GUS MORNINS 22/1/19

“CAPITÁN VON PRUM: ¿Está seguro de que le sobra esta botella?
ÍTALO BOMBOLINI: Oh…Capitán…hay…un millón más  de donde ha salido esa”
                                                       Hardy Kruger y Anthony Quinn en “El secreto de Santa Vittoria”, de Stanley Kramer.
Maltrecho vuelvo a encadenarme al ordenador para cumplir con mi obligación de los martes. Estoy mejor pero sin llegar a estar recuperado del todo. He vencido a la fiebre que consiguió alcanzar la cota de 39,7 justo el martes pasado, pero aún noto ronroneo en el pecho y me cuesta expulsarlo todo. Menos mal que el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha el protocolo anticontaminación, sino, no sé qué hubiera sido de mí.
Como no había efemérides dignas de mi atención (no creáis, no me vale cualquier efeméride, ni siquiera el cumpleaños de David Wark Griffith), me inclino por homenajear los cincuenta años del estreno de El secreto de Santa Vittoria, de Stanley Kramer, una maravilla que nos deleitó a muchos jóvenes cuando se pasó por Sábado Cine a finales de los setenta y principios de los ochenta y que, luego, fuimos rescatando algunos locos para repetir las sensaciones que deja esta comedia en la que el tonto es el más listo.
Poca gente recuerda que esta película fue la ganadora del Globo de Oro al mejor musical o comedia de su año, probablemente aupada por la excelsa interpretación de Anthony Quinn en la piel de ese borracho impenitente, del que se ríe todo el pueblo y que, inopinadamente, resulta elegido Alcalde de Santa Vittoria por aclamación popular porque, con toda naturalidad, va a ser el que se enfrente a los nazis que ya llegan para ocupar la villa. Al fin y al cabo, más vale sacrificar al tonto borracho que a cualquier otro. Pero, para sorpresa de sus paisanos, el Alcalde Ítalo Bombolini idea un estupendo plan para esconder un millón de botellas que se encuentran almacenadas en sus bodegas para elaborar el vermut Cinzano y que, con toda seguridad, los nazis van a requisar. Dejando el conveniente cebo, las botellas desaparecen y el Capitán Von Prum, comandante de las fuerzas de ocupación en Santa Vittoria, trata de averiguar su paradero por todos los medios posibles. La película es una sucesión de situaciones brillantes, con estupendas actuaciones que salen en ayuda de Quinn como la de Anna Magnani o la del jovenzuelo universitario Giancarlo Giannini. Un rato de goce en el que uno no deja de preguntarse cómo se las va a ingeniar el Alcalde junto a sus conciudadanos para pasarle el río a los invasores.
Habría que decir que, durante el rodaje, fue asesinado Robert Kennedy. En señal de respeto, todo el personal italiano de la cinta (un 80 %) decidió dedicar una hora extra de trabajo en memoria de “un hombre bueno”. Stanley Kramer aceptó el ofrecimiento conmocionado y emocionado.
Anna Magnani se fracturó el pie en la pelea que tiene con Anthony Quinn cuando le echa de casa. Muchos de los planos en los que ella aparece están falseados por ese problema. Kramer quedó impresionado del saber estar y de la inmensa cultura que exhibía la Magnani, que, además, se dirigía a él en un correctísimo inglés.
El pueblo en el que se rodó la película se llamaba realmente Anticoli Corrado, un municipio a 40 kilómetros al norte de Roma con 500 habitantes. La producción contrató a todos y cada uno de ellos para que actuaran como figuración y ellos mismos tomaron la decisión de donar el sueldo que se les pagó para restauración de los frescos de su iglesia de San Pedro, parroquia del lugar.
La historia sí está basada en hechos reales. Hubo un municipio llamado Santa Vittoria que escondió un millón de botellas a los nazis. En un principio, la producción iba a ser allí pero la villa de Santa Vittoria había experimentado una modernización que no cuadraba mucho con la época de la película y Kramer decidió trasladar el rodaje a Anticoli Corrado. Por supuesto, la historia de Bombolini, su mujer, la condesa, etc, es pura ficción.
El pueblo de Anticoli Corrado necesitó de algunas modificaciones en cuanto a la dirección artística. Por ejemplo, se añadió un campanario, una fachada y el depósito de agua al que se sube el protagonista y que da pie a su nombramiento como Alcalde.
El rodaje en Anticoli Corrado se prolongó durante cuatro meses. Como medio para abaratar la producción y, además, producir un beneficio extra a sus habitantes, Kramer ordenó que el equipo se alojara allí en un traslado masivo desde Roma. Se pagaron alquileres (a precios mucho más baratos que un hotel) y se convivió pacíficamente con todos los lugareños.
El guión estaba basado en la novela de Robert Crichton del mismo título y que fue un éxito de ventas en 1966. Curiosamente, la película no tuvo el mismo éxito. Con un presupuesto de 6.300.000 dólares, apenas pudo cubrir gastos.
El guión estuvo escrito al alimón por William Rose y Ben Maddow. El primero era el guionista habitual de la última época de Stanley Kramer (hizo el guión de Adivina quién viene esta noche o de El mundo está loco, loco, loco) después de ganar experiencia dentro de los estudios Ealing, siendo el responsable del guión de la estupenda El quinteto de la muerte, por ejemplo. En cuanto a Ben Maddow se trataba de un blacklisted que, en realidad, era una auténtica leyenda en Hollywood. Suyos son los guiones de La jungla de asfalto, de John Huston; Cuando ruge la marabunta, de Byron Haskin y, con tapaderas de otros, también escribió La colina de los diablos de acero, de Anthony Mann o Johnny Guitar, de Nicholas Ray. Otro día hablaremos del hombre que le sirvió de tapadera, Philip Yordan, una historia de verdad apasionante.
No he podido encontrar nada en youtube que esté en español, así que me vais a perdonar al recordar el final de esta maravillosa película en inglés con subtítulos en portugués. No os preocupéis porque se entiende muy bien. Ahí lo tenéis.

Y como mosaico, como no podía ser menos, el matrimonio en la ficción de Anna Magnani con Anthony Quinn, pie roto incluido.

Y me permitiréis que este gus lo dedique a mi papi, al que le encantaba esta película.



Comentarios

CARPET_WALLY ha dicho que…
Pues buen homenaje para tu padre porque es una película encantadora.

Dices bien de aquel deleite que nos proporciono a los que la vimos hace tantos años en TVE. Yo aun recuerdo esas sensaciones y no he vuelto a verla desde entonces. Creo que la buscaré para verla de nuevo.

Mejórate amigo, vas a terminar respirando a lo Darth Vader si no.

Abrazos bailando
INDI ha dicho que…
bonito homenaje a tu padre. Y me alegra saber que va pasando el trancazo, yo por ahora éste invierno voy esquivando todos los virus.

Otro martes de lección magistral de cine, qué gozada.

Abrazos medicinales

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