GUS MORNINS 6/3/18

“La comunidad cinematográfica no es la única que sufre y practica el acoso sexual. Ocurre en muchos de los centros de trabajo del mundo. Es terrible. Harvey Weinstein financió el documental Territorio de caza, que trataba sobre las múltiples violaciones que habían tenido lugar en los campus de las universidades. ¿Cómo después pudo hacer lo que hizo? Hay que crear una atmósfera segura donde las mujeres sean libres para contar sus historias. Él es un cerdo rico que hizo lo que hizo, pero también puedo asegurar que hay un montón de gente en Hollywood que tiene un comportamiento impecable en ese terreno”                                              Rob Reiner

Y es que hoy este director cumple la respetable cifra de setenta y un años. Puede que no sea ningún John Ford o ningún Billy Wilder, pero en sus primeros años tras la cámara encadenó una serie de títulos que han permanecido en nuestra memoria por su buen hacer, su sensibilidad, su tremendo vigor y su certera mirada.
Rob Reiner es del mismo Hollywood porque su padre, Carl Reiner, es actor y director (recordad su papel como uno de los pandilleros de Ocean´s eleven y sus secuelas. Inolvidable su personificación de Lyman Szerga pasándole el río a Andy García. También actuó en películas como ¡Que vienen los rusos!, de Norman Jewison, o El mundo está loco, loco, loco, de Stanley Kramer, y como director conviene recordar sus comedias Un genio con dos cerebros, con Steve Martin y Kathleen Turner y, sobre todo, la tremenda paliza que se dio juntando trocitos de películas antiguas con otros nuevos en esa rareza estupenda que es Cliente muerto no paga). El caso es que el joven Rob se fijó en la profesión de su padre y supo desde el principio que él lo que quería era actuar y dirigir. Curiosamente, su padre no le animó a realizar sus sueños, fue su madre la que espoleó sus ánimos, cantante de profesión y de nombre Estelle.
Rob Reiner asistió a la Beverly Hills High School para hacer sus estudios secundarios y allí conoció al que sería uno de sus mejores amigos para toda la vida. Eran compañeros de la misma clase y se llamaba Richard Dreyfuss. El caso es que Rob quería convertirse en director y se matriculó en la Universidad de California para estudiar cine. Una vez conseguida la licenciatura, consiguió colocar algunos guiones de comedia en televisión, concretamente la serie The Smothers Brothers y debido a su físico afable (y, muy posiblemente, a las amistades de papá) le dieron uno de los papeles protagonistas de la serie Todo en familia que se mantuvo en antena durante ocho largos años.
Su popularidad le granjeó la oportunidad de dirigir sus propias películas y es lo que hizo en dos títulos de mero aprendizaje como This is spinal tap, un falso documental sobre un grupo de heavy metal con él mismo haciendo el papel del director del supuesto documental, y Juegos de amor en la universidad sobre el viaje de un joven que va a ir a la universidad atravesando el país y conoce a una mujer a la que, en un principio, odia a muerte, con John Cusack y Daphne Zuñiga en los principales papeles. Eran películas pequeñas, pero muy resultonas, hechas con gracia y enorme elegancia. Esas maneras son las que convencieron a Stephen King para que le vendiera los derechos de su novela The body (desde entonces, sus relaciones fueron tan buenas que también son íntimos amigos) para realizar la que él considera que es su obra maestra: Cuenta conmigo.
Todos los que alguna vez hemos sido niños nos hemos sentido como cualquiera de los protagonistas de esta joya del cine infantil-adolescente. Les acompañamos por su periplo por las vías del tren en busca de ese cadáver del que han oído hablar y que supondrá la mayor aventura de sus vidas. Maravillosamente fotografiada, excepcionalmente bien interpretada y dirigida con auténtica ternura, Reiner confiesa que es la película de la que más orgulloso está y la única en la que las ideas fluían de forma natural y sin pausa. Para el papel del narrador, Reiner contó con su gran amigo Richard Dreyfuss (una suerte de Stephen King en una narración claramente autobiográfica) y para los niños ahí estuvieron Will Wheaton, River Phoenix, Corey Feldman y Jerry O´Connell (el niño que se supone que luego se convierte en Dreyfuss). Una película inolvidable y al mismo borde de la obra maestra.
Con la confianza evidente que da una película y un éxito de estas características, Reiner agarra por las solapas un guión de William Goldman para hacer esa estupenda película que es La princesa prometida con Carey Elwes, Robin Wright, Mandy Patinkin y Wallace Shawn. El mismo Goldman confesó que estaba en un momento bajo de su carrera de guionista después del enorme fracaso que supuso una película como El año del cometa en el que tenía puestas muchas esperanzas. Le encomendaron la adaptación de este cuento, más bien ñoño, que no había por dónde cogerlo. Durante una noche de insomnio pensando en que no le gustaba nada tener que trabajar en eso, a Goldman se le ocurrió convertir el cuento en una comedia algo disparatada, que dinamitaba los convencionalismos habituales de los cuentos para niños con un humor absurdo y elegante. También dijo que la dirección de Reiner fue decisiva para ello, debido a que, a pesar de que es un hombre con un carácter difícil (fue imitado en un episodio de South Park como un tipo que siempre tiene comida en las manos, malas palabras para todos y mal genio para aburrir), tenía un gran sentido del humor. El resultado es una película que se ha quedado en la memoria con frases inolvidables que siempre se dicen con una sonrisa y un buen recuerdo, un clásico de los ochenta.
Atraído por la forma de hacer cine de Woody Allen, Rob Reiner agarró un guión de Nora Ephron (la esposa de Carl Bernstein, el periodista que interpretó Dustin Hoffman en Todos los hombres del presidente) y realizó una de las mejores comedias de los años ochenta: Cuando Harry encontró a Sally, con Billy Crystal y Meg Ryan, ambos encantadores. Quizá el gran secreto de esta película es que todos, tal vez en menos tiempo del que se habla en esta comedia, hemos pasado por las fases por las que pasan Harry y Sally desde que se conocen hasta que, al fin, terminan juntos. Primero un viaje en el que hay antipatía, luego surge la conexión, se pasa a ser el pagafantas, luego el amigo para todo aunque no se tiene ninguna gana de serlo porque lo que se desea es ser algo más, la aparición de otras parejas, la vida que tira, el reencuentro, el fulano o la mengana que hace daño a uno y a otro, las lágrimas en común y una de las más tiernas declaraciones de amor que se ha ido construyendo con el tiempo y el roce y el cariño y un montón de cosas más. Muchas escenas en nuestra memoria. Muchas risas en nuestro corazón.
Volvió con Stephen King para cambiar de registro y se puso manos a la obra con Misery, una maravillosa película de suspense más que de terror, con una extraordinaria Kathy Bates y un sufrido James Caan (tuve el placer de ver la versión española en teatro con Beatriz Carvajal y Ramón Langa en esos papeles. Años después, conocí a Beatriz y le dije cuánto me había acojonado. Ella, mucho más dulce de lo que parece, me dijo: “Ay, cuánto lo siento, mi niño”). Por esta interpretación, Kathy Bates consiguió el Oscar a la mejor actriz con la exhibición de muchísimos registros en la locura de esa enfermera que mantiene preso y casi mutilado a un escritor con tal de que vuelva a escribir la última novela de su heroína favorita. Con apenas dos actores (aunque hay ocasionales visitas al exterior y Richard Farnsworth también aparece por ahí), Reiner consiguió una película tensa, claustrofóbica, elegante, enorme y también inolvidable. Parecía que su talento no iba a tener fin.
Continuó con un gran éxito como fue Algunos hombres buenos, adaptación de la obra de Aaron Sorkin que en las tablas habían interpretado Stephen Lang (el malo de Avatar) y Tom Hulce (el recordado Amadeus). Reiner consiguió el concurso de Jack Nicholson y Tom Cruise en unas interpretaciones para recordar por parte de ambos, en un duelo magnífico entre el viejo militar de tendencias fascistas, orgulloso, que no permite que nadie le supere y el abogado de la Marina joven, arrogante, competente y brillante aunque no lo sabe. Además, Reiner tuvo la inteligencia de rodear todo el reparto con un estupendo plantel de secundarios como Demi Moore, Kevin Pollak, Kevin Bacon, Noah Wyle, Cuba Gooding Jr., Christopher Guest, J. T. Walsh y Kiefer Sutherland. El resultado es una película brillante, con escenas electrizantes apoyadas en una dirección que otorgó un especial mimo a los actores, con diálogos agresivos, actitudes estudiadas y creíbles. Una película llena de fuerza que obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar incluida la de Jack Nicholson al mejor actor secundario que solamente perdió porque ahí estaba un monstruoso Gene Hackman por Sin perdón.
Obtiene su primer fracaso con una película mediocre como es Un muchacho llamado Norte, con Elijah Wood y Bruce Willis, pero consigue otra vez un buen tanto con El presidente y miss Wade, historia de amor entre un supuesto Presidente de los Estados Unidos con una activista de la oposición interpretados por Michael Douglas y Annette Bening. Sin llegar a la altura de sus anteriores títulos, la película es muy buena, con situaciones brillantes en tono de comedia, de drama y de política-ficción, en la que Reiner juega con la posibilidad de que un presidente, si se enamora en el ejercicio de su cargo, no puede cortejar a la chica que le gusta como cualquier otro mortal. No porque no quiera, sino porque las obligaciones y apariencias inherentes al cargo lo hacen muy, muy difícil.
A partir de aquí, de alguna manera, Reiner pierde fuelle. Tiene una historia potente de racismo, pero no sabe llevarla a buen puerto, con Fantasmas del pasado, con Whoopi Goldberg y Alec Baldwin. Vuelve al cine romántico con una película agradable que no tuvo ningún éxito como es Historia de lo nuestro, con Bruce Willis y Michelle Pfeiffer y, a partir de este momento, Reiner se centra en su actividad política. Apoyó con fondos y movimiento la campaña electoral de Al Gore que perdió (perdió?) con George Bush hijo. También se dedicó a las tareas de producción con su famosa productora Castle Rock. Pinchó en hueso con una historia de amor como Alex y Emma, con Luke Wilson y Kate Hudson; se hizo cargo de la dirección de Dicen por ahí… después de que el rodaje ya hubiera comenzado a cargo de Ted Kotcheff y le despidieran cosechando otro fracaso; parecía comenzar de nuevo con cierta gracia en Ahora o nunca, con dos jubilados echándose unas risas como Jack Nicholson y Morgan Freeman; vuelve a caer con Mi primer amor y hoy en día, hasta las distribuidoras se piensan bastante si estrenar algo dirigido por él, como es el caso de LBJ, una película que lleva dos años enlatada en la que cuenta la biografía del Presidente Lyndon Johnson interpretada por Woody Harrelson.
Lo cierto es que ese arranque fulgurante en la carrera como director de Rob Reiner nos dejó unos cuantos títulos a todos aquellos que fuimos jóvenes en los ochenta y en los noventa y, tal vez, eso merecía un gus.
Y merece recordar este enfrentamiento entre Cruise y Nicholson en la sala de un juicio. A mí se me pone la piel carne de gallina.





Y también, como mosaico, ahí están esos cuatro chicos a la búsqueda de un cadáver.


Comentarios

dexterzgz ha dicho que…
Excelente repaso a la carrera de un director que como bien dice el lobo no será un Ford o un Wilder pero nos ha dejado un montón de títulos imprescindibles y de películas que desde luego han marcado nuestras vidas. Y si desde luego lo que mitifica muchas veces las películas son las frases, los films de este hombre tienen unas cuantas de esas inolvidables.

"Me llamo Ínigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir" (¿era Cary Elwes o Mandy Patikin?)

"¿Ordenó usted el código rojo?"

“Nunca tuve unos amigos como los que tuve cuando tenía doce años.”

Por no hablar lo de Meg Ryan en la cafetería y de lo del "Quiero lo que ha tomado ella". Qué gran comedia, la de Harry y Sally. También me pareció muy estimable y fue masacrada "Historia de lo nuestro", pero tal vez era demasiado ¿europea?

Y ha sido un gusto recordar también "Cliente muerto no paga" de Papá Carl. Una gozada.

Gracias por el gus.

Abrazos orgásmicos
INDI ha dicho que…
pues sí, merecía un gus, sin duda. Me encanta "El presidente y Miss Wade", qué grande Annette Bening en éste film. A "La princesa prometida" supo darle el toque de humor perfecto para que no se quedara como un cuento ñoño. Y lo de "Cuenta conmigo", qué decir, es fantástica. Como éste gus.

Abrazos buscadores
CARPET_WALLY ha dicho que…
Coincido, coincido. Si señor un gus memorable, para un director que nos ha dejado momentos memorables. ¿Cuantos no habrán amado el cine gracias a "La princesa prometida" o "Algunos hombres buenos", esta última es la película favorita de mi hijo y eso que el no ha mostrado ninguna inclinación por la pantalla grande...sniff

Y el repaso es maravilloso y genial, pero...("todo lo que se dice delante de un pero, no vale" es otra buena frase aunque en este caso no es válida)...He descubierto un gazapo. En "cuenta conmigo" el niño que luego se supone que es Richard Dreyfuss y que escribe ese cuento de memorias está interpretado por Will Wheaton y no por Jerry O´Connell que interpretaba a "Gordi" y que de mayor ha acabado mucho mas delgado en la serie "Corssing Jordan".

En todo caso genial Rob y genial el Lobo. Que gusto da cuando da tanto gusto.

Abrazos como deseéis
Anónimo ha dicho que…
Coincido con Indi, me encanta El presidente y Miss Wade. Siempre que vuelven a pasarla por tv me engancho a ella. También me gusta Historia de lo nuestro y Algunos hombres buenos. Lo cierto es que no sabía nada de la trayectoria de este señor, siempre fui una cinéfila nefasta para recordar nombres de directores. Didáctico gus, como casi siempre.

Besos aprendiendo

low

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