GUS MORNINS 18/12/18
“Si
hay algo por lo que me gustaría ser recordado es por hacer que los sueños de
Melina se hayan hecho realidad” Jules Dassin
Podríamos haber
dedicado el gus de hoy a Steven Spielberg, que cumple añitos, pero ya sabéis
que yo soy raro por naturaleza y he preferido dedicárselo a este caballero,
grandísimo director de cine, que hoy hubiera cumplido los ciento siete años de
edad. Más que nada porque Steven Spielberg será un nombre recordado aún durante
mucho tiempo mientras que cada vez hay menos gente que conoce algo sobre este
maravilloso director que fue Jules Dassin.
Fue el primero de los
ocho hijos que Samuel Dassin, barbero de profesión, y Berthe Vogel tuvieron.
Sus padres eran emigrantes judíos-rusos asentados en Connecticut. Jules, sin
embargo, creció con sus abuelos, también emigrados, en Nueva York y nada menos
que en Harlem, barrio de gente de color. A la escuela fue al Bronx graduándose
con brillantes notas. Desde el principio tuvo muy claro que quería dedicarse al
cine o, en su defecto al teatro, así que no dudó en embarcarse a Europa para
aprender interpretación de los mejores maestros europeos. Terminado su periplo
de aprendizaje por diversos países europeos en los que se pagó los estudios
trabajando en los más diversos oficios (de camarero a peluquero pasando por
estibador), volvió a Nueva York cinco años después y entró como actor en el
Yiddish Theatre, permaneciendo como miembro estable de la compañía (dedicada
íntegramente a estrenar obras de autores judíos) durante otros cinco años. Sin
embargo, allí fue donde descubrió que, como actor, no acababa de ser
convincente del todo, así que empezó a escribir guiones con el afán de, tal
vez, dirigirlos algún día.
En 1939, por esa misma
época, se afilió al Partido Comunista de los Estados Unidos, pero permaneció en
él durante apenas tres meses porque solicitó la baja inmediatamente avergonzado
por la firma del pacto ruso-germánico de no agresión que Stalin firmó con
Hitler. Años después, esa brevísima estancia en el partido le pasaría factura.
Decidido a aprender a
dirigir películas se trasladó a Hollywood en 1940 y consiguió ser ayudante de
dirección de Alfred Hitchcock en Enviado
especial y de Garson Kanin en Mi
mujer favorita. Consiguió hacer un cortometraje para aprender el manejo de
la cámara y en 1942 ya estaba dirigiendo su primera película, dentro de la
serie B, con el título de Fuera del
pasado, con Conrad Veidt de protagonista, la historia de dos gemelos (ambos
interpretados por Veidt) alemanes residentes en Estados Unidos. Uno de ellos es
un leal ciudadano, el otro, un nazi convencido. El conflicto estaba servido.
A pesar de ser una
película de bajísimo presupuesto, se aprecian cualidades en el joven Jules (31
años) y deciden darle ya una película con más medios. Se trata de Reunión en Francia con dos actores que
estaban en lo más alto: Joan Crawford y John Wayne. La película trata sobre un
paracaidista que cae derribado sobre Francia y una mujer lo recoge y lo ayuda,
arriesgando su propia vida, para sacarlo del país. Una película trepidante, con
un ritmo inusual para la época en la que destaca Joan por encima de John y que
consigue un prestigio inusual para un director todavía bastante desconocido.
Charles Laughton le
reclama inmediatamente para llevar a cabo una comedia fantasmagórica como es El fantasma de Canterville, basada en el
relato de Oscar Wilde que se ha convertido en un clásico, quizá algo ya
sobrepasado, pero que en su época hizo estragos por ese retrato del fantasma
gamberrete que hacía Laughton. El éxito fue tal que Dassin ya comenzó, en el
año 1947, con 36 años, a elegir sus propios proyectos. Y el primero de ellos
fue un guión de Richard Brooks que se convierte en un clásico instantáneo sobre
el género carcelario, dura y sin concesiones. Fuerza bruta nos ofrece al recluso Burt Lancaster planeando una
fuga que, al fin y al cabo, es una rebelión contra la tiranía de ese brutal
carcelero que incorpora Hume Cronyn, que tortura a los presos mientras pone
discos de música clásica. La película es tremenda, muy física, con una
realización sorprendente para ese año y que catapulta a la fama a Dassin que
ya, con sólo este título, es saludado como uno de los más grandes directores de
cine negro.
Esa consideración la
confirma con una de sus obras maestras: La
ciudad desnuda, con Barry Fitzgerald de improbable y veterano inspector de
policía tratando de dar caza a un asesino por las calles de Nueva York. La
película incorporaba a la ciudad como un protagonista más, detallando
minuciosamente la investigación por el asesinato de una prostituta de lujo en
un apartamento de Manhattan mientras el calor en la urbe se hace insoportable y
los mentirosos surgen como ratas. Además, también se agregaba la novedad del
estilo documental en la historia, que estaba narrada en primera persona por el
productor del film, Mark Hellinger (se presenta como tal en la narración) dando
a entender que esa trama ocurría en Nueva York pero que podría pasar en
cualquier ciudad del mundo. Una auténtica joya.
Insiste con el cine
negro con Mercado de ladrones, una
historia de camiones, sindicatos y mafias de segundo nivel con Richard Conte,
Valentina Cortese y Lee J. Cobb. La película es visualmente poderosa, tratando
de poner en valor el trabajo de los camioneros (en este caso, de fruta) que
tienen que luchar contra esos “sindicatos” que se adueñan de los muelles de
descarga de los grandes mercados explotando a los que han hecho el trabajo más
penoso con camiones que, en muchas ocasiones, ponen en riesgo la propia vida.
Un camionero decide enfrentarse a ellos. Muy potente y buena sin llegar a la
obra maestra.
Este año, 1949, marca
la salida de Jules Dassin de los Estados Unidos. Los cineastas Edward Dmytrik y
Frank Tuttle dan su nombre como miembro del Partido Comunista y se le incluye
en las listas negras. Nadie le quiere dar trabajo a pesar de ser un cineasta de
éxito. Dassin no se lo piensa. Se ha movido por Europa con comodidad, así que
hace las maletas y emigra al Reino Unido. Como su nombre es sobradamente
conocido, se le otorga financiación para realizar otra maravillosa película de
cine negro: Noche en la ciudad. Y no
sólo eso, consigue que se desplace hasta Londres un reparto de campanillas
compuesto por Richard Widmark o Gene Tierney, para darle un timbre de inmediato
reconocimiento. La historia de un corredor de apuestas que debe dinero a un
mafioso y decide organizar un combate de boxeo que le libre de las deudas y, al
mismo tiempo, le aúpe a una cómoda posición es difícil de ver porque le mueve
más la ambición que la angustia y sabes que esto último es lo que acabará con
él. Aún así la película es espléndida, con una maravillosa interpretación de un
Widmark que, también, estaba en la cresta de la ola estando aún reciente su
nominación al secundario por El beso de
la muerte.
Dassin decide trasladarse
a Francia y eso le cuesta algunos años sin rodar. No es tan conocido allí por
los “jóvenes turcos” de la nouvelle vague
y aún no se ha apreciado del todo su cine. Dassin les sacará de su error con Rififí, una de las mejores películas que
se han hecho nunca sobre atracos perfectos, con un Jean Servais de protagonista
que nunca ha estado mejor y el mismo Dassin incorporando uno de los papeles de
revienta cajas. La película es una obra maestra absoluta (una de las preferidas
de François Truffaut, que, inmediatamente, se encargó de hacer ver a sus
compañeros y al público el error que habían cometido con Dassin y organizó una
proyección de La ciudad desnuda para
que vieran que estaba muy cerca de lo que ellos preconizaban como los cineastas
en los que querían convertirse), con momentos magistrales (el momento del
atraco incluye una escena de absoluto silencio, sin diálogos y sin música, de
más de veinte minutos) y la exhibición de una ética profesional por parte de
los maleantes que se acerca peligrosamente a Peckinpah. Una auténtica maravilla
que, si no habéis visto, ya estáis tardando. Con ella, Dassin ganó la Palma de
Oro al mejor director del Festival de Cannes.
Con el éxito
multitudinario, Dassin decide innovar. Rueda El que debe morir, una fascinante historia en Grecia bajo la
ocupación turca en la que una villa, como parte de la Semana Santa ortodoxa de
cada año, representa la pasión de Cristo. Con maestría, Dassin nos va
intercalando los ensayos con la vida en ese pueblo ocupado y llega a la fusión
magistral de ambas historias. También habrá un mártir en esa representación,
los turcos actuarán como los romanos, y Judas existirá de nuevo.
Durante el rodaje en
Grecia, conoce a la actriz Melina Mercouri, activista del Partido Comunista
griego con la que comparte ideas y amor. Se casa con ella y Dassin recibe una
oferta de Italia para dirigir su guión La
ley, con Gina Lollobrigida y la propia Melina Mercouri de protagonistas. La
película se basa en la aplicación estricta de la ley en un villorrio italiano por
parte de un juez que acusa a una mujer de adulterio…para luego descubrir que
medio pueblo está cometiendo el mismo delito. Interesante idea que no alcanza
ese grado de incomodidad que deseaba, pero no es despreciable.
Arrastrado por el amor,
Dassin se instala en Grecia y rueda el que, posiblemente, sea el mayor éxito de
su carrera en homenaje a su mujer. Nunca
en domingo es la historia de un escolar que se enamora de una prostituta
que está llena de energía y de buen humor. La película oscila entre el melodrama
y la comedia con cierto magisterio y recibe varias nominaciones al Oscar (dos
para Dassin, mejor guión y mejor dirección) y resulta un éxito en todo el mundo
aupado por la afamada banda sonora de Mikis Theodorakis. También cayó una
nominación para Melina Mercouri y su belleza se extendió a lo largo y ancho de
las carteleras de los mejores cines. Una película que aún recuerdan con cariño
los viejos del lugar.
A continuación realiza
una adaptación contemporánea de Fedra,
con Melina Mercouri y Anthony Perkins, una tragedia romántica de amor y poder
que se aleja del drama de Euripides aunque el punto de partida es el mismo.
Aunque la película no es mala (tampoco es estupenda) es un sonoro fracaso que
le impulsa a retomar un poco la idea de Rififí
con Topkapi, otra historia de atraco
perfecto con Melina Mercouri, Peter Ustinov, Maximillian Schell, Akim Tamiroff
y Robert Morley. Fue otro éxito instantáneo que le granjeó el segundo Oscar al
secundario a Peter Ustinov y que fascinó por ese retrato de la cultura
griego-turca en el que se mueven esos ambiciosos atracadores con plan perfecto
que, luego, no resulta tan perfecto. Parecía que Dassin volvía a cabalgar pero,
a partir de aquí, su cine decae. Vuelve al melodrama para narrar el viaje por
España de dos amigas y el marido de una de ellas (Melina Mercouri y Romy
Schneider acompañadas de Peter Finch) en Las
10,30 de una noche de verano. Típico triángulo amoroso que no llega a
fascinar en ningún momento.
Con las listas negras
desaparecidas, Dassin decide probar suerte de nuevo en los Estados Unidos
(corre el año 1968) y quiere rodar una nueva versión del clásico El delator, de John Ford, pero con un
reparto íntegramente compuesto por gente de color y con el fondo de los
derechos civiles. Sin apenas presupuesto y con una distribución muy limitada, Uptight fracasa totalmente. Hoy se
encuentra prácticamente desaparecida.
Le reclaman en Francia
porque Vittorio de Sica abandona el proyecto de Promesa al amanecer, la historia de la infancia del escritor Romain
Gary, hijo ilegítimo de una estrella del teatro soviético. Con Melina Mercouri
en el papel de la madre, la película vuelve a naufragar. Por consejo de Melina,
descansa para preparar durante cuatro años El
ensayo, una película sobre la sublevación militar en Grecia de la junta de
coroneles y cómo afectó a los estudiantes de la universidad de Atenas. Tampoco
logra cuajar porque se escora demasiado hacia el melodrama a pesar de que su
intención es cuasi-documental. Cuatro años después, rueda Gritos de pasión a partir de una idea interesante. Una prestigiosa
actriz griega que lleva años retirada prepara un retorno triunfal con la puesta
en escena de Medea. Si recordáis,
Medea fue una mujer que llegó a asesinar a sus hijos. Bien, pues la actriz,
para prepararse el papel, decide entrevistarse con una americana encarcelada en
Atenas por matar a sus hijos. La película es una sucesión de entrevistas entre
ellas (Melina Mercouri y Ellen Burstyn). A pesar de que la idea tiene su
atractivo, no es una buena película.
Por último, Dassin se
retira con un discreto éxito con Círculo
de dos, la historia de amor imposible entre una quinceañera (Tatum O´Neal)
y un pintor bohemio de sesenta años (Richard Burton). Se desconoce cuál sería
la reacción ante esta película en los tiempos en los que vivimos, pero tuvo su
pequeña repercusión en el año 81, fecha de su estreno.
Durante los últimos
años de su vida, Dassin se dedicó a cuidar a Melina Mercouri que cayó presa de
una larga enfermedad que acabaría por llevársela en 1996. A partir de ahí,
Jules se dedicó a las tareas humanitarias que su mujer le dejó por escrito
hasta que, doce años después, a la edad de 96 años, una inoportuna gripe le
causó la muerte. Con él se iba un grandísimo director que luchó contra viento y
marea ante las dificultades políticas que se le ponían por delante por el mero
hecho de que perteneció durante tres meses al Partido Comunista.
Y eso es todo amigos,
con esta modesta aportación al gus quiero desearos una Feliz Navidad y una
feliz salida y entrada de año ya que el día de Navidad es martes y el día de
Año Nuevo también. Así que, si el destino me mantiene, estaré de vuelta con
vosotros para el martes día ocho de enero. Abrazos para ellos y besos para
ellas.
Os dejo con la ínclita
banda sonora de Nunca en domingo y su
tema principal Los niños del Pireo.
Y como mosaico, ahí os
dejo a los dos. Jules Dassin y el amor de su vida, Melina Mercouri. Feliz todo.
Comentarios
Para mi Dassin es un semidesconocido pues sólo he visto sus pelis de atracos, "Rififí" y "Topkapi". Y aunque conozco la existencia y la bondad de "la ciudad desnuda" o "Nunca en domingo" no las he visto y eso tengo que solucionarlo.
Melina Mercouri sin embargo nunca me gustó demasiado, incluso me parecía muy excesiva. Cosas de la edad, supongo.
Feliz navidad para ti también amigo...me temo que los viernes de estrenos me van a quedar muy grandes estos días...
Abrazos planeados
Aprovecho también para desearte felices días... y al crítico pedantón pues también.
Abrazos en fuga
Y feliz Navidad para tí y para todos los trillones del gus, que las disfrutéis con vuestros seres más cercanos en agradable compañía.
Abrazos prenavideños