GUS MORNINS 13/10/20

 

“Pienso que soy un hombre que ha tenido dos o tres aventuras mientras he estado casado. Eso es lo máximo. Después de eso, estás acabado. No hay quien lo aguante”

                                                                                                 Yves Montand

 

La misma elegancia nos visita hoy en el gus. Yves Montand hoy hubiera cumplido noventa y nueve años. Fue cantante de tronío, pero conquistó a miles de mujeres con su elegancia en el cine. Ya podía ir con una camiseta y con un pañuelo al cuello o con el mejor smoking, siempre exudaba hombría, saber estar, estilo y un buen montón de clase. Sí, en otra onda a la que podía poseer Cary Grant, pero con una forma marcadamente europea y terriblemente avasallante.

En realidad, Yves Montand no era francés, era italiano de nacimiento y su nombre auténtico era Ivo Livi, de la Toscana. Sus padres eran pobres y no dudaron en trasladarse a Francia en cuanto vieron que allí estaba tomando forma el régimen de Mussolini. Yves se crió, entonces, en Marsella, en donde trabajó en la peluquería de su hermana como ayudante y como descargador de muelles. Un buen día, mientras trabajaba, un caza-talentos descubrió a un tipo que cantaba mientras descargaba cajas y le ofreció un contrato para hacer un numerito en un music-hall. Yves aceptó y sobrevivió como pudo en los años de la guerra. Casualmente, en una de sus actuaciones, una cantante llamada Edith Piaf lo escuchó e inmediatamente lo fichó como miembro de su compañía y acompañante. Por supuesto, el joven Yves era tan apuesto que la Piaf no dudó en enrollarse con él. Actuó en una película de ella, apenas como un tipo guapo que pasaba por allí, pero fue Marcel Carné el que le dio la primera oportunidad en su tercera aparición en la gran pantalla, en la maravillosa Las puertas de la noche al lado de figuras ya consagradas como Pierre Brasseur y Serge Reggiani. A partir de ahí, el nombre de Yves Montand subió como la espuma y Henri-Georges Clouzot le requirió para ser el protagonista de esa joya inapreciable del suspense que es El salario del miedo, como uno de esos camioneros, al lado de Charles Vanel, Peter Van Eyck y Folco Lulli, que tratan de transportar un cargamento de nitroglicerina a través de las carreteras más onduladas que uno se puede imaginar.

El prestigio de Montand, desde ese momento, va en aumento. Alterna obras de teatro con apariciones en el cine y con recitales como cantante. Realiza una memorable versión en teatro, posteriormente llevada al cine, de Las brujas de Salem, de Arthur Miller, en donde conoce a Simone Signoret, el gran amor de su vida con la que termina casándose. En 1960 le llega una oferta de Hollywood para rodar El multimillonario bajo la dirección de George Cukor y al lado de Marilyn Monroe con la que tampoco duda en iniciar un romance. Rueda Mi dulce geisha con Shirley McLaine, entra en el cine político con Costa Gavras a través de una película estupenda de misterio, Los raíles del crimen y , por supuesto, con La guerra ha terminado, de Alain Resnais, con guión de nuestro ministro de Cultura Jorge Semprún. Es uno de los invitados al mando de un tanque que entra en la liberación de la capital en ¿Arde París?, de René Clement, realiza un papel extraordinario como el experimentado piloto de Fórmula 1 en Grand Prix, de John Frankenheimer, rueda el díptico político con Costa Gavras con dos películas que dan mucho que pensar como Z y La confesión, vuelve a Estados Unidos y rueda al lado de Barbra Streisand con dirección de Minnelli Vuelve a mi lado, incorpora de forma magistral a un francotirador ex policía que sufre de delirium tremens en ese policíaco fenomenal que es Círculo rojo, de Jean Pierre Melville, al lado de Alain Delon, André Bourvil y Gian María Volonté. Se pone a las órdenes de Godard y al lado de Jane Fonda en Tout va bien, causa impresión su policía con problemas serios en una película que no me acabo de creer demasiado como es Policía Python 357, realiza una interpretación portentosa en una película no demasiado conocida que se llama I como Ícaro en la que encarna a un procurador que investiga el asesinato de un candidato a la presidencia de Francia. Fallece en pleno rodaje de La isla de los paquidermos, de Jean Jacques Beineix por un infarto agudo de miocardio a los setenta años de edad.

Su gran éxito como cantante fue Las hojas muertas, que interpretó por primera vez dentro de su película Las puertas de la noche.

Se le ocurrió el nombre de Yves Montand en homenaje a su madre porque siempre le decía cuando jugaba en la calle, en italiano, “Ivo, monta” (Ivo, sube).

Su padre fue miembro de la delegación del partido Comunista en Marsella. Cuando tuvo la edad para afiliarse, Yves Montand también se afilió. Mantuvo esa afiliación hasta 1968, fecha en la que rompió definitivamente con el partido porque se mostró abiertamente en contra de la invasión soviética de Checoslovaquia.

Tuvo dos demandas de paternidad fuera del matrimonio. Ganó una. Perdió la otra.

Montand se apostó con el entonces marido de Shirley McLaine, Steve Parker, que durante el rodaje de Mi dulce geisha, se acostaría con ella. A Steve Parker no le importaba demasiado porque él, a su vez, mantenía otro romance extramatrimonial. En el momento en que Shirley se enteró, hizo que Montand ganara su apuesta.

De sus canciones, la que más odiaba interpretar era C´est si bon.

La actriz Marlene Jobert aseguró que Yves Montand intentó seducirla. Al fracasar, Montand hizo todo lo posible para hundir la carrera de ella. Jobert siempre dijo que era el hombre más arrogante que había conocido nunca.

Cuando Yves Montand se enteró que Marilyn Monroe había fallecido, no derramó ni una sola lágrima, no dijo nada. Simplemente se guardó el telegrama en donde se le había comunicado y siguió trabajando.

La propia Marlene Jobert relataba que una de las costumbres de Yves Montand cuando tenía invitados en casa era poner en ridículo a Simone Signoret.

Admiraba profundamente el trabajo como actor de Gerard Depardieu.

Ahí os dejo una actuación en directo en el Olimpia de París en la que cantó su gran éxito Las hojas muertas.



 Y como mosaico, como no podía ser de otra manera, al lado de Simone Signoret. A pesar de todo, de sus humillaciones e infidelidades, fue la mujer que amó y permaneció a su lado durante toda su vida.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ay...este es de esos gus que me llegan muy adentro. Soy muy fan de Montand a pesar de que algunas de las cosas que has contado sobre él no me han gustado nada. Tenía un magnetismo y una clase enorme tanto actuando como cantando. Ese vídeo cantando las Hojas muertas, una de mis canciones preferidas, nunca me canso de verlo. Creo que ya he contado alguna vez que visité su tumba, está enterrado junto a la Signoret, en el Pére Lachaise de París. Nunca lo olvidaré.

low

Entradas populares de este blog

Guuud mornins, 14/05/13

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (XLVIII)

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (LXV)