Gus mornins, 4/02/15
Guuuud mornins, cinéfilos
Miércoles 4 de febrero. Seguimos avanzando en el análisis
exhaustivo y minucioso que le estamos dedicando estos días a las candidatas al
Goya a mejor película de este año. Ya queda menos para saber quien le pondrá el
agua al gato que se suele decir. Tiiiiic, taaaac, que diría Iglesias, Pablo.
Bien, hoy nos toca darle un repaso al niño, aunque dicho así, eh, que no se me
entienda mal. Diré mejor que hoy toca darle un repaso a “El Niño”. Y por
si todavía queda algún despistado le informaré que el número agraciado este año
fue el 55487, así que ya estáis mirando en los bolsillos de los pantalones o
las gabardinas que llevarais esos días que no seriais los primeros a quienes
sus millones acaban centrifugados en la lavadora. No se puede ser tan
descuidado, y lo sabes, como dice Iglesias, Julio.
Algo menos agraciados hemos sido los que hemos tenido la desgracia de ver “El niño” que da la casualidad de que así se llama también otra de las películas nominadas este año a los Goya. Es la nueva peli de Daniel Monzón que antes de ser director había sido crítico de cine, de esos que ponía a parir todo lo que se meneaba. Luego hizo “La caja Kovak” y “El robo más grande jamás contado” que esas por lo visto sí que les tenían que molar a todo el mundo. De todas formas, por lo que más se le conoce a este muchacho es por haber dirigido el capítulo 211 de la serie “Celda”.
El protagonista de “El niño” es un joven futbolista, bueno
no tan joven que ya tiene unos años a pesar de que todo el mundo le sigue
llamando por ese apodo. El chaval está jugando en un equipo extranjero cuando recibe
la noticia de que su club de toda la vida está interesado en volver a
fichar. Alguno evidentemente ya habrá
adivinado que estamos hablando del segundo mejor equipo de fútbol de Madrid
(evidentemente por detrás del Rayo Vallecano). Entonces el muchacho se pone muy
contento porque va a volver a su ciudad y a su equipo aunque ignora que en
realidad su fichaje es una tapadera.
Todo en efecto forma parte de un gran montaje. Su antiguo
entrenador, el magnate ruso Josef Mourinhov es realmente uno de los capos del narcotráfico en
Europa que en sus ratos libres se dedica a ejercer como entrenador de fútbol.
No contento con narcotizar a media
Europa con las tácticas y los métodos ultradefensivos de los equipos que
entrena, Mourinhov ahora pretende hacerse con el control del tráfico de drogas
de todo el continente. Y para ello no dudará en utilizar a nuestro protagonista
que se verá mezclado en sus sucias tramas.
Así pues, el inocente futbolista llega a su país dispuesto a
volver a triunfar en el mundo del fútbol. Pero pronto descubrirá la verdad.
Allí coincide con “el compi” que además es su entrenador y al que todos
recordamos porque hace unos años protagonizó junto a Sean Connery “El nombre de
la rosa” interpretando el papel de Salvatore.
Una vez descubierta la verdad, el joven futbolista entra en
una terrible depresión ya que se siente utilizado. Eso sí le da tiempo antes a
eliminar de la copa al eterno rival marcándole dos colillas en su estadio. Se encierra en su casa y no quiere saber nada
más del fútbol. Empieza a estudiar como un loco a estudiar astronomía hasta el
punto de convertirse en todo un experto.
Desarolla teoremas respecto
a las singularidades espaciotemporales en el marco de la relatividad general, y la predicción teórica de que los agujeros
negros emitirían
radiación. La pena es que tiene que pasar el resto de su vida postrado
en una silla de ruedas después de sufrir una entrada con un defensa portugués
medio calvo y con cara de brutote en el partido antes citado.
Dicen que la película es un thriller (para mí el mejor que
ha habido y habrá siempre es el de Michael Jacson) que no tiene nada que
envidiar a las actuales producciones de Jolibu. Será porque son igual de malas.
De todas formas, en la película sobresale la actuación de Eddie Redmaine en el
papel protagonista. Pone la piel de pollo esa escena en la que canta “Rojo y
blanco” extraida del musical “Los Miserables”. También sale por ahí Barbara
Lenin, sobrina nieta de un destacado dirigente ruso y que amenazó con ir a la
huelga si le hacían cantan la de “Rojo y blanco” porque a ella el blanco le
sobraba.
En fin, amigos, mañana seguiremos repasando las candidatas a
los Goya con el rigor que nos caracteriza. El cine es asín, como el fútbol que
también es así. Ya lo decía Iglesias, Arsenio.
EL MOSAICO DE HOY
Un fotograma de la película
Comentarios
No he querido leer en tu crónica de la peli intención de hacer sangre (roja, claro), de hecho ha habido un momento en que no he querido ni leer más...pero será por masoquismo o porque confío un tus intenciónes puras, he decidido continuar. He tenido que usar un pañuelo(blanquisimo, claro) para enjuagar las lágrimas por la emoción que has transmitido....me hubiera gustado tenerte cerca para transmitirte en el estómago otro impacto que también hiciera asomar tus lágrimas...juego limpio, claro.
Pero vamos que no me emocionaba tanto desde los tiempos de Pepelu, el personaje que interpretaba Iglesias, Carlos en el programa de Pepe Navarro.
Como decía aquel célebre SMS : Pásalo......bien.
A lo que iba. El fulanito estaba en el escenario conmigo, compartiendo mesa redonda con Antonio Santamarina, gerente de la Filmoteca Española, Juan Gona, productor, Miguel Campos, actor y doblador y Lluvia Rojo, actriz de todos conocida. Yo estaba a lo mío y Pepelu estaba a mi izquierda. Se puso un trocito del plano-secuencia de "Sed de mal" y Pepelu se volvió hacia mí y me dijo: "Vaya plano. No lo había visto nunca. ¿Qué grúa utilizaron?". Yo contesté como pude pero la cosa no dejaba de tener cierta gracia habida cuenta de que, por aquel entonces, Pepelu estaba preparando su "Un franco, catorce pesetas" y estaba convencido de su salto a la dirección. Después de tontear un poco con los chavales, fuimos a tomar un ágape por gentileza del colegio en cuestión y allí soltó una retahíla de amarguras y de anécdotas más bien sosas, sobre sus tiempos de colegial en Suiza y en España y sobre que la gente le abordaba en la calle (entonces estaba muy en boga por "Manos a la obra") y que después le despedían diciendo: "Pues es bastante antipático". A lo que él contestaba: "Págueme y seré tan gracioso como en la serie".
Anécdotas tontas que, sin duda, hubieran hecho las delicias de "Sálvame" (estoy tan tonto últimamente que lo confundo con "Salvados") y que hubieran levantado los "ruaros, ruaros, ruaros" de Iglesias Puga, Julio, padre de Iglesias, Julio (del que por cierto tengo otra anécdota que contaré otro día).
Abrazos eclesiásticos.