reportaje publicitario advirtiendo de los
riesgos que podían causar un ataque al corazón. Se exhibió en su funeral como
última ironía.
Tuvo una larga relación
con la actriz sueca Mai Zetterling que, de hecho, escribió un libro sobre su
relación titulado En el alero.
Rechazó dos papeles muy
importantes. El de Richard Burton en La
túnica sagrada y el de Burt Lancaster en De aquí a la eternidad.
Su ataque al corazón
fue consecuencia de una lesión genética que no fue detectada hasta su muerte.
Sirvió en el cuerpo
aéreo de los Marines durante la guerra y participó en los transportes aéreos de
la batalla de Iwo Jima.
Como Errol Flynn, era
un hombre de considerable altura. Estaba en el 1,86.
Os dejo con la bien
modulada voz de Tyrone cantando en una película olvidada de 1939, Segundo violín.
Y como mosaico, aquí os
lo dejo, al lado de Laughton y Wilder en un fin de semana de descanso del
rodaje de Testigo de cargo en
Escocia.
Comentarios
Besos al aire
low