GUS MORNINS 24/9/19
“Philippe Gerbier: Ya nos veremos,
camarada.
Legrain: ¿Es usted comunista?
Philippe Gerbier: No, pero creo que tengo camaradas.”
El ejército de las sombras,
de Jean Pierre Melville
En ausencia de efemérides
destacables en el día de hoy, me ha dado por recordar esta película,
impresionante, que estoy seguro que es una gran desconocida para la mayoría de
vosotros y de la cual se cumplen cincuenta años de su estreno. Se trata de una
película francesa con la cual el gran Jean Pierre Melville trató de homenajear
a los miembros de la Resistencia Francesa durante la ocupación nazi. Aquí no
hay amabilidades, ni medias tintas. El retrato que hace Melville de este
ejército en las sombras es crudo y real y revela con realismo y austeridad cómo
era la vida de los resistentes con las soledades y miedos que les atenazaban,
sus relaciones internas, con la constante amenaza de un arresto por parte de la
Gestapo, describiendo la estructura de un comando de la Resistencia y el modo
en el que recibían órdenes. Además era algo que se hacía de primera mano porque
tanto el guionista Joseph Kessel como el propio Jean Pierre Melville fueron
miembros de la Resistencia.
La acción se desarrolla
a partir de 1942, bajo la ocupación alemana y bajo el punto de vista de
Philippe Gerbier, un ingeniero de caminos que es jefe de una cédula de la
Resistencia Francesa. Denunciado por un colaboracionista, Gerbier es arrestado
e internado en un campo de concentración francés. Con una treta ingeniosa al
ser trasladado a París para ser interrogado, Gerbier se escapa y se vuelve a
unir a la Resistencia creando una nueva cédula cuya primera misión será
ejecutar al traidor que le denunció. A partir de ahí, cada nueva misión es un
salto al peligro y, para ello, Gerbier tiene a su lado a Mathilde, una
imaginativa mujer que es capaz de planear lo imposible, a Jean François, un
joven valiente, hermano de uno de los cabecillas de todo el movimiento; y a un
gigantón lleno de bravura al que apodan cariñosamente Le Bison. El peligro está constantemente sobre ellos, Jean François
se entrega a la Gestapo para sacar una información vital y es rescatado en una
espectacular operación. Gerbier es nuevamente arrestado y usado como tiro al
blanco en una peculiar carrera dentro de un búnker que es asaltado con bombas
de humo por parte de Mathilde. La Gestapo sabe que ella es una pieza clave y la
cédula tendrá que tomar una decisión terrible…La película te deja de una pieza
y ves cómo el heroísmo también era muy sórdido, muy penoso, muy solitario.
Quizá, no digo ninguna tontería, sea la mejor película que se haya hecho nunca
acerca de la Resistencia Francesa.
Para el papel de
Philippe Gerbier, Melville contó con Lino Ventura, muy alejado de sus papeles
de mamporrero. Para la gran Mathilde, tenemos el rostro único y especial de un
pedazo de actriz como es Simone Signoret. Para Jean François, el valiente joven
que se sacrifica sin pensarlo, Jean Pierre Cassel le prestó el rostro. Para el
gran Le Bison, está Christian Barbier.
Más allá de ellos, también tenemos a uno de los mejores actores del cine
francés como es Paul Meurisse para el papel de Luc, hermano mayor de Jean
François y que dirige los destinos de la Resistencia. Como un barbero que se
decide a ayudar a Gerbier en su fuga tenemos al estupendo Serge Reggiani. El
resultado es una película con un dramatismo sensacional, llena de traiciones,
plena de suspense, una continua elección entre la vida y la muerte. Casi uno
podría decir que es la película en la que la traición más duele y más ganas hay
de gritar y de ayudar a ese grupo de gente que sólo quería que los alemanes se
fueran de allí. La fea gloria del heroísmo hecha arte.
En el campo anecdótica
podríamos decir que una de las secuencias de la película es el típico desfile
de los alemanes a lo largo de la Avenida de los Campos Elíseos. Jean Pierre
Melville probó primero con miembros del ejército francés para desfilar como los
alemanes, pero comprobó que habían absorbido de tal manera la manera castrense
francesa que no le gustó ni un poquito, así que decidió contratar a todos los
bailarines disponibles de Francia para que desfilaran por el Arco del Triunfo.
Y así quedó la escena.
Aunque Lino Ventura ya
había trabajado con Jean Pierre Melville en un policíaco estupendo titulado Hasta el último aliento, no se hablaba
con el director. Y durante todo el rodaje de esta película se comunicaron sólo
a través de los ayudantes de dirección.
El director de
fotografía fue Pierre Lhomme que, a mediados de los noventa, rescató la película
del olvido porque comprobó que el negativo que se guardaba en la Cinematheque
Française se había vuelto completamente rosa y, aunque se podía ver, los tonos
se habían vuelto de ese color. Lhomme recaudó fondos para restaurar la película
y hoy en día se puede ver con una fotografía ciertamente impresionante.
Es la película favorita
del director de fotografía Roger Deakins, responsable de la imagen en casi
todas las películas de los Hermanos Coen o de la gran Cadena perpetua, cuya textura fotográfica se corresponde mucho con
esta película.
El reputado crítico de
cine Roger Ebert, uno de los más influyentes de la historia, incluye esta
película entre sus favoritas y como uno de esos títulos que “usted tiene que
ver antes de morir”.
Melville fue un gran maestro
del género policíaco. Quizá por eso, durante algunos años, los peores críticos
del cine francés le comenzaron a acusar de fascista y de colaboracionista de
los nazis. Melville lo negó repetidamente y, para demostrarlo, rodó esta
película. Melville decía que ser de la Resistencia no significaba,
precisamente, ser comunista y que uno de los grandes méritos del movimiento fue
que unió a todos con un solo fin, olvidándose del posible coste o beneficio
político. Allí dentro había de todo: comunistas, socialistas, liberales,
centristas, derechistas y militares. Y aunque había discusiones políticas,
siempre trataron de dirigirse juntos al mismo objetivo que no era otro que la
liberación de Francia. Ése fue el gran mérito de la Resistencia. Melville
también decía que no todo el mundo era la Resistencia. Hubo muchísimo
colaboracionista que, una vez liberada Francia, se le llenaba el pecho
proclamando su pertenencia al movimiento resistente. El rodaje de El ejército de las sombras fue un
puñetazo en la mesa para reafirmar su patriotismo y su militancia y sin
tapujos. Nunca más nadie dijo nada sobre el posible colaboracionismo de
Melville. De hecho, con motivo del estreno de la película, el director reveló
que su nombre de nacimiento era Jean Pierre Grumbach y que su nombre en clave
en la Resistencia era…”Melville”.
Para abrir boca y
animaros a ver la película, os dejo el tráiler.
Y como mosaico, el
cartel de la película. Muy terrible en sí mismo y, a la vez, muy atractivo.
Comentarios
Lo que no es nada desconocido es todo lo que aprendemos de cine los martes leyendo el gus.
Felicidades maestro.
Abrazos con desconocimiento