GUS MORNINS 2/1/18
“Dios
ha muerto”
Friedrich Nietzsche
Sí, amigos, ha muerto.
Después de la alegría que me llevé porque mi ínclito y nunca bien ponderado
cuñao no había asistido a la cena de Nochebuena, se me comunica la triste
noticia de que mañana está dispuesto a ofrecer una comida en su casa para
presumir de mansión (se ha comprado un chalet de extra-lujo en Villaviciosa.
Sin sillas, nos tendremos que sentar en el suelo a pesar de que se lo compró en
el mes de septiembre) y ponerse el carnet de ingeniero aeroespacial en la boca
mientras dice lindezas del tipo de “El
último episodio de la Guerra de las Galaxias es una mierda porque una nave no
puede estrellarse contra otra si entra en el hiperespacio” (¿os imagináis
una comida con alguien así?) Pues eso es lo que tengo que sufrir yo.
Aparte de la broma (que
no lo es tanto), quiero, lo primero de todo, desear una pronta recuperación al
padre de Indi. Estoy seguro de que saldrá adelante. Si algo tiene esta
generación es que, sin ninguna duda, son más fuertes que todos nosotros, están
hechos de otra pasta. Se pueden doblar, pero nunca se doblegan. Son árboles
recios que resisten lo que les echen aunque el tiempo, naturalmente, siga
haciendo su trabajo. Están fabricados con la madera de los que nunca se parten.
En segundo lugar, desearos
a todos un feliz Año Nuevo, lleno de todo lo que queráis que se llene. Con
felicidad y maestría, con ganas y esperanzas. Os lo deseo de corazón.
Por último, cumpliendo
con las inevitables obligaciones del gus y visto lo visto en las efemérides del
día, tendré que dedicar este primer gus del año a los cincuenta años del
estreno de una película como El león en
invierno, más que nada porque dentro de ella había tres personalidades
impresionantes del Séptimo Arte. La primera de todas es la gran Katharine
Hepburn, maravillosamente creíble en su personaje de Leonor de Aquitania, capaz
de enfrentarse a su marido y rey en interminables conspiraciones para que su
poder se vea disminuido y nombre sucesor a alguno de sus tres vástagos: el
ínclito Ricardo Corazón de León, el taimado Godofredo de Bretaña, o, por
último, el ínfimo Juan sin Tierra. La segunda personalidad es la del gran Peter
O´Toole en el papel de Enrique II de Plantagenet. Juguetón al que le gusta
apostar su propia corona entre las conspiraciones de sus hijos, a los que
considera inferiores, y que sólo encuentra gusto en su duelo con su esposa, a
la que ha condenado a vivir un retiro confinada en una torre perdida del Reino
Unido. Era la segunda vez que Peter O´Toole interpretaba a este personaje. La
primera fue en Becket, de Peter
Glenville, al lado de Richard Burton, pero, en esta ocasión, la visión variaba
notablemente. Mientras en aquélla, el Enrique dibujado por O´Toole era
caprichoso, voluble, solitario y algo cobarde, en ésta se muestra valiente,
poderoso, ya en declive, pero leonino, inteligente, capaz de urdir una audaz
respuesta a cada una de las tretas de sus indómitos vástagos. En ambos casos,
recibió sendas nominaciones al Oscar interpretando al mismo personaje, siendo
el primer actor en recibirlas en toda la historia El tercero, del que
hablaremos menos, es Anthony Hopkins en su primer papel para el cine como
Ricardo Corazón de León, favorito de la reina, quizá el más capacitado para
gobernar en tiempos de brutalidad e invasión aunque débil por sus debilidades
homosexuales. Todo un debut que, según sus propias palabras, constituyó toda
una lección al aprender de dos monstruos de la talla de Hepburn y O´Toole.
Habría que destacar
también el debut de Timothy Dalton como el joven rey de Francia, antiguo
escarceo amoroso de Ricardo. También fue la primera película que Kate Hepburn
se decidió a rodar después del fallecimiento del amor de su vida Spencer Tracy.
Su estado de ánimo no debió de ser el mejor porque se enfadaba muchísimo con
Peter O´Toole y con Anthony Hopkins por sus continuas borracheras. De hecho,
ser compañero de Peter O´Toole era un deporte de peligro porque arrastraba a
todos a beber. Es famosa la anécdota en la que, un poco en broma y bastante en
serio, Kate llegó a fingir que golpeaba a O´Toole aunque estaba realmente
enfadada. Después de un plazo prudencial de tiempo, O´Toole apareció totalmente
maquillado para trabajar pero con el cuerpo vendado fingiendo que Kate le había
golpeado con tanta furia que le había dejado incapacitado para trabajar.
O´Toole tenía verdadera gracia para esas cosas y Kate, en sus memorias, llegó a
decir que ése era el único recuerdo que tenía del rodaje de El león en invierno, porque O´Toole era
un hombre verdaderamente divertido a pesar de que se pasaba bebido la mayor
parte del tiempo. Tanto es así que tomaron por costumbre, cuando terminaba la
jornada de trabajo, sentarse los dos juntos y compartir un cigarrillo y un buen
vaso de vino blanco.
El caso es que, a pesar
de las tiranteces, ambos guardaron una gran amistad. Kate siempre dijo que el
trabajo de O´Toole era insuperable y que le ayudó estar con un actor de esa
categoría en un tiempo en que necesitaba trabajar y concentrarse en el trabajo.
O´Toole, por su parte, tuvo dos años después una hija a la que llamó, en
homenaje a su compañera y amiga, Kate O´Toole.
Habría que decir que la
película está basada en la obra teatral del mismo nombre de James Goldman
(hermano del afamado guionista de prestigio William Goldman, autor, entre
muchas otras películas memorables, del guión de Dos hombres y un destino, de George Roy Hill) y que la obra se
había estrenado tres años antes en Broadway con un gran éxito con Rosemary
Harris como Leonor y Robert Preston como Enrique. Rosemary Harris llegó a ganar
un Tony a la mejor actriz teatral del año por su papel. En 1999, se reestrenó
con Stockard Channing como Leonor y…¡Laurence Fishburne! Como Enrique. En
España, tuve el inmenso placer de asistir a su estreno en el Teatro Infanta
Isabel de Madrid con María Asquerino en el papel de Leonor y Agustín González
en el de Enrique, inmensos.
En cualquier caso,
también hay que recordar que Peter O´Toole estuvo nominado por esta
interpretación (años después confesó que ésta fue la única vez en la que estaba
convencido de que iba a ganar perdiendo ante un papel por el que nadie daba un
duro como el de Cliff Robertson por Charly),
pero Kate ganó su tercer Oscar en un histórico empate con Barbra Streisand por Funny girl. Por supuesto, la película
fue nominada a la mejor producción del año (perdió con Oliver, de Carol Reed) y el director Anthony Harvey, antiguo
ayudante de dirección de Stanley Kubrick, fue nominado aunque también perdió a
manos de Carol Reed. Anthony Harvey fue el encargado de recoger el Oscar
concedido a Kate Hepburn y, siguiendo sus propias instrucciones, lo metió en
una bolsa de papel hasta que ella estuviera en condiciones de recogerlo, cosa
que ocurrió dos años después, en 1970.
A destacar, por
supuesto, el vestuario realista de Margaret Furse y la impresionante banda
sonora que compuso John Barry para la ocasión. Aquí tenéis una buena muestra de
ella.
Y como mosaico, ellos
dos. Monstruos irrepetibles de la interpretación que se juntaron en una
película memorable. A destacar ese momento en el que Enrique le dice a Leonor:
-.
¿Sabes? Ojalá fuésemos inmortales.
-.
Ojalá.
-.
¿Crees que eso podría hacernos cambiar?
Comentarios
En fin, que muchas gracias a todos. Espero que hayáis tenido una entrada al nuevo año genial y seguro que el nuevo año os traerá toda la felicidad que os merecéis. Y aunque no sea bueno todo lo que llegue, que lo sigamos compartiendo en éste rincón entre gus y gus.
PD: y para empezar el año, pedazo de gus el que nos brinda Cesar.
Abrazos con traje transparente (no sólo va a ser la Pedroche!)
El caso es que aquí sigo con un arnés que entorpece mis movimientos pero que según parece logrará enderezar lo averiado y con unos dolores que ríete tu de la de Calatayud. No pasa nada, para eso están las drogas para dormirte a destiempo y sufrir menos desamparo.
"El león en invierno" es un peliculón brutal, las cosas como son.
Abrazos con un sólo brazo que el otro anda lastimado.