GUS MORNINS 10/7/2018

“HORNBECK: Lo que ha ocurrido aquí no tiene ningún sentido…
HENRY DRUMMOND: Tú no tienes ningún sentido. Eres como un espíritu que anda buscando esclavos a los que reclutar o a los que destruir por lo que sientan o piensen.
HORNBECK: Me das pena.
HENRY DRUMMOND: ¿Yo te doy pena? ¿Y eso es todo? Como todo lo que tocas o deseas. Todo hombre tiene un sueño. ¿Cuál es el tuyo? ¿Qué es lo que necesitas? Tú no necesitas nada ¿verdad? La gente, el amor, una idea, algo por lo que luchar. Eres un pobre hombre. Estás solo. Cuando te entierren, no habrá nadie que siegue la hierba de tu tumba, nadie te llorará. A nadie le importarás. Estás solo.
HORNBECK: Te equivocas, Henry. Tú estarás allí. Sólo tú. Si no… ¿quién defendería mi derecho a estar solo?”           Spencer Tracy y Gene Kelly en “La herencia del viento”
Hoy vamos a recordar esta película porque se cumplen nada menos que noventa y tres años del famoso “Juicio del Mono” que se celebró en la localidad de Dayton (Tennessee) que acusó al maestro John Scopes de enseñar la teoría de la evolución a sus alumnos en la escuela estatal. Con el fin de no ofender a nadie, se trasladó la acción a un lugar imaginario llamado Hillsborough y se cambiaron los nombres de los protagonistas. Aún así, es una grandísima película del género de juicios que apuesta por poner en valor la inteligencia del hombre por encima de cualquier tipo de intransigencia.
Así pues el papel de Henry Drummond, interpretado por Spencer Tracy, en realidad era el abogado Clarence Darrow, famoso en Estados Unidos por su lucha a favor de los derechos humanos que se basaban en la libertad de expresión y en su oposición total a la pena de muerte (otro que interpretó a Darrow en un juicio de mucho peso fue Orson Welles en esa maravilla que es Impulso criminal, de Richard Fleischer). El papel de Matthew Harrison Brady, afamado abogado que en la película es presentado como dos veces candidato a la presidencia de los Estados Unidos y que interpreta Fredric March, se llamaba en realidad William Jennings Bryan. En cualquier caso, todo empieza con la obra teatral que se estrena con enorme éxito en Broadway en 1955 con Paul Muni en el papel de Tracy, Ed Begley en el papel de March y Tony Randall en la piel del periodista E.K. Hornbeck que en la película incorpora magistralmente Gene Kelly. En 1996 se reestrenó la obra con George C. Scott en el papel de Tracy y Charles Durning en el de March y en 2007 se volvió a reestrenar con Christopher Plummer como el abogado progresista y Brian Dennehy como el ultraconservador Brady. También existe otra versión realizada para televisión con Jason Robards y Kirk Douglas. Y aún hay otra en la que repitió George C. Scott, esta vez en el papel de March, al lado de un maravilloso Jack Lemmon en el papel de Tracy (fue uno de sus últimos trabajos). En cualquier caso, interpretar en cualquiera de sus papeles una obra como La herencia del viento es todo un privilegio para cualquier actor.
Ésta es la película en la que Spencer Tracy conoció a Stanley Kramer y quedó muy contento con su trabajo. Tanto es así que fue el único director con el que trabajó hasta que Spencer falleció porque “es el único director al que aguanto y que me aguanta”. Repitieron en Vencedores o vencidos, El mundo está loco, loco, loco y Adivina quién viene esta noche. De sus cuatro colaboraciones, tres desembocaron en otras tantas nominaciones al mejor actor para Tracy.
Vamos con algunas de las curiosidades de esta película, que sé que os gustan.
El discurso final de Spencer Tracy, se rodó en una sola toma y salió a la primera. Eso da una idea del estado de gracia en el que se hallaba. George Clooney se ha fijado mucho en su interpretación en esta película y siempre decía que era alucinante cómo, con total naturalidad, miraba descaradamente a sus marcas en el suelo y luego soltaba sus frases. Nunca ha conocido a ningún actor capaz de eso con tal estilo.
La película tuvo grandes problemas a la hora de estrenarse porque la ultraconservadora Legión Americana se oponía frontalmente a ella porque ponía en duda muchas de las afirmaciones vertidas en el Nuevo Testamento. El Presidente de la Liga de Autores Americanos mandó este telegrama al presidente de la Legión: “La Liga de Autores Americanos, que se ha opuesto siempre al establecimiento de listas negras, ha resuelto mediante votación por unanimidad aplaudir la película por su valentía y rechazar cualquier intento de publicidad por interferir en su estreno por parte de asociaciones pseudopatrióticas que sólo aspiran a coartar el derecho de los escritores a trabajar”.
Al final de la película, se condena simbólicamente al acusado (interpretado por Dick York) a lo que su abogado responde que sea cual sea la cuantía que debe pagar y la pena que debe cumplir, se apelaría. En la realidad, se apeló y Clarence Darrow-Henry Drummond ganó. Pero no fue por entrar en el fondo de la cuestión, cosa que se obvió en la sentencia de apelación, sino que se echó para atrás por una cuestión de tipo técnico.
Al primero al que se le ofreció un papel fue a Gene Kelly, que inicialmente lo rechazó. Stanley Kramer decidió arriesgarse y le dijo que no lo rechazara, que se iba a arrepentir porque perdería la oportunidad de trabajar con Spencer Tracy y Fredric March. Kelly, al oír esos nombres, aceptó inmediatamente. La jugada fue muy arriesgada por parte de Kramer porque ni siquiera había hablado con ellos para que aceptaran el papel.
La actriz que incorpora a la mujer de Matthew Harrison Brady es nada menos que la monumental actriz teatral Florence Eldridge, toda una leyenda en los escenarios de Broadway y a la sazón, esposa de Fredric March en la vida real. Su matrimonio duró nada menos que cincuenta y ocho años.
El maestro John Scopes (Bertram Cates es su nombre en la película) fue tentado por la Universidad de Chicago para dar clases allí de evolución después de que ganara su apelación. En una decisión sorprendente, Scopes rechazó la oferta y prefirió irse a trabajar a Venezuela para la Compañía Gulf de Petróleo  para realizar para ellos trabajos geológicos.
Fredric March y Spencer Tracy se entendieron a la perfección durante el rodaje. En cierta escena en la que Tracy le cuenta a March el fantástico juguete de un caballo balancín que le regalaron sus padres en su infancia y en la que están los dos sentados en unas mecedoras en el porche del hotel, se pusieron de acuerdo para que sus balanceos nunca fueran al unísono, para evidenciar aún más sus diferencias de opinión.
Hubo ciertas reticencias para financiar la película a Kramer porque no estaban de acuerdo en que el reparto estuviera encabezado por dos veteranos actores como Spencer Tracy y Fredric March que tenían un tirón limitado de cara al público juvenil. Kramer no hizo caso de eso y puso parte de su propio patrimonio personal para financiar la película y fue un gran éxito.
El encuentro de dos monstruos de tal talla corrió como la pólvora y todos los extras que estaban actuando en rodajes cercanos se escapaban como podían para ver cómo trabajaban. A menudo había más de quinientos espectadores asistiendo al espectáculo. En cierta ocasión, mientras March trataba de rodar uno de sus discursos, la toma se perdió porque la gente no pudo aguantar y prorrumpió en aplausos.
March y Tracy solían bromear juntos durante el rodaje por un hecho en particular. Ambos habían interpretado en cine al Doctor Jeckyll y a su sosias malvado, Mister Hyde, en sendas versiones: El hombre y el monstruo, en el caso de March (ganó el Oscar al mejor actor) y El extraño caso del Doctor Jeckyll, en el caso de Tracy. Por lo que se ve, a ambos les gustaba hacer de Míster Hyde en las pausas.
La parte totalmente inventada de la película es el hecho de que el maestro acusado jamás tuvo como novia a la hija del predicador del pueblo. Se incluyó con propósitos meramente dramáticos y con el fin de describir mejor al personaje.
Uno de los extras que se acercaban ávidos para observar de cerca el trabajo de Tracy y March era un jovencísimo Burt Reynolds. Siempre dijo que, de aquellas sesiones, aprendió más que en toda su vida.
La primera opción para interpretar al periodista E.K. Hornbeck (nombrado en la vida real como H.L. Menken y que, efectivamente, siguió exhaustivamente el “Juicio del Mono”) fue Robert Vaughn, que rechazó el papel porque prefirió intervenir en Los siete magníficos. Es totalmente cierto que Menken, en el juicio real, escribió muchos artículos en contra de Jennings Bryan, llegando a decir que era “el culo más trágico del siglo”.
Me hubiera gustado poneros el momento cumbre de la película, pero sólo lo he encontrado con doblaje latino y pierde mucho. Os dejo con este pequeño extracto de apenas dos minutos en el que ya se puede intuir la enorme maestría del gran Spencer Tracy.


Y como mosaico, ahí los tenéis. Quizá sea muy difícil reunir tanto talento en un solo fotograma.





Comentarios

CARPET_WALLY ha dicho que…
Un peliculón extraordinario. Una de esas películas que te hacen mejor persona. Una cumbre ética...
Hace un tiempo, en España a un presidente se le ocurrió que no estaría mal que hubiese en las escuelas una asignatura que se llamase "educación para la ciudadanía" con la que "pretendidamente" se intentara que los chavales se instruyeran en comportamientos éticos recogidos en la Constitución. Se levantó una corriente de opinión muy ruidosa en contra, alegando que la educación de las normas morales eran patrimonio de la familia.

Independientemente de discutir si algunos de los valores éticos en los que se instruyera fueran más o menos ideologícos y buscar un consenso sobre como se debía abordar alguna cuestión que pudiera resultar "demasiado sensible", lo peor es que se alegase ese monopolio educativo. Yo recuerdo que en mi casa hablaba de esta película como paradigma de las dos cosas. De lo bueno y de lo malo.

La comunidad no puede imponer que es lo bueno o lo malo, pero si debe inculcar tolerancia hacia todas las opciones. Esta película nos habla de eso, de un juicio a la intolerancia, más allá de l detalle de si el hombre es un resultado de la evolución o de la creación divina.

Una maravilla. Un maravilloso gus.

Abrazos meciendome

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