GUS MORNINS 31/3/20
“El
infierno no existe. ¿No lo entiende? Porque Dios no existe. Nunca ha existido.
¿Es que no lo comprende? ¡No hay ningún Dios! ¡Es una leyenda!”
Michael Caine en “El último
valle”
En esta ocasión vamos a
rendir homenaje a una película que no es muy conocida y que también cumple
cincuenta años desde su estreno. Se trata de El último valle, una historia estupenda protagonizada por Omar
Sharif y Michael Caine en la que se narra cómo Vogel, un profesor de
universidad, llega a un pueblo ubicado en medio de los Alpes huyendo de la
peste que azota a media Europa y de la Guerra de los Treinta Años. Allí,
encuentra un paraíso, habitado por gente sencilla y gobernado por un prohombre
llamado Gruber (Nigel Davenport) que hace y deshace a su antojo. Cuando parece
que el paraíso aún existe en la tierra, llegan unas tropas encabezadas por un
sanguinario capitán encarnado por Michael Caine con el fin de tomar el pueblo.
Vogel, con el fin de salvaguardar al mismo, llega a un acuerdo con el Capitán.
Él y sus soldados se quedarán a pasar el invierno en el pueblo, bien
alimentados y atendidos, a cambio de protegerlo de cualquier invasión exterior.
Esto altera a los poderes fácticos que ven reducida a la nada su influencia en
la gobernanza de la villa. Durante esos meses de invierno, el Capitán se hará
más humano y comprenderá que no todo se toma por la fuerza.
El
último valle es un viejo proyecto largamente
acariciado por James Clavell, que, hasta el momento, había conseguido dos
grandes éxitos. Uno fue la escritura del guión de La gran evasión, que había dirigido John Sturges ocho años antes y
otro fue la película que le dio la oportunidad de embarcarse en un proyecto tan
personal como éste, Rebelión en las aulas,
con Sidney Poitier de profesor de un instituto lleno de jóvenes problemáticos.
El caso es que El último valle es una
película excelente, más un drama que una película de aventuras, que no obtuvo
el éxito que merecía. Tal vez porque, en plena guerra de Vietnam, el público no
estaba para sumergirse en otra guerra interminable.
Vamos con las anécdotas
de la película.
Uno de los mayores
aciertos que contiene es la bellísima banda sonora de John Barry. Sin embargo,
de forma casi incomprensible, recientemente se intentó una reedición de la
misma y se descubrió que las grabaciones originales se habían destruido.
Afortunadamente, las partituras seguían formando parte de la biblioteca que
había dejado Barry antes de su fallecimiento y se rehízo con una nueva
grabación respetando cada una de las notas que había escrito el compositor.
Por la época en la que
se sitúa la película, no había mercenarios, sin embargo, el personaje del
Capitán (en ningún momento se dice su nombre) se comporta como tal e, incluso, reconoce
que ha cambiado de bando a conveniencia. Recordemos que la Guerra de los
Treinta Años comenzó por motivos religiosos entre católicos y protestantes.
El
último valle fue la última película que se rodó en
sistema Todd-Ao, competidor del Cinerama, hasta que en 1992 se rodó el
documental Baraka.
La única película
anterior a ésta que había hablado sobre la Guerra de los Treinta Años fue La Reina Cristina de Suecia, con Greta
Garbo, realizada en 1930.
La American
Broadcasting Company (ABC) produjo la película con la esperanza de que fuera un
gran acontecimiento similar al de una superproducción. Su coste, efectivamente,
fue alto, aunque no tanto como el de gigantescas películas anteriores. Y el
fracaso fue monumental. Apenas recuperó un veinte por ciento de los gastos. De
hecho, forzó la quiebra de la ABC cesando por completo su actividad
cinematográfica dos años después. Aún así, creyeron en la película hasta el
final, realizando sucesivos reestrenos para relanzarla, incluso reduciendo su
formato hasta el de 35 milímetros para que pudiese ser estrenada en cualquier
cine. Fue inútil. La película fracasó estrepitosamente.
Ese fracaso salpicó
definitivamente a James Clavell, alma y núcleo de la película. No volvió a
vender un guión, ni a dirigir otra película. Se dedicó a escribir y alcanzó un
gran éxito con la escritura y posterior venta de derechos para televisión de
aquella afamada serie que se llamó Shogun.
El historiador y
guionista George MacDonald Fraser dijo de la película: “Es una película muy aceptable como ficción dentro de un acontecimiento
histórico de primera magnitud como la Guerra de los Treinta Años. Sin embargo,
no da una visión general del conflicto, con lo cual, como documento que intenta
reflejar una parte de la Historia, es bastante prescindible. Ello no quita en
absoluto muchas de sus virtudes cinematográficas como la interpretación del
amargado y brutal Capitán que realiza Michael Caine, complementado
perfectamente por Omar Sharif, que encarna algo muy valioso y muy escaso en
aquellos días, como es la voz de la razón”.
Michael Caine y Omar
Sharif se llevaron extremadamente bien durante el rodaje. Caine dijo de Sharif
que “nunca había conocido una persona
como él, capaz de sonreír y no tener ni idea de lo que está pasando por su
mente. No me extraña que sea un consumado jugador de bridge”. Ambos
volvieron a coincidir ocho años después en el rodaje de Ashanti, de Richard Fleischer, otro fracaso mayúsculo del que Caine
reniega vehementemente.
El caso es que El último valle es una película que
merece verse y degustarse, sobre todo, para ver la razón de la sinrazón y de
cómo es muy difícil mantener la cabeza fría en situaciones de crisis porque siempre
habrá aprovechados y siempre habrá sacrificados.
Como vídeo ahí os dejo
con la música de John Barry, como aperitivo.
Y como mosaico, ahí os
dejo con los dos protagonistas en una escena de esta película tan poco
conocida.
Comentarios
Coincido también en las buenas interpretaciones de los protagonistas, el resto, incluido Davenport, baja un poco el nivel. Y es una película de aventuras pero también es interesante desde el punto de vista social. Como afecta la fuerza (incluso la protectora) en una comunidad en la que la violencia está prácticamente desterrada.
Un buen rescate este film, merece la pena verlo.
Abrazos aislados