Gus mornins, 15/07/20

Nadie vive su vida hasta apurarla, excepto los toreros.

(Ernest Hemingway)

Guuuus mornins, cinéfilos.

Aquí seguimos apurando los últimos días del gus antes de las vacaciones. Si hoy hemos empezado recordando una de las frases de Hemingway y de su novela Fiesta es porque en un año normal estaríamos despidiendo un año más los sanfermines con el popular pobre de mí. Y, desde luego, si hay un embajador en el mundo de la fiesta navarra, ese es don Ernesto, que la descubrió por casualidad, pero se enamoró de ella y regresó una y otra vez. Bien es cierto que sobre sus estancias pamplonesas circulan un montón de leyendas urbanas, unas verdaderas y otras no. Entre las primeras, muchas más que las que cuentan, por ejemplo de Orson Welles o Ava Gardner que, al parecer, nunca pisó los sanfermines, y desde luego tampoco las corrió. Hemingway solía hospedarse en el Hotel La Perla, el mismo en el que se vestían los toreros antes de las corridas de la tarde. Se dice que, dos días antes de volarse la tapa de los sesos en Idaho un 2 de julio de 1961, él mismo llamó al establecimiento para anular su reserva de ese año.

Con Hemingway empezó todo se podría decir; el escritor es uno de los culpables de que las fiestas de Pamplona se conozcan en todo el mundo. Hoy hasta series como Anatomía de Gray o Los Simpsons- dónde no habrá estado la familia de Homer ni qué acontecimiento de los últimos tiempos no habrá profetizado- se han hecho eco de los populares encierros.

En realidad, antes que el escritor norteamericano los sanfermines ya eran conocidos internacionalmente gracias al cine, y a los noticiarios que se exhibían antes de las películas y la describían como una fiesta singular. Se dice que El propio Louis Lummiere visitó Pamplona en 1908 y rodó escenas de los encierros y las corridas para uno de esos cortometrajes que tenían por objetivo difundir internacionalmente el famoso cinematógrafo. Con el tiempo, Hollywood tomó nota, y son muchos los films que transcurren en las calles de la capital navarra durante los primeros días de julio. Tantas que vamos a repasar algunas,

Naturalmente, empezaremos por el propio Hemingway que decidió localizar allí una de sus novelas, Fiesta, que fue el título español de The sun also rises. El texto, de 1926, fue llevad0 al cine treinta y un años más tarde por Henry King con el protagonismo de Ava Gardner, Tyrone Power, Errol Flyn y Mel Ferrer. Pese a que el equipo se trasladó a Pamplona y rodó algunas escenas, el grueso del rodaje tuvo lugar en la localidad mexicana de Morelia que hizo las veces de la ciudad española. La obra narra las andanzas entre Francia y España de un grupo de compañeros veteranos de la I Guerra Mundial. En Pamplona frecuentan a una tal Lady Brett, una joven que había ayudado a uno de ellos en París curando sus heridas en el combate, y que bebe los vientos por el torero más famoso del momento.

También resulta imprescindible en este relato el nombre de Orson Welles, el otro gran norteamericano sanferminero por antonomasia. Uno de los proyectos malditos del director fue su revolucionaria adaptación de Don Quijote en el que el Caballero de la Triste Figura y su escudero Sancho Panza regresaban a una España contemporánea para recorrer algunos de los lugares emblemáticos de su geografía. No faltaban, por supuesto, Pamplona y sus fiestas. Welles murió antes de acabar el proyecto que concluyó el español Jesús Franco estrenando en 1992 una versión que seguía algunas de las instrucciones dejadas por Orson. El autor de Ciudadano Kane se había quitado en parte la espina rodando escenas de los sanfermines en el documental para la Rai En la tierra de Don Quijote de 1964.

El cine español también se ha puesto el pañuelico rojo y ha corrido los encierros. Hemos visto la fiesta navarra en películas como Tú y yo somos tres, Luna de verano o Un rincón para querernos. Pero sin duda, el film español más conocido ambientado en los sanfermines es La trastienda, rodado por Jorge Grau en 1975, en los primeros años del destape y con María José Cantudo como protagonista. En la peli, la Cantudo es una enfermera enamorada de uno de sus compañeros del hospital, un médico casado que al principio aguanta la tentación pero que finalmente, y con las fiestas por medio, no puede evitar caer en ella. La película se hizo famosa por mostrar el primer desnudo integral de una actriz en el cine español. 

Tom Cruise fue otro de los que se apunta a un bombardeo si la cosa tiene que ver con España. Después de salir una temporada con nuestra Pe y de liarla parda viviendo unas fallas valencianas en plena Semana Santa de Sevilla, el chaval se volvió a desorientar y protagonizó unos delirantes sanfermines que por primera vez en la historia se corrieron en las calles de Cádiz. Ocurría en Noche y día que ya de por sí era una película bastante esperpéntica. Alguien, por cierto, debería decirles a los guionistas americanos que de vez en cuando se lo curraran un poco más y se documentarse antes de meterse en los fregados que se meten.

Eso no ocurrió en Cowboys de ciudad, una aceptable comedia de acción que le valió al veterano Jack Palance el Oscar al mejor secundario de 1991. El espectacular arranque de la cinta tenía lugar durante uno de los encierros sanfermineros, y mostraba a Billy Cristal, Daniel Stern y Bruno Kirby corriendo como descosidos frente a los morlacos. Luego, los tres amigos cambiaban de rumbo, y se iban a acarrear ganado a las llanuras de Nuevo Méjico para tratar de curar sus frustraciones de peterpanes. Por cierto que la peli supuso el debut en la pantalla de Jake Gyllenhaal que a sus once añitos tenía una breve aparición interpretando el rol de hijo de Billy Cristal.

Ya solo me queda entonar el pobre de mí, porque aquí se acaba el gus por hoy. Ya queda menos para un nuevo chupinazo y todavía menos para las vacaciones guseras. Riau, Riau.