GUS MORNINS 4/4/17
“No
puedo competir contra el rap o contra el rock and roll. Tampoco busco esa
competencia. Lo único que he hecho ha sido defender la imagen con cambios
musicales. He trabajado muy duro para no repetirme y ser coherente”. Elmer Bernstein.
Hoy tenemos gus musical
porque es el cumpleaños de este grandísimo compositor de bandas sonoras.
Hubiese cumplido 95 años. Nos ha dejado bandas sonoras irrepetibles, de una
calidad musical extraordinaria (ya oísteis la versión que César Bardés hizo al
frente de la Film Symphony Orchestra con su partitura de Los siete magníficos) y curiosamente, solo consiguió un Oscar de
entre once nominaciones y no fue, ni mucho menos, por su partitura más
recordada, como fue Millie, una chica
moderna, un musical ambientado en los años veinte con Julie Andrews, Mary
Tyler Moore y James Fox en los principales papeles. Una película de la que ya
nadie se acuerda y, lo que es aún peor en el caso que nos ocupa, de la que
nadie sabe silbar ni un solo compás. Otra cosa es lo que hizo con otras partituras
memorables.
Elmer Bernstein se
graduó en la Universidad de Nueva York y fue llamado a filas en la Segunda
Guerra Mundial. Después de estudiar con el ilustre Aaron Copland, se integró en
las filas de la famosa banda militar de Glenn Miller (la recordaréis de la
película Música y lágrimas). Una vez
licenciado (la banda siguió tocando aún después de la muerte de su líder),
Bernstein trabajó en los más variados oficios. Pintor de brocha gorda, actor
ocasional e, incluso, bailarín. Comenzó a componer cuando fue contratado por un
barato programa de radio que necesitaba incluir composiciones rápidas en sus
contenidos y, más tarde, le puso música a varios documentales. El arte de
componer para las películas lo aprendió de maestros tan ilustres como Jerome Moross
(el compositor de la banda sonora de Horizontes
de grandeza) y Alex North (conocido
por muchas, entre otras, la gran Espartaco).
Así, en 1950, compone
su primera banda sonora, en concreto para la película El ídolo, una película de serie B protagonizada por John Derek
sobre un ídolo deportivo universitario. Pero no fue hasta 1955 cuando su nombre
estuvo en boca de todos por la excepcional banda sonora de jazz que compuso
para la primera película que abordaba el tema de la drogas de forma seria
(aunque no muy realista) en El hombre del
brazo de oro, de Otto Preminger, con Frank Sinatra, Eleanor Parker y Kim
Novak. Más tarde, la mítica banda sonora de Los
diez mandamientos, el jazz de la efervescente Nueva York en Chantaje en Broadway, el dramatismo de Como un torrente y el éxito legendario
de Los siete magníficos que le otorga
un lugar por derecho propio dentro del género del Oeste.
Después del excelente
trabajo que realizó para Los comancheros,
hizo una maravillosa aproximación al jazz sinfónico con La gata negra, y volvió a dar en la diana con la íntima y recordada
banda sonora de Matar un ruiseñor, la
órbita necesaria para que el universo de los niños estuviera impregnado de
nostalgia y ternura. Otra banda sonora muy recordada fue la marcha militar de La gran evasión y salpica con su arte un
buen puñado de películas del Oeste, con especial mención para Los cuatro hijos de Katie Elder. John
Ford le elige personalmente para la música de Siete mujeres, su última película, verdadero testimonio de amor
hacia las mujeres; y gana un globo de oro por su poderosa aproximación a Hawai, de George Roy Hill, con Julie
Andrews y Max von Sydow. En los setenta hace trabajos meritorios pero no
demasiado recordados como las bandas sonoras de Terror ciego, No se compra el silencio o El gran Jack y en los ochenta, su estrella cae irremediablemente,
perdido entre producciones bastante impersonales, meros reclamos taquilleros o títulos
directamente olvidables. Sin embargo, en 1993, realiza la que es, quizá, su
última gran banda sonora. La edad de la
inocencia es un prodigio que compone para Martin Scorsese, lleno de
delicadeza, de complicada instrumentación y maravillosos resultados que se
integra en la película con una naturalidad excepcional. Su último trabajo data
de 2002 y es también un estupendo trabajo, aunque no al nivel de los mejores.
Se trata de Lejos del cielo, esa
aproximación al universo de Douglas Sirk que realizó Todd Haynes con un
impagable trabajo de Julianne Moore en el papel protagonista.
En muchas ocasiones, los
créditos de Saul Bass (el mejor diseñador de títulos de crédito de la historia
del cine), fueron compañía de las notas del gran Elmer Bernstein. Una de sus
colaboraciones más impresionantes fueron estos títulos para La gata negra, de Edward Dmytrik. A mí
me pone los pelos como escarpias (y, además, os contaré un secreto. Si algún
día tengo a mi cargo algún programa de radio, ésta será su banda sonora).
Dedicado a Dex…porque la música sirve, entre otras cosas, para levantar los
ánimos.
Y como mosaico, pues él
mismo. Un hombre que se integró en la mejor música impresionista del siglo XX que
no es otra que la banda sonora de películas. Con esto me despido ya hasta
después de Semana Santa. Si tenéis previsto hacer gus en las Pascuas, os dejo
el martes gustosamente, para que hagáis con él lo que prefiráis, pero tratádmelo
bien. Es una estupenda oportunidad para que la doctora nos diga algo al calor
del brasero.
Comentarios
Muy buena la de La gata negra.
Besos musicales
low
"The walk on the wide side", título que hizo muy popular Lou Reed bastantes años despues. "La gata negra" en España que es una traducción mucho más acertada de lo que pudiera parecer, no sólo por el animalito que transita en esos maravillosos títulos de crédito. La película puede resultar descompensada, muchos temas y algunos que pasan de puntillas o no se profundizan o incluso estorban un poco, pero a mi me dejó impactado cuando la vi, no sólo porque trataba temas "peligrosos" para el código de la época (1962), también complicados en la España en la que yo vi la peli en televisión (mediados de los 70). Los bajos fondos, la mujer dominante, el lesbianismo...A mi impactó sobre todo la fuerza de las mujeres de la película, menudo plantel, Anne Baxter, la Stanwick, Jane Fonda, flojea Capuccine y también el hombre de la función un Lawrence Harvey que nunca fue nada del otro jueves. de hecho esa es una de las pegas de la película, la historia de "los novios", Harvey y Capuccine es floja y previsible. Pero hay elementos muy desestabilizadores que dan mucha fuerza al conjunto, a mi me lo parece, esa Anne Baxter que sabe que su cafetería sólo es frecuentada por hombres porque la quieren ver a ella y ella lo aprovecha poniéndoles como motos, esa Barbara Stanwinck dominatrix que también utiliza a los hombres para proteger su negocio de prostitución mientras ella se solaza con alguna de sus pupilas y por último una bella, salvaje y sensual Jane Fonda, la verdadera gata que parece indomable. Una gran peli que sin censura hubiese sido mítica.
Y me desvié del tema que hablábamos de Elmer, en esta ocasión esos ritmos jazzisticos de la parte final de la apertura envuelven mucho mejor esos bajos fondos y ambientes de prostibulo que la inicial grandilocuencia, pero son adecuados para una película que empieza como uan road movie, que se convierte en un melodrama y termina como un buen film del cine negro.
Y amigos, la banda de "La gran evasión" forma parte de mi sintonia familiar, les enseñé a mis críos a tararearla y silbarla mucho antes de que ellos vieran la mayor parte de las películas infantiles que vieron de chicos.
Peazo gus. Abrazos sin arañar
Gracias por el Gus, Lobo y gracias también por esa magnífica historia que cuentas en tu libro y qué quieres, a mí me ha sabido a poco. Al más puro estilo Bevilaqua de Silva, Mario Conde de Padura o Pepe Carvalho de Montalbán, podrías senguir contando y contándononos las historias de desaparecidos que nuestro adorado Hint ha ido resolviendo con tánto éxito. Una historia conmovedora.
Besos agradecidos.
Albanta
Gusazo ilustrativo el de hoy.
Abrazos sonoros