GUS MORNINS 23/10/18
“En
esta sociedad de la información, nadie piensa. Tratamos de desterrar el papel,
los libros y los periódicos, pero lo que realmente estamos haciendo es
desterrar el pensamiento”.
Michael Crichton
Vamos a dedicar el gus
de hoy a este escritor que ha guardado siempre una íntima relación con el cine
porque en esta fecha hubiera cumplido los setenta y seis años. En cualquier
caso, nadie puede negar la inmensa influencia que ha tenido Crichton en la
narrativa contemporánea, llegando incluso a inventar el género del tecno-thriller, es decir, historias de
misterio y aventuras muy basadas en los avances tecnológicos.
Lo primero que habría
que decir de Michael Crichton es que era un portento. Inteligentísimo y brillante
en su etapa estudiantil, Crichton era hijo de un periodista y de una ama de
casa. Se crió en Roslyn, una localidad cercana a Nueva York. Con sus altas
notas académicas, ingresó en la Universidad de Harvard donde estudió
Antropología, que aprobó summa cum laude.
De ahí, emigró a Europa donde ejerció la enseñanza universitaria en esta
materia nada menos que en la Universidad de Cambridge con apenas 23 años. Quiso
volver a Estados Unidos para estudiar otra carrera, en este caso, Medicina y se
pagó la carrera escribiendo bajo pseudónimo distintas novelas. Se graduó con 27
años y continuó estudiando con un Postgrado en Estudios Biológicos en el
Instituto Salk de Estudios Biológicos. Al mismo tiempo, su fama de escritor fue
creciendo hasta tal punto que impartió clases de redacción en el Instituto
Tecnológico de Massachussets, el famoso MIT.
Cuando terminó sus
estudios, Michael Crichton ya había estado casado dos veces y decidió dedicarse
por completo a la escritura porque, sencillamente, le iba muy bien. Eso sí, ya
con su nombre verdadero. En 1969, un año después de graduarse en Medicina, de
hecho, ya había ganado el Premio Edgar Allan Poe a la mejor novela de misterio
con Un caso de urgencia, que, al fin
y a la postre, fue la primera adaptación de una de sus novelas al cine bajo el
título de Diagnóstico: asesinato,
dirigida por Blake Edwards e interpretada por James Coburn y Jennifer O´Neill,
una excelente película sobre un misterioso caso de aborto y de malas prácticas
en un hospital. Ese mismo año, publica La
amenaza de Andrómeda, otra excelente película que, en esta ocasión, dirige
Robert Wise con un reparto sin estrellas que incluía a James Hill, James Olson
y David Wayne, sobre un misterioso virus traído a la Tierra por un satélite
averiado que debe ser estudiado para evitar su rápida propagación por el orbe.
La novedad radicaba en que la tensión se centraba en el miedo a ese virus, en
las tareas de desinfección, en la terrible vulnerabilidad del ser humano antes
que en la propia investigación. Además, la película destaca porque contiene
unos gráficos por computadora asombrosamente modernos (recordemos que la
película es de 1972) y que mantiene el interés hasta el final.
Crichton siempre buscó
otros horizontes en los que mover su espíritu artístico, así que en 1973
escribió un guión con la condición de que le dejaran dirigir la película. Se
trataba de Almas de metal, una
inquietante película sobre un parque temático en los que se podían hacer
realidad los sueños de quien quería vivir en una época medieval, o en el lejano
Oeste y todos los figurantes que intervenían en esa aventura que tan
generosamente pagaban los clientes eran robots. El problema venía cuando uno de
esos robots comenzaba a funcionar mal y trataba de perseguir a los incautos
millonarios. No cabe duda de que aquella famosa serie de La isla de la fantasía se inspiró en esta historia. La película
estaba protagonizada por Yul Brynner y Richard Benjamin y tuvo tanto éxito que
se originó una segunda parte, también protagonizada por Brynner, esta vez
acompañado de Peter Fonda, con el título de Mundo
futuro.
Al año siguiente, 1974,
se adapta otra de sus novelas. El hombre
terminal, con George Segal como un sujeto de extrema violencia al que se le
implantan unos nanobots con el fin de controlarla. No es demasiado buena,
aunque sí entretenida. A ello ayudó que un director mediocre como Mike Hodges
se hiciera cargo de la misma. Durante cuatro años, Crichton se dedicó a
escribir dos novelas que, posteriormente, fueron llevadas al cine. La primera
de ellas la dirigió él mismo: El primer
gran asalto al tren, una estupenda película, con una ambientación minuciosa
a finales del siglo XIX, con Sean Connery y Donald Sutherland en los
principales papeles. La historia era totalmente real y Crichton comenzó a ser
conocido como un escritor que, a pesar de que, sin duda, sus novelas eran
ficción, dedicaba una parte muy importante de su tiempo a la investigación
previa para que tuvieran una base muy real. Vista su pericia detrás de las
cámaras, Crichton se atrevió con una historia ajena para adaptar con el guión y
la dirección un relato de Robin Cook: Coma.
Y consigue, de nuevo, otra estupenda película con Michael Douglas y Genevieve
Bujold en los principales papeles y alrededor de otro misterio médico centrado
en la incomprensible entrada en coma de unos cuantos pacientes al someterse a
intervenciones, aparentemente, leves.
Publica otra novela y,
después, dirige una película más que aceptable que resulta bastante
desconocida. Looker, con Albert
Finney y James Coburn, habla sobre la búsqueda de la belleza por parte de
algunas modelos que resultan misteriosamente asesinadas después de someterse a
una operación para mejorar su aspecto. Aparte de un relato muy crítico sobre el
hecho de buscar, por encima de todo, la perfección física, la película es
absorbente en su desarrollo y otra muestra más de que Crichton sabía lo que se
hacía.
Se toma un respiro de
siete años para su siguiente novela y dirige Runaway, quizá su película más floja, con Tom Selleck de
protagonista. En un mundo futuro, se ha creado una brigada especializada en
acabar con robots que tienen un fallo en el funcionamiento. Con un punto de
partida atrayente, es verdad que Runaway
es un producto típico de los ochenta, pero ya era floja en el momento de su
estreno y, hoy en día, no ha envejecido nada bien.
En 1989 vuelve a
intentarlo con Contra toda ley, con
Burt Reynolds y Theresa Russell y, nuevamente, se pega un buen batacazo. A
partir de aquí, Crichton decide no volver a ponerse tras las cámaras.
En 1990 obtiene un gran
éxito editorial con la publicación de Parque
Jurásico y aún es mayor cuando Steven Spielberg compra los derechos para
hacer una película con la historia. Poco hay que añadir. Aparte de que la
película es muy buena, también es la primera en la que los efectos digitales se
hicieron mayores de edad inaugurando toda una época tecnológica en el cine.
Casi podríamos decir que los peores sueños de Michael Crichton se estaban
haciendo realidad.
En 1993, año de la
adaptación cinematográfica de Parque
Jurásico, Philip Kaufman (uno de los directores del Nuevo Hollywood del que
hablábamos no hace mucho) adapta también la novela Sol naciente, que había aparecido un año antes convirtiéndose en
otro éxito. Con Sean Connery y Wesley Snipes, la película está bien llevada,
con personajes que llegan a ser apasionantes. El misterio está lleno de interés
y, sin ser ninguna obra maestra, habría que reconocer la absoluta corrección de
esta película que, tal vez, ha sido algo maltratada por la crítica.
Al año siguiente, 1994,
se adapta su novela Acoso, por parte
de Barry Levinson, con Michael Douglas y Demi Moore en cabecera de cartel.
Aparte de ser la primera película que incluía imágenes rodadas en realidad
virtual y de tener también un punto de partida atrayente, no sale de la
mediocridad.
En 1995 se adapta Congo por parte de Frank Marshall, el
productor habitual de Steven Spielberg que quiere probar en el salto a la
dirección. Por el bien de todos tendría que haberse quedado en su casa. La
película sirve para bien poco, desaprovecha el argumento de Crichton con una
producción muy mala y el propio autor reniega de ella.
Dos años después,
Steven Spielberg adapta de nuevo la segunda parte que él mismo había escrito en
el 95 de Parque Jurásico con el
título de El mundo perdido, un título
que el propio autor reconoció que homenajea a la novela homónima de su admirado
Arthur Conan Doyle. Sin llegar a la altura de la primera, es un buen
espectáculo de acción, con secuencias de tensión extraordinarias y en el que se
explota al que, tal vez, sea el personaje más atractivo de la saga, el
matemático Ian Malcolm, interpretado por Jeff Goldblum.
Por esta época, publica
una de sus novelas que aún no ha tenido adaptación al cine. Se trata de Punto crítico, la apasionante
investigación de un extraño accidente aéreo en el que un avión comercial toma
tierra con trece personas muertas a bordo.
En 1996 escribe el
guión de Twister para Jan de Bont
como un favor para su amigo Steven Spielberg, a la sazón productor de la cinta.
Causó sensación por la fiel reproducción de un tornado en el centro de los
Estados Unidos, pero el argumento no deja de tener poca fuerza y, lo que es
peor, poco interés.
En 1998, Barry Levinson
vuelve a coger otra de sus novelas para realizar Esfera, con Dustin Hoffman, Samuel L. Jackson y Sharon Stone. Fue
muy mal recibida y, sin embargo, tiene su aquél. Puede que la resolución al
misterio que rodea el hallazgo de una misteriosa esfera en el fondo del mar
fuera demasiado racional para el público, pero, no obstante, es una buena
película, con momentos realmente notables.
En 1999, John McTiernan
trata de adaptar su novela Devoradores de
muertos (la otra novela que escribió junto con El primer gran asalto al tren) con el título de El guerrero número trece, con Antonio
Banderas en una de sus mejores actuaciones en Hollywood. El problema fue que la
visión de McTiernan no tuvo nada que ver con la visión de Crichton y forzó el
despido del director haciéndose él mismo cargo de todo lo que quedaba por rodar
y rehaciendo otras escenas que ya estaban positivadas. El resultado fue una
película extraordinariamente cara que costó más de ciento veinte millones de
dólares recaudando en todo el mundo algo más de treinta y dos millones.
McTiernan abominó de la película (él era partidario de mostrar a los vikingos
algo más crueles e inhumanos para acentuar su diferencia cultural con el árabe
interpretado por Banderas), Omar Sharif, que interpretaba al árabe mentor del
español, también mostró su decepción y el fracaso fue difícil de asumir. Aún y
todo así, la película es excelente. En mi opinión, tal vez pueda ser una de
esas películas que acaban rescatándose al cabo del tiempo porque tiene mucha
calidad y mucho sentido, aparte de ser una historia apasionante situada en la
Edad Media con el canibalismo de determinadas tribus del Norte de fondo.
En 2002, Crichton
publica Presa, otra de sus novelas
que aún no han sido llevadas a la gran pantalla. En 2003 se realiza la que es
la última de las adaptaciones de su obra. Timeline,
de Richard Donner, basada en Rescate en
el tiempo, resulta ser una película de la que se espera más, tal vez por la
discutible decisión de Donner de utilizar actores no demasiado conocidos y con
escaso tirón por la época, a pesar de que por ahí podemos ver a Gerard Butler,
Billy Connolly o Michael Sheen. En cualquier caso, no dejó de ser una
decepción.
Desde entonces, Michael
Crichton ha publicado una serie de novelas que no han tenido su traslación al
cine, como puede ser la polémica Estado
de miedo, en la que Crichton llega a poner en duda la teoría del
calentamiento global, incluyendo una serie de informes en los que se rebaten
tales aseveraciones. En realidad, Crichton no es que se muestre contrario, es
que dice que no hay evidencia científica sobre ello y que, desde luego, hay
efecto “Isla de calor” y demás irregularidades, pero ateniéndose a parámetros
puramente científicos, todo es una suposición. A tal efecto, también da una
serie de datos que pueden ser interpretados como todo lo contrario, que no
caminamos a un sobrecalentamiento de la Tierra, sino hacia una glaciación. En
cualquier caso, más allá de polémicas con las que se puede estar o no de
acuerdo, la novela es excelente, llegando a decir que las organizaciones
ecológicas son las primeras interesadas en mantener tales aseveraciones por el
inmenso negocio que se genera por ello.
En 2006, publica Next, o las tribulaciones de un grupo de
científicos que fabrican unos nanobots que comienzan a pensar con sentido de
grupo y, como tales, deciden acabar con su amenaza más cercana que no es otra
que el mismo grupo de científicos.
Crichton fallece en
2008 después de una silenciosa lucha contra el cáncer (nadie sabía que estaba
enfermo salvo su familia directa), pero aún así deja todavía tres novelas en el
ordenador sin publicar o acabar. La primera de ella es Latitudes piratas, que no he leído. La segunda es Micro, cuyos derechos acaba de comprar
Steven Spielberg, que es sobre la capacidad de miniaturización de los objetos
que, inevitablemente, alcanza a un grupo de estudiantes científicos que deben
sobrevivir con un tamaño minúsculo entre la maleza hawaiana. Una novela
apasionante, sin duda. Y la tercera es Dientes
de dragón, que narra la obsesiva búsqueda de restos de dinosaurios fósiles
por parte de dos paleontólogos rivales en plena época del lejano Oeste. Recién
leída e interesante, pero a bastantes metros de sus mejores obras.
Una de las particularidades
físicas de Michael Crichton era su altura. Media 2,06.
Siendo estudiante,
Michael Crichton entregó como trabajo una novela de George Orwell. El profesor
le calificó con un suficiente. Crichton no lo hizo por aprovecharse sino porque
albergaba sospechas de que el profesor le ponía notas bajas deliberadamente. El
experimento dio resultado y, efectivamente, Crichton pudo comprobar que así
era.
Se sometió a un
exorcismo en 1986 porque creía que el demonio habitaba su cuerpo.
Dada su altura, fue un
consumado jugador de baloncesto.
Fue el creador y autor
de un buen puñado de guiones de la serie Urgencias.
Mientras escribía un
libro, tenía la manía de comer siempre lo mismo al pie de las teclas: un
sándwich vegetal con mucha pimienta. Decía que eso le ayudaba a concentrarse.
Tuvo una hija, ya
mayor, y un hijo, John, que nació tres meses antes de su fallecimiento.
De las adaptaciones que
se han hecho de sus novelas, Crichton afirmó que la mejor de todas era Parque Jurásico y la peor, El hombre terminal.
Como vídeo, os dejo una
pequeña muestra de secuencias de sus películas. Es muy breve, pero da una idea
del mundo de imaginación, fantasía e investigación que creó para nosotros un
escritor como Michael Crichton.
Como mosaico, ahí os lo
dejo, con Sean Connery y Nicolas Cage en una entrega de los Globos de Oro.
Comentarios
Merecido Gus a este personaje casi renacentistas, bien traido Lobo.
No está nada, nada mal para comenzar esta semana.
Besos velociraptores.
Albanta
Yo no le he leído tanto, pero creo que he visto todas (o casi) las películas que mencionas en el gus, salvo "el hombre terminal" que según dices calificó como la peor de sus adaptaciones. Coincido con tus comentarios sobre la mayoría, especialmente sobre "El guerrero nº 13" que a mi también me parece un film excelente con mucho ritmo, con muy buenas interpretaciones, con una tensión muy bien llevada, yo también creo que será rescatada y valorada en el futuro mucho más de lo que lo fue en su momento.
Sobre "Almas de metal" hay que decir que no sólo en su momento fue una película mucho más que inquietante, creo que a pesar de que la estética ha hecho que envejeciera regular, la película te engancha y no te suelta ( la volví a a ver hace un par de meses y sigue siendo muy notable). Pero es que además es la inspiradora (la película, la novela) de una serie de gran éxito "Westworld" que en este caso va un poco más allá del puro parque de atracciones y eso tiene una parte buena (plantea más interrogantes y mas profundidad a muchos personajes) y una mala (a veces se deriva hacia misterios demasiado artificiales).
También vi hace muy poco, otra vez, "La amenaza de Andrómeda" y aunque otra vez la estética le hace un flaco favor, coincido en que es interesantísima. Es muy notable darse cuenta de como han cambiado los tempos y los ritmos, los momentos trepidantes de ahora sería considerado lentísimos para un joven de los de ahora.
Con todo un gustazo este gusazo.
Abrazos con mucha pimienta
Recuerdo a una antigua participante del chat de cinéfilos que es escritora de novelas con un cierto parecido a las de Crichton en sus temáticas, salvando las distancias, con sus mundos creados de mezcla de ciencia ficción y sentimientos profundos . En su día me leí un libro suyo y no estaba nada mal.
Abrazos prejurásicos