GOOD MORNING 13-11-2020

 

“A veces hay que decir lo que uno siente, se ofenda quien se ofenda, porque la salud mental no la pagan luego los susceptibles”. Doctor House (Hugh Laurie)

 

Gus morninsss cinéfilos nos dé God

 

Pues si amigos, otro viernes más y estoy muy susceptible. No me ofende todo, pero hay cosas que me ofenden mucho. Y sobre todas las cosas que me ofenden, la que más es la gente que se siente ofendida por cualquier cosa. He leído que a propósito del reciente estreno de “Las brujas de Roald Dahl” que comentamos aquí hace nada ha habido una campaña de protestas indignadas contra la película, hasta el punto de que la protagonista Anne Hathaway ha salido a pedid disculpas públicamente. ¿El motivo?, quizá Bardés nos lo pueda aclarar un poco más porque él si vio el film, pero por lo que he leído, parece ser que una característica físicas de las malvadas de la peli era que les faltaban dedos de una mano y eso servía para identificarlas ( o algo así). Eso ha puesto en pie a una legión de personas con alguna lesión en sus manos que protestaban porque se les asimilara con las brujas y la maldad….¿Cómo os habéis quedado? Supongo que tan alucinados como yo. Lo de llevar el pelo fosco, vestir de negro y tener una berruga en la nariz parece que no indignaba a nadie, o la gente con ese aspecto estaba muy poco organizada, pero cuidadito donde pones el ojo porque seguro que alguno estaba ya sentado ahí y se puede molestar.

 

Ha habido muchas censuras y autocensuras por aquello de no ofender, no molestar o defender lo políticamente correcto. Recordad hace bien poco la censura a “Lo que el viento se llevó”. También es legendaria la modificación de la cinta original de Disney, “Fantasía” que cumple ahora 80 añitos y que en los 60 eliminó a un pequeño centauro negro que limpiaba, cual limpiabotas,  las pezuñas a las hermosas centauras blancas. Y eso que eran tiempos en que la discriminación racial no estaba tan mal vista como ahora. Pero la verdad es que es muy complicado tener una idea original, escribir un guion, un libro, hacer una película…sin pensar que alguien puede ofenderse. Y aun cuando ya has intentado eliminar cualquier referencia que pueda molestar a cualquier colectivo, corres el riesgo de que alguien aparezca y se vea discriminado, maltratado o menospreciado.

 

Yo voy a hacer lo que pueda hoy, porque de entrada sólo voy a referirme a las películas que se estrenan en más de 10 cines (según Filmafinitty), ninguneando estrenos (quizá incluso más interesantes) pero que sólo se estrenarán en unas pocas salas. Me paso por el forro (¿se molestaran los que forran libros o los señores/as que están forrados/as?) el cine minoritario ese…que le den.

 

 

EL AÑO QUE DEJAMOS DE JUGAR. En el Berlín de 1933, Ana (Riva Krymalowski) es solamente una niña de 9 años cuando su vida cambia completamente. Para conseguir escapar de los nazis, su padre Arthur Kemper (Oliver Masucci), un conocido periodista judío, tiene que huir de Zurich. Su familia, Anna, su hermano de doce años Max (Marinus Hohmann) y su madre Dorothea (Carla Juri), le siguen al poco tiempo. En su ruta, tras salir de Berlín, se encaminan a Zurich, pero el camino se alarga porque de ahí huyen a París, hasta finalmente acabar en Londres. Anna tiene que dejar todo atrás, incluido su querido conejo rosa, para enfrentarse a una nueva vida lleno de retos y apuros en su huida

 

Por el título alguno se creerá que hace referencia al año 2020, en el que jugar (sobre todo en la calle) se está poniendo muy complicado. Y tampoco hace referencia a la ley del gobierno que intenta limitar la publicidad de las casas de apuestas y regular un poco un tema que se nos estaba yendo de las manos. En realidad se basa en la multipremiada novela juvenil “Cuando Hitler robo el conejo rosa”. El cambio de título se debe a la autocensura, el nombre de Hitler está muy mal visto en general y lo del conejo rosa representa una doble amenaza, o se ve como  sexista o puede tener connotaciones sexuales. A la hoguera con el título original.

 

LA LLORONA. Durante el conflicto armado de Guatemala, Alma y sus dos hijos son asesinados bajo las palabras "si lloras, te mato". Pasados treinta años, el tribunal abre una causa penal contra Enrique Monteverde, quien estuvo al frente del genocidio, pero acaba siendo absuelto cuando el juicio se declara nulo. La población se levanta en ira contra la sentencia, y a su vez el espíritu de Alma se despierta buscando la justicia que el tribunal le ha negado. A las noches, Enrique comienza a oír llantos, pero poco sospecha de su nueva ama de llaves.

 

Aquí habrá que ver la película para saber si Alma y sus dos hijos fueron asesinados debajo de un cartel que ponía: “Si lloras, te mato” o bien que los amenazaban con matarlos si lloraban…y lloraron, claro. En cualquier caso, se nota que en Guatemala (nacionalidad de la cinta) no están atentos a lo políticamente correcto, (¿será esa referencia al país del film políticamente correcta?), eso de “llorona” puede implicar un menosprecio a quien vierte lágrimas, incluso de emoción, mucho más si es mujer.

 

NI DE COÑA. Cuatro parejas deciden realizar un retiro espiritual en un exclusivo resort del Caribe con el objetivo de salvar sus relaciones y evitar una separación. Pero, para conseguirlo, dos singulares gurús del amor les harán pasar pruebas insólitas que no sólo les evaluará como pareja, sino que también se verán obligados a luchar por sus propias vidas.

 

En esta peli están varios de los monologuistas que triunfan en las teles desde el éxito de “El club de la comedia”. Algunos son buenos monologuistas, pero lo de actores….el más exitoso que ha salido de aquellos escenarios ha sido Dani Rovira y … ejem. En todo caso, en los monólogos precisamente se juega con lo políticamente incorrecto, es una de las bases del humor, pero con los títulos hay que tener cuidado no sólo porque pueden ofender sino porque pueden llevar a engaño. Si te preguntan si quieres ir a ver una película y tú dices “ni de coña” como opción, lo más probable es que quien te lo haya propuesto se mosquee por tu falta de interés.

 

Y para piel fina, la de esta chica a la que cantaba el maestro Serrat….

 



 

Y otra que también tenía la piel, no sé si fina, pero si nueva era Elena Anaya…habitaba en ella por lo menos.




Comentarios

César Bardés ha dicho que…
Siento aparecer tan tarde pero he tenido un día movidito (los viernes son los días en los que estoy más liado por varias razones), pero, por alusiones, es obligatorio.
Efectivamente, en la película de Zemeckis (también en la versión del 91 de Roeg), las brujas son seres que esconden sus horribles manos (que no es que sean deformes,ellas son así y además muy orgullosas de serlo) en guantes que sólo se quitan cuando están en privado. Por otro lado, tienen otra "deformidad" y es que no tienen dedos en los pies, sólo tienen uno con una uña bastante asquerosita, pero de eso no se han quejado.
La tontería es enorme (evidentemente, es un cuento para niños, las brujas son deformes, y además, malas. Si nos ponemos así, las mujeres deberían poner el grito en el cielo porque, en realidad, en la película hay una convención de mujeres...malas) y aún es más enorme la tontería de la disculpa de Anne Hathaway (apenas dos días antes del estreno le comentaba a ese crítico de cine que me gusta más bien poco de Televisión Española que es Pepe Fernández el gustazo que había sido interpretar un personaje que exigía tan altas dosis de histrionismo). Ah, se me olvidaba, también tienen otro defectillo. La comisura de sus labios les llega a las orejas, otorgándoles una mueca horrible y monstruosa. No sé si Julia Roberts ha elevado ya una queja. Esa mueca la esconden con un maquillaje muy grueso. Tal vez, en breve, podamos asistir a una queja de las personas a las que le gusta maquillarse y ponerse tanta crema y polvos que les das un beso y te quedas pegado.
Por cierto, se te ha olvidado nombrar la tontería del cambio de nombre de "Diez negritos". Ya no se va a llamar así (fíjate tú la estupidez), sino "Eran diez". Creo que los fabricantes de figuras de personas de color se han quejado mogollón. Yo esto no lo voy a aguantar mucho tiempo.
Abrazos hasta la coronilla (espero que la Asociación de Calvos no proteste por escrito).

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