Gus mornins, 27/03/17

“ Estoy clavado,
Estoy herido,
Estoy ahogado en un bar “
(Maná)

Guuud mornins, cinéfilos:

Eso es lo que cantaban Mana en esa copla que tanto les gusta a la Yeni y a la Vane. Eso lo cantaban los mexicanos y lo podíamos estar cantando perfectamente nosotros, porque, lunes 27, ocho y pico de la mañana, y aquí seguimos, oiga, sin poder salir de este maldito antro. Esto la verdad que está empezando a pintar mal, la gente se está empezando a poner nerviosa y comienza a sacar lo mejor de si misma. Los víveres están empezando también a escasear (ya sólo nos quedan unas pocas bolsas de cacahuetes y de ganchitos) y el orujo pues tres cuartas partes de lo mismo. Yo no sé en qué puede acabar todo esto.

En la parte positiva, hay que decir que la cobertura ya se ha normalizado y por tanto nuestra comunicación con el exterior. Al menos puedo decir que este gus os llegará en condiciones. Y al menos también ya nos hemos puesto en contacto con varias fuerzas de seguridad que nos han prometido que en breves nos van a sacar de aquí. En concreto hemos hablado con la Guardia Civil, la Policía Nacional y Local, los Mossus y la Ertzaina y hasta el Mosah y la Guardia Vaticana. Y es un consuelo saber que Trump no ha empezado a construir el muro y resulta que pasaba por aquí.
La recuperación de las conexiones nos ha permitido también descargarnos por el torrent la mitad de las películas que comentamos por aquí el viernes. No creo que sea delito pues es un motivo de fuerza mayor y es que las horas aquí pasen lo más amenas posible.  Incluso como deferencia a don Matías nos hemos visto también NinotchkaEl maquinista de la General y La ventana indiscreta. Lo malo es que hay que contentar a todos y ayer hubo que contentar a Borja y nos tuvimos que tragar Holly MotorsEl eclipse y Armonías de Weickmeister, enteritas las tres y de una tacada.
Ya digo que los primeros días de camaradería han dado paso a otros en la que la tensión se masca en el ambiente. Don Matías y yo siempre estamos aquí para poner paz y procurar que no llegue la sangre al río. Y da resultado, creo que el bombero está empezando a ponerme ojitos… y la Vane también.
Lo último que se me ocurrió para mantener a la peña contenta y entretenida fue proponerles un transversal cinematográfico de esos que se marca aquí de vez en cuando el amigo. Y como estamos en un bar, que es de esos lugares tan gratos para conversar que decían aquellos, pues nuestro ranking les dije podría ir de bares de cine. He de decir que en principio el juego les entusiasmó pero poco a poco fue decayendo y al final la lista sobre momentazos de cine en bares  nos la hicimos entre Don Matías y yo. Y este fue el resultado.

10- Acción mutante (Álex de la Iglesia, 1993)


Como al bueno de Álex se le ha ocurrido hacer ahora una película contando una situación muy parecida a la que estamos viviendo nosotros ahora, decidimos comenzar nuestro top con un recuerdo especial para él. Y es que los bares están muy presentes en los films de este hombre. Basta recordar con que se destapó con el corto Mirindas asesinas, en la que el llorado Alex Angulo entraba en un local y se liaba a tiros con el personal porque el camarero no le proporcionaba una Mirinda. Después la tradición continuó y el grueso de la acción de su opera prima Acción mutante, valga la redundancia, transcurría en un garito del legendario planeta Asturiax. La troupe de Balada triste de trompeta solía reunirse en un bar a tomarse el cafelito todas las mañanas. ¿Y qué me decís de ese otro bar perdido en la noche del paisaje de los valles navarros y esos wáteres tan acabradabrantes que salían en Las brujas de Zugarramurdi?


9- Abierto hasta el amanecer (Quentin Tarantino, 1996)


Otro al que le gusta meter mucho los bares en sus películas, amén de otras cosas, es el amigo Quentin. El arranque de Reservoir Dogs tenía lugar en torno a una mesa y a unos cafés y a una tertulia sobre el significado místico filosófico del Like a virgin de Madonna. Luego vendría Pulp Fiction con Uma y John bailando el twist en aquel bar tan años cincuenta o con Marcelus Wallace recibiendo a sus dos matones detrás de la barra de uno de sus locales. Incluso cabe hablar de la francachela que se llevaban entre sí los oficiales nazis de Malditos bastardos jugando a las cartas y haciendo chanzas. Y claro la espectacular Salma.

8- El apartamento (Billy Wilder, 1960)

Esta le gustó mucho a Don Matías, y a mí, no te jode. Es el momentazo en el que C.C Baxter ha descubierto todo el pastel de la señorita Kubelick y en la noche del 24 de diciembre se va a ahogar las penas al garito de la esquina. Allí se encuentra con una rubia que le cuenta que su marido está preso en las cárceles cubanas y que también necesita compañía y desahogo en una noche tan especial.  Era por supuesto un bar diferente al punto de encuentro entre la ascensorista y el señor Sheldrake. El tío Billy era otro de los que gustaba de pasarse de vez en cuando por el bar. Recordemos que eran como la segunda casa de Ray Milland en Días sin huella o que gran parte del argumento de Irma la dulce se desarrolla en una brasserie parisina.


7- El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009)


El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín. No puede cambiar de pasión.
No lo dice un borracho cualquiera en plena disertación filosófica antes de ser puesto de patitas en la calle por el camarero. Lo dice el gran Sandoval, y pertenece a esa magistral película que le recomiendo vivamente a usted, don Matías. Porque es uno de los últimos grandes clásicos que nos ha regalado el cine.

6-Los Hermanos Marx en el Oeste (Edward Buzzel, 1960)


Qué sería de nosotros, los cinéfilos, sin el western. Y cada uno de esos westerns tiene su propio bar, su local y su saloon. Con sus chicas, su pianista, sus tahúres, su camarero. Entre su personal gente muy distinguida como ese fregaplatos de El hombre que mató a Liberty Valance que atiende al nombre de James Stewart.


5 El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
Sí, claro, Jack Torrance vivía muy estresado escribiendo su novela en aquel hotel de la montaña, y necesitaba su esparcimiento. Por eso Mr Stanley colocó un bar en el edificio, aunque mucha parroquia no tenía. Probablemente más de uno se MORIRÍA de sed. La escena mereció un homenaje en la reciente Passengers de la Yeni.


4- La jungla de asfalto (John Huston, 1950)


Y qué me decís de esa atmósfera tan especial que se respira en los bares de las películas de cine negro. Donde el humo ciega nuestros ojos y donde en las trastiendas se ventilan los asuntos más turbios de la ciudad y de los bajos fondos entre partida y partida de póker. Esos misteriosos encuentros en donde el protagonista se cita con alguien que le va a proporcionar una valiosísima información siempre se producen al otro lado de la barra de un bar.


3- En busca del arca perdida ( Steven Spielberg, 1981)


Hasta el Himalaya se iba nuestro querido Indiana para buscar a su Marion del  alma para pedirle ayuda. Se la encontraba en un garito perdido en el medio de la nada tumbando a los parroquianos que osaran desafiarla chupito va chupito viene. Aquí el bombero y Julián han decidido someterse a un reto similar y no os quiero contar lo que ha pasado.

2- La guerra de las galaxias. Episodio IV (George Lucas, 1977)


Harrison también solía frecuentar esta otra cantina mítica situada en un rincón muy muy remoto del espacio sideral. Allí iban especímenes de lo más variado, había peleas, jaleo y de todo. Allí iban Luke y Obi Wan a contratar los servicios de Han. Y mira tú por dónde al final resulta que Luke y Han ¡¡¡ eran cuñados¡¡¡ La galaxia es un pañuelo


1-Casablanca (Michael Curtiz, 1942)


Claro, todo el mundo va a Rick, y no me extraña que de todos los que hay en el mundo ella acabara eligiendo ese . Porque el dueño tiene la nacionalidad y la patente de borracho, porque allí está Sam que siempre te recibe con una sonrisa y la canción adecuada. Porque siempre se detiene a los sospechosos habituales. Y aunque se juegue (qué escándalo). Porque el dueño es un duro pero en el fondo es un blando que deja ganar a la ruleta a cualquiera. Porque se canta la Marsellesa más alto que en ningún otro lado. Y porque en definitiva, nunca pasa de moda, así que pase el tiempo.


Pues, aquí también pasa el tiempo, pero muy muy despacito. A ver si el viernes ya consigo hacer un gus como Dios manda. Alzo mi copa de orujo para que la semana sea propicia y para que mañana César Bardés os prepare un programa niquelado. Uy, os dejo, me voy a poner un disco a la máquina que le he prometido un baile a la Vane y se está poniendo muy pesada.

EN EL ÚLTIMO TRAGO
Chavela Vargas

Tómate esta botella conmigo 
en el último trago nos vamos 
quiero ver a qué sabe tu olvido 
sin poner en mis ojos tus manos 
esta noche no voy a rogarte 
esta noche te vas que de veras 
que difícil trata de olvidarte 
y que sienta que ya no me quieras 
Nada me han enseñado los años 
siempre caigo en los mismos errores 
otra vez a brindar con extraños 
y a llorar por los mismos dolores 
Tómate esta botella conmigo 
en el último trago me dejas 
esperamos que no haya testigos 
por si acaso te diera vergüenza 
si algún día sin querer tropezamos 
no te agaches ni me hables de frente 
simplemente la mano nos damos 
y después que murmure la gente 
Nada me han enseñado...


EL MOSAICO DE HOY



Comentarios

César Bardés ha dicho que…
Por mucho que curre no me va a salir un gus ni tan medio niquelado como el tuyo. Yo creo que a estas horas de la mañana ya tengo una chispa encima que no puedo con ella tras pasar por todos los bares que has propuesto. Y he de reconocer que los recuerdos (como les pasa a los buenos borrachos) han empezado a agolparse en mi memoria, pero no, no os voy a dar la barrila con mis tontas nostalgias. Aportaremos algo al transversal, aunque poquito porque es insuperable.
Uno de los bares que más me han gustado por su surrealismo vital ha sido el de "Bienvenido Míster Marshall" con José Isbert de improbable sheriff soñando que se ligaba a Lolita Sevilla mientras desenfundaba y decía "pam, pam" para acabar con los villanos. Otro bar futurista e inquietante era el que utilizaba Alex de Large (Malcolm McDowell) con sus poco recomendables amigos en "La naranja mecánica" bebiendo algunos chupitos de leche ácida. Ahí está el bar donde se organizan las timbas de "Duelo de titanes" y aquel con reservado y sorpresa dentro de "El destino también juega" con Joanne Woodward llevando de cabeza a jugadores de la talla de Jason Robards, Paul Ford, Charles Bickford o Kevin McCarthy. Bar es lo que tenía con tiovivo dentro la Eileen Brennan que convivía con Paul Newman en "El golpe". En un bar de mala muerte era donde se escondía Charles Aznavour, tocando en interminables noches con un cartel que rezaba "Tirad sobre el pianista". Paul Newman se pasaba las horas muertas en un bar mientras esperaba algún caso que llevarse a la boca y se colocaba los pensamientos en "Veredicto final". El gran Walter Matuschankayansky se emborrachaba tanto en "Terremoto" que no le parecía que hubiera un terremoto porque su estado normal era un tan sísmico. Por cierto, tras ese nombre se escondía Walter Matthau. Los facinerosos que atesoraban cierta ética preparaban su golpe en la mesa de un bar en "Rififí" y José Luis López Vázquez se volvía a encontrar con Julieta Serrano tras su paso por el quirófano y su cambio de sexo en un bar donde ella trabajaba en "Mi querida señorita". Los bares son el medio normal en el que se mueve el elegantísimo protagonista de "Bob, el jugador", de Melville y en un bar solitario clavan la mano de Luca Brassi a la barra en la primera parte de "El padrino". Y, en fin, entre otros muchos bares, también está ese bareto de mala muerte donde Tony trabaja, intentando ver algo en el futuro, en "West Side Story" y el sempiterno cartel luminoso de "BAR" no podrá salir nunca de la vida de Jack Lemmon en "Días de vino y rosas". Los bares, al fin y al cabo, son los acentos de gran parte de nuestra vida.
Abrazos baríferos.
CARPET_WALLY ha dicho que…
Un transversal!!!.

Más feliz que una perdiz con la ocurrencia. Me apunto y apunto algún bar de cine que merece estar...

En el cine había mucha gente en este bar, pero en la realidad supongo que habría mucha más. La película no era la bomba, pero amigo si una chicas guapas su suben a la barra y bailan como si no hubiese un mañana, no te vas a poner tonto si te sirven garrafón. EL BAR COYOTE

Hay otro bar-cafetería mítico, no sé qué tendrá su comida, pero la gente quiere lo mismo que había pedido Meg Ryan y que le proporcionó un magnífico orgasmo. CUANDO HARRY ENCONTRO A SALLY

Bueno y si querías codearte con lo mejor de la mafia y ver las mejores actuaciones de la época, bailarines que taconean como tiros de ametralladora incluidos, hay que ir al COTTON CLUB

Y si eres un tipo que en tus ratos libres aprovechas para ir de aquí para allá en el tiempo, pero siempre entras en la misma cafetería aunque la encuentres muy cambiada, es probable que te encuentres a tu padre haciendo el canelo y al bruto del pueblo abusando de él, te llamarás Marty Mcfly o Clint Eastwood y estarás de REGRESO AL FUTURO.

También puedes ser un españolito de posguerra que te metas en el café de Doña Rosa y aproveches para mirar si el mármol de las mesas son en realidad lápidas de cementerio o si alguien te invita a algo porque estás como casi todos muerto de hambre. En ese Madrid y en ese café no serás una abeja, pero estarás en LA COLMENA.

Y no será de cine, pero hay otro bar en Boston que puedes reconocer inmediatamente, está poblado de personajes variopintos y el camarero liga con la dueña y un tipo que siempre pide una cerveza es saludado al grito de “Noooorm”. Ese sitio es “CHEERS”

Que gueno, que gueno este gus.
Abrazos en la barra

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