GUS MORNINS 23/1/18

“Dadme un buen guión…y seré cien veces mejor director”.
                                                                                                  George Cukor
Hoy hace exactamente treinta y cinco años que se nos fue George Cukor. Y, con él, se fue una buena parte de clase y elegancia en el cine. Se le etiquetó como el mejor director de actrices aunque él renegaba de ese calificativo arguyendo que, con sus películas, los hombres habían conseguido más Oscars que las mujeres. Ahí están los premios para James Stewart por Historias de Filadelfia, Ronald Colman por Doble vida y Rex Harrison por My fair lady contra los conseguidos por Ingrid Bergman por Luz que agoniza y Judy Holliday por Nacida ayer. Aunque bien es verdad que, si buceamos con un poco más de profundidad, nos encontramos que consiguió doce nominaciones para sus actrices por ocho para sus actores.
Lo cierto es que George Cukor comenzó como ayudante de dirección teatral. Cuando consideró que estaba suficientemente formado, fundó su propia compañía de teatro, alcanzando notable éxito porque él ya sabía cómo mover a sus intérpretes. Tanto es así que, en apenas tres años, fue reclamado por Broadway y, más concretamente, para esa gran actriz que se llamaba Ethel Barrymore.
Su fama llegó a todas partes y, cuando Hollywood le llamó, Cukor se fue para allá con un contrato como lo que hoy se conoce como Dialogue Coach, es decir, el tipo que enseña a declamar a los actores y adecuarse al papel que tienen que representar. Su trabajo más famoso de aquella época es el que realizó en la estupenda Sin novedad en el frente, dirigida por Lewis Milestone, una obra antibelicista en la que tuvo que trabajar el acento alemán (él era de ascendencia húngara) con los actores.
Después de trabajar para Ernst Lubitsch en Una hora contigo, dio el salto a la dirección en solitario tratando de dar a luz un nuevo tiepo de comedio que se dio en llamar comedia refinada porque se centraba casi siempre en la alta sociedad, lo que redundaba en un especial cuidado en los decorados lujoso que siempre sacaba en sus películas. De aquella primera época cabría destacar la estupenda comedia Cena a las ocho, con un reparto multiestelar en el que figuraban nombres como Marie Dressler, Jean Harlow, Lionel Barrymore, Wallace Beery y John Barrymore; la adaptación que realizó de Romeo y Julieta, la mejor versión que nunca se ha hecho del clásico de Shakespeare, con Norma Shearer y Leslie Howard en los papeles principales; y, por supuesto, su visión de La dama de las camelias, de Alejandro Dumas hijo que se tituló Margarita Gautier, con Greta Garbo y Robert Taylor viviendo una trágica historia de amor.
Fue el designado para dirigir Lo que el viento se llevó y, de hecho, se hizo cargo de toda la preproducción de la película. Clark Gable fue el responsable de su destitución porque no se sentía cómodo con la condición homosexual de Cukor (las malas lenguas dicen que, aunque Cukor siempre fue discreto, no dudó en tirarle los tejos a Gable) y tres meses antes de comenzar el rodaje, fue sustituido por Victor Fleming. Aún así, Vivien Leigh y Olivia de Havilland insistieron para que Cukor siguiera siendo su Dialogue Coach para encajar a la perfección con el acento sureño. Cukor, en esa condición, siguió participando de la película.
El verdadero éxito le llegó a Cukor con su primer encuentro con la que fue su amiga para toda la vida: Katharine Hepburn. La película fue Historias de Filadelfia y ahí se pudo comprobar el exquisito ritmo y la maravillosa elegancia a la hora de dirigir de George Cukor (aunque ya había dado muestras de lo mismo dos años antes con la comedia Vivir para gozar, también con Cary Grant y Kate Hepburn, pero fue un fracaso estrepitoso). A partir de ahí, Cukor fue uno de los directores más respetados. Dirigió una estupenda y desconocida película con Kate Hepburn y Spencer Tracy, La llama sagrada, sobre falsos héroes patriotas; hizo sentir el miedo a Ingrid Bergman en Luz que agoniza al lado de un diabólico Charles Boyer; sacó lo mejor de Ronald Colman en Doble vida, en la piel de un actor que se cree realmente su papel de Otelo en el teatro; dirigió otra vez a la pareja Hepburn-Tracy en una de las comedias más divertidas nunca realizadas sobre la guerra de sexos, la inolvidable La costilla de Adán; llevó a William Holden al lado de Judy Holliday en la maravillosa Nacida ayer; volvió a juntar a Hepburn con Tracy en la feminista y muy divertida La impetuosa; dio la primera oportunidad a un tipo que intentaba abrirse paso y que respondía al nombre de Jack Lemmon al lado de Judy Holliday en La rubia fenómeno; le dio el mejor papel de su carrera a Judy Garland al lado de James Mason en la mejor versión nunca hecha de Ha nacido una estrella; emparejó a Ava Gardner con Stewart Granger en la poco comprendida Cruce de destinos; pinchó en hueso con Sophia Loren y Anthony Quinn en la muy mediocre El pistolero de Cheyenne (su único western); nos descubrió a Marilyn Monroe cantando My heart belongs to daddy en El multimillonario; realizó una de las películas más polémicas de los sesenta con Confidencias de mujer, una radiografía de las costumbres sexuales de la mujer media americana; y, por fin, alcanzó el Oscar a la mejor dirección con su adaptación de My fair lady con Rex Harrison y Audrey Hepburn.
Lo curioso fue que, a partir de aquí, tuvo verdaderas dificultades para dirigir y, cuando lo consiguió, fue bastante decepcionante comprobar que ya había perdido su vigor y su elegancia. Así fue con Justine (dijo que Anouk Aimée era la peor actriz a la que había dirigido nunca), con Viajes con mi tía (en la que coincidió con José Luis López Vázquez y dijo que era el mejor actor de comedia que había visto en su vida. De hecho, se lo quiso llevar a Hollywood pero López Vázquez rechazó la oferta por su escaso dominio del inglés), con el fiasco que resultó El pájaro azul, un costoso cuento para niños que no tenía ni gracia, ni fantasía, a pesar del reparto que incluía a Elizabeth Taylor o Jane Fonda…pero hubo dos excepciones. Una fue la película que realizó para televisión titulada Amor entre ruinas, que significó el único encuentro entre Katharine Hepburn y Laurence Olivier, una maravillosa historia de amor invernal en la que vemos cuánto se puede actuar cuando se pone tantísima experiencia y tantísima belleza en lo que se hace. La segunda fue en la despedida del cine de Cukor, siendo uno de los pocos directores considerados clásicos que se fue con un éxito. Se trata de Ricas y famosas, con Candice Bergen y Jacqueline Bisset, la historia de la amistad entre dos mujeres a través de los años, con sus distanciamientos y sus cariños, con sus verdades a medias y sus mentiras completas que, sin embargo, resiste el implacable paso del tiempo.
Una de las escenas que más me han conmovido siempre en una película de George Cukor es esta canción final de My fair lady. Me encanta I´ve grown accostumed to her face.





Y como mosaico, ahí le tenéis, en plena acción, dirigiendo en Historias de Filadelfia.






Comentarios

CARPET_WALLY ha dicho que…
Peazo gus para peazo director. En esa lista de pelis de mi hija que os comentaba ayer no estaba incluido ningún Cukor, pero ya le había comentado que en la que yo le haría estaría sin duda "Historias de Filadelfia", como también probablemente "My fair lady" aunque de esta ya ha visto algunas escenas por youtube, y sin duda alguna de la pareja Tracy-Hepburn ("La costilla de Adán" con toda probabilidad).

Hacía bien en rebelarse contra su fama de director de actrices (yo creo que había parte de homofobia en ese sambenito), en la mimísima "Historias de Filadelfia" logra una de las mejores interpretaciones de Stewart de toda su filmografia y Grant está insuperable, aunque en su caso era lo habitual. Pero Charles Boyer, Tracy, Rex Harrison, James mason eran mucha tela y en sus películas brillaron siempre.

Abrazos refinados
Anónimo ha dicho que…
Qué grande Cukor y qué grande tu homenaje. Muchas de sus pelis están en mi lista de preferidas. Me ocurre con él lo mismo que con Pollak, me gustan casi todas sus pelis. Los conéfilos tenemos mucho que agradecerles porque nos han regalado algunas de las mejores películas de todos los tiempos. Así lo veo yo.
Si me lo permitís quiero recordar desde aquí a una de las últimas grandes estrellas del cine clásico que nos dejaba este finde, Dorothy Malone.

Besos

low
Anónimo ha dicho que…
La historia del cine no sería igual sin la magnífica aportación de este director y de las interpretaciones que consiguió de los actores y actrices que trabajaron con él.

Gracias por el Gus, siempre es un deleite lo que se puede aprender contigo.

En otro orden de cosas, premio Feroz para La Llamada y discurso valiente y emotivo de Javier Calvo, no os lo perdais.

Besos Filadelfianos.

Albanta

Entradas populares de este blog

Guuud mornins, 14/05/13

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (XLVIII)

Gus de media mañana y un ratito (6/05/2013) - DJ suplente.