GUS MORNINS 25/4/17
“¡Está
bien! ¡Está bien! Sabemos que la mejor sensación del mundo se halla entre el
segundo y tercer Martini. Lo sé muy bien. Solo me divierto cuando soy
consciente de en qué me convierto cuando bebo, así que no es tan fácil dejarlo.
Desde que he dejado de beber, me he convertido en alguien mucho más tranquilo y
mucho más simpático y divertido. Tengo que decirlo. Y me sale solo. Sin ayuda
de ningún Martini.”
Al Pacino
Pues es día de que
todos levantemos nuestras copas llenas de Martini y brindemos porque este
excelso actor cumple nada menos que 76 años. Parece que fue ayer cuando comenzó
a maravillar a propios y extraños, rompiendo moldes con una forma de actuación
que no se había visto hasta entonces con aquel papel de drogadicto en Pánico en Needle Park, o de vagabundo
sin techo en El espantapájaros
haciendo sombra al mismísimo Gene Hackman. Papeles sin importancia aunque con
mucho mérito porque Alfredo Pacino estaba rodándose para ser el gran actor que
se nos descubre en Serpico,
interpretando a Frank Serpico, posiblemente el policía más honrado de toda la
historia del cine que recibió un disparo en la cara porque sus compañeros,
mosqueados porque delataba a todos los corruptos del departamente, se negaron a
echarle una mano. Y, por supuesto, su encarnación de Michael Corleone en El padrino. De ella, Roger Ebert llegó a
decir que es “la mejor interpretación que
ningún actor ha hecho nunca del proceso de maldad al que llega un hombre”.
Lo bueno de todo es que algo hay en ese personaje y en cómo lo interpreta Al
que hace que comprendas perfectamente las motivaciones de Mike para actuar como
actúa. Él solo quiere poner a salvo a su familia dentro de un mundo en el que
todos son malvados. Y no encuentra otra salida más que ser un malvado él
también. El más malvado de todos. Pagará un altísimo precio por ello y llevará
a sus espaldas crímenes que le pesarán más que todas las maldiciones de la
historia…y lo peor de todo es que tampoco conseguirá su objetivo. La familia se
fragmentará inevitablemente y Michael será todo poder corrompido alrededor de
un corazón que, esencialmente, era bueno. Shakespeare con sombrero de ala
ancha. Puro cine. Y, por supuesto, una de las mejores interpretaciones de todos
los tiempos.
Pero no solo de ese
papel ha vivido Pacino. También fue ese patético atracador que, con el dinero
del botín, solo quiere financiar una operación de cambio de sexo a su amante
masculino en la terrible y desoladora Tarde
de perros y ese abogado que asiste, perplejo, a la ida de olla de un buen
montón de servidores de la ley en Justicia
para todos (con un memorable Jack Warden en el papel de un juez que busca
suicidarse sin que se note mucho). En los ochenta, se decanta por papeles un
poco polémicos como el policía que tiene que buscar a un asesino entre
ambientes homosexuales en A la caza y
los que me conocéis sabréis que siempre he defendido una de sus escasísimas
comedias como es Autor, autor, un
fracaso considerable en la que, con una contención inesperada, interpreta a un
autor teatral del cual se separa su mujer y tiene que hacerse cargo de sus
hijos y de los hijos de ella, cinco en total. Y hay que decir que se deja ver
muy bien en esos registros con un atractivo considerable. De esta época data
también su único éxito en los ochenta como es El precio del poder, una película que cuenta con muchísimos adeptos
y que no es tan maravillosa como tratan de hacernos colar a base de repetirlo. Es
como si Brian de Palma se hubiera chutado unas cuantas anfetaminas con la
complicidad del propio Pacino y se hubieran puesto hasta el bullas de droga y
de excesos. Tendré que comentarla dentro de poco en el programa de radio y sé
que alguno hay por aquí que la adora. Me parece muy bien, por otra parte, pero
donde esté la versión de Hawks, mucho más sutil y degenerada en todo lo que da
a entender, que se quite la de de Palma.
En los ochenta se
retira del cine porque se va a una clínica de desintoxicación. Parece ser que
no ha probado nunca las drogas duras pero ha sido un adicto constricto de la
marihuana y del alcohol, como prueba la frase con la que hemos comenzado. Sale
de vez en cuando para dar un toque de atención en el teatro porque decía que “el teatro me equilibra. Con el cine no
puedo ver, las luces me ciegan”. Y consigue un éxito tras otro,
especialmente con la obra de David Mamet El
búfalo americano, que le hace ganar varios premios. Solo vuelve en el 89
con la excelente Melodía de seducción
interpretando escenas subiditas de tono al lado de Ellen Barkin y que resulta
una película muy aceptable en la búsqueda de un asesino por las calles de Nueva
York.
En los noventa resurge
el mejor Pacino con la tercera parte de El
padrino, Frankie y Johnny,
interpretando a un cocinero recién salido del trullo que se lía con una
camarera encarnada por Michelle Pfeiffer y con un tronchante vecino con la cara
de Nathan Lane. Consigue una doble nominación al Oscar (la octava y la novena)
con Glengarry Glen Rose y Esencia de mujer. Su papel del coronel
cegado por una granada en la escuela de instrucción del ejército que se va a
correr una última juerguecita con un alumno al que le paga para ejercer de
lazarillo le granjea su único Oscar. Desde entonces, Al no ha vuelto a ser
nominado.
Aún nos ha regalado al
Teniente Vincent Hanna de Heat, una
película, por cierto, que estoy descubriendo que tiene amores imbatibles y, a
la vez, odios irreconciliables (algo que me hace mucha gracia porque las
razones en las que se apoyan son de traca). Yo no creo que sea una obra
maestra, pero sí una buena película en la que hay que disfrutar tanto de Al como
de su amigo Robert de Niro (sí, son amigos, a pesar de que, nuevamente, hay
muchos empeñados en decir que se odian). También están ahí el mafioso Lefty
Ruggiero de Donnie Brasco (otra que
tiene muchos amantes impenitentes), el abogado diabólico de Pactar con el diablo que ha suscitado
tantas y tantas imitaciones, el periodista Lowell Bergman que destapa todo el
escándalo de las tabacaleras en El dilema,
el atribulado entrenador de fútbol americano de Un domingo cualquiera, el policía que no puede dormir en Alaska
mientras va detrás de un psicópata de aúpa en la excelente Insomnio y ojo, que aún nos puede dar alguna sorpresa en The irishman, el último proyecto de
Martin Scorsese, donde interpretará al mafioso sindicalista Jimmy Hoffa
(interpretado ya en Hoffa por Jack
Nicholson) al lado de un elenco irresistible formado por Robert de Niro, Joe
Pesci y Harvey Keitel. Atención, tenemos nominaciones al Oscar segura, quizá no
para Al, pero el bueno de Marty seguro que estará en la terna ¿nos jugamos
algo?
Para terminar, no hace
mucho tiempo, a Al Pacino se le concedió el Premio del American Film Institute,
uno de los mayores honores que puede recibir alguien que se dedica al mundo del
cine y que, entre otros, ha recaído en nombres como Robert de Niro, John Williams,
Alfred Hitchcock, Henry Fonda, James Stewart, Martin Scorsese, Sean Connery,
George Cukor o Steven Spielberg. El caso es que se invitó a Robert de Niro a
que dijera algunas palabras. No pudo asistir porque se hallaba rodando en algún
sitio donde da la vuelta el aire pero sí que envió un vídeo en el que decía más
o menos así:
“Al,
todos han querido decir, por activa y por pasiva, que tú y yo no nos llevábamos
bien. Sabes que te quiero y que te admiro y que somos amigos y que creo que
eres el mejor actor de tu generación…exceptuándome a mí, por supuesto…”
El caso es que hoy
también, vaya día, es el cumpleaños de la eterna Ella Fitzgerald y me vais a
permitir que os ponga algo de ella porque esta señora, que apenas sabía leer
música, para mí es la mejor voz de todos los tiempos en el jazz. Así que, damas
y caballeros, con ustedes “La Voz” (así la llamaban, equiparándola con
Frankie). En cualquier caso, para evitar errores, aquí están los dos cantando "The lady is a tramp".
Como es la semana del día del libro, no quisiera irme sin antes recomendar los míos, mi magna obra y....no, no, demasiado presuntuoso. Pongamos que he leído y me ha gustado bastante el libro de un colega, Antonio Gómez Rufo, que se llama "La abadía de los crímenes", una estupenda traslación de "El nombre de la rosa" a un convento de monjas de clausura en el siglo XIII bajo la mirada atenta de don Jaime I de Aragón y de una monja muy, muy adelantada a su tiempo llamada Constanza de Jesús.
Y para mosaico, como no podía ser de otra manera, Al. Feliz cumpleaños, Mike. Espero que ya hayas encontrado la calma.
Comentarios
Gran gus, lleno de esperanza (a no, que ya se ha ido, por tercera vez, ¿será la definitiva?)
Abrazos desesperanzados
Buen repaso, pedantón.
Besitos
low
La verdad es que siempre me ha parecido un genio aunque nunca haya estado entre mis actores preferidos, sobre todo a partir de su Tony Montana que siempre me pareció tan excesivo, lo único que de verdad me gusta de esa peli es su novia, Michelle aunque estuviera tan colgada estaba guapísima.
"Sérpico" estaba muy bien pero esa luz y color tan característico de los 70 ha envejecido egular, bueno no la película, ni lo que cuenta, ni como lo hace sino su estética que por lo demás era tan horrorosa como en otras del momento "Tarde de perros" incluida. Fijaos en "Fiebre del sábado noche" también, incluso "Taxi driver". Repele mucho la estética y el vestuario de aquellos años, las cosas como son. Cuidado que los 80 con las hombreras también son terribles pero eso no se veía tanto en el cine, salvo el terrible atuendo de Melanie Griffit en "Armas de mujer".
En cualquier caso, estoy bastante de acuerdo en que la filmografia de Pacino es brutal, protagonista de la mejor trilogía de la historia, con al menos dos de las pelis de la saga entre las mejores 20 de todos los tiempos. "Heat" a mi también me parece una muy buena película, un gran western moderno, no es una obra maestra, pero tiene más virtudes que defectos a mi entender.
Feliz cumple Al
Abrazos tardios