GUS MORNINS 13/6/17
“Ten
buen aspecto. Si te sientes especial contigo mismo, tocarás mejor”
Benny Goodman
Ayer tenía que haber contestado el original Gus de Carpet y, de hecho, lo hice, pero en el momento de darle al click, se me fue la cobertura y se perdió lo que había escrito. Dado que se me echaba encima la hora de comer lo dejé pasar pero sí que quiero repetir que yo ví dos de las películas que citas en color pastel en la gran pantalla. "Lo que el viento se llevó" (la única vez en mi vida que la chica de al lado se empeñó en ligar conmigo) y "El mago de Oz". Y tengo que decir que cómo me gustaba aquel color. Era como si la fábrica de sueños se empeñara en invitarte a participar del propio sueño. Años más tarde, en el hoy desaparecido Imagfic, se programaron cinco películas en color de Alfred Hitchcock. Fueron "El hombre que sabía demasiado", "Vértigo", "Pero...¿quién mató a Harry?", "La soga" y "La ventana indiscreta" y ese color había cambiado pero me seguía fascinando. Hoy tenemos la fotografía realista que nos permite admirar todo lujo de detalles o la inmensidad de los paisajes pero aquella fotografía en cinemascope o vistavisión hacía que nos sintiéramos parte importante de las historias. Así que, gracias, Carpet, por hacerme revivir todas aquellas sensaciones.
Hoy no me voy a enrollar mucho porque lo que hay que hacer, sobre todo, es escuchar la música que hacía el mejor clarinetista del mundo y ése era Benny Goodman, que nos dejó hoy hace treinta y un años. Es evidente que la mayor parte de la fama de la “era del Swing” se la llevó Glenn Miller, quizá porque encontró un sonido diferente pero el mejor músico de aquellos tiempos, sin lugar a dudas, fue Benny Goodman y, desde entonces, no ha habido ningún clarinetista como él. Ni en jazz ni en cualquier otro tipo de música.
Hoy no me voy a enrollar mucho porque lo que hay que hacer, sobre todo, es escuchar la música que hacía el mejor clarinetista del mundo y ése era Benny Goodman, que nos dejó hoy hace treinta y un años. Es evidente que la mayor parte de la fama de la “era del Swing” se la llevó Glenn Miller, quizá porque encontró un sonido diferente pero el mejor músico de aquellos tiempos, sin lugar a dudas, fue Benny Goodman y, desde entonces, no ha habido ningún clarinetista como él. Ni en jazz ni en cualquier otro tipo de música.
Era el noveno de once
hijos que tuvo la familia Goodman, de origen polaco-judío. Vivían en Chicago y
Benny se vio bendecido cuando quiso entrar a colaborar a la sinagoga del barrio
y le dijeron que les hacía falta un clarinete, un instrumento fundamental del
folclore judío, para tocar en las celebraciones religiosas. Dicho y hecho,
Benny aprendió él solito a tocar un clarinete que su padre le consiguió a buen
precio en una tienda de empeños y resulta que, mira por donde, no dejaba de
tocarlo. A los dieciséis años ya era toda una celebridad en el barrio y comenzó
a estudiar clarinete clásico (de hecho, tengo la fortuna de contar con un
vinilo en el que el gran Benny Goodman interpreta piezas clásicas de clarinete
de Beethoven y Brahms) y a los dieciocho años ya estaba tocando para la
orquesta de Ben Pollack. A los veinte se independiza y se alquila como músico
para estrellas vocales del momento y así llega a ser un acompañante
imprescindible para estrellas del jazz del calibre de Billie Holliday, Jack
Teagarden o Mildred Bailey, estos dos últimos ya caídos en el olvido.
En 1934, cuando ya ha
reunido suficiente dinero y cuenta con veinticinco años, forma su propia
orquesta. Se va bandeando bastante bien pero no llega aún a ser la estrella que
conocemos. Eso ocurre cuando un buen día entra en un club en compañía de su
amigo pianista Teddy Wilson y ven cómo hay un muchacho en el escenario que toca
de manera algo salvaje y que hace que todos salten de sus butacas. Su nombre
era Lionel Hampton. Sin poder aguantarse, Benny y Teddy deciden salir al
escenario a tocar con ese chico de color que hacía que todo el mundo bailara
enloquecido. Por allí también estaba un batería al que se le conocía
popularmente como “El polaco loco” y que se llamaba Gene Krupa. Esto fue la
historia de una larga amistad. Los cuatro formaron el Benny Goodman Quartet,
probablemente la mejor formación de jazz de toda la historia.
A partir de ahí, la
fama de los cuatro creció como la espuma. A Hampton también se le ha considero
el mejor vibrafonista de la historia (tuve la fortuna de verlo dos veces en
directo y, amigos, nadie tocaba como él. Además del vibráfono, dominaba el
piano –tocado con dos dedos- y la
batería) y Krupa fue famoso por la velocidad a la que llegaba a tocar sus
tambores y platillos. En cualquier caso, a partir de aquí, la fama de Goodman
se disparó e incluso llegó a dar en el Carnegie Hall el que, dicen, ha sido el
mejor concierto de jazz de la historia, con la interpretación del tema Sing, sing, sing (with a swing) en el
que figuraban solos del propio Goodman, de Lester Young al saxo tenor, de Harry
James (el mejor trompetista blanco), de Count Basie al piano y del mismo Gene
Krupa a la batería. También tengo esa grabación en vinilo que guardo como oro
en paño.
Quizá uno de los temas
más famosos compuestos por Goodman fue Don´t
be that way, que aparece en multitud de películas y demás. En cualquier
caso, la música del gran Benny Goodman aparece repetidamente en las películas
de Woody Allen, por ejemplo, sin olvidar que tuvo su propia película, The Benny Goodman story, interpretada
por Steve Allen y Donna Reed (que hacía de su mujer, de hecho, la mujer de su
vida). Ni que decir tiene que Benny Goodman en persona aparecía en esa película
de la que ya hemos hablado por aquí y que se llamaba Nace una canción en la que, no con poca sorna, se refiere al propio
Benny Goodman bajo el personaje del Profesor Magenbrush. Os dejo un clip lleno
de su arte y que no es muy largo. En esta ocasión tocando al lado de su gran
amigo Lionel Hampton. del baterista Louis Bellson y del pianista Mel Powell.
Abusando de vuestra paciencia no puedo resistir la tentación de colgaros esa versión del Carnegie Hall del tema "Sing, sing, sing (with a swing)", como podréis apreciar la primera parte es una trepidante big band dando lo mejor de sí. Después ya vienen los solistas. Young al saxo, James a la trompeta, el gran Benny al clarinete y Count al piano. Es un poco largo pero si os gusta esta música, es una auténtica gozada.
Y como mosaico, pues ahí están los cuatro. De izquierda a derecha, Lionel Hampton, Gene Krupa, Benny Goodman y Teddy Wilson, cuatro superclases.
Abusando de vuestra paciencia no puedo resistir la tentación de colgaros esa versión del Carnegie Hall del tema "Sing, sing, sing (with a swing)", como podréis apreciar la primera parte es una trepidante big band dando lo mejor de sí. Después ya vienen los solistas. Young al saxo, James a la trompeta, el gran Benny al clarinete y Count al piano. Es un poco largo pero si os gusta esta música, es una auténtica gozada.
Y como mosaico, pues ahí están los cuatro. De izquierda a derecha, Lionel Hampton, Gene Krupa, Benny Goodman y Teddy Wilson, cuatro superclases.
Comentarios
Este gus me ha traído recuerdos muy entrañables.
Besos
low
Otra referencia cinéfila del gran Benny Goodman la podemos encontrar en la estupenda "Rebeldes del Swing", aquellos chavales de la Alemania prenazi que bailaban sincopados al ritmo de Benny y cia. Siempre recuerdo una escena con el tullido Arvid y el seminazi Christian Bale en el que este ya casi alienado le decía a su amigo que los judíos eran el enemigo de la humanidad y Arvid decía algo así como: "¿Pero como van a ser los judios el mal del mundo? Benny Goodman es judio". Por cierto en esa película hay una muy buena versión del "Sing, Sing, Sing"
Una vez más un gustazo leerte Lobo. Y si, aquellos colorines cantosos forman parte de nuestros recuerdos y si que los disfrutamos a conciencia.
Abrazos bailando
Siempre es un placer que nos deleites con tanta sabiduría.
Abrazos sinceros