EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (IV)
Algunas veces todavía
me encuentras bailando en la nieve
EDUARDO MANOSTIJERAS (Edward Scissorhands), USA, 1990.
Fantástico Dir: Tim Burton con Johny Deep, Winona Ryder, Dianne West (98 min)
Tim Burton es, qué duda cabe, uno de los personajes más
carismáticos que nos ha dado el cine contemporáneo. Estrafalario como pocos,
con esas pintas de desgreñado y gótico adolescente que parece en permanente
estado de cabreo con el mundo, con esos pelosque es como si se acabase de levantar
de una siesta, en su ya extensa carrera como cineasta figuran títulos como este Eduardo Manostijeras o como Big Fish (2003) que nos hablan del
poder de fascinación que ejercen sobre nosotros nosotros las historias, de la
necesidad que tenemos de ellas los seres humanos para poder subsistir.
Necesitamos que nos cuenten historias y necesitamos personas que nos las
cuenten, aun cuando no tengan el talento suficiente para ello. En 1995, el año
en el que el cine cumplía su primer siglo de vida, Burton nos regaló la que para
muchos es su mejor película hasta la fecha, Ed Wood, dedicada al considerado de manera oficiosa el peor
director de la Historia, un tipo entusiasta con enormes dosis de coraje y
escaso sentido del ridículo que nunca perdió la fe en su capacidad de contar
historias.
Así pues, nos encontramos ante lo que podría ser el perfecto
paradigma del cuentacuentos moderno. Sí, por supuesto, junto a los títulos
arriba mencionados, la filmografía burtoniana está plagada de baches y de
patinazos de consideración, y no sería justo relegar a la segunda plaza de esta
particular lista de desatinos a aquel absurdo remake de El planeta de los simios que el director entregó en 2001. Burton tampoco
anduvo muy fino el en la más reciente revisión del clásico de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas
(2010) y de hecho ni siquiera se atrevió a dirigir su secuela Alicia a través del espejo (2016) quedándose solo en labores de producción y
cediéndole la batuta al director James Bobin. Ni siquiera su adaptación del
cuento de Roal Dahl Charlie y la fábrica
de chocolate (2005) parecía estar a la altura del original cinematográfico
que protagonizó en 1971 Gene Wilder y que en España se conoció con el título de
Un mundo de fantasía. Sí, hace ya
tiempo que el universo y el imaginario burtoniano empezó a dar síntomas de
agotamiento y dista hoy en día de ser ese otro que tanto nos encandiló a todos
cuando surgió hace ya tres décadas; y lo
que aún es peor, a menudo parece ser una parodia y una caricatura de lo que antaño
fue. Pero, como se suele decir en estos casos, que nos quiten lo bailao.
Para construir todo ese universo tan característico y tan
personal, el cineasta de Burbank echó mano de recursos de la más variada
índole. Recurrió, por descontado, en primer lugar, a los cuentos infantiles
tradicionales, en toda su oscuridad y en toda su crudeza, despojados del filtro
edulcorante impuesto por Disney (curiosamente en el momento de escribir estas
líneas, Burton está preparando para la factoría del ratón una nueva versión en
imagen real del clásico de animación Dumbo).
Ahí figuran también como influencias el tenebrismo y los relatos de Edgard
Allan Poe, y por supuesto los clásicos del cine de terror de productoras como la estadounidense Universal o la británica
Hammer, que en el fondo no hacían sino beber de las mismas fuentes. Supongo que
para el bueno de Tim sería todo un gustazo poder trabajar con algunos de los
actores que hicieron grandes a los mencionados estudios, como Christopher Lee, el legendario Drácula en la versión de Terence Fisher de 1958, que aparece en Charlie y la fábrica de
chocolate o Vincent Price, protagonista de tantas y tantas películas de la factoría Corman, que
interpreta al creador de Eduardo en la película que hoy comentamos. Y no
olvidemos que, aunque lógicamente no pudo dirigir a Bela Lugosi muerto en la
década de los cincuenta, el actor aparecía como personaje en el biopic dedicado
a Ed Wood incorporado por el recientemente fallecido Martin Landau, justamente
recompensado con el Oscar de secundario del año por su soberbia interpretación
en el film.
Y es que el niño Tim creció creyéndose un bicho raro, un
inadaptado que no encajaba en el mundo y que solo encontraba una vía de escape
en los libros, en los cómics y en las películas. En consecuencia, desarrolló
una imaginación desbordante sin la cual sería imposible entender sus películas.
A Burton le vemos reflejado en muchos de los personajes de sus obras; le vemos
en la Winona de Bitelchus (1989), una delirante comedia en la que el
cineasta se enfrenta a uno de sus temas favoritos, exorcizando a través del
humor el tabú de la muerte (¿cuántas veces la habría visto Amenábar antes de
hacer Los otros?), le vemos en el
propio Eduardo, repudiado e incomprendido por todos.
La idea del personaje de Eduardo surgió de un dibujo que el
futuro cineasta realizó durante su etapa adolescente. En él se veía a un chico
esmirriado con el cabello ensortijado y cuchillas haciendo las veces de manos,
simbolizando la incapacidad de volcar sus sentimientos y de comunicarse con los
demás. Burton fue siempre un excelente dibujante, y no es casual que algunos de sus grandes éxitos
cinematográficos provengan del terreno de la animación. Sin ir más lejos, ahí
están los dos cortometrajes con los que
se dio a conocer pertenecían a ese género, Vincent (1982) y Frankenweenie (1984) que fue el origen de un posterior largometraje
homónimo, y no nos olvidemos de La novia
cadáver (2006) codirigida a medias con Mike Johnson ni desde luego de esa
auténtica obra maestra que produjo en 1993 llamada Pesadilla antes de Navidad
Eduardo Manostijeras
es otro entrañable cuento navideño, un cuento en el cual se encierra otro
cuento. Arranca con la imagen de una anciana que se dispone a acostar en la
cama a su nieta que le pide que antes de dormir le cuente un cuento. A
semejanza de los mitos en los que los hombres de la Antigüedad recurrían a las
historias para explicarse el porqué de ciertos fenómenos de la Naturaleza, la
abuela contará a través de un relato cómo surgió la nieve. Y hablará de un
misterioso castillo situado en una colina a las afueras del pueblo en el que hace
años vivía un viejo inventor que un buen día decidió crear una criatura con
aspecto humano a la que bautizó con el nombre de Eduardo. Justo el día en el
que iba a completar su obra regalándole a Eduardo unas manos, el inventor muere
en extrañas circunstancias dejando al muchacho incompleto y abandonado. Tiempo
después, Pegg, una vecina del pueblo que se dedica a la venta de cosméticos
puerta a puerta sube al castillo para intentar hacer negocio y encuentra a
Eduardo escondido en el desván. Pegg, que casi supera en ingenuidad y candidez
al propio Eduardo, se queda fascinada con el chico hasta el punto de que se lo
baja a su casa y le adopta como si fuese uno más de la familia. Allí en el
pueblo, Eduardo descubre el amor en la persona de Kim, la hija de Pegg, pero
también la maldad que se oculta en los seres humanos y en la sociedad. Eduardo
se convierte en el blanco de burlas y abusos. Y mientras la cosa se reduzca
arreglar los setos del jardín o los pelos de las mascotas de las señoras de la
comunidad todo irá bien. Lo malo es cuando a Eduardo le incitan directamente al
mal y acaban convirtiéndole en un Frankenstein a quien todo el mundo pretende linchar.
La tercera película de la filmografía de Tim Burton supuso
también el encuentro del director con quien a partir de entonces se convertiría
en su actor fetiche, Johnny Deep. Junto a él una joven Wynona Ryder que ya
había aparecido en Bitelchus, y que
durante el rodaje inició un romance con el protagonista que se prolongó cuatro
años. El reparto se completaba con los estupendos Alan Arkin y Dianne West,
además de, como ya hemos comentado, con el legendario Vincent Price. El film
recibió en el año de su aparición una triste nominación al Oscar al mejor
maquillaje que ni siquiera ganó para beneficio del Dick Tracy de Warren Beatty. Ni una sola mención en los premios de
la Academia ni para el elenco artístico ni para el equipo técnico del film que
incluía nombres prestigiosos como el de la diseñadora de vestuario Collen
Atwood o el del especialista en efectos visuales Stan Willson. Tras su estreno,
la película tuvo una acogida más bien discreta por parte de la crítica, pero
afortunadamente el tiempo se ha encargado de poner las cosas en su sitio. Y por
fortuna, hoy él sigue allí arriba, y a nosotros se nos puede ver de vez en
cuando bailando bajo la nieve.
No me puedo resistir terminar el gus de hoy sin la rúbrica
de la excelente banda sonora del film que corrió a cargo de Danny Elfman, otro
habitual en las obras de Burton. Tal vez, la nominación más cantada, nunca
mejor dicho, que se le esfumó a la película. Hollywood debería haberse rendido
ante los encantos de esta auténtica maravilla (aunque el ganador de ese año fue
John Barry por Bailando con lobos
que tampoco era ninguna tontería).
Comentarios
Y sin duda habrá películas que el maño habrá incluido fuera de sus propios gustos personales por que para él (quizá para muchos) supongan un importante momento cinematográfico por encima incluso de la calidad de la propuesta.
Siendo así, veo que "Eduardo Manostijeras" ocupa su lugar entre las 100 con las que el maño nos deleita semana tras semana y lo acepto....pero no lo comparto.
La estética de Burton nunca me gustó. Acepto que "Pesadilla antes de navidad" es un hito en la animación, aunque su feminismo me desagrade un tanto. Si estoy de acuerdo en que "Ed Wood" es de lejos su mejor película (aun así y desde mi particular corazoncito disfruto mucho más con "Big Fish"). ¿Y "Eduardo..."? Bueno, pues me parece un cuento hermoso que ya me han contado otras veces, pero con un punto de vista estético más original (en ocasiones muy bello), y ya.
Yo nunca la habría incluido entre las 100 (estaré en una época en la que las fábulas no me calan). ¿Un antes y un después estético?, bueno, Burton ha construido su propio mundo y no sé si su estética ha influido mucho en cineastas contemporáneos o posteriores. No veo, al menos no con claridad, ninguna película de otro director que podamos identificar como influida por el bueno de Tim. Una filmografia propia e identificable si que tiene, pero eso no tiene porque ser bueno. Y muchos seguidores, algunos verdaderos fans...En fin. Yo tampoco estoy entre ellos.
No obstante, respeto la inclusión en la lista. Y ¡qué diablos! también apetece disentir y no sólo asentir con la cabeza ante los clásicos obvios.
Abrazos con cuchillas.
El universo de Burton es peculiar, fantasioso y muy imaginativo, además de la de Eduardo me quedaría con Big Fish, otro peliculón. Otras veces el tema no ha funcionado tanto, pero no siempre se puede acertar. Pero la de Miss Peregrine no me disgustó.
Abrazos cortantes
Besos
low
No he conseguido ver Eduardo Manostijeras, nunca, su estética me echa para atras por no decir que Johnny Deep tiene el dudoso honor de haber sido la única persona que me ha hecho abandonar una sala de cine sin terminar de ver la película con aquel horror de los horrores en su Sweeny Todd el aberrante barbero.
Tim Burton me gusta, especialmente su Big Fich que te deja con la boca abierta y fué una recomendación del maño, cosa que agradecí cuando la vi.
Como para gustos los colores y al fin y al cabo la lista es suya habrá que digerirlo.
Besos ojipláticos.
Albanta
Abrazos bajo la nieve
Ahora bien, en este caso incluso mi elegida hubiera sido otra. Si nos ponemos en forma clásica de cuento y el poder de la narración yo hubiese tirado por la maravillosa "La princesa prometida" de Rob Reiner, película mítica donde las haya y que nos habla del placer de escuchar las historias que nos contaban. Hay otra de Rob Reiner que tampoco quedaría mal: "Cuenta conmigo".
Quizá no te parezcan pelis que han supuesto un antes y un después, algo que se podría algegar en el caso de la que nos has traído, al menos en la carrera de Tim. Aun así, hay otros cuentos que si han significado, a mi entender, momentos cinéfilos mas llamativos. Por ejemplo: "El mago de Oz" o "La bella y la bestia" de Juan Cocteau o algún otro Disney incluido "Blancanieves". Incluso si de lo que hablamos es de contar historias podríamos habernos fijado en el Harvey Keitel de "Smoke" o de Jo contando su propia vida y la de sus hermanas en "Mujercitas".
Pero ha venido Eduardo, que le vamos a hacer, bienvenido sea pues.
Abrazos narrativos
Abrazos al rescate
En cualquier caso, yo creo que una lista es una lista y así debe ser, una buena oportunidad para charlar de cine y por supuesto para disentir también. Yo no digo que a partir de ahora Ada Colau le niegue el saludo a Dex, ni que no se expongan los dibujos de infancia del maño en ARCO...me basta con que le piquen todos los mosquitos de Matalascañas y no tenga el After Bite a mano.
Abrazos conciliadores
Besos mientras me corto el pelo
low