GUS MORNINS 30/5/17
“Una
buena película es tres escenas buenas y ninguna mala”
Howard Hawks
Tal día como hoy este
excelso director cumpliría 125 años. He defendido en varios sitios que todas
las películas de Howard Hawks son buenas. No puedes decir que haya ni una sola
mala. Otra cosa es que lo que te cuenta te interese o no, pero su calidad no
puede ser puesta en duda por nadie con dos dedos de frente. Nunca se consideró
un artista y siempre se reivindicó a sí mismo como un artesano. Le llamaban “El
Zorro plateado”, no solamente porque era endiabladamente listo y tenía las
sienes pobladas de cabello blanco plata, sino porque le gustaban las mujeres
más que a un tonto una tiza.
En cualquier caso, como
apunte biográfico, diremos que Hawks era lo que se conoce comúnmente como un
“niño de papá”. Provenía de una familia que se había hecho rica con el negocio
de la industria papelera. Allá por 1896, cinco años después de su nacimiento,
Hawks recordó que el cine llegó a su localidad y que no le gustó nada. En 1902,
cuando su hermano William vino al mundo (él contaba ya con once años), en
cierta ocasión le dejaron a su cuidado. Howard sentía tantos celos del pequeño
que intentó venderlo a los transeúntes por el módico precio de diez centavos.
Por aquellas circunstancias de la vida, la infancia de Howard fue muy movida
porque su madre comenzó a tener problemas de salud y, como el dinero no era
problema, se movieron de aquí para allá con soltura. Viendo los padres que
aquello no era sano para Howard, le enviaron con su abuelo a Pasadena, en
California. El espíritu aventurero del abuelo animó a Howard a participar en
varias carreras de coches cuando tuvo la edad para ello y a sacarse la licencia
de piloto de aviones. El abuelo le colmó de caprichos e hizo de él un jovencito
bastante malcriado que se hizo famoso por mentir a troche y moche con la cara
totalmente impasible. Sin embargo, a modo de compensación, el joven Howard
resultó ser un excelente estudiante. Terminó la enseñanza obligatoria con notas
brillantes e ingresó en la Universidad de Cornell donde se licenció en
ingeniería mecánica. Como la recién trasladada industria del cine le pillaba al
lado, decidió ganarse unos dinerillos extra durante los veranos y prestando
atención a todo lo que significaba hacer películas (estamos hablando de 1910,
Hawks contaba con 19 años). Durante uno de esos veranos, el equipo estaba listo
para rodar una película con Mary Pickford, la estrella del momento, y el
director estaba tan borracho que se quedó inconsciente. El joven Howard, ni
corto ni perezoso, comenzó a dar indicaciones a la Pickford, que se quedó
encantada de aquel muchacho osado y decidido que parecía saber muy bien de lo
que hablaba.
Durante la Primera
Guerra Mundial, Howard fue reclutado por el Ejército con la graduación de
Teniente gracias a su titulación universitaria y destinado al servicio aéreo
aprovechando su licencia de piloto. Volvió tan entusiasmo con los aviones de
guerra que comenzó a diseñarlos él mismo. Su sueño era ser piloto de carreras y
de exhibiciones aéreas. Uno de los coches que diseñó ganó las 500 millas de
Indianápolis, ahora que están de moda por la excursión fernandoalonsiana. Mientras
trabajaba en ello, se le hizo un contrato fijo en la Twentieth Century Fox
donde Hawks trabajó de asistente de dirección, director de reparto, supervisor
de guiones, montador e, incluso, productor. También se especializó en rodar
tomas aéreas junto a su hermano Kenneth, que falleció en un accidente de
aviación. En 1922, la Paramount le contrata como guionista. Hawks, en un alarde
de trabajo, imaginación y fuerza, escribió 40
tratamientos de guiones…en 60 días. El chico aprendía muy deprisa y
pidió dirigir. La Paramount se negó. Despechado, fue a la competencia. La Fox
le compró el guión y se lo dejó dirigir. Su primera película fue El camino de la gloria, una historia de
amistad en el marco de la Primera Guerra Mundial.
Su salto de prestigio
después de foguearse con encargos durante casi diez años, ocurrió con la
maravillosa Scarface, una película
que rompía con todos los códigos morales de la época y se apoyaba en la
espléndida interpretación de Paul Muni. Dentro de la película se exhibía un
ambiente de ambigüedad moral de un atrevimiento fantástico. Incluso se sugería
de forma bastante evidente un incesto. Corría el año 1932, Hawks contaba con 41
años.
En 1934, rodó la
película de la que él siempre estuvo más orgulloso, La comedia de la vida, con John Barrymore y la maravillosa Carole
Lombard. La historia de un empresario teatral caído en desgracia que, a través
de su estrella-amante, quiere volver a la palestra resulta una precursora de
las screwball comedies con mucha
clase y aún más gracia. Casi se podría decir que Hawks fue el director que
mejor entendió este género como demostró años más tarde con la inolvidable La fiera de mi niña, una película tan
salvaje, tan alocada, tan desquiciada…que resultó un fracaso de aquí te espero.
Ni siquiera los nombres de Cary Grant y Katharine Hepburn (por la época
considerada “veneno para la taquilla”) consiguieron atraer a la gente hacia la
que es, posiblemente, la mejor de todas las screwball
comedies nunca realizadas.
El caso es que, a
partir de este momento, Hawks decidió ser el director más versátil de su época
(y quizá de todas las épocas) y tocó todos los géneros con igual
sabiduría. Ahí está esa triste historia
de aviadores transportando el correo por los Andes en Solo los ángeles tienen alas, con Cary Grant, un enorme Thomas
Mitchell y Jean Arthur (y una juvenil Rita Hayworth), vuelve a la screwball pero con mucho ácido dentro en
Luna nueva, con Cary Grant y Rosalind
Russell; toca el género bélico en su única nominación al Oscar con El sargento York, con un gran papel para
Gary Cooper; reinventa el cuento de Blancanieves y los siete enanitos con un
guión de Billy Wilder en Bola de fuego,
con Gary Cooper y Barbara Stanwyck; descubre a Lauren Bacall para entregársela
en bandeja a Humphrey Bogart en Tener y
no tener (nacida de una apuesta de Hawks con el propio Hemingway porque
decía que era capaz de hacer una gran película del peor de sus relatos); adapta
como nadie y con la ayuda del Nobel William Faulkner a Raymond Chandler con los
rasgos de Humphrey Bogart en El sueño
eterno; reinventa una versión en western
(el primero de todos los que hizo) de Rebelión
a bordo con el título de Rio Rojo,
con un enorme John Wayne y descubriendo al mundo el talento de un joven
Montgomery Clift; vuelve sobre el esquema de Bola de fuego cambiando el leit
motiv de las palabras por el de la música de jazz en Nace una canción, con Danny Kaye y Virginia Mayo, quizá no una gran
película pero sí uno de los mejores documentos sobre el jazz debido a la
cantidad de estrellas de esa música que participan en la misma; vuelve a la screwball con la tronchante La novia era él, en la que colaboró el
mismísimo Orson Welles escribiendo dos tercios del guión de forma no acreditada
debido a la enfermedad del guionista principal y finalmente acreditado, Charles
Lederer; realiza el primer western
neorrealista, muy cercano a la nouvelle
vague, en Río de sangre, con Kirk
Douglas; vuelve a la comedia con la disparatada y divertidísima Me siento rejuvenecer, con Cary Grant y
Ginger Rogers y una joven y despampanante aspirante a actriz llamada Marilyn
Monroe; prueba en el musical con Los
caballeros las prefieren rubias, con Jane Russell y Marilyn Monroe; realiza
la que es, quizá, la mejor película que se ha hecho nunca sobre Egipto en la
impresionante Tierra de faraones,
también con guión de Faulkner, y con Jack Hawkins y Joan Collins en los
principales papeles; consigue un éxito sin precedentes con el western Río
Bravo nacida como reacción a Solo
ante el peligro (una película que no le gustaba nada porque decía que un
pueblo jamás daría la espalda a su sheriff);
se va a África a cazar animales para zoos y a describir pasiones para hombres en
la muy divertida Hatari; realiza su
última comedia en Su juego favorito,
sustituyendo a Cary Grant por Rock Hudson; visita su querido universo de los
coches de carreras en Peligro línea 7000;
junta a unos cuantos amigos para rodar la relajada El Dorado (incluso Robert Mitchum lleva una muleta en una pierna
durante la mitad de la película y luego en la otra…y hasta John Wayne se lo
espeta en una improvisación) y termina su carrera con Río Lobo, mejor película de lo que algunos creen y que fue muy
criticada en su momento porque Hawks no tuvo ningún reparo en mostrar que, ya
en los setenta, los héroes estaban cansados.
No nos podemos ir sin
recordar aquel poema que recitaba James Caan “Mississipi” en El Dorado mientras cabalgaba al lado de
John Wayne “Cole Thornton” en ayuda de Robert Mitchum “John Paul Herrah”. Son
versos de Poe, pero pueden resumir muy bien la vida de Howard Hawks.
Un caballero alegre y
audaz
De día y de noche
cabalgando va.
Y canta su canción
mientras sigue osado
A la busca de El
Dorado.
Pero vano fue su
esmero,
Y ya viejo el
caballero,
Por la sombra el
corazón sintió apresado,
Al pensar que nunca el
día llegaría,
En que hallaría El
Dorado.
Sin fuerzas, exhausto,
Ya pierde su fe.
Pero, de repente, una
sombra ve:
“¡Sombra!”, grita
airado,
“Dime dónde se halla
La tierra de El Dorado”
Montes de luna cruzando
A valles de sombra
bajando,
Cabalga siempre osado,
A la busca de El
Dorado…
Como vídeo, un poco de
relajación, que cuando a Susan se le pone entre ceja y ceja cazar a alguien…no le importa enseñar sus vergüenzas. Y, claro, David se presta al juego. Cualquiera se resiste.
Como mosaico, no podía
ser menos, el mismísimo “Zorro plateado”, un hombre que, además, rompió muchas
barreras con sus retratos de mujer, siempre independientes y dominantes, que no
se dejaban arredrar por ningún hombre y que, con frecuencia, llevaban la
iniciativa. Aquí con Angie Dickinson durante el rodaje de Río Bravo.
Comentarios
Besos
low
Yo no estoy muy seguro pero no creo que haya muchos directores que han hecho versiones de sus propias películas, y sin embargo a Hawks se le ocurrió. No sólo con "Bola de fuego" sino con "Rio Bravo" que ya era un peiculón del 15 y se marcó "El dorado" que a mi me parece tan buena o más que la anterior...preferiría que no me hicieran elegir por que la segunda es probablemente mucho más divertida aunque creo que tiene menos acción. En ambos casos el ritmo es tal que se te pasa la hora yu media ( no hacía falta contarlo más largo) en un periquete.
Otra cosa que me maravilla de Hawks, la facilidad para definir los personajes en cuatro trazos y que no resulten simples. Una frase vale por todo...ya tiene localizado motivaciones, estados de ánimo,...ahora es necesario enfocar al personaje, que interioricemos su dolor, que veamos comos e deshace, que entendamos sus silencios...A Hawks le vale con:
- Háblame de Jean Paul
- Cuento toda la historia?
- Sin extenderte demasiado.
- Cuando tu te fuiste se le veía muy sólo.Un día llegó una chica al pueblo, fue subirse al escenario y..
- Probablemente tenia unos bonitos ojos tristes y una triste historia que contar, esas son su tipo.
- Si, ella no era buena y se lo intentamos hacer ver, pero....un día se fue con un músico y desde entonces Jean Paul no ha dejado de beber.
Ale Hawks, ya nos ha contado todo su dolor "sin extenderse demasiado".
Y para expresar la camaradería y lo que es la amistad, basta con otra frase
“Valiente amigo, pretender que uno tenga que hacer lo que él quiera” Frase que dice Mitchum aceptando que Wayne le obliga a hacer lo que realmente está bien.
Que gran de Hawks, gracias por un gran gus, Lobo.
Abrazos con muletas