GUS MORNINS 26/2/19

“Para mí dirigir es como el sexo. Cuando se hace bien, es muy bueno. Cuando se hace mal, sigue siendo muy bueno”                                      Stanley Donen
Es obligatorio rendir un homenaje en el gus de hoy a este grandísimo director que se nos ha ido, así sin avisar, el pasado sábado. Su estilo lleno de elegancia nos ha llenado durante interminables horas con música o sin ella y rara vez hemos salido del cine, o de ver cualquiera de sus películas por cualquier medio, sin alegría en el corazón, sin tener la certeza de que lo que hemos visto era muy, muy bueno y sin llevar la seguridad de que, ese día, aunque tuviésemos un pijama puesto, Stanley Donen nos había vestido de etiqueta.
Stanley Donen tuvo muy claro desde el principio que él quería ser bailarín así que comenzó a asistir a clases de baile a los diez años. Más tarde confesó que él, realmente, lo único que quería ser era bailarín de claqué, pero que tuvo que estudiar todo tipo de baile. Lo cierto es que el pequeño Stan era hijo de un ama de casa y de un comerciante que tenía una tienda de moda femenina en Columbia, Carolina del Sur.  Como Stan era un aplicado alumno, enseguida hizo la maleta y se trasladó a Nueva York para trabajar como bailarín de coro en Broadway. Tenía diecisiete años. Lo hacía tan bien que ya en su primer espectáculo le nombraron ayudante de coreografía. El espectáculo se llamaba Pal Joey (sí, la versión teatral del gran éxito que en cine interpretó Frank Sinatra) y al frente del reparto había un joven bailarín llamado Gene Kelly. Inmediatamente hubo conexión entre ellos y dicen que mientras Kelly era extrovertido y enérgico, Donen hacía gala de un carácter más refinado y reservado. De ahí nació una amistad que, tres años después, hizo que ambos ingresaran en la Metro Goldwyn Mayer, dentro de lo que se llamó “la Unidad Freed”. Se trataba de una unidad dedicada exclusivamente a hacer musicales y que actuaba con plena independencia bajo la dirección de Arthur Freed. Mientras Kelly trataba de abrirse paso como primer bailarín, Donen intentaba pulir algunas coreografías y aprendía el manejo de una cámara.
Después de mucha insistencia y sólo cuando Kelly ya tenía un nombre ganado, ambos presentaron a Freed un proyecto que era muy atractivo: Un día en Nueva York, basándose en el musical teatral de Leonard Bernstein con canciones añadidas de Betty Comden y Adolph Green. Freed accede a producirla y el éxito es inmediato. Donen, más encargado de la parte técnica, saca las cámaras a la calle y el musical parece revivir gracias a estos dos jóvenes osados. Donen, después del éxito de su primera película, quiere experimentar más y rueda Bodas reales y asombra a todo el mundo con aquel número de Fred Astaire bailando por techos y paredes. Kelly y Donen vuelven a juntarse para rodar, posiblemente, el mejor musical de la historia del cine como es Cantando bajo la lluvia.
Donen sigue rodando musicales por su cuenta y se atreve con Siete novias para siete hermanos. Según sus propias palabras “era el primer guión que me dieron que no tenía las huellas del maldito italiano encima”. Se refería a que la Metro hacía que todos los proyectos de musical pasaran primero por la mesa de Vincente Minnelli y a Donen se le encomendaban los trabajos que el primero rechazaba. El caso es que la película fue un éxito extraordinario, con Donen rodando toda la película en menos de un mes y con una exhibición de vigor en los bailes como pocas veces se había visto.
Después de hacerse cargo de la biografía del músico Sigmund Romberg con un insuperable José Ferrer en Profundamente en mi corazón, se asocia por tercera vez con Kelly para rodar Siempre hace buen tiempo, toda una novedad porque fue uno de los primeros musicales que aportaba una mirada muy amarga a la historia que contaba. También son inolvidables los números de Gene Kelly haciendo un claqué sobre patines, o esa fantástica apertura inicial con Kelly, Michael Kidd y Dan Dailey con las tapas de los cubos de basura. Toda una joya.
Sigue con Fred Astaire y Audrey Hepburn en esa pura maravilla, volátil y elegante, ligera y casi inasible que es Una cara con ángel, y luego abandona el musical (algo que intentaba desde hacía tiempo) para comenzar con la comedia Bésalas por mí, una divertida farsa protagonizada por Cary Grant, Suzy Parker y Jayne Mansfield. A partir de ahí, se sucedieron una serie de comedias de una elegancia muy refinada como la estupenda Indiscreta, con Ingrid Bergman y Cary Grant; o la genial Página en blanco, al mejor estilo de Noel Coward con un reparto espectacular que incluía a Cary Grant, Deborah Kerr, Robert Mitchum y Jean Simmons.
En 1963, Donen intenta el más difícil todavía y se decide a realizar el mejor homenaje (o, tal vez, aproximación) que se haya hecho nunca al maestro Alfred Hitchcock y rueda Charada, con Cary Grant, Audrey Hepburn, George Kennedy, James Coburn, Walter Matthau y todos nuestros corazones en vilo como protagonistas. Una obra maestra. Intenta repetir la jugada con su siguiente película, Arabesco, con Gregory Peck y Sophia Loren, pero no le sale tan bien.
Lo que sí le sale muy bien es Dos en la carretera, ampliamente comentada en este blog y, desde luego, desafía a propios y extraños poniendo en juego toda una historia de amor homosexual con la atípica y tragicómica La escalera, describiendo la relación de una pareja de peluqueros interpretados por Rex Harrison y Richard Burton que van a ser denunciados por escándalo en el swinging London de finales de los sesenta.
A partir de aquí, Donen encadena una serie de fracasos de los que nunca llegó a recuperarse del todo. La adaptación de El pequeño príncipe, basada en el cuento de Saint-Exupery, sólo es recordada por el número que se marca Bob Fosse Snake in the grass. Una película que tenía todos los mimbres necesarios para triunfar, Los aventureros del Lucky Lady, con tres de las estrellas más en boga a mediados de los setenta como Burt Reynolds, Liza Minnelli y Gene Hackman, constituye un fracaso absoluto. El giro que intenta hacia la moda de la ciencia-ficción con Saturno 3 con la improbable pareja Kirk Douglas y Farrah Fawcett resulta, incluso, triste y, eso sí, se despide con dos pequeñas joyas que, aunque no tuvieron éxito, sí nos recuerdan al mejor Stanley Donen. Una de ellas es Movie, Movie, un homenaje a los cines de barrio con su programa doble poniendo en liza dos historias que no tenían ninguna conexión entre sí, en concreto una comedia musical y un drama boxístico. La otra, por supuesto, es esa estupenda comedia titulada Lío en Río que fue un fracaso mayúsculo que forzó su retirada, pero que sigue siendo divertida y fresca, con un inspirado Michael Caine abriendo película con aquella frase: “No es lo mismo decir que he encontrado un paraíso virgen que decir que he encontrado una virgen, esto es el paraíso”. Lo cierto es que es una película que ha caído en un lastimoso olvido y que, si se rescatara hoy en día, no faltarían los legionarios de la decencia clamando que no se puede permitir una película que describe la aventura de un hombre casado adulto con una menor.
Aunque aún hizo algún que otro trabajo para televisión (entre otras, la versión televisiva de la obra Cartas de amor), Donen ya no volvió a trabajar para el cine. Eso sí, la Academía de las Artes le recompensó con un Oscar a toda su carrera en agradecimiento a “su elegancia, su estilo y su innovación visual” en 1998 y él hizo el discurso de agradecimiento mejor que se haya hecho nunca.
Donen se casó cinco veces y tuvo tres hijos. Entre sus matrimonio se cuenta el que sostuvo con la actriz Yvette Mimieux, muy de moda en los años setenta.
Bautizó a sus hijos gemelos como Peter y Joshua, que es el nombre verdadero del personaje que interpreta Cary Grant en Charada, Peter Joshua.
Su primera mujer, Jeanne Coyne, con la que estuvo casado tres años, se divorció de él para casarse con…Gene Kelly.
Al final de su carrera también dirigió el vídeo de Lionel Ritchie Dancing on the ceiling.
Después de su último divorcio, en 1994, compartió el resto de su vida con la directora y actriz Elaine May.
Por supuesto, es obligatorio, os dejo con el vídeo de Stanley Donen recibiendo su Oscar honorífico, el mejor que se haya hecho en la historia de los premios.

Y como mosaico, aunque la foto no es muy buena, aquí lo tenéis, dando él mismo el golpe de claqueta para Cary Grant e Ingrid Bergman durante el rodaje de Indiscreta. Gracias, Stanley, nos veremos en alguna calle cantando bajo la lluvia.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Qué bonito homenaje para el director de muchas de mis películas preferidas. Página en blanco, Indiscreta, Charada, Una cara con Ángel...y tantas otras. El domingo vi por primera vez la gala de los Óscar, disfruté muchísimo pero no dejé de imaginar todo el rato cuánto me hubiera gustado ver una gala como la del vídeo que nos has puesto. Ver entre el público a Gregory Peck, Jack Lemon, Scorsesse y tantos otros y, sobre todo, ver ese momento tan mágico de Stanley Donen. Ya sabéis que soy una nostálgica empedernida y echo mucho de menos a todas aquellas estrellas de cine de épocas pasadas. He leído por ahí críticas a la gala del domingo, que si fue aburrida que si esto o lo otro, qué queréis que os diga, será porque la vi con los ojos del que disfruta por primera vez de algo que tenía pendiente, el caso es que lo pasé genial. El momento Shallow de Lady Gaga fue maravilloso, es verdad que soy fan de esta mujer desde hace años y quizá me pueda la pasión y que me encanta esa canción, pero para mí fue precioso.

Mi beso y mi recuerdo para el gran Stanley Donen.

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