GUS MORNINS 10/11/20

"Puedo interpretar cualquier cosa. Al carnicero, al lechero y al forjador de candelabros, lo que quiera".

                                                                                                                    Claude Rains

Vamos a rendir hoy homenaje a este pequeño gran actor que, tal vez, no tuvo muchos papeles protagonistas, pero que siempre dejó un rastro de elegancia que se veía complementado con una gran voz. Esa fue la principal razón de que fuera el papel principal en una película como El hombre invisible, de James Whale, un trabajo en el que él apenas salía, pero que tenía que demostrar una gran versatilidad con las cuerdas vocales. Lo merece ¿no?

El caso es que desde niño tuvo una dicción extraordinaria y se presentó a un casting teatral. Impresionados por la soltura que exhibía, fue contratado de inmediato. Lo curioso es que esa dicción no vino por su talento natural, sino que tuvo que recibir clases de un logopeda y, como ventajoso alumno que era, derivó en un niño algo redicho pero impecable en todo lo que recitaba. 

Estuvo de gira algún tiempo, pero con veinticinco años estalló la Primera Guerra Mundial y Claude se alistó como voluntario. Tuvo mala suerte. En una explosión perdió la visión de un ojo y se le dio la licencia definitiva. Vuelto a Londres, de donde era, se incorporó inmediatamente a una compañía de Arte Dramático, escondiendo ese defecto puesto que físicamente no se le notaba en absoluto. En poco tiempo, Claude Rains se convirtió en un nombre de prestigio en la escena londinense. Tanto es así que ingresó como profesor en la Royal Academic of Dramatic Arts y, entre sus alumnos, estuvieron tanto Laurence Olivier como Vivien Leigh.

En 1930, ya con cuarenta y un años, un cazatalentos de la Universal fue a verle a una representación y quedó impresionado con el dominio de voz de Claude Rains, así que le ofreció la oportunidad de ser el protagonista de El hombre invisible, que se rodaría en 1933 con una buena cantidad de efectos especiales inusitados para la época. Desde ese momento, Claude se trasladó a los Estados Unidos.

Allí, por supuesto, su interpretación más recordada es la del cínico Capitán de policía Louis Renault, aquel que caminaba iniciando una buena amistad en Casablanca al lado de Humphrey Bogart, pero, para no ser tan típicos, vamos a repasar otros buenos papeles que hizo en Hollywood. Por ejemplo, ese taimado Juan Sin Tierra que incorporó como enemigo acérrimo de Errol Flynn en Robin de los Bosques, o el senador abrumadoramente corrupto de Caballero sin espada, que hacía la vida imposible a James Stewart en la película de Frank Capra. Sin embargo, cuando a mí se me nombra a Claude Rains se me aparece inmediatamente su personaje de Alexander Sebastian de Encadenados, de Alfred Hitchcock, en la piel de un nazi de carácter algo débil, sojuzgado por la avasalladora personalidad de su madre y entrampado en su propio grupúsculo de fanáticos deseosos de fabricar algún tipo de arma atómica que propicie el resurgimiento del IV Reich.

Casi nadie sabe que Claude Rains fue el primer actor que cobró un millón de dólares por una película. En concreto, César y Cleopatra, al lado de su ex alumna Vivien Leigh. El caso es que él no quería interpretar ese papel y puso su caché por las nubes con la esperanza de que le dijeran que no. Cuando el director Gabriel Pascal (imitado por Orson Welles en Hotel Internacional) le dijo que accedían, no pudo negarse.

El caso es que Claude Rains, que también brilló en otras películas como El caballero Adverse, en un papel maligno memorable, o el celestial señor Jordan de El difunto protesta,o el padre del desgraciado Larry Talbot en El hombre lobo, o el desfigurado y tortuoso músico de El fantasma de la ópera, en la versión de Arthur Lubin, o, quizá su último gran papel, el también cínico y listísimo diplomático Señor Drayden de Lawrence de Arabia, ha sido un hombre no demasiado reconocido. Fue nominado cuatro veces al Oscar al secundario, y no lo ganó nunca. Todo el mundo le reconoce, pero muy pocos le conocen. Modestamente, el gus, hoy, se rinde a la figura de un actor que merecería haber sido leyenda.

En el apartado de anécdotas, podemos apuntar que no ganó el Oscar, pero sí el Tony, en 1951, por la obra Oscuridad al amanecer.

Sus matrimonios fueron toda una odisea en sí mismos.Su primera mujer se llamaba Isobel Jeans. Se divorció de ella cuando tuvo un aborto de una relación que sostuvo fuera del matrimonio. Hasta ese momento se lo había escondido. Su segunda mujer, fue Marie Hemingway (nada que ver con el escritor). Fue el típico arrebato de conocerse y casarse. Cuando ya comenzaron a convivir Claude se dio cuenta de que era una alcohólica compulsiva. Su tercera mujer fue la actriz Beatrix Thompson. Cuando decidieron divorciarse iniciaron una batalla legal que duró siete años. Su cuarta mujer, Frances Propper fue la que más le duró, pero, inexplicablemente, en una depresión que ella estaba pasando, quemó la casa donde vivían y él decidió divorciarse. Posteriormente, ella se fue a vivir con una diseñadora de moda. Su quinta esposa, Agi Jambor, era una superviviente del campo de concentración de Auschwitz, además de reputada intérprete de piano clásico. No pudo superar el trauma de la supervivencia y también se divorció. Su sexta y última esposa, era Rosemary Clark, a la que sobrevivió porque falleció tres años antes que él.

En su tumba hay escrita una leyenda: "Las cosas que viven una vez, viven para siempre. El alma que vive una vez, vive para siempre".

Nunca asistió a un estreno. Lo aborrecía.

En el trabajo, no sólo memorizaba sus líneas de diálogo. Se aprendía todo el guión de principio a final.

La primera vez que llevó a su hija, Jennifer, al cine fue para ver El hombre invisible. Mientras proyectaban la película, él iba explicando cómo se hicieron las escenas. El público a su alrededor, dejó de ver la película y se concentraron en prestar atención a todo lo que decía él.

Os dejo un vídeo de cinco minutos en homenaje a Claude Rains realizado por TCM. Merece la pena.


 Y como mosaico...no hay palabras.



Comentarios

carpet_wally@gmail.com ha dicho que…
¡¡¡Que gran actor!!!.

Yo también le recuerdo más en "Encadenados" que en "Casablanca", y aunque sin duda son sus dos interpretaciones más recordadas, es muy memorable su intervención en "El hombre invisible". Fíjate que yo no sabía que era su primera película, siempre pensé que fue cuando ya tenía un nombre en Hollywood.

Por esto de leer deprisa, asocié en lo que escribiste lo de la tumba y el comentario siguiente y había leído : Nunca asistió a un "entierro". Lo aborrecía. Cosa que también podría ser anecdótica pero tampoco como para trascender. Al fin y al cabo el nunca en ese caso no se podía producir, al menos tuvo que estar en el suyo, aunque no quisiera. En fin, tonterías que me pasan por leer mal.

Otro gusazo, para disfrutar.

Abrazos ofreciendome para acompañar a Grant y a Bergman en el coche.

Entradas populares de este blog

Guuud mornins, 14/05/13

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (XLVIII)

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (LXV)