GUS MORNINS 8/9/20
“Solía
haber un yo detrás de mi máscara…pero me lo extirpé”
Peter Sellers
Hoy vamos a rendir
homenaje a este actor inglés, cómico entre cómicos, que, también hay que
conocerlo, nos irritó unas cuantas veces, pero, en otras, cuando estuvo
brillante, arrancó muchas carcajadas. De personalidad muy voluble e inestable,
hizo reír a las salas de cine de todo el mundo durante una década, dejando un
puñado de papeles que han sido inolvidables.
Nació con el nombre de
Richard Henry Sellers, en un suburbio muy cercano a Portsmouth (o sea, casi,
casi, en el mismo Canal de La Mancha), hijo de unos cómicos de vodevil bastante
populares allá por el 8 de septiembre de 1925 (hoy hubiera cumplido los 95
años), y que mantenían los nombres artísticos de Peg Marks y Bill Sellers.
Curiosamente, su padre era protestantes y su madre era judía. Cuando llegó la
Segunda Guerra Mundial, Peter no dudó en alistarse en la RAF, donde divertía a
los compañeros en las misiones de bombardeo con las imitaciones de sus
superiores.
Después de la guerra,
animado por uno de sus propios compañeros que poseía amistades en el West End,
Sellers hizo su presentación para hacer un monólogo en solitario en el teatro,
donde realizaba diversas imitaciones e, incluso, tocaba la batería. Llamó
inmediatamente la atención tanto en la BBC, para intervenir en shows de radio,
como en el cine, ya que la industria británica necesitaba buenos actores
secundarios para realizar el papel de donaire. Fue subiendo en los lugares del
reparto, sobre todo, a partir de su actuación en esa maravilla que fue El quinteto de la muerte, de Alexander
MacKendrick, en donde se pasó todo el rodaje observando gestos y movimientos de
su admirado Alec Guinness.
Siguió apareciendo en
papeles secundarios y realizando trabajos notables como en El pequeño gigante, donde vemos a un juvenil Russ Tamblyn bailando
con objetos mucho mayores que él, o en la divertida La extraña prisión de Huntleigh, donde ya se aúpa al segundo lugar
de la cabecera. En 1960, en producción internacional, rueda La millonaria, al lado de Sophia Loren,
y se queda alucinado con su belleza y su clase. Trata de conquistarla por todos
los medios, sobre todo haciendo el payaso, pero no lo consigue (dicen que, a
partir de ahí, desarrolló una manía absolutamente fóbica hacia Cary Grant
porque no explicaba que Sophia podía haber estado enamorada de él). El maestro
Kubrick le da un papel de lucimiento extrardinario como Clare Quilty, el
corruptor de menores, aburrido y tremendamente imaginativo que se la juega bien
jugada a Humbert Humbert (James Mason). Sellers es de lo mejor de la película y
empiezan a caerle trabajos de mayor envergadura.
Uno de ellos es la
llamada de Blake Edwards para interpretar al detective más estúpido del mundo
en La pantera rosa, al lado de un
elenco de estrellas que incluía a David Niven (con el que trabó una profunda
amistad), Robert Wagner, Claudia Cardinale o Capucine. El Inspector Clouseau,
aunque ocupaba un papel más bien secundario, se llevó todas las miradas de esta
comedia elegante y sofisticada en la que el toque slapstick se lo proporcionaba Sellers.
Vuelve con Kubrick para
interpretar nada menos que tres papeles
en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú.
Dicen las malas lenguas que ha sido el único ser humano en esta tierra que ha
hecho retorcerse de risa en el suelo a Stanley Kubrick, lo cual, en sí mismo,
ya es todo un mérito. El caso es que Sellers consigue una nominación al Oscar
por su triple papel del Capitán Mandrake, del doctor Strangelove y del
Presidente Mervin Mufflin. Por supuesto, él mismo decía que tenía tres
nominaciones por esta película.
Vuelve a encarnar el
Inspector Clouseau en El nuevo caso del
Inspector Clouseau, una maravilla técnica que se marca Blake Edwards y que,
a pesar de que es más estática y más gamberra, supera en algunos aspectos a La pantera rosa. Le emparejan con Peter
O´Toole y una buena nómina de bellezas, al frente de las cuales están Ursula
Andress y Paula Prentiss en la desbarrada ¿Qué
tal,Pussycal?, de Clive Donner. Dicen que es una de las películas en las
que más bebida corrió en el plató, pero serán las malas lenguas.
Rueda Tras la pista del Zorro, con dirección
de Vittorio de Sica, una historia sobre un ladrón que, para esconderse, monta
un rodaje en un sitio exótico cerca de Portofino y, como no tiene ni idea de
rodar, sus métodos se parecen mucho a los que siempre ha hecho gala Jean Luc
Godard.
También encarna a un
trasunto de James Bond (no es así, el que hace de James Bond es David Niven) en
ese batiburrillo confuso y alucinado que es Casino
Royale y vuelve a dar la campanada con su particular homenaje a Jacques
Tati en su personaje de Hrundi V. Bakshi, invitado por error a El guateque, de Blake Edwards. Lo siento,
la he visto decenas de veces…y sigo riéndome a mandíbula rota. No puedo
evitarlo.
Sellers trata un cambio
de registro interpretando un drama como Amor
a la inglesa, pero se cae con todo el equipo. La gente no quiere ver a
Peter Sellers interpretando dramas, quiere reírse sin descanso, así que rueda
varias seguidas con poco éxito, con mención especial hacia una que no está del
todo mal como es Camas blandas, batallas
duras, un intento de hacer múltiples personajes que, en algún momento,
llega a divertir.
Como el éxito no le
acompaña desde hace varios años, accede a la oferta de Blake Edwards de rodar
una tercera parte de La pantera rosa
con El regreso de la pantera rosa.
Sin embargo, no es tan divertida en parte porque el famoso Sir Charles “El
Fantasma” no está interpretado por David Niven (cuestiones de contrato lo
hacían imposible) y su rostro lo asume Christopher Plummer. No es que lo haga
mal, es que, simplemente, no es lo mismo.
Interviene como un
trasunto de Charlie Chan en la adorada Un
cadáver a los postres, con un reparto estelar que incluye a David Niven,
Maggie Smith, Elsa Lanchester, Peter Falk, Nancy Walker, un tronchante Alec
Guinness, James Coco y una aparición especial de Truman Capote. Sinceramente,
quitando los momentos Guinness, es una película que tampoco me hace tanta
gracia, pero hay público que literalmente flipa con ella.
Mantiene el status con
la franquicia de La pantera rosa, con
dos películas seguidas como La pantera
rosa ataca de nuevo y La venganza de
la pantera rosa y clausura su carrera con esa obra maestra, cumbre también
de su interpretación, que es Bienvenido
Mr. Chance, que le proporciona su segunda nominación al Oscar y una especie
de resurrección que auguraba todo lo mejor para este actor. Sólo le dio tiempo
a completar una película más que no era del todo tan mala: El diabólico plan del Doctor Fu-Manchú, que, a pesar del título,
era una estimable parodia de las películas de tan ínclito malvado.
Llegó a tener trece
crisis cardíacas. Todo el mundo le aconsejó que era mejor que se retirara, pero
él no podía vivir sin ponerse las máscaras de otros. En su funeral dejó dicho
que la melodía que se tenía que tocar mientras el féretro tomaba tierra tenía
que ser En forma, de Glenn Miller, y
que el féretro tenía que ser llevado por las personas que él dejara designaras
ocupando un sitio específico cada uno. De las seis personas que designó resultó
que tres eran de baja estatura y otros tres de alta. Por supuesto, los de baja
en el mismo lada y los de alta en el otro. Uno de los de alta era David Niven
que llegó a decir que fue “el entierro
más divertido al que he asistido en mi vida”. Así era Peter Sellers.
Como vídeo os dejo con
una selección de sus interpretaciones.
Y como mosaico, os dejo
a Peter Sellers haciendo el ganso con otro viejo conocido. En el suelo, el
fotógrafo Terry O´Neill.
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