GUS MORNINS 19/12/17

“Con vosotros, todos los días son Navidad”
                                                      Felicitación del abajo escribiente a sus padres hace unos cuantos años y que puede valer perfectamente para los trillones.
Como este es mi último gus antes de la Navidad, no quiero irme con mis odios, como vertí ayer en mi comentario del insuperable gus de Carpet. Más bien quiero recordar aquellas Navidades en las que fui completamente feliz.
En concreto, hay dos Navidades que recuerdo con inmenso cariño. Una de ellas fue un día de Reyes en casa de mis padres. Aquel año debió de ser un buen año para mi padre y algo de dinerito fresco había en casa y recuerdo que, como todo buen niño, me levanté prontísimo para ver lo que habían dejado los Reyes (hacíamos todo el ritual. Zapatos en la ventana, una copita de Oporto para Sus Majestades, un cubo de agua para los camellos, etc, etc…). En mi casa, uno de los dormitorios, que no era necesario, se habilitó como cuarto de estar, en donde se puso la televisión. El caso es que, cuando fui a ver lo que habían dejado, contemplé con decepción que el cuarto de estar estaba lleno de ropa (un horrible jersey rojo, recuerdo) todo ello coronado con un enorme chupete de goma que estuvo pululando por el hogar durante años. Casi me puse a llorar y dije. “¡¡¡Los Reyes sólo han dejado ropa!!!”. Mi madre, desde la cama, gritó: “¡¡¡Mira a ver en el salón!!!” y allá que fui. Cuando abrí la puerta del salón me quedé boquiabierto. Era como si los Reyes me hubiesen traído a casa Galerias Preciados entera en su sección de juguetes. Había de todo y muchísimo. Incluso una bicicleta para mi dilecto hermano. Aún recuerdo cómo pasamos aquella mañana jugando (pasamos de desayunar, claro) a todo lo que nos habían traído. Recuerdo especialmente (qué recuerdo más tonto) una máquina tragaperras a la que había que echar una peseta y me pasé las horas muertas recolectando las pesetas sueltas que había por casa. Mi corazón saltaba de alegría y me acuerdo, con especial cariño, de la sonrisa que tenía mi padre, sentado en la banqueta del piano (sí, había piano en casa, él sabía tocar) viendo cómo disfrutábamos como locos. Fueron los mejores Reyes de mi vida.
En otra ocasión, no sé por qué, mis padres decidieron pasar la Nochevieja en Barcelona, con la familia de mi padre. Eran ciento y la madre. Llegamos como siempre a hospedarnos en el Hotel Balmoral de Barcelona. Nos pusimos guapos y fuimos a casa de mi tía Carmen. La sorpresa empezó cuando…¡nos recibió vestida de payaso! Y lo mejor de todo es que era graciosísima. Era muy pequeña de estatura y estaba llena de vitalidad. Nos hizo reír nada más aparecer. Cuando llegamos, la mesa estaba dispuesta. Tenían un salón enorme (vivían en una casa que había diseñado mi padre) y creo que habría unos treinta comensales. Había dos sillas decoradas con guirnaldas (para mi hermano y para mí), presidiendo la mesa. Mi tía dijo que, tal y como íbamos vestidos, no podíamos sentarnos a la mesa y rogó a todos los niños que pasáramos a uno de los dormitorios a vestirnos adecuadamente. Cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos que mi tía había confeccionado, con sus propias manos…¡unos maravillosos trajes de mosquetero! Con el poncho y la cruz, las espadas de plástico, los sombreros de ala anchísima con pluma…madre mía, todavía me emociono al recordarlo. Estábamos encantados. Nos vestimos y, durante la cena, además de las payasadas de mi tía, se hizo una rifa (que le tocó a mi hermano, unas tres mil pesetas) y además tengo dos primos que les gustaba mucho hacer el show (hoy, uno de ellos es el jefe de traumatología de la Clínica Quirón de Barcelona y el otro es abogado laboralista de éxito) y se disfrazaron de mujer y comenzaron a hacer imitaciones de gente conocida e, incluso, de los propios tíos (afamada fue la imitación de mi tía Carlota, cuñada de mi padre, cegata y aclamada por doquier por su tacañería bestial. Tanto es así que nos referíamos a ella como la “Tía Taca” e, incluso, imitaron a mi tía Carmen en un número genial de mimo con la música de La Pantera Rosa de fondo). El caso es que yo no quería que aquella noche terminase nunca. Nos dieron regalos (no recuerdo cuál fue el que me tocó) y lo pasamos de fábula. Hay fotos en casa con el evento y yo poniendo cara de niño encantado mirando a mi hermano. Una Navidad como deberían ser todas.
El caso es que una de las cosas que sigo haciendo en Navidad es poner este villancico para mi hijo. Ya nos lo sabemos de memoria y lo cantamos con ganas y en esta misma versión a excepción de la improvisación, naturalmente. Y además vaya también de homenaje a Tim Hauser, el primero de la izquierda, fundador del grupo, que murió hace bien poco de un repentino ataque al corazón.






Y como mosaico, ahí está mi felicitación de Navidad para todos. Con vosotros, queridos amigos, siempre es Navidad






Comentarios

INDI ha dicho que…
Vaya, qué gus más bonito. Y qué grandes los recuerdos de tus mejores Navidades.

A veces pienso que nosotros no seremos capaces de crear en nuestros hijos recuerdos tan maravillosos como los que nuestros padres y abuelos crearon en nosotros. Pero luego oigo a mis hijos hablar de las últimas Navidades y veo que no, que no es cierto, cualquier detalle que ahora a nosotros nos parece dentro de la normalidad para ellos es algo grande que perdurará en sus recuerdos. Ojalá sea así.

Me ha encantado el gus de hoy, Cesar. Gracias por compartirlo con nosotros.

Abrazos nostálgicos
dexterzgz ha dicho que…
Pues sí, muy bonito y muy sensible. Yo ya creía que Bardés era una especie de Mr Scrooge o algo así y mira tú, que también tiene su corazoncito.

Yo no recuerdo así especialmente un Día de Reyes señalado. Era un tipo muy raro - lo sigo siendo- y no me hacía demasiada ilusión recibir a sus majestades (un poco desagradecido sí que era, pero, claro, de eso te das cuenta luego).

Buen tema musical elegido para la ocasión. Y mejor mosaico. Te lo iba a pedir para fondo del Whatsapp y todo.

Abrazos con espumillón
CARPET_WALLY ha dicho que…
Ayer por circunstancias laborales no pude pasarme por aquí y ahora me apena ver lo que me perdí. Bueno, me lo perdí en directo que ahora puedo disfrutarlo como si fuera ayer mismo que es lo que era...y vamos que me lío.

Precioso gus, que molan mucho cuando os ponéis muy profesionales y os marcáis gus currados hablando de lo divino y lo humano en el cine, pero , amigos, cuando os ponéis en modo persona y habláis de lo terrenal, entonces si que sacáis de lo bueno lo mejor.

¿Vés, amigo Lobo como la Navidad tiene también sus buenas cosas, muy buenas incluso?. Mis recuerdos de Reyes no son los mejores, en mi casa no hubo año con dinerito fresco y si lo hubo lo gastarían en otros dispendios, pero mis Reyes eran siempre bastantes decepcionantes. Creo que lo he contado en más de una ocasión, si pedía el Monopoly me traían La Paz, que era lo mismo pero con valores mucho menores (si el Monopoly tenia el billete máximo de 10.000, La Paz tenía como billete de más valor el de 100 pesetas y así todo), si pedía el Exin Castillos me traían un castillo para construir con bloques como ladrillos y quedaba un castillo feo hasta decir basta (además no podía aprovechar las piezas de los castillos de mis amigos para entre todos hacer una superfortaleza), si pedía el Electro-L que era el juguete del momento para diseñar circuitos electrónicos y conseguir que se iluminara una bombilla o sonara un timbre, e traían un juego similar pero mucho más complicado y enrevesado y además sin tabla para los circuitos con lo que el juego quedaba aparcado tras varios frustrantes intentos de que se encendiera una bombilla y quedase algo bonito. Así año tras año, no existían entonces las tiendas de chinos pero mis padres debían saber buscarse la vida para encontrar cositas típicas de bazar. No pasa nada, hoy puedo hablar de ello sin pensar en tirarme por una ventana...

Aun así he de decir que yo he redescubierto la Navidad gracias a mi chica. Mi familia era muy castellana en eso y aunque nos juntábamos con algunos tíos la cosa tenía más de tradición que de fiesta, era muy poco divertido, al menos para los crios y de mayores tampoco mejoró mucho. Sin embargo, la familia de mi mujer, muy multitudinaria, organizaba (organiza) todos los años una fiesta-sarao de Nochevieja donde nos juntamos ciento y la madre en algún lugar del país (generalmente en Andalucía) reservamos hotel con cena y salón de fiesta exclusivo para el grupo, nunca menos de 40 personas, y allá que disfrutamos las uvas, las copas, los bailes, los shows de cada cual con su momento de gloria...Muy divertido y sobre todo muy entrañable. Los últimos años nos lo hemos perdido porque mis hijos adolescentes tenían su propia fiesta con amigos de Madrid y no querían venir porque se aburrían (eran los únicos en esa edad) y la verdad es que nos ha dado mucha pena. Este año iremos otra vez, ellos parecen dispuestos a probar de nuevo y nosotros no queremos perder la ocasión.

En fin, que tarde, pero aquí estoy contadoos mi vida. si es que sois lo peor.

Abrazos con pandereta.

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