GUS MORNINS 17/3/20


“Comandante Clinton Reed: ¿Sabe? Mi madre siempre me decía que, si buscas lo suficiente, siempre encuentras algo bueno en la gente, pero ahora mismo no lo sé.
Capitán Tom Warren: Con todos los respetos hacia su madre, ése fue el segundo error que cometió”
                  Richard Widmark y Paul Douglas en “Pánico en las calles”, de Elia Kazan
Como todo el mundo, con estos días de pánico y encierro, está recordando Estallido, de Wolfgang Petersen, y Contagio, de Steven Soderbergh, y ya sabéis que yo suelo ir contracorriente, me atrevo a recordar esta excelsa película de Elia Kazan con unos impresionantes Richard Widmark y Paul Douglas, acompañados de Jack Palance, Barbara Bel Geddes y Zero Mostel. De hecho, cuando, hace ya un par de años, había cerrado un trato para publicar mi libro fantasma Joyas en la oscuridad (Homenaje al cine clásico español), que ya se rompió y ahí sigo, mi amigo Miguel Rellán me contó una anécdota que le había pasado a un famoso productor. Resulta que un chaval, recién salido de la Escuela de Cine, tenía una idea maravillosa para hacer en serie. El chaval peleó y peleó y este conocido productor le recibió para que le dejara un tratamiento de treinta páginas para ver cómo se iba a desarrollar el tema. Cuando el productor leyó el tratamiento llamó al chico y lo citó en las oficinas de la productora y le dijo: “No sé si has visto una película que se llama Pánico en las calles, la dirigió Elia Kazan con Richard Widmark de protagonista”. El chaval puso cara de póquer y contestó: “No había ni oído hablar de ella”. El productor sentenció: “Bueno, pues te vas al Corte Inglés y te la compras. Te la ves. Y verás cómo lo que has escrito es Pánico en las calles,  pero en malo”.
Más allá de eso, la película es fantástica, con una puesta en escena agobiante en las calles de Nueva Orléans, con interpretaciones muy intensas, tanto de Widmark, como de Douglas, como de Jack Palance. Y, para quien no la haya visto, trata de buscar a los contagiados por un virus letal que amenaza con extenderse a gran velocidad. Apenas hay unas horas de margen y el ejército, personificado por un virólogo interpretado por Widmark, y la policía, a través de un rudo capitán conocedor de los bajos fondos, se ponen en marcha y con urgencia para atrapar el virus. ¿Cuál es la novedad de la película? Que, más que una película de aventuras, se adentra en el cine negro con decisión, sólo que esta vez el asesino es uno de los portadores de ese virus tan letal que ha traído un marinero de un transporte procedente de un país lejano. Una auténtica maravilla.
Vamos con las anécdotas que salpicaron la película, que son jugosas.
En la última secuencia, el asesino interpretado por Jack Palance, trata de subir a un barco trepando por la amarra del muelle. No utilizó dobles, lo hizo él mismo después de que dos especialistas cayeran al agua.
Richard Widmark decía que Jack Palance era el tipo más duro que había conocido. Que, de hecho, era una de las pocas personas que le había dado miedo de verdad.
Widmark también relata que, en una escena en la que Palance le golpea la nuca con una pistola, le sacudió de verdad. No sólo eso, también lo hizo con Zero Mostel, al cual le hizo una bonita brecha que necesitó de atención médica.
La película fue galardonada con un Oscar al mejor guión original.
Fue la primera película de Jack Palance.
La mayor parte del presupuesto se destinó a pagar a la ciudad de Nueva Orléans (mucho más que los sueldos de los actores), porque Elia Kazan insistió en rodar en sus calles. Eso significaba pedir muchas licencias y pagar muchas tasas para cortar calles y rodar con cierta tranquilidad. Como agradecimiento, salvo los actores protagonistas, Kazan contrató a todo el que aparece en la película allí mismo, en Nueva Orléans.
El papel de Richard Widmark fue originalmente ofrecido a Dana Andrews, y el de Barbara Bel Geddes iba a ser para Linda Darnell. A ambos le dio mal rollo intervenir en una película que hablaba sobre un virus altamente contagioso.
Se hizo una adaptación en forma de radio que contó, precisamente, con Richard Widmark y Paul Douglas como voces principales.
Hay una aparición brevísima del propio Elia Kazan como asistente de una funeraria.
Casualmente, durante el rodaje, parece que hubo una invasión de ratas en Nueva Orléans. Las autoridades sanitarias se asustaron porque, como bien sabéis, son transmisoras de la rabia. La plaga se controló con la ayuda del servicio de alcantarillado y la propia policía.
Os dejo con un pequeño tráiler de esta maravillosa película. Buscadla, es fantástica.

Y como mosaico, una escena entre Widmark y Douglas cuando el primero trata de vacunar al segundo. Ahora, que me vengan los antivacunas a decir no sé qué…




Comentarios

dexterzgz ha dicho que…
Recuerdo muy vagamente esta película que tendré que recuperar aunque prefiero dejarlo para más adelante que soy un hipocondríaco.

Lo que hace falta es que no haya pánico en las calles, que estemos todos tranquilitos en casa y no nos pongamos histéricos y sobre todo no colapsemos los servicios sanitarios. Que puesto que, parece, vamos a caer casi todos, lo hagamos de una forma discreta y molestando lo menos posible.

Abrazos contagiosos

Entradas populares de este blog

Guuud mornins, 14/05/13

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (XLVIII)

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (LXV)