GUS MORNINS 25/2/20
“General George S. Patton: Ahora quiero
recordaros que ningún bastardo ha ganado nunca una guerra muriendo por su país.
La ganó haciendo que otros bastardos murieran por el suyo” George C. Scott como el General George S. Patton.
No hay efemérides
motivadoras así que vamos con el cincuentenario de esta maravillosa película (a
mí, personalmente, me gusta mucho) sobre el retrato de un general polémico,
neofascista, iracundo, reprochable y, a la vez, una de las piezas fundamentales
del Ejército Aliado para lograr la victoria en Europa. Su empuje y su osadía
fueron claves para arrinconar a los alemanes y vencer en cada batalla en la que
participaba.
Además de todo ello, la
película está rodada en España, en diversos escenarios, contiene una extraordinaria
interpretación de George C. Scott, por la que fue galardonado con un Oscar (que
rechazó) y otros seis más, entre los que se encuentran los primeros para el
cine español, antes que ningún otro. Se trató de premiar a la mejor dirección
artística a los españoles Gil Parrondo y Antonio Mateos, que hacen un trabajo
espléndido no sólo en interiores, sino también en las localizaciones exteriores
que van desde Almería a Los Monegros en Zaragoza, pasando por la sierra de
Madrid, el Palacio de La Granja y la Sierra de Valsaín en Segovia, Soria,
Pamplona y la sierra de los Pirineos navarros. Además, por si fuera poco, la
película está muy, muy bien dirigida por Franklin J. Schaffner en base a un
guión impecable de Francis Ford Coppola. A veces, la conjunción de genios sólo
puede dar obras grandes.
Vamos con el
anecdotario, que hay bastantes cosas curiosas.
El revólver de
empuñadura de nácar blanco que lleva George C. Scott era el auténtico revólver
que llevaba al cinturón el General George S. Patton.
Cuando la película se
estrenó en una base militar de los Estados Unidos, los soldados se pusieron en
pie con la aparición de George C. Scott delante de la gigantesca bandera de los
Estados Unidos, permanecieron firmes durante el toque de llamada y se sentaron
cuando en la película el propio Scott dice: “Sentaos”.
George C. Scott no
quería hacer la escena del discurso delante de la gigantesca bandera.
Consideraba que era demasiado potente y que eso iba a marcar tanto al personaje
que poco iba a poder añadir durante el resto de la película. Franklin
Schaffner, el director, le convenció diciendo que la escena iría al final de la
película. Naturalmente, le mintió. Por cierto, la idea de la bandera gigantesca
fue de nuestro Gil Parrondo.
George C. Scott rechazó
el Oscar porque no aceptaba una fórmula de competición entre actores y creía
que la ceremonia en sí misma no era más que un desfile de buenas carnes.
En una escena, un
general le dice a Patton: “Usted,
general, ha sido un atleta, sabe cuándo hay que competir y cuándo hay que
retirarse”. Para quien no lo sepa, George S. Patton fue representando al
equipo olímpico de Pentatlón en los Juegos de 1912 en Estocolmo, consiguiendo
un quinto puesto que, como sabéis, es diploma olímpico. Fue primero durante
gran parte de la competición e, ironías del destino, hizo una prueba desastrosa
de tiro.
Antiguos soldados que
sirvieron a las órdenes del General Patton atestiguaron que su voz,
sorprendentemente, era inusualmente aguda. Parece ser que era muy mal hablado
en sus discursos para compensar esa imagen casi ridícula. Afortunadamente,
Scott, propietario de una peculiar voz arrastrada, no intentó imitarla.
George C. Scott causó
un retraso de un día de rodaje porque quiso medirse al ping-pong con el Campeón
de España de la especialidad. El Campeón fue ganándole un set tras otro y Scott
dijo que se iba a quedar allí hasta que pudiera ganarle un set. No lo
consiguió.
La elección de rodar en
España se tomó porque el ejército español tenía mucho material de guerra de
segunda mano comprado a Estados Unidos.
George C. Scott, al
terminar la película, le pidió perdón a Franklin Schaffner, el director, porque
verdaderamente creía que su interpretación de Patton era espantosa.
El discurso del
principio ante la bandera gigantesca está realizado con sentencias propias del
General Patton, pero no en el mismo discurso. Coppola hizo un trabajo de
documentación extraordinario y decidió ponerlas todas en el mismo discurso.
El General Patton, tal
y como se refleja en la película, creía de verdad que él era la reencarnación
de antiguos guerreros. En concreto, creía que su cuerpo era la sexta
reencarnación de un centurión romano, pasando por un oficial bonapartista.
Todas sus reencarnaciones habían sido militares.
Fue la película
favorita del Presidente Richard Nixon.
La escena en la que
Patton pide al capellán que haga una oración para que se haga el buen tiempo es
absolutamente cierta. Y también es cierto que, efectivamente, una vez rezada
por el propio General, escampó en veinticuatro horas. El capellán era el
Coronel James O´Neill que fue condecorado con una estrella de bronce por tener
comunicación directa con Dios.
Cuando Coppola escribió
el discurso de apertura, fue despedido por la Twentieth Century Fox. En el
momento en que fue rodada la secuencia por Franklin Schaffner, la Fox volvió a
readmitirlo con un extra en el salario como disculpa.
Rod Steiger fue el
primer elegido para interpretar a Patton. Rechazó el papel porque creyó que iba
a ser una loa al general. Más tarde reconoció que fue el mayor error de su
carrera.
La Fox se echó las
manos a la cabeza cuando nominaron a mejor película a Patton y a MASH al mismo
tiempo. Creyó que iba a quitarse público la una a la otra. Un poco paletos ¿no?
El enfrentamiento que
se describe como competencia entre Patton y Montgomery fue absolutamente real.
Montgomery tenía cierta envidia de Patton. Envidiaba su increíble empuje, su
ambición. Montgomery carecía de ella.
Otra opción para el
papel principal fue Burt Lancaster que también creyó que la película iba a ser
una hagiografía de Patton. Lo rechazó y también reconoció públicamente que se
equivocó.
El discurso inicial
tiene ocho ángulos de cámara distintos. Fueron las veces en las que lo repitió
Scott de forma idéntica, una tras otra.
La tercera opción para
interpretar a Patton fue Robert Mitchum. Este sí leyó el guión y le gustó, pero
dijo a Schaffner: “Hay un actor que lo
puede hacer mucho mejor que yo. Se llama George C. Scott”.
En un principio, la
película iba a ser dirigida por William Wyler y quería a John Wayne de
protagonista. El propio Coppola fue quien puso en cuestión a Wyler. La película
no tendría que ser así. Wyler y Coppola discutieron y, en vista de ello, Wyler
prefirió elegir otro guión que tenía entre manos. El de No se compra el silencio que iba a ser su última película.
Hay diversos
testimonios de actores que participaron en la película en los que relatan que
George C. Scott no era precisamente un angelito. Dicen que dentro del plató,
estupendo, que era un actor extraordinario y muy amable. Confraternizar con él
fuera del rodaje era distinto. Bebía y tenía un carácter muy agrio.
La familia del General
Patton se negó en redondo en participar o aportar algún tipo de testimonio o
documentación para ayudar en la verosimilitud de la película. Parte de la culpa
es de la propia producción porque, en un fallo de atención, cursaron la
petición a la familia el mismo día de la muerte de la mujer de Patton. Lo
curioso de todo es que, a pesar de que la película se muestra admirada por la
capacidad guerrera de Patton pero bastante escandalizada por su personalidad e
ideas, la familia, comandada por su hijo mayor, el también General George
Patton IV, salió encantada de la proyección e, incluso, con lágrimas en los
ojos.
El General George S.
Patton murió, recién acabada la guerra, en 1945, a consecuencia de las heridas
producidas por un accidente de coche.
Como vídeo me hubiera
gustado poneros el discurso inicial, pero no he encontrado ninguna copia que me
guste del todo así que he optado por ese momento impagable en el que Montgomery
cree que entra en Mesina el primero cuando Patton le está esperando con su
brigada blindada formada y a punto.
Y como mosaico, os dejo
con nuestro Gil Parrondo en la primera fotografía que se hizo cuando recibió la
caja que contenía el Oscar que había ganado en 1971 por esta película. Nunca
fue a la ceremonia a pesar de que, al año siguiente, volvió a ganar otro.
Comentarios
Besos
low
Por aquello de ser yo esta vez el tocahuevos, diré que si wikipedia no engaña (lo he remirado porque me sonaba el dato) el primer Oscar "español" fue para Juan de la Cierva (sobrino del inventor del autogiro) que lo recibió por su contribución técnica al mundo del cine, por eun invento suyo que era un estabilizador óptico para grabar las escenas en movimiento.
Y sobre la película ¿que decir? que efectivamente todos creíamos que iba a ser una exaltación de un militar muy cercano a lo dictatorial, pero en el fondo es una crítica bastante importante a la persona aunque se aprecie los valores militares del personaje.
Años después se intentó hacer algo parecido con MacArthur interpretado por Gregory peck, pero no funcionó tan bien. Y directamente para televisión se realizó "Ike" sobre la vida de Eisenhower (interpretado por un gigantesco Robetrt Duvall) durante la II Guerra Mundial y la relación con su asistente británica interpretada por Lee Remick (perfecta en su creación y enormemente guapa). la serie me pareció magnífica también.
Pero "Patton" es otra historia, es cierto que con ese comienzo parece que todo ya sólo puede decaer, pero no lo hace...aunque en nuestra memoria perviva ese discurso ante la macrobandera.
Abrazos con la fusta bajo el brazo.