GUS MORNINS 22/10/19
“Es
bella como la muerte, seductora como el pecado y fría como la virtud”
Luis Buñuel refiriéndose a Catherine
Deneuve
Vamos a volver
brevemente los ojos hacia esta actriz francesa que hoy celebra cumpleaños, 76,
y aún está entre nosotros. Algo enigmática, con una belleza tan fría que, a
veces, duele, Catherine Deneuve es la misma imagen de Francia en el cine y en
los sueños. Tanto es así que durante trece años fue elegida como el rostro de
Marianne, personificación de la patria francesa.
Catherine Dorléac nace
en Paris, en plena ocupación. Es hija de los actores Maurice Dorléac y Renée
Simonot que, en contra de todo pronóstico, aún sigue vivita y coleando con la
provecta edad de 108 años. Catherine fue la tercera de cuatro hermanas y su
sueño no era dedicarse al cine, sino ser modelo. En 1957, con apenas catorce
años, decidió presentarse a un casting
porque era verano y quería echarse algunos francos al bolsillo. La escogieron
inmediatamente para un papel sin texto (simplemente pasa por detrás de los
protagonistas con uniforme escolar) en Las
colegialas, de André Hunebelle. Y así se toma el cine durante cinco años.
Catherine quiere triunfar en el mundo de la moda, pero no consigue despegar y,
de vez en cuando, ruega por un papelito en el cine. Hasta que Roger Vadim
dirige una película titulada El vicio y
la virtud, basada en un relato del Marqués de Sade, y, por supuesto (menudo
era el Roger) se lió con Catherine.
A partir de ahí, el
salto a la fama de Catherine Deneuve fue imparable. Bien es verdad que, al
principio, parecía que la crítica no acababa de aceptarla porque su hermana
Françoise Dorléac parecía tener más talento y físicamente era menos glacial.
Sin embargo, Catherine demuestra que sabe cantar y moverse con cierta gracia y
su imagen ya es de todos cuando protagoniza, junto a Nino Castelnuovo, Los paraguas de Cherburgo, de Jacques
Demy. A partir de ahí, todos los directores europeos de moda quieren trabajar
con la chica fenómeno del cine francés. Así, Polanski le ofrece uno de sus más
turbadores y mejores papeles, el de la frígida prisionera de sus propios miedos
en Repulsión, una angustiosa película
sobre una mujer cuyo miedo sexual hace que se encierre con sus propios demonios
en su casa. Vuelve a trabajar con Jacques Demy en Las señoritas de Rochefort, al lado de Gene Kelly (una de sus
mejores experiencias en el cine, según sus propias palabras). Luis Buñuel la
coloca en el pedestal de las mujeres más frías y seductoras del cine en la
turbia Belle de Jour en la que la fotografía
con auténtico mimo y seducción. Después del enorme éxito de la película de
Buñuel, Catherine probó éxito en el mercado anglosajón en varias ocasiones. La
primera de ellas fue en Mayerling, de
Terence Young, al lado de Omar Sharif; luego emigró directamente a los Estados
Unidos para probar suerte al lado de Jack Lemmon en la muy desquiciada Locos de abril, de Stuart Rosenberg.
Como el éxito no fue el
apetecido, volvió a Europa para trabajar con Truffaut en la estupenda La sirena del Mississipi y, nuevamente,
con Buñuel en el mítico papel de Tristana.
A raíz de ver esta película Hitchcock le ofreció la protagonista de la última
película que llegó a preparar, The short
night, que acabó por cancelarse debido a la precaria salud del director.
Catherine siempre dijo que le hubiese encantado poder trabajar con el maestro y
que lamenta haber llegado demasiado tarde.
También fue el juguete
del deseo de Alain Delon y Richard Crenna en la excelente Crónica negra, un policíaco de altura debido a Jean Pierre Melville,
y volvió a probar suerte en una de las más desconocidas películas del director
Robert Aldrich al lado de Burt Reynolds, Destino
fatal, la historia de un policía que cae prendado de una de las sospechosas
del asesinato que está investigando. Una película que no tuvo ninguna suerte y
que merece un rescate.
Cierra la década de los
ochenta con una de sus mejores interpretaciones, la de la actriz de teatro
Marion Steiner de El último metro,
por la que consigue su primer César a la mejor actriz del año. Vuelve a América
y causa un gran revuelo en El ansia,
de Tony Scott, especialmente por sus escenas lésbicas con Susan Sarandon. Tanto
es así que se empieza a murmurar que Catherine es lesbiana. Cuando le han
preguntado por el tema, ella siempre ha contestado con una carcajada.
En 1992 vuelve a ganar
el César a la mejor actriz del año y una nominación al Oscar por su papel de
Eliane en Indochina, de Regis
Wargnier, una película que tiene muchos adeptos y que a mí me parece tan
aburrida que es perfecta como sedante.
Ya, metida de lleno en
la madurez, le ruega en un telegrama a Lars Von Trier que cuente con ella para
cualquier papel después de ver su película Rompiendo
las olas y el terrible danés lo hace para ofrecerle un rol muy secundario
en Bailar en la oscuridad, como
compañera de trabajo en una fábrica de la protagonista Bjork. Consigue una
nominación a los premios del cine europeo por su papel en Ocho mujeres, un misterio policiaco basado en la obra de Robert
Thomas y dirigida por François Ozon. Desde entonces ha hecho poco más que
pasear su palmito por un buen montón de películas francesas que poco o nada han
añadido a su carrera.
Entre las curiosidades,
que sé que os gustan, os puedo contar que es una fumadora empedernida. Fuma
tres paquetes de cigarrillos diarios. En 1985 se sometió a un tratamiento de
hipnoterapia para dejar de fumar. Consiguió dejarlo hasta 1996. Se volvió a
enganchar y, recientemente, ha tratado de pasarse infructuosamente al
cigarrillo de vapor. Sigue fumando tres paquetes diarios.
Tiene dos hijos. Uno
con Roger Vadim. La otra, Chiara, con Marcello Mastroianni. Estuvo casada
durante seis años con el fotógrafo David Bailey.
Nunca ha hecho teatro.
Tiene auténtico pánico a salir a escena delante del público.
Habla con fluidez
francés, italiano e inglés. Sabe algo de alemán, pero poco.
Su actriz favorita es
Marilyn Monroe, y su película favorita es Vidas
rebeldes.
En la actualidad, tiene
cuatro nietos.
Es una firme defensora
de la abolición de la pena de muerte en todos los países del mundo.
Probablemente, sus
carcajadas ante las preguntas sobre su posible lesbianismo sean por su
interminable lista de amantes. La mayoría de ellos muy famosos, como Roger
Vadim, Marcello Mastroianni, François Truffaut, Burt Reynolds, Franco Nero y
John Travolta. Incluso parece ser, según la biografía que publicó Patrick
McGilligan sobre Clint Eastwood, que también mantuvo un romance con él.
Optó al papel de
Francesca en Los puentes de Madison. Eastwood prefirió a Meryl Streep.
Es una apasionada de la
jardinería, del dibujo y de la fotografía.
Se declara creyente no
practicante.
Admira profundamente a
Barbra Streisand, Cate Blanchett y Kate Winslet.
Durante muchos años,
fue propietaria de un castillo en la campiña francesa. Lo vendió en 2014 por
cuatro millones de euros.
Su perfume es Chanel
número cinco y su ropa siempre es de la marca MAC.
Es defensora del
aborto. Tanto es así que se ofrece como voluntaria para testificar en los
juicios que se celebran en contra de los abortos ilegales dado que ella abortó
ilegalmente en 1971.
Sostiene una profunda
enemistad con Jacqueline Bisset. Parece ser que Jacqueline se lió con Marcello
Mastroianni en 1975 durante el rodaje de La
mujer del domingo y eso enfureció a Catherine. En venganza, y sin
pensárselo dos veces, se lió con Vincent Pérez, pareja de Bisset, durante el
rodaje de Indochina… ¡diecisiete años
después!
Otra actriz a la que no
aguanta es a Brigitte Bardot. Dice de ella que es la mujer más infantilmente
cruel que ha conocido en su vida y que no quiere volver a verla nunca.
Aunque habla bien en
inglés, hace un patológico mal uso de la palabra “still”. Tanto es así que, en
Estados Unidos, se la conoce como la “Stillwoman” Deneuve.
Lo cierto es que
Catherine Denueve ha sido inimitable y única. Su mirada podría proceder de los
ángeles y también de la condenación. Su pelo rubio ha sido el sueño de muchos
hombres que han visto en ella la tremenda sensualidad soterrada que habitaba en su interior.
Como vídeo, os dejo un
pequeñísimo documental que en TCM emitieron sobre Catherine Deneuve con su
propia voz.
Como mosaico, os la
dejo con el que, posiblemente, fue el hombre que más quiso, Marcello
Mastroianni.
Comentarios
Me han encantado las curiosidades que citas, sus desavenencias con otras mujeres, sus gustos... No sabía lo del proyecto fallido con Alfred Hitchcock, una pena.
Da gusto leer éste gus.
Abrazos rubios